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Una boda en Caná Jn 2,1-11 (TOC2-25)
“La alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo” (Is 62,5). El pueblo hebreo en Babilonia ya ha retornado a su tierra después del largo exilio padecido en Babilonia.
Es importante esta promesa dirigida a Jerusalén, que ya ha sido reconstruida después del exilio. La alianza de Dios con su pueblo se entiende como una entrega esponsal. La imagen del amor matrimonial refleja las relaciones de Dios con la Ciudad Santa.
Ante la maravilla de ese amor divino, el salmo responsorial nos invita a proclamar que “el Señor es rey y gobierna a los pueblos rectamente” (Sal 95,10).
En la segunda lectura se escucha el discurso de san Pablo sobre la abundancia y la diversidad de los carismas con los que Dios enriquece a su pueblo (1 Cor 12,4-11).
LA GLORIA Y EL SERVICIO
La imagen del amor matrimonial refleja también las relaciones de Jesucristo con la nueva comunidad. De hecho, el evangelio de Juan evoca la presencia de Jesús en una boda celebrada en Caná de Galilea (Jn 2,1-11). En el relato se subrayan al menos estos puntos:
• Esta fiesta tiene lugar “a los tres días” del encuentro de Jesús con Natanael. Esa alusión al tercer día, recuerda la manifestación de la gloria de Dios en el Sinaí (Éx 19,16) y preanuncia la manifestación de Dios en la resurrección de Cristo. Con este primer “signo”, Jesús manifiesta su gloria ante sus discípulos, que están comenzando a creer en él.
• En la boda celebrada en Caná Jesús convierte el agua en vino. Las tinajas contienen el agua necesaria para las purificaciones de los judíos. Así que el vino de la nueva alianza presupone el agua de la fe de Israel.
• Por otra parte, en el relato de esta boda se subraya también la imprescindible ayuda de los servidores que llenan las tinajas hasta el borde. Los “signos” de Jesús cuentan siempre con la colaboración de los más humildes y sencillos.
ATENCIÓN Y OBEDIENCIA
Finalmente, no se puede olvidar la presencia de María. Junto a ella descubrieron a Jesús los pastores y los magos. Las dos frases que le atribuye el evangelio de Juan nos dicen que por ella también nosotros podemos descubrir la presencia y la gloria de Jesús.
• “No les queda vino”. Esta primera frase va a dirigida a Jesús. María presta atención a las necesidades de los demás. En ella se puede ver reflejada la Iglesia. La comunidad cristiana ha de estar atenta a las dificultades de una humanidad, que parece haber perdido las razones para vivir y las razones para esperar.
• “Haced lo que él os diga”. La segunda frase se dirige a los sirvientes. Es cierto que del Señor vienen los dones de la alegría y la esperanza. Pero él ha querido necesitar nuestra colaboración. Todos hemos de mantener el corazón abierto para obedecer al Señor y dar testimonio de su gracia y de su presencia.
Llenar la religión de alegría y vida Jn 2,1-11 (TOB2-25)
1. El evangelio de hoy nos propone el relato de las bodas de Caná como el primer signo que Jesús hace en este evangelio y que preanuncia todo aquello que Jesús realizará en su existencia. Podríamos comenzar por una descripción casi bucólica de una fiesta de bodas, en un pueblo, en el ámbito de la cultura hebrea oriental. Así lo harán muchos predicadores y tienen todo el derecho a ello. Pero el evangelio de Juan no se presta a las descripciones bucólicas o barrocas. Este es un relato extraño que habla de unas bodas y no se ocupa, a penas, de los novios. La novia ni se menciona. El novio solamente al final para reprocharle el maestresala que haya guardado el vino bueno. La “madre y su hijo” son los verdaderos protagonistas. Ellos parecen, en verdad, “los novios” de este acontecimiento. Pero la madre no tiene nombre. Quizás la discusión exegética se ha centrado mucho en las palabras de Jesús a su madre. “¿qué entre tú y yo”? o, más comúnmente. “¿qué nos va ti y a mi”? Y el famoso “aún no ha llegado mi hora”. Cobra mucha importancia el “vino” que se menciona hasta cinco veces, ya que el vino tiene un significa mesiánico. Y, además, esto no se entiende como un milagro, sino como un “signo” (semeion), el primero de los seis que se han de narrar en el evangelio de Juan.
2. La fuerza del mensaje del evangelio de este domingo es: Jesús, la palabra de vida en el evangelio joánico, cambia el agua que debía servir para la purificación de los judíos -y esto es muy significativo en el episodio-, según los ritos de su religión ancestral, en un vino de una calidad proverbial. El relato tiene unas connotaciones muy particulares, en el lenguaje de los símbolos, de la narratología y de la teología que debemos inferir con decisión. El “tercer día” da que pensar, pues consideramos que es una expresión más teológica que narrativa. El tercer día es el de la pascua cristiana, la resurrección después de la muerte. No es, pues, un dato estético sino muy significativo. También hay una expresión al tercer día en el Sinaí (Ex 19,11) cuando se anuncia que descendería Yahvé, la gloria de Dios.
3. La teología del evangelio de Juan quiere poner de manifiesto, a la vez, varias cosas que solamente pueden ser comprendidas bajo el lenguaje no explícito de los signos. Jesús y su madre llegan por caminos distintos a estas bodas; falta vino en unas bodas, lo que es inaudito en una celebración de este tipo, porque desprestigia al novio; la madre (no se nos dice su nombre en todo en relato, ni en todo el evangelio) y Jesús mantienen un diálogo decisivo, cuando solamente son unos invitados; incluso las tinajas para la purificación (eran seis y no siete) estaban vacías. Son muchos vacíos, muchas carencias y sin sentidos los de esta celebración de bodas. El “milagro” se hace presente de una forma sencilla: primero por un diálogo entre la madre y Jesús; después por la “palabra” de Jesús que ordena “llenar” las tinajas de unos cuarenta litros cada una.
4. María actúa, más que como madre, como persona atenta a una boda que representa la religión judía, en la que ella se había educado y había educado a Jesús. No es insignificante que sea la madre quien sepa que les falta vino. No es una boda real, ni un milagro “fehaciente” lo que aquí se nos propone considerar primeramente: es una llamada al vacío de una religión que ha perdido el vino de la vida. Cuando una religión solamente sirve como rito repetitivo y no como creadora de vida, pierde su gloria y su ser. Jesús, pues, ante el ruego de las personas fieles, como su madre, que se percatan del vacío existente, adelanta su hora, su momento decisivo, para tratar de ofrecer vida a quien la busca de verdad. Su gloria no radica en un milagro exótico, sino en salvar y ofrecer vida donde puede reinar el vacío y la muerte. Esa será su causa, su hora y la razón de su muerte al final de su existencia, tal como interpreta el evangelio de Juan la vida de Jesús de Nazaret. De una religión nueva surgirá una comunidad nueva.
5. Podríamos tratar de hacer una lectura mariológica de este relato, como muchos lo han hecho y lo seguirán haciendo. El hecho mismo de que este relato se haya puesto como el segundo de los “misterios de luz” del Rosario de Juan Pablo II es un indicio que impulsa a ello. Pero no debemos exagerar estos aspectos mariológicos que en el evangelio de San Juan no se prodigan, aunque contemos con la escena a los pies de la cruz (Jn 19,26-27) que se ha interpretado en la clave de la maternidad espiritual de María sobre la Iglesia. Nuestro relato es cristológico, porque nos muestra que los “discípulos creyeron en él”. Eso quiere decir que la mariología del relato (el papel de María en las bodas de Caná) debe estar muy bien integrada en la cristología. María en el evangelio de Juan puede muy bien representar a una nueva comunidad que sigue a Jesús (como el discípulos amado) y que ve la bodas de esos novios que se quedan sin vino como una lectura crítica de un “judaísmo” al que combaten “los autores” del evangelio de Juan. De ahí que la respuesta de Jesús a su madre en el relato, si lo hacemos con la traducción más común: “¿qué nos va a ti y a mí?”, puede tener todo su sentido si el evangelista quiere marcar diferencias con un judaísmo que se está agotando como religión, porque ha perdido su horizonte mesiánico. Y unas preguntas finales: ¿y a nuestra religión qué le está sucediendo? ¿es profética; trasmite vida y alegría?.
El segundo nacimiento Lc 3,15-16;21-22
“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados“ (Is 40,1-2). En la segunda parte del libro de Isaías se proclama que ha terminado la deportación del pueblo hebreo en Babilonia. Llega el tiempo del consuelo y de la redención. La hora de volver a Jerusalén.
En ese contexto, una voz invita a preparar en el desierto un camino al Señor. Esas palabras son evocadas por los evangelios al presentar la misión de Juan Bautista.
En el salmo responsorial se alaba a Dios por la maravilla de su creación (Sal 103). Es una invitación a contemplar y agradecer la belleza de este mundo.
En la segunda lectura, san Pablo dice a su discípulo Tito que Dios nos ha salvado con el baño del segundo nacimiento (Tit 3,4-7). Hoy es un día para recordar esa revelación.
EL ESPÍRITU Y EL FUEGO
Según el evangelio de Lucas, el pueblo estaba en expectación y muchos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías que esperaban (Lc 3,15-16.21-22). Pero Juan había llegado al Jordán con una misión muy concreta. Basta escuchar sus declaraciones.
• “Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo”. Juan se sabía enviado a purificar a su pueblo, en la espera del gran advenimiento. Él venía a anunciar la llegada de alguien que había de hacer visible la misericordia y el poder de Dios.
• “Yo no merezco desatarle la correa de sus sandalias”. Juan no osaba compararse con el Mesías que estaba a punto de aparecer entre su pueblo. Él estaba convencido de que todos los merecimientos humanos son el fruto de la gracia de Dios.
• “Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego”. El Mesías que Juan anunciaba vendría a purificar a su pueblo por medio del Espíritu de Dios. Era fácil comprender que las imágenes del viento y del fuego manifestaban la necesidad de limpiar el corazón.
EL HIJO AMADO POR DIOS
Juan Bautista se consideraba inferior a los esclavos de su tiempo. De hecho, el evangelio de Lucas no dice que Jesús fuera bautizado por Juan: “En un bautismo general, Jesús también se bautizó”. Como se ve, el precursor desaparece de la escena.
El evangelio de Lucas, recuerda varias veces la oración de Jesús. En ese ambiente se sitúa su bautismo: “Mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo, el amado, el predilecto”.
• “Tú eres mi hijo”. La fe cristiana nos lleva a recordar la verdad que ya se anunciaba en las palabras del salmo: “Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy” (Sal 2,7). Como Jesús, también nosotros reconocemos e invocamos a Dios como nuestro Padre.
• “El amado”. En el libro del Génesis se lee la orden que Dios dirigió a Abraham: “Toma a tu hijo único, Isaac, al que amas…y ofrécelo en holocausto” (Gén 22,2). Como Isaac, también Jesús descubre en su bautismo un camino que lo llevaría al sacrificio.
• “El predilecto”. En el primer poema del Siervo del Señor, Dios lo llama “mi elegido en quien se complace mi alma” (Is 42,1). Jesús es el predilecto de Dios. Esa predilección de Dios sustenta la confianza de Jesús en su Padre y sostiene también la nuestra.
Bautismo: ponerse en las manos de Dios Lc 3,15-16;21-22
1. La escena del Bautismo de Jesús, en los relatos evangélicos, viene a romper el silencio de Nazaret de varios años (se puede calcular en unos treinta). El silencio de Nazaret, sin embargo, es un silencio que se hace palabra, palabra profética y llena de vida, que nos llega en plenitud como anuncio de gracia y liberación. El Bautismo de Jesús se enmarca en el movimiento de Juan el Bautista que llamaba a su pueblo al Jordán (el río por el que el pueblo del Éxodo entró en la Tierra prometida) para comenzar, por la penitencia y el perdón de los pecados, una era nueva donde fuera posible volver a tener conciencia e identidad de pueblo de Dios. Jesús quiso participar en ese movimiento por solidaridad con la humanidad. Es verdad que los relatos evangélicos van a tener mucho cuidado de mostrar que ese acto del Bautismo va a servir para que se rompa el silencio de Nazaret y todo el pueblo pueda escuchar que él no es un pecador más que viene a hacer penitencia; Es el Hijo Eterno de Dios, que como hombre, pretende imprimir un rumbo nuevo en una era nueva. Pero no es la penitencia y los símbolos viejos los que cambian el horizonte de la historia y de la humanidad, sino el que dejemos que Dios sea verdaderamente el “señor” de nuestra vida.
2. Es eso lo que se quiere significar en esta escena del Bautismo del evangelio de Lucas, donde el Espíritu de Dios se promete a todos los que escuchan. Juan el Bautista tiene que deshacer falsas esperanzas del pueblo que le sigue. El no es el Mesías, sino el precursor del que trae un bautismo en el Espíritu: una presencia nueva de Dios. Lucas es el evangelista que cuida con más esmero los detalles de la humanidad de Jesús en este relato del bautismo en el Jordán, precisamente porque es el evangelista que ha sabido describir mejor que nadie todo aquello que se refiere a la Encarnación y a la Navidad. No se duda en absoluto de la historicidad del bautismo de Jesús por parte de Juan, pero también es verdad que esto, salvo el valor histórico, no le trae nada a Jesús, porque es un bautismo de penitencia.
3. Jesús sale del agua y “hace oración”. En la Biblia, la oración es el modo de comunicación verdadera con Dios. Jesús, que es el Hijo de Dios, y así se va a revelar inmediatamente, hace oración como hombre, porque es la forma de expresar su necesidad humana y su solidaridad con los que le rodean. No se distancia de los pecadores, ni de los que tensan su vida en la búsqueda de la verdadera felicidad. Por eso mismo, a pesar de que se ha dicho muy frecuentemente que el bautismo es la manifestación de la divinidad de Jesús, en realidad, en todo su conjunto, es la manifestación de la verdadera humanidad del Hijo de Dios. Diríamos que para Lucas, con una segunda intención, el verdadero bautismo de Jesús no es el de Juan, donde no hay diálogo ni nada. Incluso el acto de “sumergirse” como acción penitencial en el agua del Jordán pasa a segundo término. Es la oración de Jesús la que logra poner esta escena a la altura de la teología cristiana que quiere Lucas.
4. El bautismo de Jesús, en Lucas, tiene unas resonancias más proféticas. Hace oración porque al salir del agua (esto se ha de tener muy en cuenta), y estando en oración, desciende el Espíritu sobre él. Porque es el Espíritu, como a los verdaderos profetas, el que cambia el rumbo de la vida de Jesús, no el bautismo de penitencia de Juan. Lucas no ha necesitado poner el diálogo entre Juan y Jesús, como en Mt 3,13-17, en que se muestra la sorpresa del Bautista. Las cosas ocurren más sencillamente en el texto de Lucas: porque el verdadero bautismo de Jesús es en el Espíritu para ser profeta del Reino de Dios; esta es su llamada, su unción y todo aquello que marca una diferencia con el mundo a superar del AT. Se ha señalado, con razón, y cualquiera lo puede leer en el texto, que la manifestación celeste del Espíritu Santo y la voz que “se oye” no están en relación con el bautismo, que ya ha ocurrido, sino con la plegaria que logra la revelación de la identidad de Jesús. El Hijo de Dios, como los profetas, por haber sido del pueblo y vivir en el pueblo, necesita el Espíritu como “bautismo” para ser profeta del Reino que ha de anunciar.
Dios acampó en nuestra historia Jn 1,1-13
Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios.
1.Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como su le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros... para ser nuestro confidente de Dios.
2. El himno y las sentencias que lo constituyen se relaciona con las especulaciones sapienciales judías. El filósofo judío de la religión, Filón de Alejandría, que vivió en tiempos de Jesús, hizo suyas aquellas reflexiones, pero en vez de sabiduría habló de la Palabra divina, del Logos. En el judaísmo «sabiduría» y «palabra de Dios» significaban prácticamente lo mismo. Sobre este tema desarrolló Filón una serie de profundas ideas. En el himno al Logos de Juan han podido influir otras corrientes conceptuales de aquella época. Fuera como fuere, en el texto joánico la idea del Logos tiene una acuñación cristiana propia, una forma inconfundible ligada a la persona de Jesús. Se interpreta, en efecto, esta persona, mediante los conceptos ya existentes sobre la Palabra de Dios, de una manera no por supuesto absolutamente nueva, pero sí profundizada.
3. El Logos, en griego, la Palabra divina, se ha hecho carne, es nuestra luz. Quizás parece demasiado especulativa la expresión. Pero recorriendo el himno al Verbo, descubrimos toda una reflexión navideña del cuarto evangelio. El Verbo ilumina con su luz. La iniciativa no parte de la perentoria necesidad humana, sino del mismo Dios que contempla la situación en la que se encuentra la humanidad. Suya es la iniciativa, suyo el proyecto. En el Verbo estaba la vida y la vida es la luz de los hombres. Por eso viene a los suyos, que somos nosotros. La especulación deja de ser altisonante para hacerse verdaderamente antropológica, humana. Pone su tienda entre nosotros, el Logos, la Sabiduría, el Hijo, Dios mismo en definitiva. ¿Cómo? No como en el el AT, en la tienda del tabernáculo en el desierto, ni en un “Sancta Sanctorum”, sino en la humanidad misma que era la que verdaderamente necesitaba ser dignificada. El hombre es imagen de Dios, y esa imagen se pierde si la luz no nos llega. Y esa luz es la Palabra, Jesucristo.
¿Vuelven los jóvenes a las iglesias?
Interesante artículo de Ignacio Vidal-Folch (publicado 26 diciembre 2024) a raíz de la publicación de estudios en Europa y América sobre el resurgir de la fe en los jóvenes de la generación Z especialmente. El mismo autor lo aborda de manera similar en su sección en el diario digital The Objective" bajo el título "De vuelta a las iglesias" (enlace aquí)
«Ese regreso responde tanto a una difusa insatisfacción con los valores morales ‘woke’ como al hundimiento de las esperanzas en un porvenir incierto»
Entre los muchos diarios y revistas que consultamos para esta sección de 'Habla el extranjero', ayer, día de Navidad, nos pareció oportuno seleccionar, en la revista más longeva del mundo, la conservadora The Spectator, que se publica ininterrumpidamente desde 1828, un informe de Justin Brierley, sobre el tema al que ha dedicado un libro y un pódcast: Surprising Rebirth Of Belief In God (el sorprendente renacimiento de la fe en Dios). Sintetizamos algunos párrafos de su artículo en The Spectator, La sorprendente verdad sobre el revival cristiano en Occidente:
Entre los muchos diarios y revistas que consultamos para esta sección de 'Habla el extranjero', ayer, día de Navidad, nos pareció oportuno seleccionar, en la revista más longeva del mundo, la conservadora The Spectator, que se publica ininterrumpidamente desde 1828, un informe de Justin Brierley, sobre el tema al que ha dedicado un libro y un pódcast: Surprising Rebirth Of Belief In God (el sorprendente renacimiento de la fe en Dios). Sintetizamos algunos párrafos de su artículo en The Spectator, La sorprendente verdad sobre el revival cristiano en Occidente:
"En cuanto a la asistencia a la iglesia, la Iglesia de Inglaterra ha experimentado un crecimiento por tercer año consecutivo. En 2023, la asistencia semanal aumentó un 4.5%, llegando a 693.000 personas… Aunque las cifras aún están por debajo de los niveles prepandémicos, muestran una tendencia de recuperación".
Entre los muchos diarios y revistas que consultamos para esta sección de 'Habla el extranjero', ayer, día de Navidad, nos pareció oportuno seleccionar, en la revista más longeva del mundo, la conservadora The Spectator, que se publica ininterrumpidamente desde 1828, un informe de Justin Brierley, sobre el tema al que ha dedicado un libro y un pódcast: Surprising Rebirth Of Belief In God (el sorprendente renacimiento de la fe en Dios). Sintetizamos algunos párrafos de su artículo en The Spectator, La sorprendente verdad sobre el revival cristiano en Occidente:
"En cuanto a la asistencia a la iglesia, la Iglesia de Inglaterra ha experimentado un crecimiento por tercer año consecutivo. En 2023, la asistencia semanal aumentó un 4.5%, llegando a 693.000 personas… Aunque las cifras aún están por debajo de los niveles prepandémicos, muestran una tendencia de recuperación".
"En Francia, se observa un aumento sorprendente en las conversiones al catolicismo. Durante la vigilia pascual de 2024, más de 7.000 adultos fueron bautizados, un aumento del 32% respecto al año anterior. Es de destacar que más de un tercio de estos conversos tenían entre 18 y 25 años, lo que sugiere un renovado interés en la fe entre los jóvenes. Estas tendencias indican un posible resurgimiento del interés en la fe cristiana en Europa Occidental.
"Según el último censo del Reino Unido, menos de la mitad de la población se identifica como «cristiana», y la tendencia a la baja en la asistencia a la iglesia anglicana se viene observando desde hace años. Excepto el año pasado. En 2023, el número de fieles de la Iglesia de Inglaterra aumentó un 5%, hasta casi un millón. Es cierto que la asistencia sigue siendo inferior a las cifras anteriores al COVID, pero este repunte pospandémico contrasta notablemente con el incesante declive de los 50 años anteriores".
"Junto al reciente repunte de los católicos en Francia y los anglicanos en el Reino Unido, destaca el crecimiento de la Iglesia Ortodoxa Oriental, especialmente en Estados Unidos. Esta confesión siempre ha sido relativamente pequeña en América, compuesta en gran parte por comunidades de expatriados. Sin embargo, una encuesta reciente del Instituto de Estudios Ortodoxos mostró un aumento del 62% en bautismos y crismaciones (ceremonias donde se da la bienvenida a nuevos miembros a la iglesia) entre 2021-2023 en comparación con los tres años anteriores".
"El sacerdote ortodoxo Andrew Stephen Damick afirma que estas cifras reflejan las innumerables historias que ha escuchado de nuevos conversos que entran en la Iglesia. A la pregunta de si la asombrosa afluencia refleja una nueva estrategia evangelizadora, responde riendo: «La Iglesia Ortodoxa no ha hecho nada para atraer a estas personas». Cita a un colega que insiste: 'No hemos cambiado nada para que esto ocurra. Simplemente está ocurriendo'".
Entonces, ¿de dónde vienen exactamente todos estos nuevos conversos y asistentes? "Mi corazonada es que en Occidente se ha estado gestando durante mucho tiempo una «crisis de sentido». La pérdida de la historia cristiana como relato global ha dado lugar al auge del «individualismo expresivo», un término acuñado por el filósofo Charles Taylor para referirse a la gran variedad de relatos que los individuos eligen ahora para vivir sus vidas".
"Sin embargo, en los últimos años estas historias han chocado cada vez más entre sí en nuestras interminables guerras culturales. Ahora, una generación de millennials y Gen Z (nacidos entre 1997 y 2012), agotada por las exigencias de la constante autoinvención, busca un relato mejor para dar sentido a su vida".
"La Sociedad Bíblica de Inglaterra y Gales ha descubierto indicios que sugieren una nueva «apertura» a la fe entre muchos grupos de población. La proporción de personas no cristianas que se muestran «abiertas» a la espiritualidad y al valor de las Escrituras ha aumentado notablemente en los últimos años. Según Rhiannon McAleer, responsable de investigación de la Sociedad Bíblica, se trata de jóvenes, inteligentes y con éxito, pero que se sienten desilusionados por la cultura materialista que les rodea. Algunos han tomado conciencia de la importancia cultural de la Biblia y recurren cada vez más a la antigua sabiduría de las Escrituras como guía para la vida".
"El aumento de las ventas de la Biblia en 2024 parece corroborar los resultados de la investigación de McAleer. Mientras que el mercado general del libro se mantuvo estable, las ventas de la Biblia aumentaron un sorprendente 22% en Estados Unidos".
"Quizá lo más sorprendente de todo sea el hecho de que la Generación Z, la generación con menos probabilidades de acudir a la iglesia, es, sin embargo, la más receptiva a la espiritualidad. Se les ha bautizado como «la generación abierta». Basta con echar un vistazo a TikTok para ver cómo se expresa a menudo esta apertura. Desde Manifesting a WitchTok, se practican todo tipo de creencias esotéricas sobrenaturales".
"Sin embargo, para una generación que no carga con el bagaje religioso de sus padres y abuelos, existe también una notable apertura al cristianismo".
"Tres cuartas partes de los estudiantes no cristianos afirman que, si se les pidiera, aceptarían una invitación a la iglesia. Así lo afirma Fusion, una organización estudiantil cristiana que encuestó a miles de estudiantes en los campus del Reino Unido. Roscoe Crawley ayudó a recopilar la investigación. Afirma que, en los últimos dos años, los equipos de personal de Fusion se han encontrado con un número «sin precedentes» de estudiantes que se acercan a la fe y comienzan a asistir a la iglesia".
"Lo que nos lleva a otra tendencia inesperada. Los hombres jóvenes empiezan a ser más religiosos que las mujeres. En la mayoría de las congregaciones, la proporción entre hombres y mujeres siempre ha sido de un tercio de hombres y dos tercios de mujeres. Sin embargo, The New York Times informó en septiembre de que, por primera vez en Estados Unidos, más hombres de la Generación Z asisten a la iglesia que sus homólogas femeninas. El mismo fenómeno se ha registrado en Australia, donde el 39% de los hombres de la Generación Z se identifican ahora como cristianos, frente al 28% de las mujeres. Este cambio demográfico nunca se había visto antes, pero refleja los recientes hallazgos en Finlandia, que mostraron un aumento de más del doble de hombres jóvenes en las iglesias entre 2011-2019. Del mismo modo, el auge de las parroquias ortodoxas está protagonizado por jóvenes conversos varones. Muchas iglesias anglocatólicas, evangélicas y carismáticas están viendo lo mismo".
"Naturalmente, si hay un renacimiento en marcha, surgirán todo tipo de complicaciones. No me cabe duda de que uno de los factores que intervienen en esta tendencia es una reacción contra la política identitaria «woke», especialmente entre los hombres jóvenes, que son cada vez más conservadores que las mujeres jóvenes. Las mismas fuerzas que han vuelto a poner a Donald Trump en la Casa Blanca pueden ser responsables de que los hombres vuelvan a la iglesia".
"Hay una diferencia entre cristianismo y cristiandad. Mientras que el libro Dominion de Tom Holland argumenta de forma convincente que los valores occidentales tienen sus raíces en fundamentos cristianos, lo contrario no es cierto. El cristianismo no depende de la civilización occidental y, de hecho, está floreciendo en todo el Sur Global".
"Sea cual sea la dimensión política de este renacimiento, las iglesias que deseen recibir a una nueva oleada de buscadores de sentido tendrán que encontrar la manera de trascender las habituales líneas divisorias políticas y ofrecer algo más sustantivo que un cristianismo cultural cooptado para un renacimiento conservador".
"Pasarán algunos años antes de que sepamos con certeza si se está produciendo un renacimiento. Las grandes transiciones tienden a surgir a lo largo de décadas. Pero lo que no se puede negar es que algo está ocurriendo. Muchos líderes cristianos se han dado cuenta de que algo está ocurriendo en sus iglesias y en la cultura en general. Se había producido un cambio en el ambiente. Era más fácil mantener conversaciones sobre la fe. Nuevos visitantes entraban en sus templos. En particular, acudían hombres jóvenes, a menudo en busca de una estabilidad, una identidad y unas normas de vida que no se ofrecían en el resto del mundo".
Concluye Brierley: "Aunque todavía falta mucho para que se produzca un «renacimiento», tengo la confianza suficiente para predecir que también oiremos hablar de un número sin precedentes de personas que asistirán a los servicios de villancicos esta Navidad. Notre Dame no es la única iglesia antigua con una historia de renacimiento que contar. ¿Cuántas le seguirán en los próximos años?".
La búsqueda de Jesús Lc 2,41-52
“Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros” (Eclo 3,2-4). Estas máximas recogen lo mejor de la experiencia humana. El respeto al padre y a la madre son prueba de sabiduría.
Además, este texto bíblico se refiere expresamente a Dios. “Al que honra a su madre, el Señor lo escucha”. Es muy importante esa alusión a la divinidad. El amor que se vive en las relaciones familiares es una especie de culto. Amar a la familia es un acto de oración.
Según la mentalidad hebrea de aquel tiempo, el salmo 127 promete el premio de una familia numerosa a los fieles que temen al Señor y siguen sus caminos.
En la carta a los Colosenses (Col 3,12-21) se exhorta a los fieles a vivir unas armoniosas relaciones familiares, porque esto es agradable al Señor.
LOS TRES DÍAS
• El evangelio que hoy se proclama (Lc 2,13-23) insinúa que la familia de Nazaret es fiel a las prácticas religiosas y sociales de su pueblo. Jesús dirá un día que no había venido a abolir la Ley de Moisés, sino a llevarla a su cumplimiento. Los relatos evangélicos de la infancia dan fe del espíritu religioso en el que creció.
• Además, el texto anota que José y María pasaron por los temores y angustias de tantos padres y madres que sienten la pérdida de sus hijos. Jesús afirmará muchas veces que vive la voluntad de su Padre celestial. Este relato de la infancia alude a esa conciencia de Jesús que reconoce y confiesa su íntima relación con el Padre.
• Por otra parte, este relato evangélico anticipa ya el misterio de la pasión y muerte de Jesús. En ambos casos, Jesús permanece tres días “perdido”. En ambos casos, el encuentro tiene lugar mientras él explica las Escrituras. Ahora es encontrado por su familia y un día será él quien vaya al encuentro de sus discípulos.
LAS PREGUNTAS
En el momento del encuentro de Jesús en el templo de Jerusalén se produce un interesante cruce de preguntas entre María y Jesús.
• “Hijo, ¿por qué nos has tratado así?” Parece que María no llega a comprender los motivos que han podido impulsar a su Hijo. Muchos creyentes dirigen a Dios una pregunta semejante. La oración puede ayudarnos a descubrir los planes del Señor.
• “¿Por qué me buscabais?” Esta es la primera pregunta de Jesús que aparece en el evangelio de Lucas. La búsqueda es una actitud típica de los creyentes. Pero todos los que buscan a Dios han de plantearse alguna vez las verdaderas razones de su búsqueda.
• “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Esta segunda pregunta de Jesús se dirige a todos los que creen conocerlo. Jesús confiesa que la Ley de Dios es su casa y que la Casa de Dios es su ley. Su vocación y su misión es estar al servicio del Padre.
"Las cosas de mi Padre" Lc 2,41-52 (NAV-Sagrada Familia)
1. Esta escena del evangelio, “el niño perdido”, ha dado mucho que hablar en la interpretación exegética. Para los que hacen una lectura piadosa, como se puede hacer hoy, sería solamente el ejemplo de cómo Jesús es “obediente”. Pero la verdad es que sería una lectura poco audaz y significativa. El relato tiene mucho que enseñar, muchas miga, como diría algún castizo. Es la última escena de evangelio de la Infancia de Lucas y no puede ser simplemente un añadido “piadoso” como alguno se imagina. Desde el punto de vista narrativo, la escena de mucho que pensar. Lo primero que debemos decir que es hasta ahora Jesús no ha podido hablar en estos capítulos (Lc 1-2). Siempre han hablado por él o de él. Es la primera palabra que Jesús va a pronunciar en el evangelio de Lucas.
2. El marco de referencia: la Pascua, en Jerusalén, como la escena anterior del texto lucano, la purificación (Lc 2,22-40), dan mucho que pensar. Por eso no podemos aceptar la tesis de algunos autores de prestigio que se han aventurado a considerar la escena como un añadido posterior. Reducirla simplemente a una escena anecdótica para mostrar la “obediencia” de Jesús a sus padres, sería desvalorizar su contenido dinámico. Es verdad que estamos ante una escena familiar, y en ese sentido viene bien en la liturgia de hoy. El que se apunte a la edad de los doce años, en realidad según el texto podríamos interpretarlo “después de los doce”, es decir, los treces años, que es el momento en que los niños reciben su Bar Mitzvá (que significa=hijo del mandamiento) y se les considera ya capaces de cumplirlos. A partir de su Bar Mitzvá es ya adulto y responsable de sus actos y de cumplir con los preceptos (las mitzvot). No todos consideran que este simbolismo esté en el trasfondo de la narración, pero sí considero que se debe tener en cuenta. De ahí que se nos muestre discutiendo con los “los maestros” en el Templo, al “tercer día”. Sus padres –habla su madre-, estaban buscándolo angustiados (odynômenoi). En todo caso, las referencias a los acontecimientos de la resurrección no deben dejar ninguna duda. Este relato, en principio, debe más a su simbología de la pascua que a la anécdota histórica de la infancia de Jesús. Por eso mismo, la narración es toda una prefiguración de la vida de Jesús que termina, tras pasar por la muerte, en la resurrección. Esa sería una exégesis ajustada del pasaje, sin que por ello se cierren las posibilidades de otras lecturas originales. Si toda la infancia, mejor, Lc 1-2, viene a ser una introducción teológica a su evangelio, esta escena es el culmen de todo ello.
3. Las palabras de Jesús a su madre se han convertido en la clave del relato: “¿no sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Yo no estaría por la traducción “¿no sabíais que debo estar en la casa de mi padre?”, como han hecho muchos. El sentido cristológico del relato apoya la primera traducción. Jesús está entre los doctores porque debe discutir con ellos las cosas que se refieren a los preceptos que ellos interpretan y que sin duda son los que, al final, le llevarán a la muerte y de la muerte a la resurrección. Es verdad que con ello el texto quiere decir que es el Hijo de Dios, de una forma sesgada y enigmática, pero así es. Como hemos insinuado antes, es la primera vez que Lucas hace hablar al “niño” y lo hace para revelar qué hace y quién es. Por eso debemos concluir que ni se ha perdido, ni se ha escapado de casa, sino que se ha entregado a una causa que ni siquiera “sus padres” pueden comprender totalmente. Y no se diga que María lo sabía todo (por el relato de la anunciación), ya que el mismo relato nos dirá al final que María: “guardaba todas estas cosas en su corazón” (2,51). Porque María en Lc 1-2, no es solamente María de Nazaret la muchacha de fe incondicional en Dios, sino que también representa a una comunidad que confía en Dios y debe seguir los pasos de Jesús.
4. Y como la narración de Lc 2,41-52 da mucho de sí, no podemos menos de sacar otras enseñanzas posibles. Si hoy se ha escogido para la fiesta de la Sagrada Familia, deberíamos tener muy en cuenta que la alta cristología que aquí se respira invita, sin embargo, a considerar que el Hijo de Dios se ha revelado y se ha hecho “persona” humana en el seno de una familia, viviendo las relaciones afectivas de unos padres, causando angustia, no solamente alegría, por su manera de ser y de vivir en momentos determinados. Es la humanización de lo divino lo que se respira en este relato, como en el del nacimiento. El Hijo de Dios no hubiera sido nada para la humanidad si no hubiera nacido y crecido en familia, por muy Hijo de Dios que sea confesado (cosa que solamente sucede a partir de la resurrección). Aunque se deja claro todo con “las cosas de mi Padre”, esto no sucedió sin que haya pasado por nacer, vivir en una casa, respetar y venerar a sus padres y decidir un día romper con ellos para dedicarse a lo que Dios, el Padre, le pedía: anunciar y hacer presente el reinado de Dios. Es esto lo que se preanuncia en esta narración, antes de comenzar su vida pública, en que fue necesario salir de Nazaret, dejar su casa y su trabajo… Así es como se ocupaba de las cosas del Padre.
Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/29-12-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
María: confianza absoluta en Dios Lc 1,39-45 (ADV4-24)
1. El evangelio de Lucas relata la visita de María a Isabel; una escena maravillosa; la que es grande quiere compartir con la madre del Bautista el gozo y la alegría de lo que Dios hace por su pueblo. Vemos a María que no se queda en el fanal de la “anunciación” de Nazaret y viene a las montañas de Judea. Es como una visita divina, (como si Dios saliera de su templo humano) ya que podría llevar ya en su entrañas al que es “grande, Hijo del Altísimo” y también Mesías porque recibirá el trono de David. ¡Muchos títulos, sin duda! Es verdad que discuten los especialistas si el relato permite hacer estas afirmaciones. Podría ser que todavía María no estuviera embarazada y va a la ciudad desconocida de Judea para experimentar el “signo” que se le ha dado de la anunciación de su pariente en su ancianidad. Por eso es más extraño que María vaya a visitar a Isabel y que no sea al revés. La escena no puede quedar solamente en una visita histórica a una ciudad de Judá. Sin embargo, esa visita a su parienta Isabel se convierte en un elogio a María, “la que ha creído” (he pisteúsasa). Gabriel no había hecho elogio alguno a las palabras de María en la anunciación: “he aquí la esclava del Señor…”, sino que se retira sin más en silencio. Entonces esta escena de la visitación arranca el elogio para la creyente por parte de Isabel e incluso por parte del niño que ella lleva, Juan el Bautista.
2. Vemos a María ensalzada por su fe; porque ha creído el misterio escondido de Dios; porque está dispuesta a prestar su vida entera para que los hombres no se pierdan; porque puede traer en su seno a Aquél que salvará a los hombres de sus pecados. Este acontecimiento histórico y teológico es tan extraordinario para María como para nosotros. Y tan necesario para unos y para otros como la misma esperanza que ponemos en nuestras fuerzas. Eso es lo que se nos pide: que esa esperanza humana la depositemos en Jesús. Pero es verdad que leído en profundidad este relato tiene como centro a María, aunque sea por lo que Dios ha hecho en ella. Dios puede hacer muchas cosas, pero los hombres pueden “pasar” de esas acciones y presencias de Dios. El relato, sin embargo, quiere mostrarnos el ejemplo de esta muchacha que con todo lo que se le ha pedido pone su confianza en Dios. Por el término que usa Lucas en boca de Isabel “he pisteúsasa”, la que ha creído, significa precisamente eso: una confianza absoluta en Dios. Si no es así, la salvación de Dios puede pasar a nuestro lado sin darnos cuenta de ello. María y Dios o Dios es María son la esencia de este relato. No es que carezca de su dimensión cristológica, pero todavía no es el momento, para Lucas, de conceder el protagonismo necesario a su hijo Jesús. Asimismo, el salto en el vientre de Juan también es primeramente por la “confianza” de María en Dios. Eso es lo que la hace, pues, la “hija de Sión” del profeta Sofonías.
3. Porque hoy también hay una "hija de Sión" y una presencia de Dios en nuestro mundo: Es la comunión de los servidores, de las personas audaces, de los profetas sin nombre, de los que hacen la paz y de los que sufren por la justicia. Una hija o comunidad que supera los límites de cualquier Iglesia determinada y configurada como perfecta. Son como la prolongación de María de Nazaret ante la necesidad que Dios tiene de los hombres para estar cercano a cada uno de nosotros. De ahí que en el Cuarto Domingo de Adviento la liturgia expone el misterio de Dios a nuestra devoción. Y debemos aprender, no a soportar el misterio, sino a amarlo, porque ese misterio divino es la encarnación. Ello significa que la vida se realiza en conexiones mayores de las que el hombre puede disponer y comprender. La vida tiene cosas más profundas para que el hombre pueda gobernarlas, comprenderlas o producirlas a su antojo. Y es que todo lo que nosotros creemos que es lo último, en realidad es lo penúltimo; así nos sucede casi siempre. Y por eso es tan necesaria la fe. De ahí que, con toda razón, este Domingo propone como clave de vivencias la fe; fe en la encarnación, en que Dios siempre esta a nuestro lado, en que debe existir un mundo mejor que este. Y esa fe se nos propone en María de Nazaret, para que advirtamos que el hombre que quiere ser como un dios, se perderá; pero quien acepte al Dios verdadero, vivirá con El para siempre.
4. El Cuarto Domingo de Adviento es la puerta a la Navidad. Y esa puerta la abre la figura estelar del Adviento: María. Ella se entrega al misterio de Dios para que ese misterio sea humano, accesible, sin dejar de ser divino y de ser misterio. Y por eso María es el símbolo de una alegría recóndita. En la anunciación, acontecimiento que el evangelio de hoy presupone, encontramos la hora estelar de la historia de la humanidad. Pero es una hora estelar que acontece en el misterio silencioso de Nazaret, la ciudad que nunca había aparecido en toda la historia de Israel. Es en ese momento cuando se conoce por primera vez que existe esa ciudad, y allí hay una mujer llamada María, donde se llega Dios, de puntillas, para encarnarse, para hacerse hombre como nosotros, para ser no solamente el Hijo eterno del Padre, sino hijo de María y hermano de todos nosotros.