Tommy: "¡Inútil hijo de perra!... ¡Así me llamó la tía! O yo, o Iggy Pop, tú decides."
Mark Renton es, digamos, un pequeño aficionado a la heroína y a los pequeños placeres de un recetario de la Seguridad Social. Spud es un gran aficionado a ciertas vitaminas que auguran un fluido lenguaje vocal pero no corporal. Sick Boy podría hablar largo y tendido sobre Sean Connery, y es capaz de relacionar a éste con la carrera en solitario de Lou Reed (simplemente caca). Ambos tres se ponen en forma mientras corren al ritmo de Lust For Life perseguidos por estirados vigilantes de seguridad del Simago de Edimburgo. Del otro lado está Tommy, el verdadero fan de ese icono oxigenado llamado Iggy Pop, un supuesto chico sano cuyo principal lema nunca sería la lujuriosa vida del genio de Detroit. También está Begbie, pero es un puto psicópata.
Momento cumbre de una conversación que todo hombre debería tener: Hablar de fútbol
El destino hizo en Trainspotting que Tommy, un chico sanote, alma de un equipo de fútbol repleto de leñeros y un portero tan tarado como Paco Buyo; un chico sencillo, rubiales y bondadoso cuya mayor afición es simplemente la de zumbar con su novia se convierta en el principal fan de un personaje como Iggy, que se mutilaba en los conciertos, se bebió hasta el agua de los floreros y que seguramente su paso por Escocia fue para saludar a algún amigo esquivajabones, mortal enemigo para la gente de Edimburgo, que vivían a principios de los años ochenta la mayor plaga de Sida de toda Europa.
Sick Boy analizando la carrera en solitario de Lou Reed y Frankie Begbie tiene gusa
Por su parte Renton decide buscar refugio en Londres a salvo (o no) de la presencia de un tipo de los que no se calientan fácilmente como es Frankie Begbie. Muy conocido (puesto que ya hablamos aquí de él) es el retiro espiritual y voluntario de Iggy en Berlín, desenganchándose de toda sustancia química que pudiera tener una botella de Micolor. Allí se ocupó junto a Bowie (en proceso además de recuperar algo de tono en su epidermis) de ir a comprar juntos a la farmacia y de grabar el debut en solitario de la Iguana. Un álbum que esconde joyas como la socarrona “Fall In Love With Me”, ese viaje que nos pone más que viajar en un avión junto a Melendi, “The Passenger”; la pegajosa y pegadiza cual clorometiazol “Tonight” o ese toque pop disfrazado de chulería e ironía llamado “Success”. Por estas cosas por el estilo, Tommy idolatra a Iggy, hasta tal punto que una mala colocación de una cinta de video y dejar colgada a la novia por un concierto en el que la entrada ya estaba pagada le deja más tirado que los votantes de Eurovisión a Soraya. Caído en la oscura depresión, con la inestimable ayuda de Rents, Tommy terminaría su andadura por toxoplasmosis, enganchado a todo lo que se pudieron quitar Bowie e Iggy en las sesiones de grabación Berlinesas y con un triste final para la única persona sincera de toda la película.
¿De verdad nadie ha tenido un amigo con un poster de Raw Power y una pelota de plástico para jugar en su casa?
Aunque Diane y algún joven más piense que Iggy Pop está muerto, no lo está, seguramente es un auténtico milagro de la naturaleza que siga vivo (o eso pensamos muchos). Publica discos de vez en cuando, aunque ya no lleguen al nivel de Lust For Life, e incluso hay gente que asegura que le vio vivo en su última gira con los Stooges. Mark Renton también sigue vivo, pasó un tiempo en Amsterdam después de darle el palo a sus supuestos colegas. Frankie Begbie ha salido de la cárcel, y corre el fundado rumor de que le tiene ganas, tendrá que andarse con ojo.
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