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Reseña de “Monja se electrocuta frente a otras y causa estupor” de Nitsuga, editado por Ojo de Loca (2023).

por Sofía Vilá


      



      Dice la leyenda que lxs cordobeses somos muy buenxs con la metáfora, con el doble sentido (con el chiste ¡ni hablar!). También se dice que somos intensxs, romanticxs -“el corazón de mi país”- y eso no sólo es porque estamos en el centro. Nitsu no es ajenx a todos estos símbolos y representaciones del terruño cordobés, lugar donde se crió y reside actualmente. 


        Ya en los primeros poemas nos encontramos con los trenes, pero los de Córdoba no son como en el resto del mundo. No son trenes de pasajeros, son el recuerdo de algo perdido en el tiempo, en esta ciudad tan moderna y clásica. En los poemas de Nitsuga, los trenes atraviesan el paisaje pero no lo cambian. Los trenes no te pertenecen pero vos sí a ellos, como Córdoba: Salgo/ voy hacia los puentes de las vías del tren/ ese horizonte ferroviario me calma, a veces me conmueve,/ es como el mar.”(Fragmento del poema “Apagame un pucho en un callo o haceme doler, pero no”). También, si hablamos de Córdoba, no pueden faltar las inmobiliarias, un buen ventilador, las aguas danzantes, la soja, el loco Amato. Elementos que hacen a lxs buenxs cordobeses, que Nitsu ama y deshonra en su poesía:                                                     me mirás/con el invisible en la boca/ te acercás/¿Venís de los corsos de Unquillo?/ No ¿por? Porque te chorrea espuma loca de la nariz/ te cagas de risa (fragmento del poema Tres cosas sobre vos). 

                                 

        Todos estos poemas me hacen reír y entristecer. Triste, porque es cierto que estamos solxs y seguro nos van a volver a patear el corazón: avísame si no venís/ que quiero volverme cascada/ la tristeza es un edificio/ yo soy el edificio (fragmento del poema Sad and romantic). Feliz, porque no puedo estar mucho tiempo triste y cualquier acontecimiento lindo es una tierna ilusión: Me regalaron una bombacha negra/ queda bonita con mis borcegos/ y mis medias de fuego/ me hace sentir zarpada/- zarpada en gata piola- (fragmento del poema Tierna ilusión). 

      

   Lo fundamental en la poesía de Nitsuga (y lo más bonito) es que funciona como una bocanada de memoria, de comodidad, como salir del trabajo, de una reunión, al frío de la calle, alegre porque te espera tu humilde cama en casa. Esa felicidad chiquita. Tal vez, la única que palparemos en esta vida.


      Por lo pronto, yo me tiró de panza en la pelopincho. Reboto y me acomodo en los barrotes mientras me tomo una cerveza. Son las 7 de la tarde de un enero eterno. Esto es Córdoba capital y las almas comienzan a abrir sus ventanas, balcones para que circule aire. Estoy sola en casa y me voy a seducir, así que saco a Nitsuga de su estante, finamente acomodado. También los voy a seducir a ustedes con dos poemas del Nitsu, para que tal vez, como yo, puedan reflejarse y entristecerse, emocionarse y ser felices. Lo que en mi barrio se dice: “esto está mortalaso”.


        

My chemical romance


A los doce me besé con una amiga

en el medio de un baldío

dentro de un caño de hormigón


beso de tierra y gaseosa de naranja

ruido de campera deportiva

dura por el sol


me besé con una amiga

le gustaba el cuarteto

y quería ser cantante

luego el 2001 le reventó

el almacen familiar

luego se mudó del barrio

luego

tomé robado su nombre.    


...



El dealer está re lindo


El dealer está re lindo

tiene una nariz en tensión

a veces es rubio

se tiñe

y algunas tinturas tienen plomo

¿y si el plomo pasa a la sangre

a través del cuero cabelludo?

puede ocasionar algún daño.

Temo por mi dealer.

Le quiero avisar

es que a veces soy tonta

cuando quiero acercarme a alguien.


Otras veces 

podría tranquilamente fundar

el ministerio de la soledad.

Sería un galpón gigante 

en el medio del campo

cerca de un río

donde convivan soledades paralelas

más parque de diversiones que secta.

Porque están turbios los humos,

al borde del incendio.

Aún hay gente ojerosa en la calle,

recién volviendo a la vida.   


  

| Sobre la editorial


Ojo de loca es un proyecto editorial LGBTIQ+ fundado por Nico Colfer y Vir del Mar y, ante todo, los guía la militancia degenerada y el lector desviado.


Redes de la editorial: 

www.ojodeloca.com.ar

Instagram: @editorial.ojodeloca


| Sobre lx autorx |


Nitsuga nació en Córdoba en 1987. Trabaja hace mucho en librerías. También en un centro médico, hizo hamburguesas en recitales, cuidó enfermos, estuvo en una banda. Su primer poemario, “Como esperanza de bronce” se editó en 2017 con Borde Perdido (Córdoba). Un tiempo después, publicó la plaqueta “Un desconocido me deja cartitas por debajo de la puerta” con Elemento disruptivo en 2017, “Dos poemas” con Las que no duermen (2022) y “Monja se electrocuta frente a otras y causa estupor” con Ojo de Loca (2023). Actualmente, está trabajando en una novela próxima a salir. 


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En la primera novela de la poeta británica Clare Pollard acompañamos a la protagonista durante la pandemia, donde el mundo mágico y la realidad se encuentran para ensayar respuestas sobre el futuro incierto. 

 Por Micaela Kessler 




Publicada en 2023 por la editorial Caja Negra, llegó a Argentina una de las primeras novelas sobre la pandemia. Podemos escuchar decir a la escritora Clare Pollard en entrevistas que es un momento de la historia reciente que intentamos negar. No queremos hablar del tema, no queremos leer sobre el tema, pero no podemos negar que nos marcó profundamente como sociedad y que, además, fue una completa locura.


La historia se sitúa en Londres, donde una profesora y traductora de lenguas clásicas es sorprendida por el Covid-19 en su departamento junto con su marido y su hijo de diez años. Clases virtuales, tareas domésticas, crianza, un matrimonio que se desmorona y afuera la muerte congelando el mundo. 


 Con una escritura muy cercana a la del diario íntimo, acompañamos a la protagonista en sus obsesiones, que van desde los antiguos mitos y profecías hasta los análisis de actualidad: ¿A qué nos podemos aferrar cuando no podemos ver más que la destrucción de todo lo que conocemos? ¿Cuáles son los nuevos mitos y cómo los construimos? 

 Estoy harta del futuro. Saturada del futuro. No quiero tener nada más que ver con el futuro; no lo quiero cerca de mí. Antes la gente no tenía que lidiar con tanto futuro. Quiero decir, el futuro, hasta donde podían imaginarlo, era algo suficientemente parecido al pasado: la cosecha, el solsticio, la nieve, los árboles brotando. Ellos envejecerían y morirían, pero el ciclo volvería a empezar. Nosotros tenemos que vivir con esta marea alta de futuro que se filtra y lo empapa todo, se adueña de ciudades y sectores hasta que ya estamos en el futuro: ese futuro distópico… 

 La novela se divide en capítulos cuyos nombres emulan diferentes formas y técnicas de predicción. El oráculo, la astrología, el tarot, los sueños. La protagonista busca desesperada maneras de darse respuestas y calmar la ansiedad ante la incertidumbre. Y a la vez, lo ve todo tan claro y tan certero. Somos cada vez más predecibles: 

Cuando Twitter me lleva hacia algún artículo de opinión sobre Trump en algún sitio de noticias apruebo todas las cookies lo más rápido que puedo. Tomen todos los datos que quieran mientras me saquen esa caja de texto del camino. Así es como termina el mundo ¿no? Alguien que aprieta Acepto Acepto Acepto Acepto 

El algoritmo es el nuevo oráculo, predice lo que vamos a hacer, cómo vamos a actuar, qué necesitamos. Nos conoce más que las personas con las que convivimos. En el libro se puede ver como todos los miembros de la familia se van aislando dentro de la casa en sus propias burbujas, creando sus propios mundos alternos en la virtualidad. 


La protagonista se cuestiona todo el tiempo dónde queda el deseo que nos transforma en lo que somos, qué nos queda para reconocerlo: ¿Pero cuáles son las palabras que yo quiero? ¿Qué queremos todos nosotros apretando estos botones, yendo al final de la pantalla para encontrar nuestros destinos? Un libro que afirma que el futuro es hoy y nombra las formas del colapso. La pregunta que resuena es la que comparten todos los libros que conforman el catálogo de Caja Negra: ¿Y ahora qué somos capaces de imaginar?


 

| Sobre la autora


Clare Pollard nació en 1978 en Bolton, Inglaterra, y vive en Londres. Es poeta, dramaturga y traductora literaria. Entre sus libros de poesía se encuentran The Heavy Petting Zoo, Bed Time, Changeling e Incarnation. Ha trabajado como editora en diferentes antologías y revistas de poesía. Delfos es su primera novela y su primera obra traducida al español. 


 | Sobre la editorial

@cajanegraeditora 


 | Más sobre la autora

@poetclare



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Una canción punk es el primer libro de la editorial Antipop. Una historia de iniciación y del amor más puro: el amor por lxs amigxs.

                                                                                                                      Por Sofía Vilá

     






   Y ¿sabes qué?

                                                                                          Hay veces que es lindo desconectarse de todo,

                                                                                           pero al final terminás pisando el planeta tierra, 

                                                                                           por más dosis que te des.

                                                                                                                        Pity Alvarez


Son los 90 y comienzos del 2000. Por un lado, estamos ante un panorama de crisis absoluta en todo el país; se nos cayeron encima los años dorados y nos aplastaron de realidad. Y por el  otro, algo que podría suceder en cualquier parte del planeta: unos amigos queriendo formar una banda y recorrer el país con sus canciones.


En esta novela, los personajes literalmente escarban en las rocas para encontrar algún diamante que los saque de la realidad triste y uniforme. Algo que se parezca a otra cosa, un espejismo. También es una historia de iniciación, del amor más puro, el amor por lxs amigxs:  


La dejaron morir a mi vieja, loco- nos repetía.

Lo escuchábamos atentos, como si fuera la primera vez que nos contaba la historia. Era lo mínimo que podíamos hacer por alguien del grupo.

La vida no es como en las películas donde aparece alguien y te aprieta el pecho o te da respiración de boca a boca- nos decía-. La realidad es una mierda y la gente también. 


(Extracto del libro)

     

Todo sucede en el marco reducido de una ciudad pequeña como es Salvador de Jujuy; y suceden muchas cosas, aunque la sensación es que no pasa nada, que los cerros asfixian y no dejan pasar ideas nuevas o emerger deseos profundos. A pesar de que los personajes tienen todas las de perder, de quedarse en el cinismo del incomprendido, se animan a jugar a ser estrellas. Ellos están atravesados por todo, oprimidos por ese sol lejano que pega tanto, entonces escuchan punk para que les revienten los oídos y así nada más penetre, para dejar de existir un rato y que realmente no importe nada, porque no hay nada:


-Haceme el aguante con unas birras, es de perdedor tomar solo-  

 Llegué y ya se había bajado una botella. Tenía los ojos rojos y la mano le temblaba.

- Todas las personas que quiero se me van- dijo

Yo también la quería.

Yo la amaba.

Sirvió la cerveza en ambos vasos lo más parejo posible, para que quedaran al mismo nivel, como si eso también formara parte del dolor compartido.

Por la soledad.

Por la soltería- lo corregí. 

(Extracto del libro)

       

Apropiándome del sentimiento de Fabio Martinez, editor de Antipop, yo también hubiera querido escribir esta historia. Puedo empatizar con la frustración, la bronca, el dolor de los personajes, ¿quién no? Si todxs pasamos por esa película de terror que es la adolescencia, donde parece que unas fuerzas extrañas toman nuestra mente y nos  muestran las cosas como son. 


Pero como la no escribí pero sí lo hizo Ezequiel Villarroel, puedo entregarle este libro a mis amigas y con él mi corazón de aquellas épocas doradas, donde lo único que importaba era ir hacia esa música que nos contaba la verdad. Desmembrarnos en el pogo, morir y volver a nacer en cada canción.     


                                                      

| Sobre la editorial |


Antipop: Editorial surgida en Córdoba en el 2022, definida por su editor y creador Fabio Martinez, como un espacio federal para escritores “del interior”.

Para conseguir sus títulos podés escribir a su Instagram @antipopeditorial


| Sobre el autor |


Ezequiel Villarroel (Jujuy, 1983). Es profesor en Letras y Artes Visuales. Publicó libros de poesía, entre los que se destacan Libro de lluvia, premio provincial de poesía Néstor Groppa (Fondo Editorial Secretaría de Cultura de Jujuy, 2015) y Casa rodante, Segundo premio en el Certamen Literario Provincial- Jujuy (Fondo Editorial Secretaría de Cultura de Jujuy, 2019). Una canción punk es su primera novela. 


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Reseña de Cristales de Adrián Agosta, editado por La carretilla roja (2023) 


por Julián Forneiro 





Se podría decir que Cristales (La carretilla roja, 2023) es un canto a la infancia pero eso sería escueto por demás. El autor del libro esboza un recorrido por distintos recovecos. Algunos que ofician sencillamente de escondite, y otros que nos dejan, aún, más expuestos. En escenarios barriales y congelados, de engaños e incertidumbres, los poemas de Adrián se mantienen al márgen del paso del tiempo. Buscan un cauce para mencionar dos o tres preocupaciones que se repiten y ramifican a partir de una idea: la muerte, el final, o la destrucción de lo conocido, de lo que amamos, de lo nuestro

 

Todas esas emociones y pensamientos que se desprenden son, en términos generales, algunos de los factores que nutren la escritura. Un lamento al paso del tiempo, un ánima que se alimenta de eso que queda atrás. Se nos presenta, entonces, un nuevo horizonte al que cansados asistimos una vez más. Se pregunta el autor: ¿cuáles habrán sido las razones que nos apuraron a crecer?


Resulta difícil -sino imposible- traducir los lugares donde, siendo chicos, encontramos la belleza, la razón o el sentido de pertenencia en la vida. Aquello que el autor define como la forma pura de la infancia vaciándose en el aire. Resulta natural que, a medida que pasa el tiempo, sea necesario ignorar la pérdida. Aquella fuerza impoluta de la  juventud aparece entonces como un recuerdo o un suspiro aciago, un soplo de tristeza. Algo que, a medida que abandonamos, nos deja imágenes lisas como un hermoso y violento maquillaje. 


Ya en su primer libro Entonces sopla el viento (Elemento Disruptivo, 2019)  la búsqueda de lo que consideramos sagrado se encuentra solapada con los eventos de la cotidianeidad, eso que en primera instancia nos podía parecer mundano, pasa a formar parte de los tótems que mantenemos para conservar cierta parte de nosotros. Sin dejar de pensar que, fundamentalmente, mientras unos crecen, otros mueren. O como bien dijo Nicanor Parra (El árbol de la memoria, 1961): (...) lo único verdadero / que respiramos y dejamos de respirar.


A continuación una selección de poemas de Cristales: 



SIENTO TRISTEZA A TRAVÉS DE IMÁGENES QUE VEO EN EL ANIMÉ


Otro techo desconocido El viento agita las cortinas y esparce pétalos, leyes

dientes de león, óbelos de luz solar, piel y pelos Fragancia de tulipanes Pienso

en ese enorme elefante que hace mil años deambula a solas en el océano

En sus patas llenas de liquen y coral arrastrando los restos de un galeón pirata

Goletas, redes, centenares de esqueletos En su lomo colmado de llagas, guano

pestilente, petróleo y salitre Cadáveres, gaviotas y albatros Las estrellas clavadas 

en el ondulante piélago Las pala con su trompa y no puede Quiere decir me duele

pero no le queda lengua Así de raro me siento Dibujos de humedad

trepan por mis ojos Otro techo desconocido Y en la cocina el sonido de porcelanas

y líquidos De lata y aceros ¿Quién estará en esa cocina? ¿Cabe preguntar ahora? El

elefante de mi pensamiento se ve reflejado en la superficie Intenta recordar 

algo que el agua no haya borrado Unos incisivos de marfil Una latitud oculta Una

fruta que lo hizo reír: la marula Una dura guerra, mercenarios, La oropéndola

que le dijo hola Un amor para siempre que no duró una isla Mira sus orejas

deshilachadas y suspira Quiere volar lejos pero nadie puede



...



NO TIENE SENTIDO QUEDARSE


Cruzando la plaza vemos el ombú sus

raíces en tumescente desparramo

Ahí donde antes

solíamos trepar, comer naranjú

tramar diabluras -abejorros, raspaduras

cableados- ahí está el transa ahora

mascando una saliva vieja cómo chicle

anteojos negros & ojotas Nos espera

con inquietas manos en

su campera & una sonrisa que le abre la cara

de oreja a oreja

Ricky Ricky, eh, Espinosa dice y ja

se jacta: ¿Unos suspiros?

Suena bullicioso el nylon en su bolsillo

y de a poco

se acercan los perros de siempre 



...



LOMA VERDE, UN WÉSTERN


Fue brutal Arrancaron los dos

imantados por una gravedad desconocida, el deseo

de darse muerte


uno con una punta otro

alzando con su solo brazo un pedazo de teja El sol


ardía en el cielo La vieja

Asunta los miró fugazmente desde la ventana

y corrió las cortinas Nadie más


escuchó ese sonido El sonido

que hace una teja al atravesar el cuero, fresco el 

cráneo

el crudo cerebro, el secreto crúor y después


lo que había ahí adentro Eso que 

fuese lo que fuese, fantasma o fuego, se fue





| Sobre el autor |


Adrián Agosta nació en 1994 en Adrogué, Argentina. Es profesor de Literatura. En 2019 publicó el poemario Entonces sopla el viento (Elemento Disruptivo). Forma parte de la antología Constelaciones, de Escrituras Indie, y del libro colectivo El beso que no di, de Ediciones Arroyo. Sus poemas han sido publicados en las revistas digitales MalónMalón, Outsider, y Desconlonizadxs, entre otras. En 2021, sus poemas fueron seleccionados por La Bienal de Arte Joven. 

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Lectura recomendada, esta vez, una novela gráfica que ahonda en los misterios del cosmos: ¿A dónde vas?, del historietista cordobés Nicolás Lepka (El pez que soñaba con fuego editora, 2022)


por Nadia Sol Caramella






¿A dónde vas? de Nicolás Lepka es una novela gráfica ideal para fans de Los expedientes secretos X. Se trata de una historia en la que se cruzan cuatro personajes que fueron abducidos por ovnis en su ciudad. Con un relato sumamente literario y un rompecabezas de situaciones extrasensoriales, la historia se compone de situaciones paralelas que van conformando un misterio que se funde en un cielo de negro en una ruta de Trelew, Chubut, que también podría ser una ruta en Córdoba o cualquier otro lugar donde personas hayan experimentado avistamientos de ovnis. 


La narración parte de un modo normal, alguien va de camino a casa en su auto de noche y cosas extrañas se suceden unas tras otras en ese trayecto, es difícil determinar para el lector o la lectora si eso que sucede es parte de un sueño o si realmente el personaje está experimentando encuentros con seres de otro planeta. La duda hace de esta novela gráfica una puesta en abismo para adentrarnos a sus lectorxs en la gran pregunta del afuera. ¿Hay algo más allá, en esa extensión del universo que nos excede? El tiempo se detiene, el relato es un tiempo otro, marcado por el ritmo de esos sueños raros que nos despiertan en medio de la noche, para volver a dormir sintiéndonos diferentes, conmovidos por la turbación de lo extraño en el cuerpo.


La novela no busca dar respuestas sino dejar la puerta abierta a la incertidumbre. Al final del libro, descubrimos los documentos en los que Nicolás Lepka se basó para sentarse a dibujar y escribir: una nota del 14 de abril de 2015 en la web de Radio Gandolfo Nuevo AM 540 que daba a conocer la existencia de un cartel que advertía a los automovilistas, ciclistas y peatones sobre las abducciones de extraterrestres en la calle Capitán Murga en Trelew. El cartel estuvo apostado durante dos meses sobre esa calle, hasta que la administración de vialidad decidió sacarlo sin explicaciones ni comunicados. 


¿A dónde vas? de Lepka nos deja reflexionando un vez más sobre la finitud de lo humano, su ínfima existencia en la vasta extensión del cosmos, pero como decía Carl Sagan: “Somos el medio para que el cosmos se conozca a sí mismo”, ¡que así sea y el cosmos nos habite con sus misterios!

 


| Más sobre el autor |


Ig 



| Sobre la edición |


Se consigue por estos días en la Feria de Editores (Stand I1) o a través de El pez que soñaba con fuego editora


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Texto escrito para la presentación de La enfermedad de la noche, la nueva novela de Mariana Komiseroff, editada por Random House (2023)

por Gabriela Borrelli Azara





Hola Mariana Soy Gabriela, escribiéndote esta carta que voy a leerte el día de la presentación de tu novela que hace apenas unos minutos terminé. Cerré el libro y suspiré. Entré con la protagonista de la novela a una nueva casa. Más que salir, al terminar tu novela, se entra a algo. Estoy escribiendo muchas cartas últimamente, a mis alumnas, a algunas poetas, a Cristina Fernandez de Kirchner, ahora a vos. Pasa algo con las cartas parece y parece también que yo quiero ser parte de eso que pasa. Por eso te escribo porque pensé en hablarte a vos y que les asistentes esta noche sean lectores voyeur que es lo que es un lector de cartas. Yo debo confesar que no leí muchas. De escritores menos. A mi lo de seguir la verdad de la vida de la gente no se me da. Esa búsqueda hambrienta por la veracidad no se me dió.  Por espiar, menos, preferí seguir el hilo escondido que une vida y obra, esa mala fotocopia, ese negativo que solo revela cuando se apaga la luz, lo que aflora en la oscuridad. Pero no me quiero ir por las ramas, te quiero contar cosas, cosas de tu novela, de mi lectura, y también te quiero saludar, hace cuánto que no nos vemos querida Mariana, hace cuanto no tenemos esas conversaciones picantes de la que vos sos la máxima expresión en nuestro país. No me acuerdo cuando nos vimos por primera vez pero sí me acuerdo cuando te vi por segunda o tercera vez. Yo estaba saliendo de una fiesta, borracha como se debe retirar alguien elegantemente de las fiestas para hacer sentir bien al que la organizó y hacerle creer que fue un éxito. Siempre tuve el reparo de retirarme borracha solamente para tener esa delicadeza con les anfitriones. Ya no lo hago más. Me he vuelto muy maleducada, si vieras. La cosa es que me retiraba de esa fiesta y vos estabas en un sillón con un muchacho, un sillón color claro y te habías hecho un corte de pelo que incluía el típico rapado al costado de la cabeza, un corte que luego sostuviste bastante tiempo, y digo típico porque todas las del gremio lo tuvimos o tenemos o tendremos. Ay las del gremio, aparece acá la voz de Emma Barrandeguy, que así se denominó en esa entrevista-cuento que le hizo María Moreno. Del gremio somos. Después de leer La enfermedad de la noche, pienso que el significante no perdona y que las palabras hacen cosas y ahora pienso ese gremio de otra manera también. Un gremio, que no es un sindicato pero comparte algunas de sus características, pero ya voy a llegar ahí, sabes que la política me tira. Te vi en ese sillón entonces y me despedí no sin antes decirte: que corte de lesbiana, Mariana. La rima involuntaria es uno de mis fuertes! Vos te reíste, y yo nunca olvidé ese momento porque inmediatamente me dije a mi misma: que desubicada, como le dije eso con el chico ahí mismo. Empezó a hacerse en mi esa culpa retrospectiva de borracha, el momento en que cerras los ojos y decis porque dije eso. Vos tal vez te acordás de eso. Espero que sí, no hay nada más hermoso que compartir recuerdos. Hacen a una amistad: son su corazón. Me arrepentí de esa frase, sin embargo con el tiempo recordé que tu sonrisa fue especial, casi de complicidad. Después nos cruzamos en más fiestas, hablamos un montón, bailamos, nos reímos, siempre nos quisimos. Pero nunca me sonreíste como esa vez. Que corte de lesbiana, Mariana. míranos ahora, dos señoras casadas con dos señoras y yo sin el rapado, vos? 


Te contaba al principio de esta carta, que hace unos minutos acababa de terminar tu última novela que es entrar en algo y no salir de ella. Hay novelas que son así: te dejan una puerta abierta para siempre, un clima. El clima de La enfermedad de la noche es un clima denso, lleno de profundidades oscuras, serpenteando siempre lo macabro hasta dar vuelta la mirada para mostrar que vivimos con lo siniestro susurrando en la oreja. Y hablando de entrar y no salir, de quedarse en un lugar porque es lo que toca, me acordé de un autor al que quiero poner en serie en esta carta con tu novela. El significante insiste e insiste: Mariana, me acordé de Mariani. A mí esos viejos de la década del 30 de Boedo me encantan. Los comparo con las feministas, con muchas muchachas de mi tiempo que igual que ellos estaban convencidas en el cambio de la sociedad y que la literatura iba a cumplir una función esencial. Amo esa confianza en la literatura, esa forma de querer hacerla algo.  El querido Roberto Mariani, en su libro más famoso: Los cuentos de la oficina, intenta mostrar algo de la enajenación de la oficina, del trabajo en general, pero su pintura es la oficina. El primer relato del libro se llama Balada de la oficina y es la misma oficina que habla, casi sexualemente, al trabajador. ¿Querés escuchar un poquito? 


Entra. No repares en el sol que dejas en la calle. El sol está caído en la calle como una blanca mancha de cal. Está lamiendo ahora nuestra vereda; esta tarde se irá enfrente. Entra. No repares en el sol. Hoy, deja el perezoso y contemplativo sol en la calle. Tú, entra. El sol no es serio. Entra. En la calle también está el viento. El viento que corre jugando con fantasmas. Fantasma él también, pues no se ve con los ojos de la cara, y se le siente. El viento está jugando; ya corriendo una loca carrera por en medio de la calle; ya golpeándose las sienes contra las paredes de las casas; ya deshilándose en las copas de los árboles… f… f… f… f… El viento es juguetón como un recental; esto no es serio. Tú, entra. Entra; penetra en mi vientre. 


La protagonista de La enfermedad de la noche, tu protagonista Marian, ya sabés,  no trabaja en una oficina pero también es tomada por esa noche, abandona el sol, en un sentido amplio y la oscuridad de esa gran concha que puede ser el congreso de la nación la toma. Abandona el sol. A mi ya me gustaba cómo escribias, Una nena muy blanca me dejó escenas que no se fueron tampoco de mi. Y como ninguna podés mostrar las escenas del trabajo en una clase social: las clases populares de nuestro país. El trabajo es una obsesión que tenés como escritora y recorre toda tu obra.  Por eso pensé en Mariani, Mariana. Dejame decirte, que lo mejor de los escritores son sus obsesiones. Pensé en Mariani porque tu libro es un libro sobre el trabajo: sobre uno particular pero en el que se puede cristalizar el malestar de las grandes mayorías de nuestro país. Mariani es un escritor del realismo social. Así se definió, y así quedó en la historia de la literatura argentina. Lo tuyo mi querida Mariana, es una ficción que bebe de lo social para lograr el relato de la enfermedad, del trabajo, de la noche, de la política, de la crueldad con la que vivimos cotidianamente. No sé por dónde empezar a hablarte de la novela, aunque creo que ya empecé. Como es una carta de mi para vos, y de paso la escucha toda esta gente puedo ser más libre, hacer conexiones que no necesariamente podrían todos compartir. Puedo unirte con Mariani, decir que me cautivaron esas noches en el Congreso, que me mostraste no el lado b, sino el zeta de lo que podía suceder puertas adentro mientras muchas estábamos afuera con nuestros pañuelos verdes pensando que sí, que era posible, eso y muchas otras cosas, no solo el aborto. La realidad y el tiempo están ahí para decirnos que todo no, que un poquito tal vez y después volver al yugo de luchar con los mismos forros de siempre, con los que siguen ahí: los compañeros de trabajo de la protagonista, los que siguen defendiendo el proceso y prendiendo fuego mujeres. La enfermedad de la noche, es la de todes en algún punto: estos son los sindicatos que pudimos conseguir, los gremios en los que no todas nos dedicamos a lo mismo, la sangre, la propia sangre que se convierte en lejana, como dijo Porchia: lo lejano, lo más lejano, solo lo hallé en mi sangre.


Tu novela Mariana trabaja tres niveles que se superponen: la enfermedad, la política, lo sexual. Sos cruda e implacable con las tres, nunca te dejas domar por la condescendencia ni un falso sentimentalismo o buena intención de la que pecan algunos textos en la actualidad. Me gusta eso de vos. Tu novela arremete. El ritmo de las frases, cortantes pero profundas, son daguitas que van formando cuadros totales en cada capítulo. 


Quiero volver a algo que te dije más arriba en esta carta: algo con la sangre. Con lo que devela su metáfora: sangre como familia, o sangre que es indicio de muerte o herida. Es una novela de la sangre derramada: 


¡Que no quiero verla!


Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena.


No quiere verla Federico García Lorca, la sangre ni el sol. Es en ese poema que Ignacio sube con toda su muerte a cuestas. La protagonista está un poco así: la inminencia de la muerte que la rodea, la muerte que ella provocará, la que detendrá con el mismo trabajo. Hay frases Mariana que también me dejaron pensado, escenas que desembocan en finales como este: 


“Soy victima cuando me quieren pegar y cuando me quieren amar”. Todas esas palabras juntas en una ficción hacen eso que te decía más arriba: ese negativo oscuro de un clima de época que no desculamos. Ahí tus personajes: otra frase que resuena “Ni la enfermedad de Gabriel, ni el deterioro de su cuerpo la destruían, el sistema de salud era lo único que a mi madre le ganaba por hartazgo”. Otra forma de pintar la vida de muchas personas que viven en este país, que no son ese personaje exactamente pero que comparten con él ese estado de cosas. 


Ay Mariana creo que esta carta se extendió. Te quería decir que tu novela me gustó, porque así se habla de las novelas en la intimidad, porque así viven los libros, en el gusto, en la incomodidad que provocan, en el cosquilleo o el hartazgo, en la emoción gratuita que despiertan en el lector ( la frase no es mia, es de Macedonio Fernández) Verás y sabrás que delicuentes, hay en todos lados, que un crimen para hacerse necesita de personas, personas con las que convivimos todo el tiempo. 


No quisiera que estas fueran las últimas palabras, oscuras por cierto para terminar esta carta. Decirte que me gustaría ir a La Pampa, ver el atardecer en la llanura, que el viento nos despeine nuestros pelos, que ahora tienen nuevos cortes.