María José Franco, bailaora de flamenco. Entrevista
“Todos los bailaores vamos a optar por ser aún más flamencos”
Silvia Calado. Madrid, agosto de 2006
Tiene claro desde niña su sino. María José Franco, bailaora. A la salida del colegio, se quedaba mirando las clases de baile. Apenas tenía cinco años, pero su madre entendió la vocación. Y desde entonces, sin parar nunca de formarse, persiguió un objetivo: bailar en solitario. Tras pasar por la intensiva escuela que era la Compañía Andaluza de Danza, tuvo la oportunidad de enseñar por el mundo su propuesta. Se la dio Antonio el Pipa al ficharla como artista invitada de su compañía, en la que tanto monta como pareja que como solista. No aparcó nunca el sueño de forjarse un nombre propio y con dos espectáculos en su haber, proyecta ya su compañía propia, un espacio que le permitirá desarrollar sus pasiones: la coreografía de grupo y la concatenación de música con baile. Sabe que la competencia es feroz, pero también sabe que persigue un sueño y con qué armas hacerlo realidad. La clave, ser flamenca.
María José Franco (Foto: Daniel Muñoz) Taconeó en varias academias de Cádiz, antes de pasar por la escuela de Angelita Gómez en Jerez y por la de Manolo Marín en Sevilla. Y, mientras se licenciaba en clásico español y ballet en el conservatorio -“pues me lo recomendaron para perfeccionar la técnica”-, no perdía la oportunidad de tomar clases con todos los maestros que pasaban por el triángulo Cádiz-Jerez-Sevilla. Uno de ellos fue Mario Maya, que la fichó para su compañía coincidiendo con la Expo’92 de Sevilla. ¿Pero cuántos años tenías? “Trece o catorce. De hecho, no pude hacer muchas cosas con la compañía porque era menor de edad”. Dos veces pasó las audiciones de la Compañía Andaluza de Danza -ahora Ballet Flamenco de Andalucía-, pero aún tendría que esperar a la tercera para incorporarse de lleno. Cuatro años y medio se llevó aprendiendo de manera intensiva en esta cantera de la que han salido artistas como Israel Galván, Isabel Bayón, Rafael Campallo, Úrsula López... Primero estuvo bajo la batuta de María Pagés y después le marcaría los pasos el coreógrafo y bailarín José Antonio, a quien considera un maestro fundamental.
De él destaca, ante todo, la disciplina: “Entrabas a las diez, hacías hora y media de ballet, después tenías veinte minutos de descanso y te ponías con los espectáculos. Además, bailados, nada de marcados, pues José Antonio es una persona que lo quiere ver bailado en todos los ensayos. Ya en la época en la que se montaba, te podías llevar allí hasta las diez de la noche”. Pero de esa disciplina recogió los frutos: “Sales muy preparado, sales con conocimiento de todo, tanto de lo que es montar un espectáculo, como de todos los aspectos técnicos, es decir, de hacer las cosas bien. Iluminación, maquillaje, disciplina... no tiene nada que ver con cómo se trabaja en otro tipo de compañías de flamenco, algunas se lo toman de otra manera, digamos que con más libertad. Allí es un trabajo”.
Pero la bailaora gaditana quería algo más. “Siempre quise bailar sola”. Ya cuando se presentaba a concursos tenía ese objetivo. Y, aunque entre tanto había hecho sus pinitos, el momento de mostrarse cara a cara con el público le llegó hace ahora cuatro años, cuando Antonio el Pipa la reclamó como artista invitada de su compañía. “Tuve que decidir entre la compañía, donde estaba superbien y tenía un trabajo estable, o arriesgarme. Y decidí arriesgarme para hacer lo que más me gusta, que es bailar sola”. Desde entonces, ha participado en espectáculos de la compañía jerezana que han dado la vuelta al mundo como ‘Vivencias’, ‘De Cai, los bailes’, ‘De la tierra’, ‘Pasión y ley’ y ahora ‘De tablao’.
Por el papel que le tocó desempeñar, mano a mano no sólo con Antonio el Pipa, sino también con la bailarina Lola Greco, ‘Pasión y ley’ ha sido el más especial. “Y trabajar con Lola fue genial. Como compañera, porque me ha ayudado muchísimo, me aconsejaba un montón, me decía lo que ella veía mejor, qué podía sacar de mí. Y trabajando, la verdad es que con el paso a dos al principio estaba supernerviosa y torpe, pero ella me dio confianza para que me relajara y me ayudó mucho. Y como su papel era de espíritu, como que te envolvía, me enseñó a sentirlo apenas con la respiración. Y aprendes a que no sólo tienes que mirar a la otra persona, sino sentir que está a tu alrededor”.
Lola Greco y María José Franco (Foto: Daniel Muñoz) Aunque no es menos bravo el toro que lidia en ‘De tablao’. Y lo reconoce. “La verdad es que al principio tenía un poco de miedo, pues al estar con Angelita y con Concha Vargas, da cosilla. Pero como compañeras son geniales y aprendes a que si has podido quedar a la sombra, te esfuerzas para que tu baile diga algo dentro del espectáculo. Así que, a la vez, es un aliciente, te anima. Pero, vaya, que me lo han puesto difícil”. Aún así, destaca que “me siento muy bien en el espectáculo”.
"Aunque la coreografía sea simple, puedes ver a una pareja que sí está bailando de verdad"
María José Franco y Antonio el Pipa forman un dúo de baile que funciona en escena. La bailaora comenta que “la verdad es que con Antonio como pareja me siento muy bien, creo que nos acoplamos muy bien”. Sonríe contando cuánta complicidad existe entre ellos: “Si él se equivoca nos reímos e intentamos organizarlo de otro modo. Si es al revés, me dice que no me preocupe, que me sigue. No impone que él lleve el baile y yo vaya detrás, sino que es un trabajo muy complementado”. Aunque no siempre se lo pone tan fácil: “Al final del espectáculo hay una parte que nunca está montada y en la que sí me obliga a ir detrás de él, es como un reto que me lanza en cada actuación, a ver si soy capaz. Yo me lo paso bien, pues hace que la pareja se comunique”. Y es que, últimamente, el baile flamenco no cultiva demasiado la pareja. María José Franco considera que “a veces, hay espectáculos en los que hay baile de pareja que no se miran, que no... Y son dos cosas diferentes la coreografía y la comunicación entre los dos. Aunque la coreografía sea simple, puedes ver a una pareja que sí está bailando de verdad. Y lo mismo la coreografía es preciosa, muy compleja, pero va uno bailando por un lado y otro por el otro lado”. A ella con Antonio no le ocurre eso, “sí tengo buena conexión”.
Paralelamente a las colaboraciones con Antonio el Pipa, ha ido haciendo sus primeras propuestas en solitario. Hace ya varias temporadas que viene moviendo ‘Cabales’, que “es el formato estándar de una bailaora, con bailes en solitario y temas musicales intercalados”. Y dio una vuelta de tuerca más a su trabajo en su segundo montaje: ‘A contracorriente’. Se trata, según cuenta, de un espectáculo “un poco más elaborado porque ahí llevo cuerpo de baile, que es lo que a mí me gusta: coreografiar para grupo y trabajar sobre la música”.
María José Franco (Foto: Daniel Muñoz) Y no es habitual que una bailaora tan joven se decante por la coreografía. A pesar de las críticas que han recibido muchos bailaores ‘metidos’ a coreógrafos, piensa que “hay mucha gente que vale y que hace cosas muy buenas, lo que pasa es que quizás el flamenco se está yendo un poco por las ramas, mirando más al teatro y a caminos que a veces la gente no entiende”. Y se ha dado cuenta de que la sencillez es una premisa básica: “A mí me encantan las propuestas difíciles, pero al estar en espectáculos como ‘De tablao’ que sin tener nada la gente disfruta tanto, te das cuenta de que al final lo que llega es el baile sencillo, es lo que disfruta y lo que le satisface. Muchas veces arriesgas demasiado para al final obtener poco producto”. Aunque eso no quiere decir que no le gusten los retos: “Creo que hay un momento en el que todo el mundo tiene que arriesgar, no te puedes llevar toda la vida haciendo una cosa simple. Me encantaría arriesgarme, pero creo que todavía no estoy preparada. De momento, quiero poner cosas en el escenario que tengan un valor, un significado”. << Anterior El trabajo coreográfico dice haberlo aprendido, sobre todo, de José Antonio: “Los movimientos en el escenario, que el espectador siempre esté viendo cosas diferentes, que no vea nada quieto. Me gusta mucho la exactitud a la hora de hacer el dibujo, pero a la vez que no salga del flamenco”. La fórmula ideal de la coreografía tiene para ella, en síntesis, tres ingredientes: “Que sea flamenco, con pocas personas y con el dibujo definido”. Y ello lo combina con la música, en especial, con la guitarra, instrumento que adora. A la hora de hablar de sus preferencias en el acompañamiento musical, afirma que “los cantaores me encanta que canten muy flamenco pero, a la vez, que se les pueda pedir cosas diferentes, que te hagan un tema más especial, que no sólo te hagan letras populares, sino que se puedan amoldar a cosas nuevas”.
María José Franco (Foto: Daniel Muñoz) Y con la guitarra, igual. María José Franco busca que en sus espectáculos “todo tenga un nudo, que todo vaya hilado, que no sea un baile y parada, sino que todo tenga un porqué. Se nota el relleno mientras te cambias el vestuario. Me gusta que igual que se trabaja la coreografía, se trabaje el cante”. Y eso lo ha aprendido de los veteranos, a los que siempre trata de escuchar. Cuenta que “el otro día estaba Felipe Maya diciendo aquí (en el Tablao Corral de la Morería) una cosa supercuriosa: que hoy en día se cuida mucho la guitarra, pero no el cante en los bailes”. Explica que “todo el mundo cuida que la falseta del principio sea lentita, que luego camine de una determinada manera... pero es verdad que el cante no se cuida. Al menos, que si se le canta a una mujer se le canten letras que le vayan”.
Todos estos aspectos rondan su cabeza mientras prepara ya su siguiente proyecto. No quiere contar todavía mucho, pero adelanta que “quiero crear mi propia compañía y sacarla a la luz con un nuevo espectáculo que va sobre Cádiz, que lleva cuerpo de baile y que están componiéndome la música y las letras. Ahora es la mayor meta que tengo, que ya es bastante difícil”. Y hablando de Cádiz, ¿es que hay un sello para el baile gaditano como lo hay para el cante gaditano? Responde afirmativamente: “Hay como un aire. Creo que cuando alguien de Cádiz canta o baila por alegrías, por ejemplo, sí tiene un aire especial, más fresco, como es la gente de Cádiz, más fresca, más dicharachera, más picarona. Creo que eso se transmite también al baile, igual que Sevilla tiene su sello y Granada el suyo. Cada sitio marca a su gente, es curioso”.
Y lo mismo que el lugar de nacimiento, también marcan los ídolos. María José Franco coincide con su compañera de generación Fuensanta la Moneta (leer entrevista). Y señala a tres referentes: Carmen Amaya, Manuela Carrasco y Eva Yerbabuena. Aunque añade un cuarto nombre, el de Juana Amaya, a quien admira desde niña: “Era superfan de ella, la copiaba y todo (jajaja). Y ella sabe que soy fan suya”. Con referentes así, queda claro que se decanta por las bailaoras de personalidad, “las bailaoras de fuerza. Y luego Eva Yerbabuena es que me encanta todo lo que hace y cómo lo hace”. Tiene claros sus gustos: “La gente critica la fuerza, pero a mí me gusta más que los bailaores transmitan que la coreografía que hagan. A veces te equivocas montando, lo haces como en ese momento te ha salido, por eso me gusta más lo que se transmite que lo que se hace. Y cómo transmite Juana me encanta, me gustan mucho sus detalles... igual que los de Eva, está claro”.
Transmitir es aún más importante en circunstancias tan especiales como las que impone un tablao. Con motivo del quincuagésimo aniversario del tablao madrileño Corral de la Morería, se ha organizado un ciclo de valores en alza del baile en el que ha participado durante julio la gaditana. Mano a mano con el bailaor cordobés José Barrios, ha bregado durante varias noches con las limitaciones de este tipo de escenario, una escuela por la que, según dicen los entendidos, hay que pasar. La experiencia está siendo satisfactoria: “Con la cosa de que no vas con tus músicos, te tienes que adaptar, pero eso a la vez hace que te abras, improvises. Aquí sabes que lo que tú haces es lo que va a llegar, no va a llegar el cante ni las luces. Aquí no hay nada, aquí eres tú y el público y te tienes que apañar. Y la verdad es que aprendes”. Y aprende deleitando a la concurrencia, entre quienes a veces hay ilustres personajes. Esta noche, ha aparecido la bailarina china Jin Xing, que no se corta en fotografiar con el teléfono móvil los curvos quiebros de María José por alegrías. Cosas que pasan en los tablaos.
"Nos estamos dando cuenta de que la gente lo que demanda es baile"
¿Y qué sucede en el baile actual? Cuando a la bailaora se le pide un breve análisis de situación, pone el acento en la vuelta a la raíz. “Creo que a los que estamos ahora empujando nos lo están poniendo difícil porque se están haciendo cosas muy buenas, pero a la vez creo que todos vamos a optar por la línea de ser más flamencos. Creo que se han hecho tantas cosas y está el mundo del espectáculo tan raro, que todos vamos a por lo mismo, a por que vuelva la cosa atrás y se vuelva a hacer flamenco de verdad. Todos estamos en la misma línea. Nos estamos dando cuenta de que la gente lo que demanda es baile, mientras a la hora de coreografiar y de todo nos comemos más la cabeza que la generación anterior. Y hay mucha competencia, mucha gente muy buena bailando y eso te obliga a estar siempre al día, no olvidarte de que tienes que estudiar, de que tienes que sacar cosas nuevas... no se te puede ir nada, pues pierdes el hilo”. Y esto lo cuenta relajada, con naturalidad, ya maquillada y sentada junto a su vestuario en un pequeño camerino subterráneo del señero Corral de la Morería cuyas vetustas paredes tantas historias de bailes y de bailaoras tendrán que contar. En pocos minutos, María José Franco contará la suya.