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OS INVITO A PALABREAR

Anónima

Desde primera hora de la mañana me rondaba una molestia en las sienes que según avanzaba el día se iba convirtiendo en un descomunal dolor de cabeza. En cuanto he aterrizado en casa he buscado el remedio a mis males, que no ha pasado por tomarme una aspirina, no, sino por descargar y liberar mi pobre azotea de todo lo que lleva dentro. Me he puesto a aporrear el teclado hasta que la pantalla ha quedado repleta de palabras y los efectos liberadores sobre mi dolor de cabeza no se han hecho esperar.

Ya se que puede parecer increíble, pero es así, algunos pensareis que puede ser un efecto placebo, pues puede ser, y ¿que más da? ¿el objetivo no es liberarse del dolor de cabeza? El cómo, pues, no importa.

Confio tanto en los efectos curativos de la palabra que invito a menudo a mis fieles lectores a que se atrevan a mandarme sus palabras, que yo estaría encantada de hacerles un espacio estelar en el blog, o por lo menos yo creía haber cursado reiteradamente la invitación, porque ayer, Angel, mi más feroz crítico y el más díscolo e indómito comentarista de este espacio, me hizo saber ante una cerveza caliente y una música ensordecedora que no se había sentido invitado, o por lo menos eso entendí yo, entre tanto ruido y tanto humo nublando los sentidos.

Para que no quede ninguna duda, os invito formalmente a todos los que os asomáis habitualmente a esta página a que “palabreeis” ¡atreveros! aun a riesgo de ser tomados por locos ¿qué más da? Me mandáis vuestros textos por correo electrónico y yo los coloco en el blog. Eso si, Ángel, vaya por delante que no te voy a aceptar que me escribas ningún capitulo de la novela, y no me apeles a la libertad de expresión y demás monsergas, que no cuela.

"Me gusta decir. Diré mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tocables, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real no tiene para mí interés de ninguna especie -ni siquiera material o de ensueño, se me ha transmutado el deseo hacia aquello que crea en mí ritmos verbales, o los escucha de otros. Me estremezco si dicen bien".
Fernando Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares

NOS DEJA SU PALABRA



“En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser”.


“La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo”.


«Al contrario de lo que suele decirse, el futuro ya está escrito, aunque nosotros no sepamos cómo leer la página, dijo caín mientras se preguntaba de dónde habría sacado la revolucionaria idea, Y qué piensas del hecho de haber sido elegido para vivir esa experiencia, No sé si fui elegido, pero algo sé, algo sí he aprendido, Qué, Que nuestro dios, el creador del cielo y de la tierra, está rematadamente loco, Cómo te atreves a decir que el señor dios está loco, Porque sólo un loco sin conciencia de sus actos admitiría ser el culpable directo de la
muerte de cientos de miles de personas y se comportaría luego como si nada hubiese sucedido, salvo que, y pudiera ser, no se tratara de locura, la involuntaria, la auténtica, sino de pura y simple maldad.»
Cain


Mis cuestionamientos aun no tienen respuesta, sin embargo pienso que la gente al no ver autoridad, se siente con la libertad de hacer lo que sea, hasta de violar los derechos de otros, esa es la diferencia entre libertad y libertinaje, pienso que en nuestros días es muy difícil permitir una sociedad meramente libre, ya que la sociedad debe tener algunas limitaciones que regulen su conducta, no me refiero a privar a todo individuo de su libertad, sino regular esta de la misma manera que la de todos, pienso que ese fue el principio de las normas, que es algo sumamente importante para la estabilidad de una sociedad " Ensayo sobre la ceguera

Ahora sois una ciudad sin ley. No tendréis un gobierno para imponer lo que debéis y no debéis hacer, cómo debéis y no debéis comportaros, las calles serán vuestras, os pertenecen, usadla como os apetezca, ninguna autoridad aparecerá cortando el paso y dando el buen consejo, pero tampoco, atended bien lo que os digo, ninguna autoridad os protegerá de ladrones, violadores y asesinos, ésa será vuestra libertad, disfrutadla. Tal vez penséis, ilusoriamente, que, entregados a vuestro albedrío y a vuestros libres caprichos, seréis capaces de organizaros mejor y mejor defender vuestras vidas de los que a su favor hicieron los métodos antiguos y las antiguas leyes. Terrible equívoco el vuestro. Más pronto que tarde os veréis obligados a nombrar jefes que os gobiernen, si es que no son ellos quienes irrumpan bestialmente del inevitable caos en que acabaréis cayendo, y os impongan su ley. Entonces os daréis cuenta de la trágica dimensión de vuestro engaño.. Ensayo sobre la lucidez

IN MEMORIAM


Hoy se ha ido uno de los grandes, un hombre sencillo y sobrio como la tierra que le vio nacer. Uno de mis preferidos, no lo voy a negar, a él le debo en gran parte mi afición por la lectura, gracias a sus novelas descubrí el fantástico universo que se encierra en cada libro.

Los grandes nunca mueren porque nos dejan su palabra y cada una de ellas está impregnada de eternidad.


Descanse en paz, maestro.


" En la vida has ido conociendo algunas cosas pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime y entonces es cuando buscas apresuradamente un remedio para poder arrastrar con dignidad el futuro. Ahora no tendré a nadie a mano cuando me asalte el miedo.”

(Mujer de rojo sobre fondo gris)



" Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la cuidad comenzaban a acusar la ofensiva de la estación. Por las calles había hojas amarillas que el viento, a ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad. Tengo impresos en m cerebro los menores detalles de aquella mi primera experiencia viajera.”

(La sombra del ciprés es alargada)



“La jubilación, dice un amigo de don Eloy, es como la hoja roja del librillo de papel de fumar, que te avisa de que estás llegando al final, en este caso al final de la vida.”

(La hoja roja)

"Es expresivo y cambiante el lenguaje de las campanas; su vibración es capaz de acentos hondos y graves y livianos y agudos y sombríos. Nunca las campanas dicen lo mismo. Y nunca lo que dicen lo dicen de la misma manera.”

(El camino)

Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado
los campesinos de tanto mirarlo"


PALABRAS CON CORAZON

Foto: Annais

No he podido resistirme a colgar en este espacio las palabras con corazón que nos dejó Mario Benedetti en

DESDE LOS AFECTOS
Mario Benedetti (Uruguay, 1920)



Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno tiene que buscarlo y dárselo...
Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida...
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

IN MEMORIAM



Siempre que muere un poeta derramo una lágrima por la palabra que se fue.

Siempre que muere un poeta pierdo para siempre la oportunidad de seguir emocionándome con su alma retratada en un papel.

Siempre que muere un poeta, se marchitan los versos que no escribió.

Siempre que muere un poeta , muere la magia de transformar la esencia en elemento

Siempre que muere un poeta, derramo una lágrima por la palabra que se llevó.




NOS QUEDA LA PALABRA

De forma totalmente casual, como todo lo que ocurre en la vida, llegó a mis manos el discurso que el escritor americano, Paul Auster, pronunció en la entrega del Premio Principe de Asturias de las Letras 2006 y me ha gustado tanto que no puedo por menos que compartirlo con vosotros.


No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe…, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.
Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin duda un impulso humano fundamental. Pero ¿con qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte, y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el estómago de un niño hambriento. Un libro nunca ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?
En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica y disciplina que se necesitan para ser un consumado pianista o bailarín. Todo ese trabajo y sufrimiento, los sacrificios realizados para lograr algo que es total y absolutamente… inútil.
La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar? Los cuentos de hadas suelen ser crueles y violentos, describen decapitaciones, canibalismo, transformaciones grotescas y encantamientos maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño experimenta a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito con sus propios miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente a salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos.
Nos hacemos mayores, pero no cambiamos. Nos volvemos más refinados, pero en el fondo seguimos siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que esperan ansiosamente que les cuenten otra historia, y la siguiente, y otra más. Durante años, en todos los países del mundo occidental, se han publicado numerosos artículos que lamentan el hecho de que se leen cada vez menos libros, de que hemos entrado en lo que algunos llaman la “era posliteraria”. Puede que sea cierto, pero de todos modos no ha disminuido por eso la universal avidez por el relato. Al fin y al cabo, la novela no es el único venero de historias. El cine, la televisión y hasta los tebeos producen obras de ficción en cantidades industriales, y el público continúa tragándoselas con gran pasión. Ello se debe a la necesidad de historias que tiene el ser humano. Las necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten –en la página impresa o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible imaginar la vida sin ellas.
De todos modos, en lo que respecta al estado de la novela, al futuro de la novela, me siento bastante optimista. Hablar de cantidad no sirve de nada cuando nos referimos a los libros; porque no hay más que un lector, sólo un lector en todas y cada una de las veces. Lo que explica el particular influjo de la novela, y por qué, en mi opinión, nunca desaparecerá como forma literaria. La novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector, y constituye el único lugar del mundo donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento.

Nunca he querido trabajar en otra cosa.

Paul Auster Premio Principe de Asturias de las Letras 2006.