Desde pequeño, siempre me han
encantado los mochuelos. Seguramente, la razón sea, varios
encuentros con estas aves en mi juventud, tener en las manos esta
bola de plumas de ojos grandes y amarillos es algo difícil de
olvidar para un niño.
Detestada desde la antigüedad, por
considerarse pájaro de mal agüero, ha salido siempre adelante dada
su facilidad para colonizar cualquier pequeño agujero ya sea en
paredes de piedra o arboles y a su poca exigencia a la hora de comer,
pues su dieta es muy variada.
Muestra de los muchos años de
convivencia entre mochuelos y humanos, encontramos en nuestra forma
de hablar y expresarnos muchas citas hacia estas aves.
Al menos por estas tierras, es normal
ver como se llama mochuelo a un niño que sea muy espabilado o pillo,
decir que alguien carga con el mochuelo cuando se le encarga alguna
tarea poco gratificante o quien no conoce el refrán “Cada mochuelo
a su olivo”
Esta pequeña rapaz nocturna, se suele
dejar ver ya al comenzar a caer la tarde y es fácilmente localizable
por su canto. Los mochuelos, son aves fieles, una vez forman parejas,
permanecen juntos toda la vida. Si localizas uno, basta tener un poco
de paciencia, para encontrar a su acompañante.