Específicamente, con estos dos comerciales:
Como entenderán, lo amé. Lo que me llevo a querer una marca con la que nunca había tenido otro tipo de contacto más que a través de un perro, una lámpara y un tío que me decía que no me ponga triste por la lámpara (genial).
Ahora lo entiendo. En Lima, este formato no funcionaría. PERDÓN, ME ESTÁS DICIENDO QUE YO TENGO ARMAR MI MUEBLE CON ESTOS TORNILLITOS Y MI PROPIO MARTILLO? Nunca en mi vida había sido dueña de mi propio martillo.
Pero claro que te pueden armar el mueble, si quieres pagar 2x el precio de tu mesa de noche. Además, qué bonita actividad para compartir con tu pareja / amor de tu vida / esposo-to-be, verdad?
NO ES VERDAD. Armar un mueble de IKEA con tu pareja se asemeja más a una prueba de amor que un trabajo en equipo. Si ambos sobreviven, es probable que ustedes sean “meant to be”.
No ocurre lo mismo con IR FISICAMENTE A IKEA con tu pareja. Al menos, no en mi caso. Vale destacar que mi relación con IKEA se ha mantenido en ese estado idílico de amor a primera vista, pero más un amor a pimera vista al que luego de verlo calato y haberle olido los pedos sabes que no es perfecto. Sin embargo, mi esposo aprueba mi relación más no la comparte: tríos, no. Pisar IKEA de la mano con Gary nos asegura una guerra fría en donde yo “estoy bien” y él solo busca el letrero de salida (acá un tip: el letrero de salida nunca te apuntará la salida sin antes ver la nueva colección de lámparas, velas y la sección terrazas). IKEA, mis amigos, es el laberinto del fauno.
Volviendo a la idea inicial, el formato en Lima no funcionaría y como yo soy bien limeña, me he demorado 3 meses en llegar al punto en que estoy hoy día: hoy vienen a medir mi cocina para asegurarse que el modelo que diseñé entra. Sucede que se dio lo siguiente:
- Leí la web (en mi mejor holandés) y entendí que si llamo, puedo hacer una cita para que vengan a medirla y me ayuden a diseñarla. Procedí a llamar y me dijeron (según yo): “eso es correcto, más las citas tienen que hacerse en la tienda”.
- Entonces fui a la tienda, donde me miraron sin sonrisa alguna y me dijeron: “Eso no es posible, tienes que medirla tú misma y de ahí puedes pedir tu cita” (o sea, medirla dos veces porque obvio que mis medidas valen un cuerno).
- Entonces medí, y procedí a ir a la tienda a pedir mi cita. Entonces (obvio que otra persona porque para esto ya han pasado 3 semanas) me dijo que solo hacen la cita cuando he terminado de diseñar mi cocina según las medidas tomadas.
(Paréntsis: les queda claro que en Lima, ya hubiese llamado a mi mejor amiga arquitecta para que me haga todo, ahora yo tenía que usar una especie de SIMS en computadora para diseñar mi cocina). - Varias semanas luego, tratando de obtener un poco de feedback de mi esposo (sin éxito) fui con mi diseño para resolverlo con “los expertos/inútiles” y ordené mi cocina
- “ahora ya podemos hacer las medidas para ordenar el ensamblado” (ah, obvio que estoy pagando por el ensamblado, esto con mi martillo no la hacía). Y ese día es hoy.