El viernes pasado se estrenó "La piel que habito"(2011) la última película de Pedro Almodovar.Ardía en deseos de verla así que aún estando de paso en Barcelona,Almodovar se hizo hueco en nuestra agenda,como no podía ser de otro modo.
He de confesar que la primera parte de la película me dejó fría,pero a medida que avanzaba la historia y justo a partir de la segunda parte,mi interés iba en aumento,hasta que el punto de que me sorprendí entregada a la historia,con todas sus objeciones.
Sí,es cierto, "La piel que habito" no tiene nada que ver con todo lo visto hasta ahora,aunque yo siempre pienso que si la estudiamos a fondo y nos lo proponemos, extraemos una lista con las similitudes y los signos de identidad " made in Almodovar",comunes a toda su filmografía. Y sí,desde la fijación por lo estética,las escenas con toques de humor surrealista y ese cuño personal para abordar el drama,siguen aquí,en el ojo crítico,exigente y obsesivo de un director que ha creado un subgénero con su apellido.
En "La piel que habito" Almodovar tomando al parecer sólo como punto de partida la novela de Thierry Jonquet ('Tarántula') nos abre las puertas de la mansión "El Cigarral" una gran casa aislada en el campo,donde vive recluida,retenida contra su voluntad una mujer : Vera (Elena Anaya)la cual aparece con un mono color carne ajustado a su cuerpo como si se tratara de una segunda piel.
No sabemos todavía el motivo pero Vera está prisionera y su "carcelera" es Marilia (Marisa Paredes),el ama de llaves leal (tal cual el ama de llaves de Rebeca) del señor de la casa: el Doctor Robert Ledgard, (Antonio Banderas) un eminente cirujano plástico que perdió a su mujer en un accidente de tráfico.Dado que su mujer sufrió importantes quemaduras en ese trágico suceso,Robert se ha especializado en el estudio de la piel hasta el punto de crear una piel nueva para la cual precisaba una cobaya.
Poco a poco vamos comprendiendo el motivo de la reclusión de Vera, a la que manipula y tiene sometida a todos los niveles,física,psicológica y socialmente.
Su elección,a diferencia de otras "desapariciones" de otros/as jóvenes en la misma zona, no fue aleatoria.Su presencia en el Cigarral responde a una venganza: una fría,calculada y despiadada estrategia de "ajuste de cuentas" por parte del doctor Robert Ledgard quien también perdió trágicamente a su hija Norma a raíz de una experiencia traumática por la que tuvo que ser ingresada en un centro psiquiátrico.
Pero
¿qué pretende decirnos Almodovar en esta sucesión de tragedias,desgracias,venganzas y relaciones de poder y sometimiento? ¿existe en toda relación de poder un precio a pagar no sólo por el sometido sino también por parte de quien somete?
¿qué papel juega una vez más el deseo,como motor que nos empuja a la auto-destrucción?
Son muchos los dilemas morales que plantea "La piel que habito",son muchos los frentes donde la falta de escrúpulos,la ambición y la egolatría juegan un papel clave,pero lo que más me conmueve en esta ocasión,es la fuerza,la invulnerabilidad de los personajes que presuponemos vencidos.
No hay en el mundo fuerza capaz de derribar el instinto de supervivencia,por mucho que se cebe la adversidad en nuestro camino.Es ahí donde emerge una Vera que resurge de sus propias cenizas,de su sólo aparente impasibilidad y auto-abandono.Y es en ese desconcertante desenlace,cuando ya nos hemos entregado por completo a una huida a la desesperada hacia la liberación,cuando Almodovar nos deja en el hilo de una cuerda floja,con todos los interrogantes abiertos y sin despejar.
Ni hay final inequívoco ni hay género en el que la película se puede circunscribir: ¿es ése su mayor defecto o su mayor virtud? sin duda,Almodovar no se traiciona a sí mismo,sigue explorando otras formas,pero con el lenguaje que es propio,el de los cameos de su propios familiares,el absurdo y desternillante sentido del humor castellano-manchego,irracional y surrealista,lo excesivo,lo intenso,la franja que roza siempre el paroxismo en los planos con el desorden calculado,los colores precisos,la decoración ostentosa o simplista,la estética acompañada de la música como valores añadidos en un historia donde los personajes están quebrados por el peso del dolor,de la mente al cuerpo,del cuerpo saqueado a la emoción.
Si me dan a elegir,me quedo con una escena,pese que hay muchos planos que merecen mención y como no, la estelar aparición de la siempre grande Concha Buika con esa canción que te rasga en dos,pero me quedo con esa salida apresurada de Vera por el camino que lleva a la reja de salida del Cigarral,porque es el paso de una superviviente que quizá esté a punto de salir del infierno gracias a su insospechado valor.