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Thursday, January 09, 2020
El final de la historia con las librerías Gandhi
Ayer escribí un correo reclamándole a Gandhi su pésimo sistema de libros electrónicos, y la frustración de no poder leerlo inmediatamente después de la compra, que supuestamente es parte de las virtudes de este esquema de contenidos digitales. Hoy aún no me habían contestado a pesar de mandarles mensajes de correo indicando que estaba esperando a ver cuándo iban a atender mi queja.
Decidí hablar al "call center" de las librería Gandhi, le expliqué a Daniel, así se identificó quien me contestó, las dificultades que había tenido. Le dije claramente: no quiero ya ese libro electrónico. No quiero otra tarjeta con el crédito completo. Quiero mi dinero. Quiero olvidarme de ustedes para siempre. ¿Te quedó claro?"
Aparentemente le quedó claro. Entonces me dijo que ya había pasado mi reporte y que en 72 horas -máximo- tendría una respuesta. Le dije que no, que no era posible esos tiempos de soporte al cliente, que ya había mandado mi queja y que 72 horas no era admisible. Y aunque no le gustó nada lo que le dije, me comentó que haría lo posible porque se resolviera antes la dificultad. Colgamos.
Una hora después me habló Susana Rico, de Gandhi, con la que antes ya había hablado y le comenté de nuevo las dificultades. Le dije también que era increíble considerar un margen de 72 horas para apoyar al cliente. Me dijo que tenían muchas consultas de los clientes y que por eso era ese margen. Entonces le contesté que si era así algo estaban haciendo muy mal. Mutis de ella.
El caso es que quedamos que me regresaría mi dinero. Le di mi número de tarjeta y quedó que a más tardar estaría el depósito hecho al día siguiente. A eso de las 4:30 pm me habló para decirme que el pago estaba hecho y me mandó copia del depósito. Le pedí que me quitara de sus bases de datos y cumplió.
Punto final a un negocio lamentable, que no sólo pierde un ciente, sino que yo, como cliente insatisfecho, no tengo ningún problema en decirles a los demás que no compren en Gandhi libros electrónicos porque se van a llevar un fiasco y sólo serán problemas. Y así como las buenas sugerencias se dan de boca en boca, las malas también. Gandhi no sabe lo que es atención al cliente y lo que en el fondo más me molesta es tener quer enojarme, pelearme con una empresa que la verdad, no sabe lo que es el cliente.
En fin... Asunto terminado. Vuelta a la hoja.
Tuesday, January 07, 2020
Todo es inútil con Gandhi
Ya hablé en uno de mis últimos artículos de este blog, del fiasco que es Gandhi y su sistema de ventas de libros electrónicos, su nulo interés por satisfacer al cliente y como único afán, es ver si pueden birlarte tu dinero en la sección de libros electrónicos, porque sino, no se puede entender tanta negligencia.
Después de la última discusión que tuve, lo único que pude fue recuperar 180 pesos de un libro electrónico que nunca pude ni siquiera abrir en su aplicación Kobo, o en su dispositivo Kobo, o en cuanta cosa termine con "Kobo". Ese sistema es francamente inútil amén de que no hay servicio en México. Así que aprovecho para decirles a mis cuatro lectores: no se compren un lector electrónico Kobo porque si se descompone, en el mejor de los casos, hay que mandarlo a Canadá, porque en México nadie da servicio ni arreglo de estos dispositivos.
Pues el asunto es que quería leer un libro electrónico del Fondo de Cultura Económica y recordé el certificado de regalo de 180 pesos, que sólo sirve en Gandhi. Me dije, "está bien, usémoslo aquí". Y procedí a hacer la compra usando mi teléfono. Tuve todo género de problemas y al final, a pesar de que supuestamente mi compra se hizo, no puedo leer el libro porque el sistema me manda un enlace a un xml que no sé cómo hacer para que descargue en libro comprado, ya sea en Adobe, o en Kobo, o en la aplicación que se pueda. No hay manera. Nil. Nyet. Nada.
Así que es escribí a soporte de Gandhi. Esta es mi carta:
No entiendo. Quise comprar un libro de 63 pesos, virtual. Déjenme informarles la razón por la cual sus programadores hacen un trabajo lamentable: En un momento dado, me piden mi dirección de correos. Estaba haciendo todo desde mi teléfono y la dirección me la pone con sólo apretar un par de teclas en el teléfono. La dirección aparecía en el campo pero había un error: la dirección de correo no era legal. ¿La razón? La fui a descubrir yo: es que después de poner la dirección, no puede haber espacios. Les recuerdo a los programadores que es básico validar los campos y si se quieren evitar estos problemas, pues se usan funciones como stripblanks (dependiendo del lenguaje que usen), o escriben una rutina simplona que haga eso.
En fin, solucionado ese problema, quise comprar el libro, pero cuando procedí al paso final, su sistema me detectó que yo ya tenía cuenta con uds. y que para hacer la compra tenía que entrar a su sistema. ¿Entonces para qué ponen la opción de invitado? De verdad, la lógica que usan es increíblemente retorcida.
Ok, está bien. Puse el certificado de 180 pesos para pagar el libro electrónico y supongo que me dedujeron 63 pesos del total del certificado, que es de 180 pesos. No he verificado eso pero quiero creer que así es. Pedí un libro del FCE (Hay un dinosaurio en mi sopa, de Alvaro Chaos).
Finalicé la compra y después de 10 minutos, cosa que es ridículo considerando que es un libro electrónico, me llegó un correo. Mi pedido es el 01207xxxx. En el correo hay un enlace para bajar el epub con drm. Muy bien. Descargo el enlace y no se puede hacer nada. No se puede leer. No se puede abrir. No se puede hacer nada, maldita sea. ¿Qué clase de servicio es ése?
Quizás la cosa no funcionaba porque no tenía instalado el kobo reader de android en el teléfono. Descargué los 51 Mbytes para nada. No reconoce nada con mi cuenta. Nada. No sirve. Es inútil. Es un cuento para robarle a la gente su dinero.
Consecuentemente, ya no me quiero pelear con uds. Regrésenme mi dinero, no en certificado de regalo. No, denme mis 180 pesos y olvidemos que existen. No puede ser que una compra de un libro electrónico, que debería poder leer una vez comprado, no pueda siquiera abrirlo. De verdad su sistema es una reverenda porquería.
En resumen: quiero mis 180 pesos. No un certificado. No. Quiero mi dinero y ya no volver a tratar con uds.
Atentamente
Manuel López Michelone
Seguiré este asunto cuando tenga respuesta de Gandhi.
Thursday, July 14, 2016
De los lectores electrónicos de libros
Ya comenté en este blog mi problema con Gandhi. Brevemente: compré un libro electrónico el cual requería instalar un programa llamado Kobo. Hice lo que correspondía pero no se pudo cargar el libro. Hablé a Gandhi y en el "call center" me atendieron con amabilidad, aunque no pudieron resolver la dificultad. Pasaron dos meses y les escribí diciendo que ya no me interesaba el asunto y que me regresaran mi dinero. Contestaron que la política de la empresa no era hacer devoluciones en libros electrónicos. Ante semejante respuesta los acusé de ladrones y les dije que los llevaría primero a la PROFECO y si eso no funcionaba, los demandaría legalmente por robo.
Pero antes de que pasara eso me habló Efrén Tapia, que es el gerente de e-commerce de Gandhi. Me ofreció una amplia disculpa y me dijo que, el dinero del libro me lo habían ya reembolsado a mi tarjeta de crédito. Quedamos de vernos para explicarme lo que había pasado. Y este lunes 11 lo vi una mañana y hablamos de la estrategia de Gandhi en términos de libros electrónicos, entre muchas otras cosas que ya contaré. Pero por el momento debo decir que Efrén, a manera de disculparse o de rectificar de alguna manera el trato que me dieron, me regaló un lector electrónico Kobo (anagrama de "book") (https://us.kobobooks.com/products/kobo-aura-h2o), el cual es el modelo más costoso que vende Gandhi y que tiene la particularidad de que es, además, contra agua. Le dije que era muy generoso porque lo que pasó no era para tanto, pero me quedó claro que Gandhi, a través de Efrén, buscaba resarcir la mala imagen que dejó.
Y aunque ya hablaré de la plática que tuve con Efrén, en este momento me gustaría hablarles sobre este lector electrónico que cuesta unos 4 mil pesos. Efrén también me regaló la funda del juguete, que en el sitio de Kobo está en unos 800 pesos. Es decir, que si alguien quiere hacerse de un lector de esta naturaleza, pues hay que pensar en desembolsar unos 5,000 pesos, aproximadamente.
El lector es muy liviano y esto de la tinta electrónica es algo formidable en algún sentido. Cuando uno abre la caja del Kobo, pareciera que fuese una lámina que estuviese sobre la pantalla pero no, así es la tinta electrónica, la cual gasta muy poca energía. Y tan es así, que hay que cargar el dispositivo cada 2 meses aproximadamente.
Kobo junto con Porrúa y Gandhi, han hecho una alianza que se llama Orbile (elibro al revés), y cuando uno compra un libro electrónico en Gandhi, en principio debería poderse instalar directamente en el dispositivo sin más trámite. Si no se tiene lector, pues se puede descargar un programa que hace las funciones requeridas para cualquier tablet o computadora, de escritorio o laptop.
El lector mide unas 6.8 pulgadas en su pantalla. Usa, como a mencionamos, e-ink y es táctil. Esta diseñado para ser el lector oficial de Porrúa y Gandhi, pero también pueden cargarse libros a través del puerto USB con el cable que viene en la caja, que además, permite cargar el dispositivo. Kobo trabaja con el formato ePub que parece ser, tiene algunas ventajas sobre el formato PDF, por ejemplo, entre los que se cuentan una mayor versatilidad para cambiar el tamaño de la letra, poner notas, etcétera. Voy a probar con algún ePub para ver las diferencias.
Con respecto a los PDFs, la experiencia es más o menos parecida a la de leer un libro electrónico sin mayores pretensiones. El software de Kobo permite definir dónde queremos apretar para movernos a la siguiente página o a la anterior, entre otras cosas. La verdad es que es bastante cómodo el usar este dispositivo porque se pueden tener muchos libros en la memoria, que tiene -según entiendo- 4 GBytes, aunque puede ponerse una tarjeta microSD para poder poner más libros. Una virtud de este modelo es que es contra agua, lo cual es una buena idea para lo que pueda ocurrir en caso de un accidente.
Lo único que me decepcionó, y aquí no es culpa de Gandhi, es la tinta electrónica. El "refresh rate", es decir, el despliegue de una página a la que sigue es relativamente lento, así como el scroll sobre la pantalla. No es grave ni nada para decir que es inútil usar este dispositivo, pero pensé que este asunto de la tinta electrónica, que finalmente permite leer con el dispositivo en cualquier parte, incluso frente al Sol, era mucho más rápido en el despliegue. Pero fuera de esto, creo que la idea de hacerse de un lector así es buena, porque permite llevar prácticamente la biblioteca personal en un aparatito que pesa menos que un cuaderno.
Como anécdota y para que vean cómo han cambiado las cosas: en 1978, cuando Korchnoi retó a Karpov por el título mundial, el grupo de asesores de Anatoly Karpov llevó unos sesenta kilos en libros de ajedrez para ayudar al campeón en caso de ser necesario. Hoy en día, eso se puede llevar en el dispositivo Kobo, o similares, de manera trivial.
Cabe agregar que mi queja llegó finalmente a resolverse y al menos noté una muy buena disposición en todo este asunto por parte de Gandhi. Y desde luego, agradezco la generosidad de la librería en este sentido.
Monday, June 13, 2016
El "primer mundo" a la mexicana
Hoy tuve que ir a Médica Sur por unos estudios de ultrasonido de mi madre. Fue un estudio de un dedo, sí, y cobraron cualquier cantidad por el mismo. Muy bien, así son las cosas. Voy a las 3:30 pm a recoger los resultados -que me dijeron- estarían a partir de las 2 pm. Llegué y no estaban listos dichos resultados. La que me atendió me dijo que en 15 minutos. Le advertí amablemente que para cobrar lo hacen como en el primer mundo, pero que para ser responsables con la entrega de los resultados a tiempo no. Le dije que aguantaría 15 minutos, no 20, no 16, no más de 15. Los resultados estuvieron a los 11 minutos. Un caso típico del primer mundo a la mexicana.
Ya hablé también, hace unos días, del servicio de la librería Gandhi , después de haber comprado un libro electrónico, el cual, una vez pagado con la tarjeta de crédito, me avisaron que en mi correo estaban ya las instrucciones para poderlo leer "de inmediato". En dichas instrucciones había que descargar el lector Kobo y hacer una serie de pasos para poder disfrutar "de inmediato" (hago énfasis en esto), mi novísimo libro virtual. Pero no se pudo. El lector Kobo no reconocía ni mi nombre ni mi contraseña.
Hablé al día siguiente con el soporte técnico de Gandhi, porque el día que había comprado el libro fue domingo y después de las 6 pm no te atiende nadie. Me atendieron muy amablemente. Seguimos los pasos desde cero. Borré incluso la instalación de Kobo para empezar muy fresco con este procedimiento. El sistema se instaló pero tampoco funcionó. Ya narré lo que pasó en ese episodio tercermundista en el que, al no poder echar a andar el sistema, me pedían les mandara una captura de la pantalla. ¿Se supone que yo debía saber cómo capturar la pantalla de mi computadora en donde se señalaba el error? Se supone que todo este procedimiento para usar los libros electrónicos de Gandhi debiese ser fácil, sin necesidad de saber computación o estar inmerso en este ambiente, ¿o no?
El asunto es que pasaron casi dos meses (hablo que la compra se hizo el 15 de abril y hoy 13 de junio aún no he podido disfrutar la lectura de manera inmediata). Así que escribí a elcliente@gandhi.com.mx (porque sino, no te atienden), y les dije que ya no me interesaba el libro que nunca pude ni abrir. Les pedía amablemente el reembolso. Creo que después de mentirme sobre la inmediatez para poder leer lo que había comprado, y que no se cumplió, era suficiente argumento para que me regresaran mi dinero (180 pesos). Pero no, recibo un correo de Gandhi en donde se me indica que el proveedor del libro en cuestión no hace devoluciones. Y entonces sugieren un procedimiento alternativo usando Adobe Reader.
Les hablé entonces a su Call Center y quien me atendió le dije que era una vergüenza recibir semejante correo porque toman una decisión unilateral, porque como consumidor tengo derechos, porque nunca pude ni siquiera ver la portada del maldito libro electrónico. La que me atendió aguantó todo el regaño. Entonces le pedí que me dijera con quién tenía que hablar para arreglar este asunto, porque no les iba a regalar ese dinero. Y no es por el dinero, es una cuestión de principios. Gandhi me defraudó. Me robó. Me engañó prometiendo que podría leer de inmediato mi libro. Y si "inmediato" son más de dos meses, pues estamos en un problema dentro del espacio-tiempo... Pero quien me atendió me dijo que su supervisor no estaba, pero me pidió mi teléfono y que él me hablaría. Ajá. Sigo esperando. Mejor me siento, porque seguro no me va a hablar.
Ya les advertí que los iba a denunciar en la ProFeCo. No importa qué claúsulas quieran esgrimir. Yo nunca pude leer el libro y me birlaron directamente 180 pesos que ahora no me quieren regresar. Este es el mecanismo para robarnos en esta serie de librerías. Este es el primer mundo a la mexicana.
Solamente para comparar: hace tiempo compré unos libros por Amazon y no me llegaban a mi casa. Escribí diciendo que se estaban tardando más de la cuenta, pero para evitarme más "sufrimiento" por esa situación, me quitaban de mi cargo lo que costó el envío. Los libros llegaron al día siguiente. Y en Amazon pareciera que el cliente al menos tiene importancia para ellos, porque entienden que gracias a ellos viven. Gandhi no entiende esto y se han demostrado como unos ladrones.
Monday, May 30, 2016
Gandhi y su lamentable sistema de venta de libros electrónicos
Dice la Wikipedia: "La expresión primer mundo actualmente hace referencia a aquellos países que han logrado un muy alto grado de desarrollo humano (IDH), disfrutan de los más altos estándares de vida posibles, gracias a una buena distribución de la riqueza, sanidad, esperanza de vida y calidad de los servicios. Existe una gran correlación entre países con este tipo de status y el hecho de que posean instituciones democráticas robustas". Y me centraré en la "calidad de los servicios" a través de un ejemplo en México:
Compré un libro en Gandhi.com.mx, librerías de prestigio desde que tengo noticias. En esas librerías la cafetería era muchas veces un club de ajedrez y backgammon. Muchos ajedrecistas importantes del país se daban cita en las instalaciones de Miguel Angel de Quevedo. Pero eso fue antes. Hubo una remodelación y la cafetería dejó de ser punto de reunión de los ajedrecistas (ahora se reúnen en el Juglar, para quien le interese) y evidentemente crecieron en su oferta de libros, CDs, DVDs, etcétera. Gandhi es más que una librería y la cantidad de cosas que venden es la prueba de ello. Pero regreso al punto:
Compre un libro a través de la página electrónica de Gandhi. Era un libro-e, un libro electrónico, no en papel, el cual me costó 180 pesos. Nada para alarmarse. Me llegó un correo a mi cuenta agradeciendo mi pago y diciéndome que podía empezar a leer prácticamente de forma inmediata mi compra, descargando un programa llamado Kobo. Pues eso hice y empezaron las dificultades. Se supone que con la cuenta que uso en el sitio web de Gandhi podía reconocerme el sistema Kobo y así empezar a disfrutar de la lectura pero no se pudo. No reconoce mi clave ni mi nombre de usuario.
Hablé entonces a soporte de Gandhi y una persona me atendió muy amablemente. Me dijo qué pasos seguir para instalar Kobo, cosa que volví a hacer asumiendo que a lo mejor me habría equivocado en algo, pero no. Todo fue como cuando uno instala alguna aplicación en la computadora. Entonces me dijo que le diese click en una opción y ahí me pidió mis datos, que no reconoció. El que me ayudaba, vía telefónica, dijo que una opción era entrar a ka página de Gandhi y "resetear" mi contraseña. Lo hice así y no hubo problemas, pero al tratar de nuevo darme de alta en Kobo para disfrutar "inmediatamente" de mi libro comprado, ¡ay! No se pudo. No me reconoció la clave y/o la cuenta. Lo intenté varias veces y ¡ay de nuevo! ahora me bloqueó la cuenta por intentarlo más de cinco veces.
Ya francamente molesto le dije al que me ayudaba, que repito, lo hacía de muy buena manera, que su sistema era una porquería. Que yo me dedicaba a cómputo y que si yo no podía echar a andar el sistema, qué esperanzas de que alguien sin experiencia pudiese hacerlo. Hizo mutis.
Entonces el de soporte me dijo: "le voy a pedir me mande la pantalla en donde aparece el mensaje de error" y la envíe a el cliente@gandhi.com.mx. Le daremos respuesta por el mismo medio.
Han pasado más de 24 horas y no tengo respuesta alguna. Y he aquí el problema: entiendo que Gandhi ha buscado una alianza con esta empresa Kobo, para repartir sus libros electrónicos. Gandhi no manda un PDF porque asumen que como nadie respeta, el que haya comprado el PDF en cuestión seguramente lo va a andar regalando a todo el mundo. Entiendo sin embargo que quieren proteger su inversión y de alguna manera hacen difícil el pirateo de libros. Muy bien, pero ese esquema no es transparente al usuario que legítimamente compra un libro. No, tiene que padecer un sinfín de problemas y no puede leer su libro inmediatamente, como alude la propia empresa en el correo que mandan cuando uno ha pagado la compra.
Y compárenlo con el servicio que da Amazon. Compren un libro electrónico en esa empresa. No han acabado de dar click y ya lo tienen en su biblioteca virtual. Ya se puede leer. Es cierto que hay que instalar el Kindle reader, pero esto se hace una vez y se identifica uno a la primera y sí, ya puede uno leer la compra que de inmediato está en nuestro espacio virtual.
Vender libros electrónicos, hacerle al vendedor eficiente como ocurre en Estados Unidos, es un mito en nuestro país. No funciona, hay que perder no sé cuantas horas para tratar de poder instalar su paquete para leer los libros y repito, no funciona. En serio, el primer mundo no es anunciar la posibilidad de vender libros electrónicos, es dar un servicio de verdad, es hacer que las cosas funcionen. De hecho, el libro se compró el 17 de abril y no he podido ni ver la portada en el lector de Kobo. Esa es la triste realidad de lo lejos que estamos de los servicios del primer mundo.
Monday, April 18, 2016
De imitaciones baratas
Amazon es un ejemplo de una estupenda tienda en línea. Hasta donde recuerdo, al principio Amazon vendía libros, pero poco a poco, con los años, la compañía empezó a crecer lo suficiente y ahora es como una megatienda donde se vende electrónica, ropa, relojes, tablets, accesorios, etcétera. Pero lo interesante al final de cuentas es cómo trabajan su modelo de negocios. Si uno pide libros a Amazon, los paga con la tarjeta de crédito y dependiendo la prisa que se tenga para recibirlos, se tienen que pagar más dólares por el envío. Si el paquete no llega en el tiempo establecido, al comunicarse a Amazon, ellos hacen todo lo posible por rastrear el paquete y muchas veces, a manera de disculpa le regresan a uno todo el envío o parte del mismo. Es una empresa que claramente quiere ver al cliente satisfecho.
Si se trata de comprar libros electrónicos, en el formato que usan ellos, el del Kindle, el envío llega directamente a la cuenta que uno haya registrado en Amazon y se guarda en la biblioteca virtual del sistema. Si quiero leer algún libro electrónico comprado en Amazon, descargo la aplicación Kindle Reader y puedo leer el libro en la tablet, en la computadora de escritorio, en la laptop, en el teléfono inclusive. Si uno ya descargó previamente la aplicación para leer los libros Kindle, cuando uno compra el libro, instantáneamente aparece en al biblioteca. Da uno click y listo, ya puede leerlo sin dificultades.
En México tenemos a Gandhi, como una de las librerías de más éxito en nuestro país. Cabe decir que en la tienda original, al sur de la ciudad, en la cafetería de la misma nos reuníamos a jugar al ajedrez. Por muchos años esa cafetería fue una especie de sede de los ajedrecistas. Al dueño de Gandhi, Mauricio Achar -que murió en el 2004, le fascinaba el juego ciencia y con gusto dejaba que su cafetería fuese un "nido" de ávidos ajedrecistas que se iban muchas veces ya muy tarde, cuando los meseros estaban cerrando la misma.
Pero las cosas cambiaron. Gandhi se diversificó y abrió una tienda enfrente de la original que se encuentra en Miguel Ángel de Quevedo, muy cerca de Insurgentes. Su negocio sigue siendo los libros principalmente, aunque vende DVDs, películas de culto, comerciales, etcétera. En los últimos años ha incursionado con los libros electrónicos y ya vende archivos en PDF y otros formatos.
Pues bien, ayer quería comprar un libro que Gandhi lo vendía solamente en formato electrónico. Así, entré ayer domingo a la página de librería para comprarlo. Todo iba bien. Se me olvidó poner un dato (ciudad, o código postal, uno de esos), y el sistema me lo recordó, pero cuando regresé a corregir el error, ¡ay!, hubo que reescribir los datos ya escritos porque no se conservaron. Una falla menor, pero la verdad empezaba a molestarme el asunto. Después de un par de intentos más finalmente pude adquirir el libro. Para ello, era claro que debía tener ya definida una cuenta en Gandhi, cosa que ya había hecho.
Acto seguido, después de la compra, llegó un correo avisando que la compra se había registrado, y decía algo así como que ahora, usando una aplicación llamada Kobo, podría de inmediato ponerme a leer el libro. Bajé el programa a mi máquina de escritorio y al iPad, pero cuando los eché a andar (cada uno por separado y no de forma simultánea), el sistema me indicaba que la biblioteca estaba vacía. No hubo manera de poder ver el libro comprado, que Gandhi me había dicho que automáticamente ya estaría en mi biblioteca. Cambié la configuración, revisé opción por opción. Nada. Tenía una compra hecha sin poderla disfrutar.
Entonces se me ocurrió que hablaría a Gandhi, a soporte técnico. Eran más de las 7 pm y el domingo Soporte trabaja hasta las 16 horas. Entiendo, es domingo, pero Amazon tiene servicio al cliente las 24 todos los días del año.
Y no sigo porque la verdad es de pena ajena tratar de copiar un modelo de negocios y hacerlo tan mal. Por ejemplo, ante la piratería existente, los libros electrónicos también son contenidos pirateables y no hay esquema de protección que pueda evitar esto. No obstante, en Amazon, de alguna manera el libro electrónico comprado solamente puede usarse en los dispositivos registrados y sí, ya sé, habrá quien pueda piratearlo pero en general, las restricciones que impone la tienda en línea más exitosa del mundo, tiene como objetivo que la gente no compre libros electrónicos y los ande repartiendo. Y repito, ya sé que hay quien sabe cómo quitar los candados a estos contenidos, pero no es el tema.
Gandhi, por su parte, ha buscado un esquema parecido y se ve que ha hecho tratos con Kobo (también Porrúa le ha entrado), para poder vender libros electrónicos y en cierta medida protegerse contra la piratería. Y no me quejo de eso pero si se va a entrar en este negocio virtual, al menos háganle la vida fácil al cliente.
La experiencia me dejó ese sabor de boca que dejan las imitaciones baratas. Al principio se ven bonitas, brillan de hermosas, pero rápido pierden sus brillantes reflejos y se muestran como lo que son, imitaciones tristes, baratas, que dejan solamente decepción.
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