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DOS POR UNO





Es como sale mejor, no lo dude, llévese los dos, están en muy buen estado. Éste tiene procesador de imagen en 10 milésimas de segundo, sistema de actualización constante, editor de contenidos, sensor de amenazas y codificador de señales para archivos de audio comprimidos. Éste otro, además lleva detector de mentiras, interruptor de decepciones y tecla multifunción, es más pequeño, pero más preciso, si cabe.

¿Se los envuelvo para regalo?

¡Ah! ¡que uno es para usted!, quédese con el pequeño, hágame caso.

¿Se lo lleva puesto? pues pase un momento que enseguida le implantan  el cerebro femenino.

RÉQUIEM



Doblaban las campanas cuando llegué a la aldea. No había vuelto desde que era niño, pero seguía oliendo a hierba recién cortada como entonces. Fui a casa de los abuelos, cerrada a cal y canto desde que murió la última de mis tías y pegué la frente a los cristales de la ventana. Allí estaba yo jugando al escondite con mis primos y recibiendo collejas del abuelo porque no le dejábamos dormir la siesta. Me fui con la nostalgia prendida en la solapa hasta la cuadra de Antón, donde tantas veces había ayudado a nacer a los terneros y cabritillos y en su lugar encontré un montón de piedras caídas con la última nevada. Bajando la cuesta se acercaba mi amor de juventud, Dorita, que pasó de largo sin dirigirme ni una palabra ni una mirada. Aún conserva esa belleza serena que me cautivó hace 50 años. La sigo camino de la iglesia, siento curiosidad de saber por quién es la misa funeral. Alrededor del féretro lloran mis cuatro hijos y allí a lo lejos se acercan mis padres, los abuelos y delante, Mariela, mi difunta esposa, que me toma de la mano, sonríe y dice: «Ven, te estábamos esperando» 

CULEX PIPIENS




A punto de alcanzar la cumbre, un molesto y persistente zumbido alrededor de su oído, le despertó. Inició la persecución por la habitación, saltando por encima de su mujer, que roncaba como un sochantre y no pudo darle caza. Apoyó la cabeza en la almohada y enganchó de nuevo el mismo sueño pero el zumbido volvió y decidió poner fin a su pesadilla sin salir de ella. Lo atrapó, lo aplastó una y otra vez hasta que se cercioró de que no podría picarle más. Cuando despertó, la cama estaba revuelta, llena de sangre y ella ya no respiraba.


Este micro participó en el III Certamen de Microrrelato Realidad Ilusoria, y quedó entre los veinte preseleccionados. El oro se lo llevó Elisa de Armas; la plata, Gabriel Bevilaqua y el bronce, Rafael Olivares. 
¡Enhorabuena a los ganadores! 


VACACIONES EN FAMILIA




En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse, se dijeron mirándose el uno al otro en el asiento de atrás. Lo habían planificado todo al milímetro: el colegio bilingüe, las clases de piano y de ballet, los veranos en los campamentos de equitación y la carrera de Derecho en Harvard. No había sitio para el error ni para un tipo entrado en años, lleno de tatuajes y piercings, sin oficio ni beneficio que se había cruzado en su camino. Entre bache y bache le oyeron decir: «Chati, ya verás que bien se lo pasan tus viejos en el camping»

Primer intento del año para Relatos en Cadena, fallido, of course.

AUSENCIA


Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado que se toman en el parque, en el mismo banco donde mamá les contaba cuentos. Se mirarán una a la otra buscando una lágrima traidora y recordarán los trabalenguas que hacían con ella. Cuando caiga la noche volverán a casa, papá tendrá la cena preparada y algún chiste malo para que se rían. Les dirá que de mañana no pasa visitar al oculista a ver porqué tiene los ojos tan rojos y mientras tanto, un día más, la casa se les caerá encima.

CON LA VENIA, SEÑORÍA






Con la venia, Señoría

Me confieso agnóstico aunque reconozco que en los momentos difíciles suelo apelar al Altísimo para que la tierra no se hunda bajo mis pies, como aquella vez en que me enfrenté a la expulsión de la carrera judicial por capitanear un movimiento radical entre los jueces, o cuando un imputado por evasión de capitales me propinó un sonoro tortazo en las escaleras del Juzgado ante las cámaras de televisión. Conseguí salir airoso de éstas y de otras muchas, pero cuando miraba hacia arriba pidiendo ayuda para dictar una sentencia justa, nunca encontraba respuesta. Ya no me siento capaz de seguir juzgando lo qué está bien y lo qué está mal, dejo las puñetas por convicción pero sigo vistiendo la toga por vocación, solo que ahora, en vez de dar la palabra, debo pedir permiso para tenerla.

(Con este relato he participado en el Concurso de Abogados del mes de junio, con cinco palabras obligadas: radical, sonoro, carrera, expulsión y apelar. No hubo suerte)

GENETICA



Y las azules, las del abuelo. Siempre le cautivaron esas estrellas, será porque aparentan menos edad y a él le chiflaban las jovencitas, y si no que se lo pregunten a la abuela, que se ponía negra cada vez que se giraba para no perder de vista un escote o una minifalda. La última vez que se quedó prendado de unas piernas bonitas decidió ir tras ellas y luego no encontró el camino de vuelta. Dicen que se quedó atrapado allí arriba, montado en una estrella y seduciendo a otra. Sigue mirando, hijo, a ver si lo ves mientras yo voy a por tabaco.   

(Uno de los últimos intentos de la temporada para ReC, esta vez tampoco pudo ser ¡que le vamos a hacer!)

GRANDES REMEDIOS



Ya no podíamos contar con él, hacía lo que quería, se ponía en rojo para dar paso a la enfermera de ojos de gata y en verde para el celador forzudo que se las veía y se las deseaba para cruzar el patio. Cuando pasaba el cocinero cambiaba bruscamente de color e invitaba a los internos a proseguir la marcha arrollándolo. Intentamos asignarle otro cometido como el de papelera o autobús, pero no había manera, él quería seguir siendo semáforo. Tras largas horas de negociación, el director lo ha desenchufado y ha decidido convertir el patio en zona peatonal.    

METAMORFOSIS



Seguía atrapado allí dentro, en la cueva de los duendes. Ya olía a tierra mojada como ellos, y le empezaban a picar las orejas, tal vez porque se estaban volviendo tan puntiagudas como las de los pequeños hombrecitos que se habían empeñado en convertirle en árbol. No quería mirarse para no ver esas pequeñas raíces que le asomaban por las plantas de los pies y quería creer que las hojas que le brotaban por los codos eran fruto de alguna alergia. Cuando se emocionó ante la sonrisa y aleteo de un hada y sus ojos derramaron savia ya no hubo duda.

(Nuevo intento fallido de ReC con la frase de inicio "Seguía atrapado allí dentro". Seguiremos intentándolo)

LA OFICINA



No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde: el jefe, que se pasa el día al teléfono, hoy no ha descolgado el auricular y sigue hablando, como si tal cosa, con el hombro pegado a la oreja. El contable dice ser un balance de pérdidas y ganancias y vagabundea por los pasillos llamando al arrepentimiento y anunciando que el fin está cerca. La secretaria no le va a la zaga y se excusa con el ficus porque el director está reunido y no va a poder atenderle. Y es que recuperar el ritmo tras el fin de semana... cuesta.

(Un intento más para ReC, cada vez más difícil, con unos maestros de la talla de la Portabales y el Dorrego, veo que esta edición no cuelo ni uno de canto)

ReC INTENTO PERO NO HAY MANERA



Matón

Sin saber por qué, le di un puñetazo, y otro, y otro más hasta que se desplomó como un saco de patatas. Después, con la excusa de llevar flores a la tumba de mi madre, me hice el encontradizo con su familia en el cementerio y me sobrecogí y lloré como el que más. Ya han pasado quince días y todo está tranquilo, la policía no ha preguntado nada, así que de la semana que viene no pasa que me encargue de López, otro de la clase al que le tengo ganas.



Propósito de enmienda


Sin saber por qué, le di un puñetazo. Tampoco supe por qué empujé a la ancianita a las vías justo cuando llegaba el tren, ni lo que me impulsó a tirar piedras desde el puente a los parabrisas de esos coches cuando circulaban por debajo. Vale que me reí a carcajadas cuando se ahogó el comisario con una aceituna, pero en el fondo, soy buena gente, Señoría, y estoy arrepentido de todo, se lo juro dije sin perder de vista el cristal de la ventana que el juez tenía detrás y que mi gente tenía que hacer estallar en mil pedazos. Ya estaban tardando.

(Empiezo el año con dos relatos, pero nada, no hay manera, que no suena la flauta, seguiremos intentándolo por si acaso)

LA MAQUINA DEL TIEMPO



Éste se va a enterar de lo que vale un peine, y de paso, de que la tierra es redonda; que no hace falta que sea de día para que tengas luz, y que con esto que llaman aspirina te libras del dolor de cabeza. Ya verás qué cara se le queda cuando le diga que puede volar como si fuera un pájaro y comunicarse, sin necesidad de gritar, con gente que está muy lejos...eso si consigo convencerle de que mi carne, ni rustida es tan sabrosa como la de mamut.

(Nuevo intento fallido de ReC, a ver si con el año nuevo me viene una nueva inspiración o/y más suerte, que también me vendría bien)

FAMILIA MODERNA




En realidad esto del amor no tenía ninguna lógica, los dos lo sabíamos, tú desde que Elsa te besó en los labios y te gustó, y yo desde que Enrique me miró y se me llenó el estómago de burbujas y mariposas. No quisimos verlo, pero esto no hay quien lo pare, a ti se te siguen yendo los ojos detrás de cada escote que te encuentras y yo sigo perdiendo el sentido por los cuerpos musculosos y tatuados. No te preocupes por los niños, en un pispás verán normal eso de hablar de la mujer de su madre y el marido de su padre.

                (Otra semana más de sequía, ay, qué penita, madre, qué penita)

ACOSO



Pero ya nada sería igual en el cole sin ti. No volveríamos a compartir las bolsas de chuches, ni el cine, los sábados por la tarde. Se acabarían las risas y las burlas a Don Amancio y a sus muletillas y se esfumarían tus sueños de llegar a ser un famoso cantante de rock. No les hagas caso, la banda del móvil tiene los días contados, el director pronto tomará medidas, ya verás, te dejarán en paz. Hace frío aquí arriba y se está haciendo de noche, vámonos a casa— dije.

Entonces dio un paso al frente y se precipitó al vacío.

(Intento sin éxito de Relatos en Cadena, cada día está más difícil.)


LA ÚLTIMA VEZ



Esperó hasta dormirse y soñó con otra navidad en la que los camellos no llevaran las alforjas cargadas de miseria; los reyes del polvo blanco cayeran fulminados por la estrella que les guió y el portal de Belén fuera el cobijo de sus deseos y no la antesala de gritos y discusiones. Una patada en el costado le sacó del sueño. Se hizo el firme propósito de que nunca más actuaría de mula. Algo se rompió dentro cuando recibió el segundo golpe. Cerró los ojos al tiempo que un hilo de sangre empezaba a asomar por la nariz.    

Este fue el intento (fallido) para Relatos en Cadena, con la frase de inicio: Esperó hasta dormirse y soñó con otra navidad.

EL TIRAMISÚ



Deberías airearte un poco, estás pálido. Te lo tengo dicho, a las horas a las que llegas a casa solo andan por la calle los murciélagos y los borrachos, ¿he dicho borrachos? perdón, pero el que se pica... Oye, se te están poniendo los labios blancos, quería decir que a esas horas solo andan sueltas las busconas, por cierto, ¿qué tal sigue esa secretaria tuya tan exuberante? Estás sudando, toma otro poquito más de tiramisú, lo he hecho especialmente para ti ¿a que está rico? Venga, acábatelo que está de muerte.



EL HOMBRE PÁJARO






Como un bigote a lo antiguo debajo de la nariz, imitando a mi padre ¿recuerdas? Hasta que no me hacías reír no parabas. Luego escapabas saltando de rama en rama, burlándote de su escopeta de perdigones. Siempre supe que fuiste tú quien dirigió la bandada de palomas que arruinaron su traje en la boda, nunca le perdonaste que no te quisiera como yerno. Tenía sus razones, no ha sido fácil crear una familia contigo, ni que nuestros hijos volaran tan pronto y menos aún que suelas volver a casa con un ala rota y el pico partido por merodear en nidos ajenos, o en coma, como ahora.  


Tras un período de parón, vuelvo al ataque. Nueva temporada de Relatos en Cadena, a ver si en esta edición suena la flauta y consigo meter algún relato en la final.  

LA VIDA SECRETA DE LOS LIBROS





Tuve un abuelo que leía, un tío que recitaba sonetos a la estatua del parque y un padre que escribía nanorrelatos en las paredes. Así crecí, entre letras, versos e historias. Mi madre, que solo leía entre líneas, me mandó a trabajar a la librería de Don Esteban, porque en casa había mucho bohemio y poco dinero, y allí aprendí lo que nunca me enseñarían en la escuela: que los libros nuevos poseen el eco de una casa sin estrenar —hasta que no se vive en ella no se convierte en hogar—, y que los libros viejos huelen a vainilla y humedad y llevan impresa, con tinta invisible pero indeleble, la huella de las manos por las que han pasado. Me alimenté de poemas de amor, novelas de ficción y aventuras y fui adentrándome cada vez más en las historias que leía hasta que un día me colé en una de ellas, convirtiéndome en uno de sus protagonistas y aquí estoy, huyendo del ejército enemigo, padeciendo todo tipo de vicisitudes y deseando llegar a la página 321 donde me espera la dulce Susan, a la que amaré con pasión. No está previsto qué pasará cuando llegue a la página final.


ASAMBLEA DE MUJERES




Luego, si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su pantalón, pero siguen llevando la camisa mal abotonada; se dejan al niño olvidado junto al carro del hipermercado; y el peligro se dispara en sus ojos cuando les preguntamos:¿Qué tal estoy?- y buscan una señal que les revele si nos hemos cambiado el color del pelo o comprado un nuevo modelito. Así son ellos, los humanos y lo que tenemos que decidir, compañeras, es si nos los quedamos o los sustituimos por androides, que no fallan nunca. El caso es que da pena ¿verdad?, son tan disparatadamente tiernos...



LA VERJA



Se lo había visto hacer muchas veces a las gallinas; si ellas podían, él también. Ellas se alimentaban de los restos que encontraban por el suelo; él jugaba con ventaja, podía también rebuscar en los contenedores de basura. Lo que dejaba atrás no merecía ni el recuerdo, lo que tenía por delante olía a oportunidad.

Encaramado en tierra de nadie. Encañonado por los que le retenían y por los que no le recibían. Agarrado a la verja como una gallina a las rejillas del gallinero, sus dedos ya no responden al últimatum que recibe desde abajo, ni a los impactos que dejan hilos de sangre, como el que cuelga de la comisura de sus labios. Un cuerpo inerte no conoce de fronteras.