Como bovino de doble aptitud carne-trabajo, se mantuvo durante siglos. Las noticias de sus servicios aparecen en los antecedentes de la Cabaña Real de Carreteros creada en 1447 por los Reyes Católicos, para facilitar el transporte de mercancías. En este trabajo destaca la raza Retinta llevando minerales desde los yacimientos a los puertos de exportación, así como la extracción de otras producciones agrarias (lana, trigo, carbón, corcho, aceite, ...). Con esto queda destacada su preferente adscripción a los trabajos de carretería, ya que su empleo en la agricultura fue siempre muy discreto por tratarse de áreas con poca vocación para los cultivos; de aquí su pronto encuadre como animales de carnicería.
Igualmente contribuyó de forma directa a la formación del bovino criollo americano. En el siglo XIX su orientación hacia la carne era una absoluta realidad, llegando al siguiente siglo bajo el patrocinio de la Asociación General de Ganaderos, hasta que en 1993, el Ministerio de Agricultura pone en marcha el Libro Genealógico. Los logros posteriores, el caudal genético de la Retinta y su permanente testimonio como raza insustituible en los terrenos que ocupa, condicionaron el clima de superación que la han llevado al próspero estado actual.