Muchas veces he escuchado que si Kafka hubiese nacido en México habría sido un escritor costumbrista. Y es que este país se cuece aparte. Tenemos a un presidente que es un ignorante en todo lo que se refiere a la economía. Cancela aeropuertos por sus pistolas, decide obras faraónicas sin estudios previos, pone a la milicia a hacer las tareas de la sociedad civil y les promete el oro y el moro. Tiene un sinfín de programas clientelares y además, pretende creerse con la autoridad moral pàra ser quien decida qué está bien y qué no lo está. Segasta millones en una infame cartilla moral y "oficia" misa desde su púlpito mañanero, en donde improvisa, en donde ataca a todos los que están en su contra, en donde todos los enemigos son conservadores o intelectuales orgánicos, aunque sepa qué quiere decir con ese adjetivo.
Pero más allá de ser un presidente lamentable, con ínfulas de dictador de quinta, López Obrador nos ha enseñado que el ser político paga bien. Tardó muchos años en convertirse en presidente y como premio a su tosudez, tiene ya la silla presidencial. Y este es el ejemplo a seguir en una masa cada vez mayor de ciudadanos que de la nada han decidido a "servir" al país. Como el país se ha politizado como nunca antes, ahora hay que repartir un montón de puestos polítios, presidencias municipales, gobernaturas, entre muchos otros. Y ahora resulta que tenemos un ejército de impresentables que quieren un puesto político porque: i. da esta capacidad de estar por encima de la ley, pues el fuero los protege y ii. es garantía de recibir mucho dinero por su sacrificio a la patria.
Hoy vemos partidos políticos bananeros que tienen como candidatos a actores y actrices, a personajes mediáticos (sólo parecen faltar algunos "influencers" de Internet), porque la gente probablemente mejor vota por uno conoido que por alguien cuyo nombre no le diga nada. Y este efecto se ve en todo. Muchas veces en la televisión vemos a locutores anunciar productos como si ellos los recomendaran. La mercadotecnia sabe que esas "recomendaciones" tienen peso en el gusto de los consumidores. Y en la política no es distinto.
Hoy veo a un número indeterminado de impresentables haciendo videos de tik tok para ganar votos en sus respectivas ansias por ser gobernadores, diputados, presidentes municipales, etcétera. Y bailan ridículamente o hacen gracias frente al video para que a la larga, estas piezas de imágenes electrónicas se vuelvan virales porque para ganar, seguro piensan, hay que ser popular.
Y esto es quizás el peor pero de las democracias. Todos tenemos derecho a votar y ser votados. Pero nadie pide ningún requisito a los que contienden por un puesto político. Y eso es lo grave. usted lector, lectora, ¿aceptaría ser intervenido quirúrgicamente por alguien que no es médico? ¿O le confiaría trabajos de plomería a un arquitecto? probablemente no. Pero en la política todos son todólogos. Todos saben hacer de todo. Todos están preparados para cualquier puesto que logren y si no me creen, pregúntenle a Tatiana Clouthier, que estudió letras inglesas pero es la Secretaria de Economía. Otro ejemplo triste: a una pseudo periodista, Isabel Arvide, le dieron el puesto de embajadora. ¿Por? Misterios de la 4T.
Lo que a mí me queda claro es que hay tanto amor por el dinero, por una posición de privilegio que, si se puede ganar sin esfuerzo, pues qué mejor. E incluso en México, en un país donde la política puede ser un negocio peligroso porque hay muchos candidatos que han sido privados de la vida por malosos que creen que las cosas se resuelven a balazos, eso no importa porque para estos candidatos lamentables en todos sentidos, el dinero va por delante.