México ha cambiado notablemente en los últimos años. La política se ha convertido en el tema cotidiano y hoy la gente tiene incluso, en la mayoría de los casos, una opinión sobre los partidos políticos y los gobernantes y/o candidatos a algún puesto popular. Es claro que con este auge de la actividad política, hayan surgido un número de comportamientos indebidos o incluso bizarros. De hecho, es evidente que la narco-política ya está entre nosotros y que por ello, se calcula que el 30% del territorio nacional lo dominan los grupos del crimen organizado.
Los gobiernos del pasado, particularmente este último que terminó, no mostró avances en el combate a la delincuencia. El sexenio de López Obrador es el que más muertos tiene de forma violenta, unos 200 mil, amén de unas 50 mil personas que están reportadas como desaparecidas. Para decirlo pronto: la política de “abrazos y no balazos” no sirvió y ahora el problema de la delincuencia a nivel nacional es aún más preocupante.
Pero esto parece no incidir en las ansias de los políticos de Morena, que tienen mayoría absoluta en la cámara de diputados y por un par de votos en la cámara de senadores. Y entonces, con este poder que otorga la mayoría absoluta, decidieron por “fast track” el validar la reforma constitucional al poder judicial, en donde para empezar, jueces, magistrados y ministros se eligirán por voto popular.
La reforma pasó sin cambiarle una coma para que AMLO se fuese a descansar con el trabajo cumplido. En la nula discusión de esta reforma jamás se pensó en la problemática que se iba a meter este gobierno. Y el punto no es que esté mal que se voten por los funcionarios que están encargados de hacer justicia en nuestro país, sino en la cantidad de comportamientos indebidos que pueden permitir corruptelas mucho mayores que las que ya le conocemos al poder judicial. Vamos, hay una ministra que ha pirateado tanto su tesis de licenciatura como doctorado y sigue en su puesto tan campante y todo por una razón: es afín al sistema, a la 4T, a las ideas del lamentable presidente López Obrador, que por suerte parece que ya se fue y que sí, efectivamente se quedará callado (aunque no cantemos victoria).
Y es que la mentada reforma judicial tiene problemas evidentes que no se han contemplado y que ahora salen a la luz. Uno de ellos es la cantidad de puestos que se van a votar en junio del 2025. Vamos, que los ciudadanos tendrían -al menos en este momento- saber qué candidatos son los de su agrado (porque no hay partidos políticos aquí), y votar por ellos. El total si no me falla la memoria: 464 personas magistradas de circuito y 386 personas juezas de distrito. El Senado realizó la ‘tómbola judicial’ con la cual quedó definido el primer grupo de juzgados cuyos titulares, jueces y magistrados, serán elegidos por voto popular. Esto es absurdo en muchos sentidos porque tatos candidatos harán que esta elección de magistrados y ministros sea una vacilada, en el mejor de los casos.
Gerardo Fernández Noroña, el “changoleón” presidente del Senado, parece que se siente el más patriota al apoyar (como los que votaron a favor), esta reforma. Lo hicieron en el fast track porque su amado líder, el cual tampoco pensaba nada en el fondo (véase el AIFA o la Megafarmacia, dos engendros disfuncionales), decidió que esta reforma era fundamental y necesaria para el país. Pero el anciano delirante ya terminó su sexenio y dejó esta bomba de tiempo que no tiene ni pies ni cabeza. Es de un absurdo tal que reta a la sensatez, la cual se ha perdido ante la fiebre de poder que ha obtenido Morena en ambas cámaras. Y se sienten los dueños de México porque cualquier babosa iniciativa, si la menciona desde el exilio su amado líder (AMLO), entonces se aprobará de inmediato.
El ejercicio de la tómbola judicial es poco menos que lamentable. Eso de jugar con los puestos de magistrados, jueces y ministros por sorteo es francamente idiota. No sé cómo estos senadores no se sintieron ridículos organizando semejante evento en el salón de plenos.
Vamos a ver qué pasa, pero muchas voces han ya dicho que no es finalmente el galimatías que presenta (en términos logísticos y de dinero), el hacer una elección como esta en el 2025, sino en las consecuencias para el desarrollo del país, el riesgo de poner a una cantidad de ineptos o bien, a quitar a aquellos que ganen su lugar pero que no sean afines a la 4T. Peor aún, la posibilidad de que lleguen a estos puestos de hacedores de la justicia en México una serie de personajes que estén asociados a los delincuentes. En breve, López Obrador dejó la papa caliente y ahora habría que repensar si el expresidente hizo bien, pero por alguna razón todos le creen a este inepto que nos hizo perder seis años para hacer de México un país mejor.
Así las cosas.