Hace unos días supimos de una supuesta psiquiatra en Puebla, la cual parece que no teníaninguno de los títulos que decía ella, la acreditaban para ejercer la profesión médica (los psiquiatras tienen que ser antes médicos). Marilyn Cote se anunciaba con doctorados en la Universidad de Harvard y olso, en neurología (o temas afines). Daba consulta y recetaba medicamentos controlados.
Pero algo pasó y se descubrió que esta señora tiene una licenciatura en derecho y una maestría en criminalística. No ha podido -hasta donde se sabe- que es médico y que ostenta esos títulos que adornaba en las recetas que surtía. El tema se volvió viral y las autoridades se pusieron a investigar soobre el particular. La supuesta doctora no pudo acreditar sus conocimientos y de pronto además, salió en algún video a decir que ellla sabía de dónde venía "la pedrada" parra descalificarla, pero que ya habría órdenes de aprehensión para esas pesonas (de quienes no dio nombres). Pero hubo un giro en esta arrogante farrsante porque eventualmente la encontraron en otro Estado (creo Tlaxcala), y la detuvieron por usurpación de funciones de profesionales. Hoy Marilyn Cote podrá usar sus conocimientos como abogada para defenderse de las acusaciones que pesan sobre ella. Vamos a ver qué pasa entonces.
Pero esto me hace recordar a Yazmín Esquivel, la ministra de la Suprema Corte, que plagió no sólo su tesis de licenciatura, sino también de doctorado. ¿Las autoridades la acusaron de usurpación de funciones? No. ¿La detuvieron? Tampoco. ¿Porque a esta señora no y a la supuesta doctora sí? ¿No que la justicia es para todos? Y más aún, aparte de que las autoridades se hacen de la vista gorda con el caso Esquivel, esta impresentable ministra ya se apuntó para la rebatinga de la elección de jueces, magistrados y ministros, en donde ya aclaré, no debería siquiera poder competir por su comportamiento profesional deshonesto, como ya dijo la presidente Sheinbaum. Pero ¡Viva México! En este país no pasa nada y la justicia se aplica de acuerdo a criterios específicos.
Este es nuestro México, en donde nos inventan desde el gobierno una narrativa para que pensemos que somos un país de leyes, en donde todos somos iguales, donde se acaban los beneficios y privilegios, aunque en el mundo real veamos que no es cierto. Como alguna vez le leí a un monero que hacía un boletín para el desaparecido club “Alfil Negro”, que después de una noche de elecciones de la mesa directiva, todo quedó sin ningún cambio: “que todo cambie para que todo siga igual”.