Push-(the lie)-up
Un gato es de Castellón de la Plana. Lo ha sido siempre. Si tiene algo más de pecho en un momento dado, es porque tiene la regla, o ha engordado (el triple de culo y de piernas que de tetas, por supuesto) o las dos cosas a la vez.
Pero después de una adolescencia miserable al lado de dos amigas (las gemelas buenorras, tetas de la 105 C desde los trece años), un gato acabó por aceptar lo que había y sacarle partido a la ropa como mejor pudiera.
Heme aquí que, sin embargo (y como ya contó Misia en una ocasión) me entero con 34 años de que llevo toda la vida con la talla de sujetador equivocada. A todas las que tengáis dudas, coged una cinta métrica y comprobad vuestra talla en esta tabla de la wikipedia.
Ni que decir tiene que me he sentido aliviada al saber que hay sujetadores que no me van a sacar las mollas de la espalda, triturándome el contorno para que la copa tenga la medida adecuada para mis pequeñas. Pero ha llegado el momento complicado de la historia: comprar un sujetador de mi talla. Que no hay. Debe ser que las mujeres con una espalda así de ancha deberían tener más tetas... así que mi talla con mi copa A (la copa de las de Castellón) no se compra fácilmente.
He ido en distintas ocasiones, a distintas tiendas, a lo largo de los últimos dos meses, buscando un sujetador de mi talla, no sólo no he llegado a encontrarlo y comprarlo, sino que he terminado de comprobar que hay dos grandes perversiones a las que las mujeres españolas nos tenemos que enfrentar para comprar lencería.
La primera, la de que se nos llame imbéciles. Como en el anuncio del sostén chungo de la teletienda:
- ¡Un ochenta por ciento de las mujeres llevan una talla de sujetador equivocada!
Lerdacas. Si es que somos unas lerdacas. El hecho de que haya cuatro copas distintas entre las que se mueven la mayoría de las mujeres (que se fabrican en España escasamente) y otras siete u ocho en el resto del mundo (que aquí ya ni las contemplamos), puede tener algo que ver... Ya que en la mayoría de sitios venden sólamente la puta copa B.
¿Qué podemos hacer entonces las pechiplanas, tetorrillas y supertetorras? Pues pillar la copa B que mejor se adapta a lo que tienes y conformarte con triturarte la espalda, comprar extensiones o hacerle un nudo en la espaldilla al sujetador (recuerdo a las gemelas tetudas hacerlo, para que aquello sujetase algo). Sí, puede que el 80% de las mujeres no seamos gilipollas: tenemos en el mercado lo que tenemos y con éso nos tenemos que vestir.
Yo he descubierto que en el Tajo Británico, que lo venden teóricamente TODO, y cobran bien por ello, sólo puedo comprarme un sujetador de mi talla en la marca Calvin Klein. Que me parece un timo, así que me niego.
Pero viene la segunda perversión, que nos afecta más a las de tetas pequeñas o normales: el afán por enfermarnos a todas con el síndrome de la teta amígdala. El mensaje es el siguiente: "si tienes una copa A o B, tienes las tetas pequeñas. Así que te vamos a ayudar metiéndote relleno de cojines en el sujetador, porque tan plana como tú no se puede ir a la calle, nena". Además, nueve de cada diez veces el relleno será integrado, así que no se lo vas a poder quitar aunque el resto del sujetador te guste.
Resultado número 1: la teta balón de rugby. Tienes una teta de relleno dentro del sujetador, y la tuya sobresale por arriba, de suerte que la glándula mamaria acaba haciendo desaparecer las clavículas. Que queda muy fino con un escote, oye. A veces el volumen de relleno es tal que cuesta mantener el pezón dentro del cacillo, pero bueno, mal menor.
Resultado número 2: el fiasco. Sí, porque si con el push-up se consigue una estupenda hard on, cuando dejamos de push, cabe la posibilidad de que pasemos de on a off. Una putada. El hombre se siente traicionado y la mujer... pues se siente menos.
Y me jode sobremanera, porque hay miles de cuerpos estupendos, pero si se empeñan en meternos prótesis para corregir algo que no es un defecto, acabamos pensando, el día menos pensado, que lo mejor es invertir en unas tetas de silicona. Y así ya estaremos bien.
Desde aquí, y con la acritud que me dan mi mala leche hormonal y genética y mi hartura vital, reivindico:
TENGO LAS TETAS QUE TENGO Y ME PARECEN BIEN.
A tomar por culo fabricantes, distribuidores y dependientas del corte inglés "este queda fantástico, deberías probártelo". ¡¡Tus muertos, que no quiero que me revienten los botones de las camisas!! ¡que si me vendes este sujetador, me tengo que comprar un armario nuevo, hombre ya!
Chicas, todas vuestras tetas son perfectas. Que nadie os diga lo contrario. Coñio.