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sábado, 18 de febrero de 2023

(Educación) En chandal

 En una entrevista por la radio comenta el entrevistado que le suspendieron gimnasia en el instituto por que no quería ir en chandal al instituto y parecer un yonki. La de cosas que hay empaquetadas en esa frase.

Yo fui al instituto en la época en que había yonkis que iban en chandal (y acababan muriendo consumidos), finales de los 70, primero 80 del siglo pasado. Tampoco me gustaba ir en chandal, pero más por ir como sí quería, reafirmando mi identidad adolescente, que por diferenciarme de otras ¿identidades? 

En todo caso eso no fue un problema para mi asignatura de gimnasia ya que nosotros llevábamos el chandal en una bolsa y nos cambiábamos para hacer deporte y volvíamos a la ropa de calle al acabar. Aunque eso generaba otras situaciones potencialmente incómodas dada la innecesaria exposición de intimidad de los vestuarios abiertos, al menos no nos obligaba a vivir en chandal.

Un atuendo adecuado a la actividad que se va a realizar me parece un valor, algo que está bien transmitir en la escuela. En inglés ,ese idioma tan económico, tienen las palabras “overdressed” y “underdressed” para describir inadecuaciones. Quizá les cueste especialmente acertar y por eso en sus colegios son tan habituales los uniformes que resuelven los problemas por el argumento de autoridad.

Un atuendo adecuado a cada actividad, salvo que tengas demasiada prisa y cambiarse se convierta en un lujo. Así, las prisas en la organización escolar obligaron a elegir. Si hay deporte, en chandal todo el día, y si no, puedes venir como quieras. Y ya que algunos días vas en chandal ¿por qué no todos? Y ahí arranca una nueva línea de moda hoy claramente incorporada en el mainstream y que ha producido maravillas como el famoso “arreglá pero informal” de ir a por el pan en chandal y con tacones.

La prisa imbuida en la organización escolar se hace patente en multitud de pequeños problemas que, sumados, quizá merecen la pena una pensada más en serio. Me vienen a la cabeza algunos ejemplos que recuerdo y que encuentran explicación conjunta en la prisa (o el “ahorro de recursos” que viene a ser lo mismo).

Durante algún tiempo el transporte escolar que llevaba a mis hijos al instituto les dejaba casi media hora antes de tiempo en el centro, así podía hacer otro servicio antes de la hora. Pero en el centro nadie abría la puerta hasta la hora. El “sistema” les obligaba a estar media hora en la calle (media hora que habían tenido que madrugar para nada). Por supuesto en el recreo no podían salir a la calle por que es peligroso y, ya con la custodia oficialmente asumida, no se puede permitir lo que antes del amanecer ocurre “solo”. Esa media hora alargaba aún más la mañana infinita que produce la “jornada continua”, otra derivación de la prisa. Así nos ahorramos comedores, comidas, cuidadores, recreos y tiempos “muertos”.

En el año que estuvimos de sabático en EEUU fuimos un día al centro, al “carrer day”, esa tradición americana (la hemos visto en películas) de un día en que padres y madres van a la escuela a contar su profesión convirtiéndose en potenciales referentes para la chavalada. Como parte de la experiencia nos animaron a comer allí, y me sorprendió que profesores, alumnos y, ese día, padres, comíamos en el mismo sitio. Un comedor común, con mesas separadas pero común. Parece algo irrelevante, pero es que se educa con el ejemplo. Y ver ahí a tus profes, que comen las mismas cosas, la manera en que se desenvuelven y demás, es enormemente educativo. Esa sola presencia evita comportamientos fuertemente disruptivos que eran lo habitual en el comedor patrio en el que, sin profes cerca, unas cuidadoras mal pagadas y sin formación intentaban organizar a golpe de pito a un alumnado (literalmente) desmadrado.

Cuando se quiere optimizar el presupuesto y se paga poco por muchas horas de aula con grupos grandes es comprensible que no queden ganas de ejercer el magisterio fuera del aula. Se entiende la postura “sindical” de reclamar comer en casa y no tener que educar fuera del aula. Como cualquier interacción de profes y alumnos es inevitablemente educativa, la solución es que no se vean más, que no haya recreos, comedores ni vestuarios. Y los que sean inexcusables que los atiendan otras personas que, además, seguro que le resultan más baratas al pagador.

En ese ambiente de urgencia académica, de aula en aula, sin espacios informales y alargado hasta el extremo hay quien se sorprende de que el alumnado no disfrute, atienda y se interese por la enseñanza que se le propone. Se sorprenden de que busquen refugio en el móvil, ese potente dispositivo multifunción con el que conviven el resto de la jornada.

En resumen, ajustar demasiado el presupuesto acelera procesos que necesitan su tiempo, introduce una tensión que le hace incómoda la vida a todos los componentes de lo que debería ser una comunidad educativa y hace que se atrincheren en sus rincones y se perciban unos a otros como enemigos. La tiranía de las decisiones pequeñas, tener que salvar el semestre, a veces el día, nos impide ver el problema sistémico que, en escala de décadas, no va a mejor. 

Slow education, una reivindicación más que añadir a la slow science, slow food… vivir más despacio a fin de cuentas. Que eso pueda requerir un cambio de modelo económico, un nuevo “contrato social” quizá, lo dejamos para otro día.


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La imagen es generada por DallE2 mini ("estudiantes en chandal"), los buscadores con ese prompt solo dan anuncios, ya no son buscadores...

domingo, 12 de marzo de 2017

Sobre las tareas escolares de mis hijos

Es recurrente el debate sobre la cantidad de tarea que tienen los escolares hoy día. Enseguida se organizan grandes grescas porque cada contendiente habla de una cosa distinta. Todos estamos de acuerdo en que un niño de 5 años no debería tener dos horas diarias de tarea y que uno de 15 es razonable que tenga media o una. La dificultad está en encontrar el término medio adecuado. A este respecto mi opinión se basa en la experiencia desde la paternidad.

Siempre quisimos reforzar la actividad de los maestros y jamás recomendamos a nuestros hijos que dejaran de hacerla o que fuera inadecuada… pero cada vez hubo que tragar más quina para mantener el papel. De la mayor al pequeño van 8 años, y en ese tiempo hemos visto que las tareas comenzaban cada vez más pequeños, eran de mayor duración y, lo verdaderamente dramático, más irrelevantes.

Tarea de inglés: colorear (cosa que, lejos de ser un entretenimiento, mis hijos han odiado siempre). Tarea de matemáticas: escribir en una cuadrícula los números del 1 al 100 (sabiendo contar a la perfección desde hace meses). Los ejemplos serían inacabables. Hablamos con las tutoras y tutores muchas veces. La respuesta típica es que toda la clase debía hacer la misma tarea, a unos les resultaría aburrida y a otros inalcanzable, pero la justicia parece ser el mismo café para todos.

Otro frente de batalla fue la agenda, porque para saber la tarea que tienes hay que llevar una agenda. Se supone que hacerlo, apuntar lo que se manda y saberlo consultar, es obvio; nadie lo enseñó nunca pero se exigió siempre. Y si no lo hacen bien… es problema de ellos.

La última queja es la escasa realimentación del proceso. Si no se recoge, se corrige y se valora la tarea con sistemática ¿para qué se manda? Se hacen controles aleatorios para verificar si la hacen o no pero no se corrige con sistemática. Entonces se percibe más como una pura carga de trabajo (casi un castigo) que como una actividad educativa de pleno derecho.

En resumen, mi queja respecto de las tareas (que no sé si es la más habitual) consiste en lo siguiente:
-    Tarea igual para todos, no orientada a objetivos individuales de cada alumno
-    Objetivos inespecíficos: “que aprendan a concentrarse para el futuro” y cosas así
-    Abundancia de tareas irrelevantes y desmotivadoras
-    Escasa realimentación con las tareas que eran de cierta entidad e interés
-    Aumento importante de la cantidad de tarea (a cada edad) en los últimos 15 años.

Por supuesto que esto no agota el tema. Está la cuestión de que la tarea profundiza en las diferencias socioculturales entre alumnos, la interferencia con otras actividades que la escuela cubre mal (educación artística, musical y deportiva) que se tienden a desarrollar en extraescolares, o la consideración sobre si el trabajo extra no sería más razonable desarrollarlo en un horario escolar extendido, entre otras. También es importante dejar claro que esta crítica a las tareas de mis hijos no va contra ningún maestro en particular ni contra la profesión en general, sino contra un estado de opinión y un hábito que se ha generalizado poco a poco.

Hasta aquí 530 palabras, no mucho, pero en las próximas discusiones en tuiter ya tendré algo a lo que referirme un poco más extenso que los 140 caracteres ;-)

miércoles, 22 de febrero de 2017

¿Enseñamos a hacer raíces cuadradas?

En la web profunda (listas de correos en este caso) hay contenidos estupendos. Me voy a permitir airear aquí mi pequeña aportación a una conversación, y a ver si se anima el resto a hacer lo mismo.

Preguntaba un colega:
Qué cosas merece la pena enseñar por su carácter práctico o formativo y cuáles deben descartarse (una vez entendido el concepto,) y dejado a las máquinas?

Por ejemplo:
- Tiene sentido conocer el algoritmo para hacer raíces cuadradas?
- ¿Integrales? (Me refiero a la resolución, o al planteamiento del problema)
- Paso de un sistema de numeracióna otro

Para aproximarme a la respuesta a mi se me ocurren 3 ideas generales:

(1) Cultura es lo que queda después de haber olvidado lo que una vez se aprendió (A. Maurois)

(2) "Valor formativo" (concepto desarrollado con la implantación de los proyectos de intercambio Erasmus): Conjuntos de conocimiento diferentes pero que aportan "lo mismo" a la formación. (Ej. Conocer algunas u otras capitales, lo importante es saber que los países tienen capital y que te suenen algunos nombres)

(3) Referentes culturales como elemento de socialización: Historia, geografía, fauna y flora locales sirven para "hacer comunidad" de esa localidad.
 
A partir de ahí concluiría que habría que dejar algunos algoritmos por "folclóricos": por su valor formativo y como referente cultural. Pero pocos. Mejor dedicar más tiempo a conocimientos que resultan más interesantes para los estudiantes y entroncan más con el día a día. Entiendo que es poca concreción, para profundizar más haría falta conocer mejor detalles del caso particular. De los tres ejemplos de la pregunta quizá dejaría (solamente) el de pasar de un sistema de numeración a otro.
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La imagen la he tomado de aquí

sábado, 28 de junio de 2014

El incompetente ecosistema de las competencias

Los seres humanos traemos al mundo unas crías muy desvalidas que necesitan casi dos décadas para llegar a un nivel de maduración con el que afrontar su vida independiente. Como individuos sociales hemos desarrollado estructuras cada vez más complejas, y en los últimos dos siglos se ha extendido la costumbre de proporcionar un entorno artificial de maduración de las crías, entre complementario y sustitutivo del entorno familiar, que se llama escuela. 

El entorno artificial de maduración está organizado alrededor de una excusa que son los conocimientos (también llamados contenidos, currículo, etc.). Un niño de un pueblo español en 1940, o de Sierra Leona ayer, se desarrolla y se convierte en un adulto adaptado a su entorno sin saber enunciar la ley de la inercia, el teorema de Pitágoras o la capital de Uruguay. Sin embargo, ese tipo de enunciados constituyen la esencia de la escuela, y cuando una sociedad ya ha adoptado esa institución de forma generalizada se convierten en cuestiones inexcusables del proceso de maduración. Esto tiene una explicación histórica muy razonable, las sociedades más complejas van estando cada vez más basadas en el conocimiento y menos en la actividad física, el joven que puede ser independiente hoy no es tanto el que es capaz de arar y luchar como el que es capaz de leer y desarrollar una actividad con un significativo componente intelectual.

Pero muchas veces se pierde el norte y los conocimientos, que eran la excusa de la institucionalización de la maduración, se convierten en el objetivo esencial y acaban perjudicando la propia maduración. ¿Alguien se imagina a un niño de 20 meses examinándose de andar? No, claro, o anda o no anda. Pues un poco más adelante si que hacemos esas cosas, puedes manejarte perfectamente en un idioma (propio o extranjero) y ser examinado y suspender. Nos quedamos mirando al dedo que señala la luna.

Para traer de nuevo el foco a lo fundamental se inventó el término "competencia", para diferenciarlo de "contenido", i.e. no es tan importante que sepas el pretérito imperfecto de subjuntivo como que seas un lector y un hablante competente... y poca gente lo ha entendido así. Y además, cuando intentas explicar estas cosas te tachan de apologeta de la incultura: ¿quién puede defender que no es importante conocer el teorema de Pitágoras o la capital de Uruguay?

Sobre esta cuestión de las "competencias" se defendió hace un mes un Trabajo Fin de Máster (del máster de formación del profesorado de secundaria de la UPNA) en el que se encuestó a algo más de 150 profesores y profesoras de secundaria. El análisis de todos los datos es largo y tedioso para entretenernos aquí, pero la conclusión es demoledora: básicamente a nadie le parece un asunto relevante, se ve como una moda terminológica de los políticos (quizá influidos por pedagogos de torre de marfil) que tiene poco que ver con su auténtica labor. Para muestra un botón: preguntados sobre la valoración que hacen de competencias frente a contenidos, el 38% no sabe que contestar.

(copio literalmente el trozo del TFM, con el permiso de su autora, pero sin reescribirlo por mi cuenta, a pesar de lo que odio la representación gráfica elegida, como ya le hice notar)



En mi opinión la inclusión en la reglamentación legal educativa de "las competencias" fue un acierto, era la manera de recupera sensatez, a veces perdida, relativizando el valor de los contenidos, que no podría dificultar el auténtico objetivo de la educación. Sin embargo, con carácter general este proceso no ha sido asumido ni aplicado por los profesores implicados. Una pena.

sábado, 14 de junio de 2014

Sin disfrutar de la cabeza, abrumado por la cola

Hoy debería estar en Sevilla, disfrutando de una espléndida jornada de divulgación científica auspiciada por la revista Jot Down. Sin embargo estoy en casa ayudando a estudiar a varios niños inteligentes con significativas dificultades escolares. La maquinaria cuartelaria y mediocre del instituto les ha pasado por encima y necesitan apoyo, un pequeño punto de poyo con el que apalancar sus capacidades e impulsarse por encima de la basura que empezaba a ahogarles. Profesores que se reincorporan de una larga baja a menos de 20 días de acabar el curso y suspenden a tutiplén, castigando a su predecesor en las notas de los alumnos. Profesores que no solo necesitan que los problemas estén bien hechos, sino que estén hechos a su manera, al menos en esta evaluación por que "si fuera septiembre con que el problema esté bien hecho ya me vale". Profesores que cambian fechas de exámenes sin suficiente aviso... Me parece alucinante que a estas alturas no haya una página web con, al menos, las fechas de los exámenes. En fin, un montón de pequeñas miserias que, sin que ninguna sea de inspección, conforman un paisaje deplorable.

Este cambio de planes obligado me permite reflexionar sobre el colectivo completo de profesores, el dinosaurio entero  de la figura adjunta. Es un dinosaurio muy grande, y su cabeza despunta realmente arriba; con profesores verdaderamente excelentes, como muchos de los reunidos hoy en Sevilla. Son embargo su cuerpo y su cola representan un colectivo muchísimo mayor del que no se puede decir lo mismo. 

Me siento muerto de envidia (tanto que prefiero no mirar tuiter #CienciaJD), sin poder disfrutar de la cabeza del dinosaurio, abrumado por el peso de su cola en mi entorno.

sábado, 3 de mayo de 2014

Internet y redes sociales para secundaria

Estoy dando una charla a estudiantes de 4º de la ESO del instituto Plaza de la Cruz. Se trata de un programa montado entre el departamento de orientación del centro y la Asociación de Padres y Madres. La idea es contrarrestar la visión negativa del uso de internet, que es el único que reciben habitualmente. Además darles algunas pistas para sacarle más partido a su vida digital. Las transparencias no son muy explicativas, pero bueno, las dejo a continuación por si le sirven a alguien:



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Papá, ya se decir "heliocéntrico"

Me he visto obligado a confirmarle a mi hijo de 12 años que, en efecto, su libro de texto está "equivocado". ¿A que las estrellas no giran alrededor del sol? El argumento es tan sencillo y el error del libro tan gordo que no he encontrado forma de no darle la razón.

Conociendo al personaje, eso le dará gasolina para chulearse con los compañeros, montarle un numerito a los profes y acabar teniendo problemas, porque en la escuela la disciplina y el orden son importantes.  Comparto la importancia de una cierta disciplina y un cierto orden, pero desde luego no por encima del conocimiento.

Fotografiar el libro para airear mi cabreo en las redes sociales me ha permitido mirar con más detenimiento ese pedacito de texto, y eso me lleva del enfado a la tristeza más profunda. Intentaré explicarme. Bajo el título "Qué es el Universo" nos encontramos fechas antiguas, nombre propios, palabras esdrújulas... y mentiras sobre lo que es el universo. Parece que en realidad los aspectos científicos del libro de ciencias son una excusa para transmitir lo más rancio de la tradición cultural: segundo siglo BC, 1542, 1610, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Geocéntrico, Heliocéntrico... 

A estos niños les explicas que somos polvo de estrellas y se les cae la baba. Les encantan las peculiaridades de los planetas, la expansión del universo, la posibilidad de que haya más universos. En resumen, les encanta el título del tema, qué es el universo, el conocimiento actual, el que se corresponde con lo que ven en documentales televisivos, por ejemplo.

Pero la escuela (o al menos "La Escuela" clásica encarnada en ese libro de texto) se empeña en no explicar eso, sino el origen histórico de ese conocimiento. El tema se transforma en una clase de historia, vehiculada con etiquetas, fechas y nombres, sin la más mínima contextualización de las épocas correspondientes, de lo que podían significar esos conocimientos en aquellos tiempos; sin posibilidad de apreciar la genialidad de los personajes.

Estoy seguro que el autor del libro, quien quiera que sea, sabe que el sol no es el centro del universo, que hay galaxias, que el sol está en una denominada vía láctea que tiene un centro alrededor del que gira el sol junto con millones de estrellas más. Así que me entristece enormemente que, a pesar de ello, escriba una frase como esa "... probó la teoría heliocéntrica, que planetas y estrellas giran alrededor del sol". ¿Que imagen mental tendrá ese autor de los niños? [imagino] ... total, si a esos bobos no les interesa nada de todo esto. Hay que ponen frases sencillas, que es lo que pueden aprender del tirón. Frases que el más zoquete, que lo es mucho, sea capaz de recordar tal cual hasta el día del examen. Da igual no ser precisos, total, lo que omitimos son tecnicismos que jamás entenderían. Si tenemos que formar ciudadanos cultos tienen que saber en qué sigo vivió Galileo, y que la teoría que desarrolló viene del griego "helios", que quiere decir sol... [fin de la ensoñación]. Por supuesto que ignoro si el autor pensaba esas cosas, pero desde luego son perfectamente compatibles con el resultado, un enfoque ni se enseña ciencia ni historia, se limita a enumerar enunciados difícilmente comprensibles y totalmente irrelevantes para los alumnos. 

Eso si, luego entrará en un examen, y si no te sabes que el de 1610 era Galileo suspendes. Y así un día detrás de otro, engullendo enunciados, a veces falsos, a veces no, pero siempre acartonados e irrelevantes. Unos pocos años de este tratamiento elimina cualquier curiosidad científica, cualquier interés por la auténtica esencia del universo.

Así que a través de un carísimo libro de texto, que hay que transportar a diario en una mochila que te destroza la espalda, que limita la capacidad pedagógica de los (pocos) profesores innovadores, lo que conseguimos es matar la esencia de la ciencia que es la curiosidad y el interés por el conocimiento. Me parece tan triste que no me quedan fuerzas para enfadarme.

sábado, 7 de abril de 2012

Pruebas prenatales de ADN para la admisión

No es una noticia de verdad, era una "broma" que hacía ayer la radio pública estadounidense con motivo del April Fools Day. Pero lo terrible es que resulta perfectamente verosímil. Yo desde luego me la creí cuando la escuché; sólo empecé a sospechar al no encontrar la web de la supuesta escuela.

Me contaba hace unos meses una amiga que vive en Nueva York que su hija hará una prueba de admisión a un colegio a los 4 años. Y eso no era una inocentada. Probablemente en NY sea especialmente exagerado, hay tanta gente tan apretada allí que (casi) todo es posible. Pero la tensión que pasan los niños con las pruebas estandarizadas es considerable

El sumun es la carrera por el acceso a una "buena" universidad. El último año de instituto los jóvenes empiezan a solicitar la admisión en distintas universidades. Han de enviar currículos, notas, cartas de recomendación y una justificación sobre su motivación para elegir esa universidad. Los procesos de admisión son individualizados y "no algorítmicos", no basta con tener una nota de algún tipo por encima de un valor. En ocasiones la habilidad con un instrumento musical (y por tanto la contribución a la banda o la orquesta universitaria) desequilibran la balanza. Otras veces es el deporte el que marca la admisión, las ligas universitarias de futbol, baseball o baloncesto son importantísimas. Pero hay otras cosas: la vocación de servicio (voluntariado, actividades solidarias), la capacidad emprendedora, ...

Puestas así las cosas, los cuatro años de highschool se los pasan esforzándose por recopilar méritos. Especialmente buenas notas, pero también música, deporte o voluntariados no tanto por su valor en si, como pensando en la admisión. No es que dejen de ir de fiesta y demás cosas que corresponden a la adolescencia, pero desde la presión académica se vive con intensidad, especialmente en los buenos estudiantes. Mi hijo, acabando el 8º grado (el anterior al instituto), ha recibido ya una charla, impartida por un estudiante de Harvard, en la que le daban pistas para planificar de forma óptima su paso por el instituto. De forma óptima para la admisión, claro.

El sistema educativo es tan selectivo, y por tanto competitivo, que oír que la cosa ha llegado al extremo de ser evaluado antes de nacer no resultaba absurdo. Ahora que parándose a pensarlo es estremecedor. 

Por cierto, aunque he encontrado artículos sobre la influencia genética en la inteligenica (estudios entre gemelos y esas cosas), no he encontrado nada sobre que se pueda medir nada de eso de un análisis genético de una muestra de sangre, aunque yo sobre estas cosas se muy poco.

martes, 19 de mayo de 2009

Ordenadores en las aulas (que susto)

En el reciente debate sobre el estado de la nación, el presidente del gobierno hizo un anuncio muy rimbombante: la incorporación de ordenadores a las aulas de primaria. Ese debate no es más que circo mediático (no se debaten leyes ni ninguna función ordinaria del parlamento), y así hay que entender los exhortos que allí se hacen. Sin embargo el tema de la incorporación de ordenadores, ya apodados con gracia ZPCs, ha generado una polémica muy considerable (ver 1 y 2).

Allá por el 2001 se ponía en marcha en la UPNA la entonces nueva titulación de Ingeniería Técnica Informática. Aquel grupo de titulaciones se implantó con un proyecto docente diferente: solo se admitía a 50 estudiantes (la nota de corte fue superior a 7) y se pusieron a disposición todos los recursos posibles, los profesores que la impartían habían diseñado ellos mismos el plan de estudios el año anterior. Por cierto, a los estudiantes se les puso un portatil a cada uno, en el aula había unas taquillas electrificadas con llave... Solo uno de los 50 aprobó todo en septiembre. Los profesores presionaron para que se retirasen los portátiles de los estudiantes y para que se abriera el cupo a 110 estudiantes.

Aquello lo viví en primera persona, con muchas conversaciones privadas que es mejor no reproducir. Pero que no quede ninguna duda, aquellos ordenadores eran muy útiles para los estudiantes, fueron los profesores los que prefirieron laboratorios con ordenadores fijos y con una llave de la puerta en su bilsillo. Fueron los profesores los nunca quisieron entrar en aquella experiencia. Por eso ahora cuando veo ecandalizarse a profesores de primaria e instituto ante el anuncio de los ZPCs no puedo evitar la comparación. Todas esas críticas a la falta de un plan bien estructurado, a la confusión de prioridades (ordenadores en vez de tapar goteras) y demás cosas que se leen por ahí me parece que no hacen más que esconder la incomodidad que estos PCs iban a causar a los profes...

La figura está tomada de aquí.

lunes, 18 de mayo de 2009

Fiestas de graduación


El viernes pasado me tocó participar en el acto de graduación de los alumnos que concluyen bachiller en el instituto de mi hija. Ella no termina aún, pero en la asociación de madres y padres pensaron que con mi participación en ese acto expurgaría mi poca participación en las reuniones habituales. Como la cosa se hacía larga, con 5 minutos resolvimos la situación. Tres ideas: reivindicar el papel de las familias como infraestructura fundamental para el logro que se celebraba (la graduación) y unos escuetos llamamientos a la madurez y al gusto por aprender.



El festejo sorprendente: un acto de dos horas, con lección magistral, con monólogos de un representante de cada curso, con asistencia de padres y abuelos y, desde luego, con trajes espectaculares, inhabituales en esas edades. Pero lo más sorprendente es que no resultaba artificial, las que me han tocado en la universidad parecían más falsas. Bien puede ser porque de aquellas hace ya más de un lustro. El caso es que esas escenas que antes sólo veíamos en las películas estadounidenses con un poco de sorna ahora las tenemos plenamente instaladas. Como el rollo de Halloween, que en unos pocos años se ha instalado sólidamente.

Por cierto, los alumnos que participaron en el festejo lo hicieron verdaderamente bien, espectacular. Elijan lo que elijan, cuando sus profesores se escondan en el cliché de la falta de formación de los jóvenes que llegan, mentirán.

lunes, 6 de abril de 2009

Elogio del talento vs. aprecio al pelotazo

En la última entrada del Blog del tambien profesor de la UPNA Victor Dominguez, además de dar envidia con sus colaboraciones científicas transoceánicas, hace una observación de soslayo que me ha dado que pensar: "Una de las sorpresas cuando uno visita estos sitios es el humor científico, alguno diría freaky nerd que se gastan". Es verdad que, por ejemplo, es fácil encontrar camisetas con chistes técnicos a propósito de profesiones o estudios (las de la imagen están fotografiadas en una tienda del Mall de George Town en Washington, me compré dos de ellas).

Allí el personal no se avergüenza de saber, cosa que aquí no tengo tan clara. Los niños están orgullosos de sacar buenas notas; en la escuela y les dan estrellitas por cada cosa que hacen bien. Les gusta ser el estudiante del mes. Aquí nadie llevaría una camiseta así, los niños listos esconden lo que saben en la escuela. Se morirían de vergüenza de ser nombrados estudiantes del mes.

Los niños y la escuela no hacen más que emular lo que hacen sus mayores. El conocimiento, el esfuerzo y la singularidad no son valores. Lo que se aprecia socialmente es "el pelotazo", la consecución de mucho con poco esfuerzo (y si ese esfuerzo no es muy honesto tampoco pasa nada).

Muchos de los problemas de la educación, de todos los ciclos educativos, que nos hartamos de analizar buscando causas y soluciones, parten en realidad de esos valores. La sociedad y su escuela se realimentan mutuamente. Al final va a resultar que el día del orgullo friki tiene más sentido del que parecía.

domingo, 8 de marzo de 2009

Cyrano y el Messenger

La dicotomía entre la palabra y la imagen es un clásico. Seguramente en Cyrano de Bergerac es dónde más claramente se muestra: uno pone la cara y otro los poemas, y es entre los dos que enamoran a la dama. Luego la cosa se pone moral y, puestos a elegir, prima la poesía sobre la belleza física; pero vamos, el resumen es que para conformar un galán ideal se reunen dos mitades.

La vida digital actual, especialmente de los adolescetes, plantea una suerte de Cyrano inverso: cada indivíduo vive los dos elementos de la dicotomía separados en ámbitos diferentes. En el instituro, a cara descubierta, hay que lucir peinado, camiseta del grupo preferido, calzado de marca, etc. y hablar lo menos posible. La comunicación verbal se reserva para el Messenger, tecleando enfebrecidamente desde la intimidad del domicilio.

En la adolescencia de mi generación era el teléfono el dispositivo tecnológico reciente que enloquecía a los padres: "no gastes dinero en tonto hablando con el compañero/a con quien pasarás horas mañana en el instituto". Hay una clara similitud en cuanto a la incorporación de la tecnología que haya disponible para potenciar la comunicación (y en la incomprensión de la generación anterior). Pero también hay una diferencia clara: entonces la tecnología era un refuerzo de la comunicación física, mientras que ahora es un sustitutivo. Yo no decía por el teléfono cosas que no fuera capaz de repetir a la mañana siguiente, mientras que mis hijos chtean enloquecidos con compañeros a los que, en el mundo real, apenas dirigen la palabra.

Me gustaría poder concluir conclusivamente (valga la obviedad), pero temo que habrá que dejar pasar el tiempo. Habrá quien diga que ese desdoblamiento producirá una generación de esquizofrenicos o de inadaptados sociales o algún tremendismo parecido. No lo creo, pero en todo caso habrá que estar al tanto.

jueves, 5 de marzo de 2009

Profesores y TIC

Hace unas semanas comentaba sobre la convocatoria del Gobierno de Navarra para dotar aulas de primaria con tablet PCs y cómo en el colegio de mis hijos decidieron no presentarse.

Descubro ahora un estudio (que da lugar a esta noticia de Europa Press) que profundiza en las razones y, lo que es más terrible, generaliza el problema a la gran mayoría del profesorado.

Es interesante remarcar las principales conclusiones e intentar aclarar que es causa de qué:

(1) Los profesores no tienen competencia en TIC, no tienen acceso a equipos y conexión y no es una prioridad de los centros.
(2) Opinan que su uso no es relevante y no aporta al rendimiento académico (a las notas).

Hay dos posibilidades, o bien como las TIC son una herramienta irrelevante, no se hacen esfuerzos en incorporarlas, o bien como no hacemos el esfuerzo de incorporación despreciamos su utilidad. ¿Cual parece más probable?

A mi toda la historia me parece una catástrofe. Creo que la discusión sobre "el grado de utilidad" está ya superada, las TIC son ya imprescindibles en todos los aspectos de la vida y no incorporarlas con naturalidad desde la educación primaria (y aún antes) es lamentable. Se ha acuñado ya el término "brecha digital" para referirse a la diferencia entre la alfabetización y el acceso a las TIC y su ausencia, y está probado el efecto sobre la velocidad de desarrollo y evolución económica.

Resulta que la brecha digital no está en Camerún, sino en la escuela de la esquina. Me parece que es algo verdaderamente preocupante. (Eso sí, debo ser algo tonto porque si me consuela saber que los profesores de mis hijos no son especialmente cutres, sino que están en la media)

Gracias Jesús por pasarme la referencia!

viernes, 6 de febrero de 2009

La pereza del maestro... funcionario

El Departamento de Educación del Gobierno de Navarra tiene abierta una convocatoria (ver aquí) según la cual a cambio de declara cómo los vas a usar, te ponen un tablet Pc para cada alumno de 5º o 6º de primaria.

En el colegio (público) al que van mis hijos, el claustro no ha considerado adecuado presentarse a la convocatoria. Será imposible que nos toque la lotería porque no compramos el décimo. Para establecer la jornada continua si que se hace el esfuerzo, y se plantea a los padres cada año en el Consejo Escolar.

¿De verdad es más educativo para un niño de 11 años ir a clase de 8 a 14:30 que hacerlo con un ordenador? Y si no es así ¿porqué se mezclan hipotéticas reivindicaciones sindicales con la educación de mis hijos? ¿Es esa la reclamada calidad de la enseñanza púlica?

Los que estudian el caso de la enseñanza Finlandesa, campeona de los informes Pisa, señalan en primer lugar el respeto de que gozan los maestros en la sociedad finlandesa. Aquí, aunque intentemos ese respeto con todas nuestras fuerzas, a veces nos lo ponen verdaderamente difícil.

En la página de CCOO educación, se puede ver un interesante estudio sobre el caso finlandés (en la actualización del 30 de enero) y la claridad de la reivindicación de la jornada contínua (actualización del 27 y del 29 de enero). Esa página no permite enlaces directos a esos artículos...

La foto, tomada de aquí, representa una situación que no disfrutarán mis hijos.

martes, 1 de julio de 2008

Ciencias y letras en bachillerato

Leo en el País sobre un estudio interesante relativo a la elección de la rama de bachillerato. Aunque la muestra es bastante pequeña, completado con el resto de opiniones de profesores y demás creo que da una panorámica bastante acertada. Yo estoy viviendo de cerca este asunto por cuestiones familiares, y me voy a atrever a aportar un granito más, aunque sea poco correcto políticamente.

En realidad hay personas más capaces y menos, en un rango bastante amplio. Y a la hora de cursar unos estudios es casi imprescindible fijar un nivel (1). Así, los que están por encima se aburren y los que están por debajo no llegan. A edades tempranas las diferencias son menos apreciables y se gestionan mejor, pero llegando al bachillerato (que es el tema que nos ocupa) son muy evidentes, pero sociopolíticamente eso no es un hecho que gestionar, sino un problema que esconder. El repudio natural a metodologías antiguas (2) que ponían todo el esfuerzo en "los listos" y realimentaba los fracasos de los menos afortunados, nos ha llevado al extremo contrario. Ahora no se puede segregar de ninguna forma en base a las capacidades, así que esa diferenciación se produce de forma más o menos natural y automática encajándose en la diferencia disciplinar. Y ese automatismo lo perciben, alimentan y actúan en consecuencia todos los actores (estudiantes, profesores, padres, políticos, ...).

Posiblemente las ciencias sean un poco más difíciles por lo que tienen de acumulativo y de abstracto en comparación con las letras (así generalizando mucho), pero esa diferencia es bastante ligera, y si no fuera porque se ve reforzada por otros factores (como el antes expuesto) no daría lugar a las diferencias observadas.

Sin desatender a los estudiantes con capacidades más bajas, habría que dar incentivos y actividad estimulante continuada a los más brillantes. Como uno de os subproductos de esa acción de pura justicia (tratar de manera igual a los diferentes es tan injusto como lo contrario), se iría borrando el estereotipo, infundado y pernicioso, de que las ciencias son para los listos.
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(1) Digo casi porque hay algunas metodologías, especialmente con pocos estudiantes, que permiten atenciones diferenciadas y que cada uno profundice de forma proporcional a sus capacidades en el tema, pero los números de estudiantes y destrezas de los profesores requeridos hacen que estos casos resulten anecdóticos.

(2) Yo recuerdo, con 7 años estar ordenados en clase y que las explicaciones sólo se dirigieran a "los primeros de la clase". Un día a la semana, con una serie de preguntas del profesor se reordenaban los niños.

Imágen tomada de aquí. (Hubiera preferido poner el recorte escaneado, pero no lo tengo)

miércoles, 30 de enero de 2008

Criticando la educación secundaria actual



Me enviaba hace unos día una amiga un artículo de Perez-Reverte (ver aquí) en el que se despacha a gusto, con una dureza llamativa, con los políticos de distinto signo responsables de las últimas leyes educativas.

Atribuir todos los males a los políticos, y además insultarles con energía, es posible que relaje mucho, pero es simplificar un poco en exceso la cuestión. Además como el asunto tiene unas connotaciones políticas (en el peor sentido de la palabra) tan considerables hay que ser muy cuidadoso a la hora de opinar si no quieres ser encasillado de forma trivial.

Otra aproximación, mucho más reflexiva, que intenta despojar de supuesto valor político (de izquierdas) a muchos de los principios que han dado lugar a los males del sistema de enseñanza es el exitosos "Panfleto Antipedagógico". Coincido con lo allí expuesto en gran medida, aunque también es una visión parcial. Un excelente comentario del libro se encuentra en http://martinej.wordpress.com/2007/11/25/el-panfleto-antipedagogico/
De paso dejo constancia de un Blog que acabo de conocer y que me está encantando.

Pero no todo se agota en los políticos y las posturas pedagógicas quizá incorrectas por estar falsamente politizadas. Tampoco hay que olvidar a los sindicatos de profesores, que por ejemplo tienen sobre la mesa la rueda de molino de que es mejor para los jóvenes la jornada intensiva que ir por la tarde (??!!). O las editoriales, que se esfuerzan en hacer textos consumibles, imposibles de reutilizar, caros y pesados. Como dice Michael Crichton en no recuerdo que novela, en una época en la que toda la información que llevan cabría sin problemas en un pen-drive, han de llevar más de una decena de kilos a la espalda de casa al colegio a diario. Las empresas de autobuses escolares, las contratas de restauración en los cada vez más escasas situaciones en las que hay comedor... En todo el proceso educativo priman los intereses de todos los agentes involucrados sobre el de los jóvenes a educar.

Pero toda esta situación se mantiene, y ni siquiera resulta escandalosa (salvo exabruptos puntuales) porque a todos nos va bien de alguna manera, porque si no fuese así no se toleraría. Como indica Reverte, ambos partidos hacen las mismas cosas; y eso es así porque saben que eso es lo que quieren los votantes (i.e. todos). Además, como hacen lo mismo han de escenificar como irreconciliables cuestiones verdaderamente nimias. Habrá que profundizar en cual es la estructura de valores sociales que soporta (incluso genera) esta situación que resulta tan lamentable de la educación.