Desde hace ya algunos años, los gobernantes han entendido que tienen que tener una imagen, la cual los describa y represente ante la sociedad. Desde luego, no basta con decir que son honestos, probos, maravillosos, sin mácula, etcétera. Lo que se necesita es esta mercadotecnia que los hace ver como los magníficos seres que al menos ellos sienten que son. El primer paso para ello es crear una imagen corporativa. Por ejemplo, en el gobierno de Mancera, el color de esa administración capitalina era el rosa. Y vamos, hasta obligaron a los taxistas a pintar sus coches de ese color. Más tarde llegaría Sheinbaum y en un supuesto concurso para crear una identidad gráfica de su administración, surgió este que ilustra este artículo, que francamente son las iniciales de su nombre, CS. Por su parte, López Obrador usó estas imágenes de los héroes nacionales, las cuales se presentaban en sus conferencias mañaneras.
Sin embargo, esto no es suficiente, porque además se requiere una narrativa y por ejemplo, AMLO usaba un conjunto limitadísimo de palabras (y no me extraña, porque es un tipo verdaderamente ignorante, con unas muletillas de pena ajena), en donde destacaba "pueblo", "pueblo bueno", "bienestar", "corrupción", "conservadores" e "intelectuales orgánicos" (que a la fecha no sé qué significa eso). La nueva presidente, por ejemplo, bautizó las conferencias como las "mañaneras del pueblo" y ahora sale la noticia de que el gobierno le hará la competencia a las tiendas de conveniencia (como el OXXO), con las "tiendas del bienestar". Y eso es parte de esta tendencia de la narrativa de la 4T, en donde cada iniciativa es "del pueblo" o "del bienestar".
El problema es que es la narrativa, no algo que sea la realidad. Por ejemplo, los "bancos del bienestar" no son más que unas mini-sucursales financieras donde se pagan "pensiones del bienestar" a los adultos mayores o bien, "becas del bienestar" para los estudiantes. Por supuesto que en esta narrativa gubernamental, López Obrador hablaba de las universidades del pueblo "Benito Juárez", las cuales fueron un fiasco más de este gobierno pasado. Y no olvidemos la "mega-farmacia del bienestar". Vamos, que cada vez se desgastan más estos términos ante el abuso de su aplicación. Si yo fuese alguien con autoridad, ya habría quitado esas palabras del diccionario porque las han desacreditado, porque si algo hace un gobierno en nuestro país, es hacer las cosas mal. Y si no me creen, vean algunos ejemplos: el sistema de salud público, la educación pública, la seguridad pública, las empresas como Pemex y CFE, la primera en quiebra desde hace ya años.
Me gustaría menos palabrería y más acción. El problema es que los gobernantes buscan su lucimiento, hacernos creer que son seres de luz que podrán resolver las dificultades del país. Pero nada de eso pasa y cada gobierno resulta peor que el anterior. Y pongo un último ejemplo: en 28 días el gobierno de Sheinbaum lleva 1300 muertos de forma violenta. Ahí lo dejo a la reflexión.