Los malos de Indiana Jones y el Templo Maldito son estupendos: son salvajes, son despiadados, dan miedo... y son en definitiva muy, muy malos! Y las figuras que en 2008 Hasbro dedicó a esa película los reflejan a la perfección. Son de lo mejorcito de toda la colección de figuras de acción de Indy que abarca las cuatro películas de la saga.
Para completar y comandar a los temibles Temple Guard y Chief Temple Guard no podía faltar el mismísimo sumo sacerdote del culto a la diosa Kali, Mola Ram. Y el resultado es sublime, en muchos aspectos de los que incumben a una figura de acción: decoración, aspecto, fidelidad a la fuente original (la película), accesorios...
El rostro es un triunfo. Bajo su calva cabeza, adornada con sanguinolenta pintura roja muy apropiada para su culto basado en los sacrificios humanos, encontramos un rostro conseguidísimo, muy parecido al del actor que lo encarna en El Templo Maldito, con una expresión amenazante y de enfado considerable acentuada por el efecto que otorgan dos líneas de maquillaje rojo justo debajo de los ojos. El conjunto se redondea con el tocado ceremonial bellamente esculpido y pintado.
De cuello para abajo la cosa no desmerece. Diez son los puntos de articulación de Mola Ram, más que suficientes. Ocho de ellos se sitúan de cintura para arriba, ostentando en las piernas sólo los de las caderas que además están limitados por la larga túnica de plástico. Da igual, puede efectuar sus ancestrales ritos sin problema. En sus brazos encontramos marcas ceremoniales y collares de dientes y piedras en su cuello. Su larga túnica negra combina a la perfección con partes del color predominante del culto, el rojo. Eso se acentúa con otro accesorio, una pieza de tejido, una larga pashmina roja por un lado y negra por el otro.
Los abundantes accesorios, que puede sostener muy bien con ambas manos, se completan con una daga, un cáliz con la efigie de Kali muy siniestro y nada menos que el corazón llameante que extrae del corazón de la pobre víctima del ritual. ¡Fantástico! Y por si eso fuera poco, la habitual cajita de cartón que imita una de madera y que acompañaba a estas figuras como apetecible bonus, con una reliquia arqueológica y una pegatina en su interior, en el caso de Mola Ram un león chino, imagino que producto de un intercambio con algún mercader asiático de dudosa moralidad...
Las memorables escenas de la segunda película de Indy que transcurren en el templo de Kali pueden ser replicadas en nuestros estantes casi a la perfección con estas fascinantes figuras y sus detallistas accesorios, y Mola Ram destaca entre ellas como una de las mejores y más conseguidas.
Mola Ram mola, ¡y mucho!
David