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Wednesday, June 29, 2022

Agraviar a todos



Después de más de tres años de gobierno, de las intragables mañaneras en donde el presidente López Obrador agravia a todos, en donde sólo él sabe cómo se deben hacer las cosas, en donde se refleja este personaje como un dictador como en los mejores tiempos del PRI, me queda claro que no hay mucho más que hacer para revertir semejante actitud. AMLO en su soberbia de poder puede usar la tribuna gubernamental y atacar a todos, a periodistas, a científicos, a los de la clase aspiracionista, a los que hacen maestrías y doctorados y más aún, a aquellos que estudian en el extranjero, porque "sólo aprenden a robar". Y así, en cada caso, a cualquier circunstancia adversa a su gobierno, el presidente dirá que son los conservadores, los neoliberales, los que están muy molestos con este gobierno porque se les acabaron sus canonjías. En fin, aquí el único que tiene todo bajo control es e´l, en un país que no existe, en donde según el presidente todo mundo es feliz y que además, no hay corrupción y que para colmo, vamos a tener un sistema de salud como el Dinamarca (aunque en el fondo, no haya medicinas desde que entró su gobierno). Y ni hablar de la inseguridad que nos es cada vez más cotidiana. 

Pero más allá de toda esta situación, ya el presidente no tiene tapujos para insultar con todas las letras. Por ejemplo, ahora le ha dicho al periodista Alazraki que es hitleriano. Válgame. Y todo porque este señor se reúne con otros anti AMLO para mostrar la cantidad de errores que se ven en su administración. Y esto ya se salió de control. López Obrador sabe que nadie le dirá nada en la mañanera, nadie le reclamará esta actitud de agravio que francamente ya cansa. Se expresa así porque se siente el más poderoso y en su loca cabecita llena de ego, no distingue ya entre lo que él imagina y la realidad, que aunque le pegue diariamente en la cara, él evade con "tengo otros datos", "ese cochinero ya estaba ahí", "es herencia de Felipe Calderón", etcétera.


Curiosamente los llamados a la prudencia, a dejar de agraviar a todo aquel que no coincide con lo que dice López Obrador, caen en saco roto. Acostumbrémonos pues a esta retahíla interminable hasta el fin del sexenio, en donde en cada mañanera seguirán existiendo estos enemigos que quieren desestabilizar al país, a su gobierno -el de la cuarta transformación- en donde al final de cuentas es una narrativa que no tiene consecuencias porque seamos francos: este país no sólo no está mejor que antes, sino que está definitivamente peor de como lo dejó Peña. Y yo que pensaba que después de Peña no podía haber nada peor pero de nuevo, me equivoqué.

Tuesday, April 20, 2021

El mesiánico tabasqueño contra la realidad




Yo no tengo ya dudas que el presidente López Obrador no gobierna. Cada mañana sale a decir un racimo de ideas inconexas, a mencionar todo a partir de generalidades como "estamos trabajando todos los días" cuando no tiene manera de dar una respuesta coherente. Cuando dice algo y el periodista que le pregunta le increpa con datos el asunto, entonces el Peje sale con "antes era como dices, pero no somos iguales, ya las cosas cambiaron". Y de nuevo, no dice nada. En resumen, sólo habla, se siente único e irrepetible y sus mañaneras son básicamente la sustitución del púlpito en misa en donde ahora el sacerdote es un tabasqueño que se siente el Mesías, que tiene las respuestas para todo y cuando no, entonces "tiene otros datos".

López Obrador es una pena como presidente. Todo lo hace por un lucimiento personal, para que la gente hable de él. Por eso viaja en aviones comerciales, porque así hace creer a la gente que es como ellos. Por eso antes de ser presidente se le veía en ocasiones en el Metro. Porque es del pueblo. Por eso no se sube al avión presidencial, porque es un insulto a la pobreza del país, aunque es igualmente un insulto tener semejante aeronave sin uso porque sólo se deprecia y se echa a perder, y para colmo, sigue costando mucho dinero mantenerla.

Pero eso a Andrés Manuel no le importa. Lo que le parece fundamental es salir cada mañana a oficiar misa gubernamental, a despotricar una y otra vez contra esos enemigos suyos: los intelectuales orgánicos (que quién sabe qué quiera decir con eso), o los de los partidos conservadores, que no quieren el cambio y al contrario, buscan perpetuar el estado de las cosas como antes de que llegara AMLO, etcétera. Para el presidente, o estás con él o estás en su contra. No hay matices y además, sabiéndose respetado políticamente y siendo el jefe del ejecutivo, decide a su antojo, sin consulta a nadie (o cuando consulta es al "pueblo bueno", otra de sus farsas). Y así elimina de tajo un proyecto de aeropuerto y manda construir con los militares el suyo. No le importa que quede más lejos al respetable, no le importa nada, sólo su opinión es la que vale.

Y es entonces un dictatorcillo de quinta, que no puede enfrentar la realidad. Y actúa como la Chimoltrufia, el personaje de Roberto Gómez Bolaños, que "tanto como dice una cosa dice otra" y entonces, un día dice que no va a vacunarse. Después dice que sí, pero indica que no se vacunará públicamente porque no quiere que se preste a circo aunque al final del día se presta al circo mediático y se vacuna frente a las cámaras. 

Y es que el puesto de presidente para el peje es el del autoelogio, en donde en su fuero interno cree que la gente lo admira, cuando lo único que logra es mostrar que es un inepto para el puesto. Lo triste es haber estado tantos años buscando la presidencia para terminar con un remedo de dictador tropical que no entiende de economía, que miente cuando no sabe, que sabe poco (y de ahí su sarta de mentiras cotidianas) y que además, cree que su criterio es el único que pinta.

Así las cosas. Yo creo que López Obrador tenía vocación de sacerdote y ante la imposibilidad de haberse convertido en eso, ha hecho de las mañaneras un ejercicio de esa naturaleza. Habla sobre para qué comprarse otro par de zapatos si ya se tiene uno. Habla de olvidarse del dinero, aunque como buen sacerdote, vive como rey en un palacio. Por ello este ejercicio de lo que iba a serr una conferencia informativa cada mañana es en realidad esta absurda necesidad de aparecer en los medios a todas horas. Mentir no importa, maquillar datos, sentirse dueño de la verdad y mostrar una ignorancia supina y cotidiana. incluso en la manera de expresarse, puede parecer sin importancia, pero ya veremos cuando nos caiga la realidad económica. Y de ahí ninguna de sus mañaneras nos va a salvar. Y ahí conoceremos la realidad.