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Mostrando las entradas etiquetadas como EN LA HERIDA

SEÑORES Y SEÑORAS

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El señor proxeneta le indica a la señora prostituta que lo recaudado de los primeros cinco señores clientes ira a parar a sus señores bolsillos. Por ello, la señora prostituta le indica al señor legislador, que anda liado en prohibir y multar a los señores consumidores, que por favor se pase a última hora, pues ella sabe que pese a sus aspavientos y encolorecidos discursos es el que deja las mejores señoras propinas.

AMOR DE MADRE

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Preferiría no tener que declarar… ¿Por qué si mi hijo no hizo nada?… No sé por qué está encerrado… Roy es un buen chico… es un santo… un santo… mi Roy. Estoy segura de que él no fue… mi hijo no lo hizo… Me acuerdo cuando de pequeño… criábamos conejos…cuando los matábamos él no quería ni verlo y se pasaba sin comer… por lo menos tres días… o cuando sus primos intentaban apedrear a un gato… se dejaba la cara para defenderlos, a pesar de que él era el más pequeño… si él no podría ni matar a una mosca… además cuando Esteban me daba alguna bofetada… pocas veces pasó y lo hacía sin querer… era el primero en interponerse… seguro que él no fue… de dónde habría sacado tanta maldad… con lo bueno que era… algo impulsivo, pero bueno… seguro que no fue… bueno, y si lo hizo… fue un accidente… seguro que fue sin querer… seguro que se le escapó… si no hubiera visto a su padre hacerlo antes… si nos hubiéramos ido de casa… ¿pero a dónde íbamos a ir sin dinero?... si no fuera por su padre… seguro… seguro...

INFIERNOS FAMILIARES

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“¿Qué le pasa a mi princesita?”, dijo esa voz entrecortada que saliendo de la penumbra de aquel cuarto intentaba atropellar la huída de la niña.

GIRANDO

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Y el juez se empecina en juzgar; y el administrativo se empecina en administrar; y el médico se empecina en medicar; y el entrenador se empecina en entrenar; y el político se empecina en politizar; y el bombero se empecina en bombear;… mientras los millones de parados (seleccionados sin ton ni son) permiten que este mundo siga girando.

BORRANDO PESADAS HUELLAS

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Óscar, aburrido por la tediosa clase de matemáticas, cogió una goma y se acercó sigilosamente a la bola del mundo, abandonada en una esquina del aula, mientras el resto seguía atento a la pizarra. Con disimulo, abrumado por lo que sospechaba era la Muralla China, empezó a borrar con la determinación de un niño. Cuando terminó, instintivamente reparó en una valla que separaba EEUU de su frontera con México repitiendo la jugada. Luego se acercó a Europa y liquidó lo que quedaba del muro que había separado Berlín en dos. Atraído por la sencillez con la que suprimía fronteras, siguió trazando líneas y acercando espacios hasta aproximarse a la geografía nacional: de un gomazo deshizo los Pirineos, el Miño, el puerto de la Lunada, Algeciras y otros muchos lugares que le sonaban. Al final, con la supresión de tantas fronteras, el mundo se había reducido en tres cuartos y Europa parecía una pequeña ciudad. Cansado de tanto usar la goma, se asomó a la ventana y vio un colegio donde antes habí...

CONDENADOS A NO ENTENDERSE

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Las gafas azules, para desayunar; las de color verde, para comer; las marrones para cenar; las negras; para mandar dinero a su mujer y a sus tres hijos; las blancas… Tiro de la manta y echo a correr. Un hombre de azul impoluto le perseguía subido a 125 caballos; los dos estaban condenados a buscarse la vida; la persecución era algo coyuntural.

EL CUENTO MENGUANTE

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Emulando a los pájaros, el conejo sobrevoló el arbusto e intentó, como en otras ocasiones, sumergirse en la familiar negrura sin tocar suelo, pero se dio de bruces con varias vallas amarillas. - ¿Quién las habrá puesto ahí?- Preguntó indignado con su voz chillona.- Ahí debía estar el gran agujero. Como no hubo respuestas empezó a apartarlas una a una, ante la atónita mirada de la niña. Tras el arduo trabajo, se encontró la superficie tapiada y un llamativo letrero en cirílico. Dado que sus fantasías eran superiores a las trabas lingüísticas acertó a leer: “RECORTES EN CULTURA HAN IMPEDIDO MANTENER EL AGUJERO”. Miró a la muchacha con resignación y encogió los hombros. Alicia apenada se despertó de repente y sobresaltada notó el frío filo de unas enormes tijeras que suavemente acariciaba su blanquecino cuello.

REFLEXIONES DE UN LADRÓN EN ÉPOCA DE CRISIS Junio del 2012. Finalista en la XI quincena de relatos Triple C.

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No trabajó ni la mitad que la noche anterior, pero tampoco le sorprendió. El último mes había sido nefasto. Se le vinieron a la cabeza las Matriuskas como símbolo de la decadencia laboral. A cada día, le sustituía otro con menor carga de trabajo. En ocasiones era responsabilidad del amplio stock de casas en venta, huérfanas de cualquier interés; en otras resultaba abusivo (casi indigno) dejar a los pobres inquilinos sin las cuatro baratijas de oro que en breves tendrían que empeñar; y con demasiada frecuencia aquellos que más posibles acumulaban, lejos de los restaurantes caros, fines de semana en resorts o noches de teatro y copas, no se movían de casa en todo el fin de semana por el tan extendido “¿y si nos echan?”. Al final, por lo uno o lo otro, estaba empezando a notar la crisis, de la que tanto había renegado. Mientras, otros compañeros de gremio no lo dudaban y recurrían al robo con violencia bajo la despistada mirada de la luna. Él, sin embargo, lo tenía clarísimo: “ya mucho ...

EL PIANOLISTA

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Sacó su enorme pianola, se sentó sobre el taburete y empezó a tocar el instrumento con la falsa soltura que su padre le había enseñado. Conforme iba avanzando con esa levitación tan propia de él, salían hombres y mujeres de los establecimientos más variados: bancos, gestorías, bufetes de abogados, gabinetes políticos, grandes consorcios empresariales… Y así, poco a poco las calles se convertían en el fluir constante azul, grisáceo, casi negro, privado de colores tan impropios en adultos trajeados. Luego, saltando y bailando, alternando parejas, girando como peonzas, entrelazando antebrazos, robando carteras con la destreza propia de toda una trayectoria profesional avanzaban, recorrían calles y avenidas, ante la atónita mirada de una muchedumbre pobre y agotada. Finalmente terminaban expuestos ante ese precipicio que toda gran polis esconde en sus afueras. Mientras, el “pianolista” seguía azuzando, con ese tema tan pegadizo, a la variada fauna. Así, sin poder resistirlo, los ...

EL MAGO PECERAS

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Cansado de que la crisis le quite audiencia, el mago peceras saca un truco antiquísimo a la par que explosivo: sujetando su chistera con la izquierda, extrae (a falta de pañuelos) los trapos sucios del hombre bala, profesional en perforar corazones. Con todos ellos sobre el cristal, se detiene un momento y ¡GUALA!, la más difícil todavía, del minúsculo sombrero comienzan a salir artistas circenses del volumen de doce palomas: el acróbata hace funambulismo sobre hilo dental mientras defiende a su cliente (el hombre bala), que ahora, acorralado, busca su hueco como escapista; el uniformado y con galones malabarista mantiene en el aire, con ágiles aspavientos, pesquisas policiales, pesados datos confidenciales, errores científico-forenses…; los seudo-payasos rugen, braman y barritan mientras la domadora intenta, con esa pantomima tan suya, calmar los ánimos, látigo en mano; y como la mujer barbuda se niega a salir, desfilan su primo, cuñada, sobrino… disfrazados de plañideras. Tan poco ...

SINE DIE

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El otro día, a las seis de la tarde, me pasé  por la Casa del Libro con ánimo de comprar la novedad más reciente de cuantas tuviesen expuestas. Cuando llegué, para mi sorpresa y la de muchos otros (que permanecían con la boca abierta clavados a las puertas ) la encontré cerrada. Extrañado, decidí preguntar a un señor despierto (que casualmente pasaba por allí) si sabía el porqué de tanta ocultación y él, muy amablemente, me respondió que, desde la liberalización de horarios comerciales y tras numerosos estudios de mercado, habían decidido abrir desde las 12 de la noche a las 8 de la mañana, pues los potenciales clientes (guiados por el poderoso influjo de la caipirinha) se sienten en esa franja horaria más predispuestos a la compra de clásicos y otra literatura de menor peso (entiendo quiso decir desde una perspectiva puramente física de la sustancia).

NÚMEROS

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Nadie en varios kilómetros a la redonda sabría decir su nombre- repetía mi padre, caminando de un lado a otro del salón. - Tras lo que replicaba- y él congelado, tiritando, helado de frió, viendo todo con unos ojos grandes, felices, satisfechos llenos de vida. Miraba a mi madre y le preguntaba- ¿tú entiendes algo?. Esa fue la primera vez. La escena se repitió muchas veces más aunque, con el tiempo, el calor de esas palabras fue enfriándose. Ahora mi padre parece un contable. Ayer llego y dijo: “en la de hoy venían 71, conseguimos rescatar a 18 mujeres y 43 hombres”.

LA HOGUERA

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El gobierno alimentaba con carbón una hoguera por la que habían desfilado sumisos inmigrantes, transportistas caprichosos, liberados perezosos, médicos acomodados, vagos profesores y maestros, funcionarios vividores, curritos derrochones… mientras el resto de la población aplaudía complaciente cada uno de los nuevos incinerados, sin percibir que en la plaza quedaban menos personas, mientras el cielo acogía a un número mayor de caprichosas cenizas levitando sin rumbo fijo. Y ahora, paradójicamente, les tocaba el turno a los que con sudor, pico y pala extraían tan fogoso mineral y obstinados se negaban a morir abrasados por las llamas. Mientras los demás, mermada muchedumbre, se preguntaban como seguiría el espectáculo cuando no quedaran mineros. “Seguramente la hoguera caerá en desuso”, opinaban unos; “yo prefiero la guillotina” bramaban otros; mientras los más convencidos, superponían su voz a la del resto para sentenciar “siendo español, lo mejor es que vuelva el garrote vil”.

NEGRO MATE

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Tras una dura jornada laboral, entré arrastrando mi cuerpo vacío y la encontré frente al televisor, viendo atónita como ese hombre trajeado con apellido de provincia anunciaba la irreversibilidad de las medidas tomadas. Sin percibir mi presencia, liberó alguna que otra lágrima, en un silencio sepulcral, eludiendo cualquier quejido, pues era tan dura como el maldito mineral. Supuse que Pilar estaba recordando aquel día en el que sonaron las sirenas anunciando el accidente que se llevó al hoyo a su padre, o aquel otro en el que la arrolladora neumoconiosis la dejó viuda a los cincuenta. Pero ella sufría en silencio pues, sumada a su orgullosa dignidad, sabía que la Marcha Negra en la que participaba mi padre era el comienzo de una lucha igual de irreversible que las medidas anunciadas por el ministro, pero con la salvedad de que ellos no tenían alternativa pues la sombra y el frío de la mina eran su único cobijo. Ahí estaba yo, a mis dieciocho, sabedor que el futuro pintaba mal, contemp...

RECORTABLES Y PUNZONES

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El buen hombre, pese a que pudiera parecer lo contrario, anhelaba utilizar la educación pública como trampolín para permitir la formación (sin exclusiones) de una sociedad comprometida, crítica y preparada para liderar con solvencia los retos del futuro. Todas las buenas intenciones chocaron de bruces con la dura realidad aquel día que el más leído de su multitudinario séquito le informó, para asombro de los presentes, que sus hijos desde hacía tiempo estudiaban en la privada. Vencida la sorpresa, ante la ausencia de objetivos (trabajo al fin y al cabo), el señor ministro repartió recortables y se pusieron a “punzonear”.

UNO MÁS

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Brazos estirados, manos abiertas, buscando en el cielo una respuesta, mientras se agitaban, como un aplauso mudo, aprobando la propuesta que algún compañero acababa de hacer. No respaldaba todas, pues para eso era una democracia real y su opinión contaba. Ya llevaba cinco días bajando a la plaza aunque el movimiento le llevara un par de ellos de ventaja. En medio de la multitud, observando, sin quitar ojo a todos los detalles, pendiente de cualquier acontecimiento, se sentía uno más. Muchos de los presentes no habían tenido todavía su primer trabajo y otros tantos estaban en la actualidad sin empleo, pero a él también le sobraban los motivos. No podían tildarle de afortunado, su sueldo se había visto reducido, como el de muchos, y las condiciones laborales iban a peor. Cuando alguien alertaba de la presencia de medios de comunicación trabajando en directo era el primero en gritar consignas antimanipulación. Había tenido tiempo de hacer buenas migas con muchos de los presentes y sus ...

CUENTOS CHINOS

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Había una vez un hombre (podía ser otro cualquiera) que trabajaba 8 horas al día, 6 días a la semana, 292 días al año, por un mísero sueldo claramente insuficiente para vivir. Afortunadamente (para el empresario) le sobraba dignidad. (viñeta del blog de) MARTA NAVARRO

POLOS OPUESTOS

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Se levantó: él rodeado de hombres; al rato lo hizo ella, más sola que la una. Los dos se pusieron la misma ropa del día anterior: ella uniformada; él singularmente colorido. Desayunaron: él lo que pudo; ella, zumo, tostada, café y cruasán. Más tarde asistieron al trabajo: ella tuvo que fichar, él era emprendedor. En el ajetreo de un día largo, los dos corrieron: ella con su moto, persiguiendo a un par de manteros; él sobre sus pies, con su vida a la espalda, escapando de un par de policías. Los dos estaban condenados a buscarse la vida; la persecución era algo coyuntural.