- ¿Me vas a decir que no te gusta comerte una buena polla?
- ¿Ves?, ahí está la diferencia- dijo sentándose sobre la cama la amiga del escritor. Al hacerlo ha dejado al descubierto sus morenas rodillas, mientras acomodaba, inconsciente, su falda entre las piernas- si me hubieras preguntado por el sexo oral te diría que me gusta, claro que me gusta, y mucho, darlo y recibirlo, pero ¿comerme una polla?
- ¿No puedo llamar a las cosas por su nombre?
- Sí, claro, puedes y debes, escribes novelas para adultos.
- ¿Entonces?
- Pues que tienes que intentar salir de tu universo pornificado.
- ¿Pornificado?¿qué clase de palabra te acabas de inventar?
- Pues eso, que no tienes un universo sexual fantástico alejado del remanente porno
- Sabes que no me gusta el porno.
- No lo ves como rutina, pero lo tienes como referente.
- No te entiendo
- Es fácil, crees que todas las mujeres nos volvemos locas, como tú dices, por comernos una buena polla.
- ¿No es así?
- No, ni mucho menos, es parte del juego, no el destino, la cima, el culmen. Esa cara de una mujer cuando ve una polla y abre la boca como si llevara esperándola toda la vida, pues no, la verdad, las cosas no son así.
- Ya, y superman no vuela, pero nos gusta la película
- Claro, pero tú no escribes ciencia ficción; y luego lo de correrese en la cara, pues como que tampoco, y mira que te gusta que eso ocurra en tus novelas, no me digas que no.
- Eh, eh, para un momento, el mes pasado me contaste que con aquel chico…
- Sí, pasó, claro que pasó, pero antes de irnos a la cama no soñaba con que ocurriera, lo había sentido yo en sus labios, estaba haciendo sexo oral y me miró, entendí lo que quería y no me importó. Nada más, no lo recuerdo como algo doloroso pero tampoco como el culmen del placer. No voy a ir comiendo pollas para que se corran en mi boca. Yo entiendo que en el cine es muy visual, y luego lo del pene recogiendo el semen, pues mucho mejor que en el suelo. Pero tú no haces porno, escribes novelas.
- Ya, pero también necesito que ocurran cosas, que aunque no se vean se puedan contar.
- No lo tienes tan difícil, si quieres que la chica reciba el semen que ocurra sin más, no como si la polla fuera una manga pastelera, me parece más realista. O bueno, al estilo garganta profunda, si quieres una mujer a la que le gusten los bukakes, pues bueno, creíble será. Pero trabaja un poco más el realismo de esa parte.
- Vale, ¿algún consejo más?
- No, la verdad es que no, pero hablar de esto…no sé, ahora me incomoda un poco- el escritor se acerca a ella y le acaricia la pierna por debajo de la falda. Ella se deja hacer, por un momento se ha sentido parte de una de sus novelas de corridas en la cara y sexo anal. Cuando llega a la tela del tanga se miran fijamente. Esto ha ocurrido en no pocas ocasiones, son como les gusta decir, amigos con derecho a roce. Se besan y ella le susurra al oído ¿y si te corrieras en mi cara?