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INSTRUCCIONES PARA MORIR POR AMOR (Ganador del Relato Monegrino del Concurso de Relatos de Tierra de Monegros 2016)

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Levántate tarde. Es un sábado más de julio en el que de manera inusual libras. El restaurante donde trabajas está siendo reformado. Repasa mentalmente cuando fue el último fin de semana que tuviste para ti. No lo recordarás. No te preocupes, tampoco importa. Ponte en funcionamiento, pues ocasiones como esta se presentan muy rara vez. Coge el móvil y envía un par de wasaps a los dos amigos que todavía no se han ido de vacaciones. Luego comprueba que en casa no hay nadie más. Dúchate durante un buen rato y antes de desayunar líate un cigarrillo . Piensa que no hay nada como tomar un café con tostadas y hambre atrasada de siete perros. Mira el móvil. Ninguno te ha respondido. No le des importancia, ya lo harán. Termina de vestirte y échate ese desodorante que tanto anuncian en televisión. Eres demasiado joven para dejar correr la oportunidad de triunfar un fin de semana y aunque sabes que todo lo que dicen en publicidad es susceptible de ser falso, nadie ha realizado ning...

PREGUNTAS QUE TE HARÁS CUANDO YA NO SIRVA DE NADA (Finalista del VI Certamen de Realtos Alberto Fernández Ballesteros)

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Toma la lista de preguntas que te hubiera hecho. No las contestes. Que sigan vivas por lo menos ellas.   Patricia Andrada. Estarás nervioso. Muy nervioso. Tan nervioso que no sabrás discernir si los nervios son fruto de que el instructor se haya anclado a tu cuerpo y el salto sea inminente, o si el motivo de esa angustia es que sospechas que algo se te escapa pero no sabes muy bien qué es ese algo. Muy lejos de esa disyuntiva tu cerebro seguirá barruntando. Hazlo sin miedo. Pregúntate:  ¿De qué conozco yo al tipo este? .

OH! CAROL

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Si las comidas las empezara por el postre, podría decir que cuando entré hacía tiempo que Fifí ladraba haciendo honor a su sombra. De lo contrario no estaría hablando de Fifí. En el piso de abajo los golpes en la pared habían despertado al bebé. La carta que voló desde España estaba sobre la mesa que utilizaba como escritorio la señora Brown. La Señora Brown nos pedía que la llamáramos Carol. A mí me sonaba a caracol dicho por un niño muy pequeño. Ella tenía tres hijos, aunque el más pequeño todavía no decía Carol intentando decir Caracol. Tampoco lo decía sin intentar decir otra cosa. 

HABITACIÓN SIN BOMBILLAS (Relato que da nombre a un libro).

Apoyo el dedo índice sobre la barriga del interruptor. Pulso. Miro al fluorescente de la cocina. No da señales de vida. Es una luz de encendido pausado, intermitente, pero si no arranca a la primera no se enciende. Me duele la cabeza. Suele pasarme los días de lluvia. Padezco jaquecas. Miro al techo. Pienso que se habrá fundido. A veces sucede. Doy tres pasos hacia atrás, dirección al pasillo. Estiro la mano, y aprieto el interruptor. Es una luz dura, de encendido inmediato. Permanece ausente, en silencio, sin llama. A falta de respuestas se encienden las alarmas. Recorre mi espalda un escalofrío que termina en la nuca. Llueve copiosamente fuera y a mi cabeza llegan imágenes del pasado.

CATENACCIO (Segundo Premio en el XXXIV CONCURSO DE NARRATIVA CIUDAD DE ELDA)

13:55 Una de las pocas cosas positivas que tiene estar desempleado es recoger a los niños. La madre de Zaira, casi siempre, llega a menos cinco. Es extremadamente puntual. Tanto o más que guapa. Tal vez es más correcto decir que de las pocas cosas positivas que tiene recoger a los niños es la madre de Zaira. Es una isla pelirroja en medio de un mar de marujas y de gritos. “¿Qué tal tu mujer?”, me pregunta. Recuerdo la aguerrida defensa de Alfaro, siempre con el cuchillo entre los dientes. Y ella sonriente. Los tacos clavados en mi espinilla. “Bien, ya sabes”. Con los niños de la mano me despido. Balón a la grada. No tan bien como tú es el pensamiento que me acompaña. 14:41 “¿Otra vez huevos con patatas?” dice mi mujer metida en el cuerpo de mi pequeño. Imagino que mi hijo se la habrá escuchado en alguna discusión.

REFLEXIONES A PIE DE TABLERO (Accésit del XX Premio Internacional de Relato Breve Julio Cortázar)

Ahí estaba, a tres centímetros del poderoso alfil, a punto de matar al rey blanco. Todo un honor para cualquier ficha, y mucho mayor teniendo en cuenta mi condición de peón. Era una decisión sencilla, solo tenía que dar un paso firme, y esa noche en la caja todos brindarían en mi nombre… incluso las torres que tenían por costumbre mostrarse distantes. De repente percibí la presión de los dedos índice y pulgar alrededor del cuello. Y con ellos volví a notar esa sensación de desprecio hacia los míos, tan extendida entre cuadrículas. Nunca se nos respetaba, ni en estos instantes cruciales en los que nos convertíamos en imprescindibles soldados de largo sable.  

POLICÍA O "SECARIA (Segundo premio del I Concurso Internacional de Relatos Cortos Sobre la Violencia de Género de la Fundación Luz Casanova)

El cole me empieza a aburrir, siempre tenemos muchos deberes y cada vez jugamos menos, pero hoy la seño nos ha mandado una actividad   muy “guay”. Nos ha encargado para mañana que pensemos qué queremos ser de mayores. En el recreo algunas compañeras me han dicho que quieren ser princesas salvo Laura, Nuria y María que quieren ser maestras; Esther que quiere ser futbolista y Lola que va a trabajar en el circo como sus padres. Yo he estado a punto de decirles que ser princesa es lo peor del mundo, que no se crean que es todo como lo pintan en los cuentos, que los cuentos siempre mienten ¿o han visto algún dragón o algún duende con siete años?

DIEZ PASOS PARA ENCONTRAR LA FELICIDAD (Finalista del IV Certamen de Realtos Alberto Fernández Ballesteros)

PASO UNO: Acércate a la fachada de tu casa. Fíjate en la pared. Llevas cinco años pagando fielmente la hipoteca, y te quedan treinta por delante. Pese a ese esfuerzo titánico parece que tiene humedades. Saca las llaves y abre la puerta. Tener humedades pagando casi mil euros debiera estar prohibido.             Deja que un sentimiento de congoja te invada. “¿Qué sentido tiene tu vida?” No hallas respuesta. La casa está desordenada. Desde que se fue Leonor nada se parece a lo de antes. Dirígete a la cocina. Abre la bolsa y saca la pizza. Pon el horno a calentar. Abre el frigorífico y extrae una cerveza. “¿Qué estará haciendo Leonor?” Deja que te invada la duda. Tras dos cervezas y una llamada a tu madre, la pizza estará libre. Sácala con los guantes que compraste en la Teletienda y acude con ella en el carro transporta comida (que adquiriste en la cadena esa en la que tanto compras) al salón. Por el camino el robot aspir...