Nuestras almas engloban una gran
cantidad de piezas de indescifrable valor, nuestros recuerdos. Son momentos que
nunca volverán, instantes de felicidad, que en el pasado ya quedaron. Son millones
de particulares galerías de recuerdos, ellos son los que nos animan a seguir
adelante, aunque al mismo tiempo nos pueden llegar a hundir. Pero nuestros
recuerdos son unas maravillosas piezas de nuestra colección personal a la que
no todo el mundo tiene acceso. Y esta abierto las 24 horas. Un día decides
darte un paseo por las instalaciones de tu mente, de tu alma y te das cuenta
que ya entraste en la intima etapa de la vida empiezas desde el principio…un
recuerdo de cuando niño, lo observas, fue el día en que te caíste, ahora ya no
tiene importancia apenas, tan sólo te dejó unas pequeñas cicatrices en las
rodillas y de vez en cuando te duelen.
Seguimos paseando, otro recuerdo, en
esta tienes ya quince años… todo el mundo te fallaba, te quedaste sin amigos,
aquellos que creías verdaderos… falsas imágenes que repercutieron en tu futuro,
falsos amores, frustraciones, angustiosas situaciones…aquel fue el final, pero
también fue el comienzo… empezó una nueva vida, un nuevo ser, con resquicios
del anterior. Empezaron las relaciones fructíferas pero sin futuro, recibiendo
palos y dando justo lo contrario, así hasta los veinte… de los errores se
aprende, la pérdida de mucha gente querida, el desasosiego, la realidad hasta
ahora semioculta de la vida, la crudeza de las cosas, el desamor, el
sufrimiento…
En los recuerdos basamos muchas de nuestras experiencias, y así van
pasando los años y sin apenas darnos cuenta entramos en el predominio de las
tribulaciones físicas y anímicas donde “todo duele o molesta” donde el
agradecimiento a la Vida preside todos nuestros actos. Es esa última etapa es
la imagen del anciano que está unida a la sabiduría y el respeto. Dos altos
valores que hablan de la dignidad humana, donde el individuo mirar hacia atrás
y se siente satisfecho con las decisiones vitales que ha tomado, a lo largo de
su vida. Pero bien es cierto, que existen factores en la vida que hacen que
nuestro estado de ánimo varíe, lo podríamos nominar, la "etapa de la
primavera" la etapa ultima, donde después de dejar pasar la vida, con el
trabajo por sobrevivir, sustentar a la familia, cumplir con los hijos....
quedamos "solos" frente al espejo.
Solos tu, y yo, apelamos a
la experiencia que fuimos guardando durante la travesía, y viene la pregunta:
¿y ahora que? Ahora estoy yo, con el deber cumplido, y ahora es mi tiempo,
de mirarme al espejo y reconocerme, quien soy? para que estoy aquí? de donde
vine? y adonde iré?. Ahora si, las respuestas todas están en mis manos, con un
suspiro que sale del corazón, abro mis alas, y siento. La sensación de
transitoriedad que deja traslucir ahora su vida, le brinda algo positivo: una
conciencia cada vez más clara de lo que le pasa, de lo que es eterno. Sabiduría
es aquello que surge a través de las experiencias, y que vamos compartiendo a
todas aquellas personas que con respeto se acercan a nosotros.