Thursday, November 30, 2006

A Praga, en busca de K.

"Al haberme desprendido de la protección contra el invierno, cuando me encontré en la calle experimenté lo que significa estar indefenso a merced del frío. Procedente del Certova, el brazo del Moldava que fluye alrededor de la Kampa, una pesada humedad se mezclaba con el aire helado y los espesos jirones de niebla que se percibían alrededor de las farolas de gas encendidas despertaban la sensación de que el aire gélido se acercaba a las luces para calentarse."
"Cuando llueve, el suelo se moja. Sobre todo en Praga. Porque aquí se riegan las calles cuando llueve. A veces en plena lluvia, otras después y en ocasiones antes."
(Ergon Erwin Kisch, De calles y noches de Praga)
Me voy unos días a Praga, tras las huellas de Kafka. El frío no me importa (incluso me haría ilusión que nevase), pero espero que no llueva mucho, para que podamos patearnos las calles tranquilamente. Si quieren regar las calles, que las rieguen.
Nos aguardan edificios de todos los estilos: románico, gótico, renacentista, barroco, modernista... Intentaré sacar alguna foto interesante para ponerla a la vuelta.
En fin. Na schledanou. Si el avión no se cae, en breve estaré paseando por aquí:

Wednesday, November 29, 2006

Las ruinas circulares

Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas. El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad.

El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.

Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

Texto: extraído de "Las ruinas circulares", de Jorge Luis Borges. Fotos: diciembre de 2005, Fori Imperiali di Roma.

Monday, November 27, 2006

"Into the night", de Cornell Woolrich

Se trata de un libro escrito a cuatro manos: dos de ellas pertenecen a un muerto y las otras dos a un vivo. El muerto es Cornell Woolrich (el de la foto de abajo, con sombrero de ala ancha y mirada triste), uno de los grandes de la literatura noir y de suspense; el vivo, un tal Lawrence Block, que tuvo que rellenar los huecos que aquél dejó en distintos lugares del manuscrito (es lo que tiene la muerte, que te pilla desprevenido y con las cosas a medio hacer).
El argumento de la novela es bastante burdo e inverosímil, la verdad, pero no sé qué tiene -será la atmósfera misteriosa, o el poder de seducción de la protagonista- que te engancha desde la primera línea. Empiezas a leerlo y no puedes parar. La cosa es como sigue.
Una joven llamada Madeline está sentada a oscuras en su habitación. Le abate una honda depresión, no aguanta más, no quiere seguir viviendo. Se levanta de la silla, trepa a una caja para alcanzar el estante más alto del armario y agarra una bolsa de terciopelo: en ella guarda la pistola que en una ocasión le regaló su padre alcohólico ("Por si acaso alguna vez quieres matar a alguien. O por si acaso alguna vez quieres matarte"). Después de pensárselo un buen rato, se mete el cañón de la pistola en la boca (nota el sabor del metal en la lengua), rectifica, apunta a la sien, al oído, al cuello... Sigue dudando. Pero no encuentra ninguna razón para no matarse.
Por fin apoya la pistola en la sien, alza el percutor y aprieta el gatillo. Clic. La recámara está vacía. De repente, recupera la ilusión de vivir. Se le han quitado todos los males. El mero hecho de vivir ya es un aliciente de por sí...
Enciende la luz, conecta la radio y se pone a bailar al compás de la música. Guarda el arma en la bolsa de terciopelo y la arroja sobre la mesa. Al chocar contra la superficie de la mesa, la pistola se dispara.
En fin, resumiendo y sin desvelar gran cosa (por si alguien lo quiere leer): resulta que el disparo ha salido por la ventana y ha matado a una chica que pasaba por la calle. Starr Bartlett es su nombre. La gente cree que le han disparado desde un coche que pasaba por allí.
Martirizada por el sentimiento de culpa, Madeline -que no dice nada a la policía- emprende una curiosa investigación siguiendo las huellas de la chica e intentando vivir su vida. Su razonamiento es irreprochable, por absurdo: "Starr -dice para sus adentros-, yo quería morir porque mi vida carecía de sentido. Ahora puedo encontrarle un sentido en vivir por ti, y tú puedes seguir viviendo por medio de mí". (Hasta aquí puedo leer)


Cornell Woolrich fue tan desgraciado en la vida real como sus personajes en la ficción. Vivió siempre agarrado a las faldas de su madre y, cuando ésta murió, inició su imparable decadencia física y moral. Diabético y alcohólico, se refugió en una habitación del Sheraton Russell Hotel de Manhattan, con la sola compañía del whisky. Le tuvieron que amputar una pierna por no curarse una herida y acabó postrado en una silla de ruedas. Murió en 1968, de una embolia. Había nacido el 4 de diciembre de 1903, en Nueva York.

Friday, November 24, 2006

Diario de una peregrinación

En una de las noches más frías del mes de enero de 1870 conversábamos agradablemente al amor de la lumbre varios amigos en casa de uno de nosotros, a la sazón convaleciente de una gravísima enfermedad. Encima de la mesa en torno de la cual nos apiñábamos, para que no se escapase el brasero, había un libro: Viajes a Jerusalén y al Monte Sinaí, del P. María José de Geramb.
Lo abrimos y empezamos a leerlo. No se necesitó más para que la conversación, hasta entonces un tanto fría y descolorida, tomase tal animación, que nos sorprendieron las más altas horas de la noche hablando de Jerusalén, Belén, Nazaret, el Jordán, el mar Muerto, el lago de Tiberíades, el Tabor, el Carmelo. Desde aquel punto y hora quedó resuelta nuestra peregrinación a los Santos Lugares.
Durante los cinco años que corrieron entre la resolución y la partida, apenas sabíamos hablar de otra cosa que de la Tierra bendita de nuestra redención; y tanto y tanto crecían nuestras ansias, que las horas se nos figuraban años y los días, siglos.
Así comienza el Diario de una peregrinación de José María Fernández Sánchez y Francisco Freire Barreiro, catedráticos de la Universidad de Santiago a finales del XIX. Siempre que lo leo me da una envidia tremenda: me gustaría estar allí con ellos, asistir a sus conversaciones, participar en los preparativos de la aventura, sentir esa ilusión casi infantil, como si volviese a creer en los Reyes Magos o en el Séptimo de Caballería...
En el año del jubileo universal de 1875, estos seres eruditos y piadosos emprendieron un larguísimo viaje de peregrinación que fueron plasmando con minuciosa fidelidad en un monumental diario; después, ya en casa, lo aderezaron con hermosos grabados y generosa documentación. Santiago, Jerusalén y Roma son los hitos fundamentales de este viaje en el que atraviesan mares, montes, continentes... y recorren cientos de ciudades.
En tardes de lluvia como ésta, me zambullo al azar en cualquiera de sus tres mil páginas y me pongo a soñar un rato para combatir las asechanzas del tedio. Despliego sobre la cama el mapa que viene al final del primer tomo (publicado en 1880, como "el turrón más caro del mundo"), sigo con el dedo el itinerario marcado de su viaje y me uno a ellos, como un pasajero más, en la aventura. Es una gozada...
Las comparaciones son odiosas, pero seguramente si estos señores hubieran nacido en Inglaterra y hubieran sido profesores de Oxford, sus libros habrían sido reeditados hasta la saciedad en distintos idiomas, como ocurre, por ejemplo, con Los siete pilares de la sabiduría, de T. E. Lawrence. En cambio, a los pobres Fernández y Freire no los conoce ni su padre. Ni falta que hace, por otra parte.
Foto: desde el castillo de Coca.

Thursday, November 23, 2006

Jules et Jim

Adaptación de una novela de Henri-Pierre Roché.
Director: François Truffaut. Actores principales: Jeanne Moreau, Oskar Werner, Henri Serre, Sabine Haudepin.
No es una película redonda, pero es imposible olvidar algunas de sus escenas. Aquí tenéis unas cuantas, con música de Casino: "Dia de Festa".
¿Cómo no enamorarse de la mujer locomotora?

Tuesday, November 21, 2006

El amigo Manso


Cuando llega el frío del invierno, es buen momento para refugiarse en casa acompañado de los libros de Galdós.
Sus historias transmiten una agradable sensación de hogar, de chimenea: el cómodo sillón, donde el cuerpo se hunde como si naufragase en una nube de pereza; la taza de café humeante; la pipa repartiendo por la boca su sabor de incienso y mirra; la gorra como un pan en la cabeza; la bufanda que protege con su abrazo a la garganta, para que no se enfríe; las alpargatas de enfermo, que tosen más que tú; el pastor alemán a los pies de la cama, soñando lo que quiera que sueñen los perros.
"Yo no existo... Soy -diciéndolo en lenguaje oscuro para que lo entiendan mejor- una condenación artística, diabólica hechura del pensamiento humano (ximia Dei), el cual, si coge entre sus dedos algo de estilo, se pone a imitar con él las obras que con la materia ha hecho Dios en el mundo físico.
Quimera soy, sueño de sueño y sombra de sombra, sospecha de una posibilidad, y recréandome en mi no ser, viendo transcurrir tontamente el tiempo infinito cuyo fastidio, por serlo tan grande, llega a convertirse en entretenimiento, me pregunto si el no ser equivale a ser todos, y si mi falta de atributos personales equivale a la posesión de los atributos del ser. Cosa es ésta que no he logrado poner en claro todavía, ni quiera Dios que lo ponga, para que no se desvanezca la ilusión de orgullo que siempre mitiga el frío aburrimiento de esos espacios de la idea."
Quien esto afirma se llama -no impunemente- Máximo Manso. Es asturiano, miope, metódico, ordenado, sobrio, de cabello oscuro y abundante, tiene 35 años... Vive en Madrid (más concretamente en la calle del Espíritu Santo), suele llevar chistera y capa, le gustan los garbanzos, es hijo de farmacéutico y da clases de Filosofía. No fuma, no bebe, no folla... y, por si fuera poco, se considera hegeliano y krausista. ¿Cabe mayor contradiós?

Sunday, November 19, 2006

Sin título

Callar es dar forma a la nada.
Medir lo que no ocupa.

Friday, November 17, 2006

Un día perfecto para el pez plátano

Florida, EE.UU., un hotel lleno de agentes de publicidad neoyorkinos. Muriel, la chica del 507, hojea una revista femenina y se aplica esmalte de uñas mientras espera la llamada de su madre. En la orilla de la playa, su marido -un ex combatiente de la II Guerra Mundial llamado Seymour Glass, presunto trastornado y pederasta- charla animadamente con una niña rubia de Connecticut. Al rato vuelve a la habitación, se sienta en la cama y se pega un tiro en la sien.


Un argumento simple pero inolvidable. Un famoso cuento de J. D. Salinger que te deja con una sensación rara. Da que pensar...

Wednesday, November 15, 2006

Arthur Cravan Vs Mina Loy

Arthur Cravan, poeta y boxeador. Nació en 1888, era sobrino de Oscar Wilde y fue uno de los precursores del Dadaísmo con su revista Maintenant, de la que era editor y redactor único (escribía en ella con distintos pseudónimos). Se dedicó básicamente a hacer tonterías para epatar al burgués (era una época en que todavía era posible el escándalo). De profesión provocador, fueron famosos sus insultos a Guillaume Apollinaire y a la mujer de éste, la pintora Marie Laurencin; obligado a "rectificar", escribió lo siguiente: Puesto que yo he dicho: "He aquí una que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran ... en cierto sitio", yo pido simplemente que se debe entender: "He aquí una que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran astronomía en el Teatro de Variedades". No sé si fue un castigo divino por tamaña grosería, pero Cravan desapareció en 1918 en una travesía por mar, en algún lugar del golfo de México. Su cadáver nunca fue encontrado.



Mina Loy, poetisa y pintora. Nació en 1882, estudió pintura en Londres y flirteó con el futurismo de Marinetti (quizá más con Marinetti que con el futurismo...). Además de escribir poesía, diseñaba muebles y pululaba por el mundillo bohemio de París. Se la puede calificar de "musa múltiple". Conoció a Arthur Cravan en Nueva York, se enamoraron y se casaron en Ciudad de México. Hasta su muerte -en Aspen, Colorado, con 87 años- vivió obsesionada con la misteriosa desaparición de Cravan.
Si ayer hablábamos de personajes de cine, estos dos personajes "literarios" -cuyos nombres verdaderos eran Fabien Avenarius Lloyd y Mina Gertrude Lowy, respectivamente- fabricaron sus máscaras para pasearse con cierto glamour por la vida. Seguramente fue ésa su mejor creación artística...

Tuesday, November 14, 2006

Tres personajes

Hay personajes que son más personajes que otros. Éstos son tres de mis favoritos:

Longfellow Deeds (Gary Cooper): es un ejemplo perfecto de alma cándida pero inteligente. Bueno, inocente y honrado, toca el trombón en la banda de música de su pequeño pueblo, Mandrake Falls, hasta que se muere un tío suyo, al que apenas conocía, que le deja una herencia multimillonaria. Tiene que trasladarse a la gran ciudad y allí se abalanzarán sobre él, como carroñeros, especímenes de la peor calaña: abogados, periodistas, timadores... Su nobleza resulta subversiva. Eso sí: si alguien le saca de quicio, no duda en meterle un buen gancho de derecha a la mandíbula. (De pequeños, mi hermano y yo -que hemos visto esta película miles de veces- nos sabíamos de memoria las frases del juicio y las decíamos al mismo tiempo que los actores. Para mi gusto, es la mejor película de Frank Capra: se titula Mr Deeds goes to town)

El gran Lebowksi (Jeff Bridges): también conocido como El Nota, o, en su defecto, Noti, Il Notarino, Su Notísima... Es un hippie trasnochado y de buen corazón. Fuma porros, viste con pantalones cortos, camiseta guarra, bata y sandalias, su bebida preferida es el ruso blanco y participa en un campeonato de bolos con un grupete de amigos (mención especial merece el paranoico ex combatiente de Vietnam). El despiste de Lebowski es proverbial: sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en una extraña trama de secuestros y maletines de dinero por culpa de una banda de nihilistas de la Alemania Oriental... (No es la mejor peli de los hermanos Coen, ni mucho menos, pero sólo por este personaje merece la pena verla)


Melvin Udall (Jack Nicholson): es un escritor de novelas románticas de gran éxito -tipo Corín Tellado-, toca el piano en sus ratos libres y sufre de neurosis obsesiva. Su número de manías se aproxima al ocho tumbado (esto es, más menos infinito): cerrar y abrir la cerradura de la puerta equis veces seguidas, encender y apagar las luces otras tantas, caminar por la acera sin pisar las rayas, lavarse las manos con agua hirviendo y con un jabón nuevo cada vez, comer siempre en el mismo sitio a la misma hora, etc. Vamos, que tiene más manías que todos los personajes de Woody Allen juntos, que ya es decir. Algunas de sus frases son memorables: "¡Ayuda, estúpidos devoradores de donuts!", "Me restriega los bajos la gente que habla con metáforas", "Carol, la camarera; Simon, el marica"... (As good as it gets, sin duda una de las mejores comedias de los últimos años)

Monday, November 13, 2006

El ángel de la historia

Foto: puente y castillo de Sant'Angelo (Roma), diciembre de 2005.
El ángel de la historia ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.
Walter Benjamin, "Tesis de Filosofía de la Historia".

¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes angélicas? Y aun si de repente algún ángel me apretara contra su corazón, me suprimiría su existencia más fuerte. Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos. Todo ángel es terrible. Así que me contengo, y me ahogo el clamor de la garganta tenebrosa. Ay, ¿quién de veras podría ayudarnos?
Porque el permanecer está en ninguna parte. Voces, voces. Corazón mío, escucha, como sólo los santos escuchaban; la enorme llamada los alzaba del suelo, pero ellos seguían de rodillas, de modo imposible, sin darse cuenta: de tal manera escuchaban. No que pudieras soportar la voz de Dios, lejos de eso, pero escucha el soplo, la noticia incesante que se forma del silencio. Murmura hasta ti desde aquellos que han muerto jóvenes. ¿Acaso su destino no se dirigió siempre tranquilamente a ti, en Roma y Nápoles, cuando entrabas en alguna iglesia?
Todo ángel es terrible. Y sin embargo, ay, los invoco a ustedes, casi mortíferos pájaros del alma, sé quiénes son ustedes. Si ahora avanzara el arcángel, el peligroso, desde atrás de las estrellas, un solo paso, que bajara y se acercara: el propio corazón, batiendo alto, nos mataría. ¿Quién es usted?
Rainer Maria Rilke, de "Las elegías de Duino".

Sunday, November 12, 2006

El invierno y las castañeras


Me da igual lo que digan los termómetros. Puede seguir postergando la noticia el hombre del tiempo. Que continúen durmiendo los abrigos en el fondo de los armarios, que se arremolinen en las playas los que sólo aman el recuerdo del verano, que el sol se mantenga firme en su postura egocéntrica...
Que no, que no me engañan. Yo sé que el invierno ya ha llegado. ¿Por qué? Porque ayer me tomé en la calle las primeras castañas asadas de la temporada.
La presencia de las castañeras es el síntoma inequívoco y goloso de que el invierno asoma su cabeza por el horizonte. Es una imagen que me retrotrae a la infancia (y predispone mi espíritu, irremediablemente, para la Navidad), como las mejores siestas babeantes o la sensación de tumbarse en la toalla después de nadar.
De pequeño me imaginaba a todas las castañeras reuniéndose en las afueras de la ciudad, conspirando desde sus cuevas para acabar con el otoño. Después traían el invierno a rastras, cogiéndolo por las orejas, y posicionaban sus refugios en las esquinas de las calles, para recoger todos los vientos fríos.
Me encanta el olor a madera dulce de las castañas asadas (mis preferidas son las de la glorieta de Quevedo y las del final de Barquillo). Sus pequeñas hogueras son como fábricas de sueños para los amigos del invierno. Es como si las calles compartieran con nosotros sus recuerdos de cuando eran bosque. Sólo una pega: ya no ponen las castañas en esos cucuruchos de periódico que transmitían a las manos su calor de letras impresas... A este paso, todas las cosas van a acabar perdiendo su sentido épico de posguerra.
Moraleja: el invierno no lo trae Dios ni el hombre (ni siquiera el del tiempo), sino las castañeras.

Friday, November 10, 2006

Lost in translation

Como todos sabemos, traducir poesía es una misión imposible; una tarea inútil, condenada al fracaso. Nadie nunca lo conseguirá, porque no puede ser.

Con las ciudades ocurre, creo yo, exactamente lo contrario. Quien mejor traduce una ciudad es el que no la habita, el que llega por primera vez, el que empieza a descubrirla, porque lo hace desde la nada. Es decir, que traduciéndola se traduce a sí mismo.

(Si no me habéis entendido, no pasa nada; yo tampoco. Buscaré un intérprete en los anuncios por palabras, a ver si empiezo a pillarme el truco...)

Americanos en Tokyo:


Japoneses en Buenos Aires (o coreanos en No-sé-dónde):


Anónimos en USA:

Thursday, November 09, 2006

Lecturas escatológicas

No sé si es manía peculiar de un servidor, pero imagino que alguien más habrá por ahí al que le pasen estas cosas. ¿O no?
Igual que siempre he tenido dos “lecturas de enfermo” favoritas -a saber: En busca del tiempo perdido, de Proust, y El cuaderno gris, de Josep Pla-, que sólo leía cuando estaba en cama con gripe (¡y cómo las disfrutaba!), también suelo tener mis lecturas específicas de váter (con perdón).
Recuerdo que durante bastante tiempo mi “libro de váter” por antonomasia -y no va con segundas- fue Viaje a la Alcarria, de Cela. No creo que su prosa limpia y directa, sus frases cortas o sus personajes risueños tuvieran una función laxante, ni mucho menos, pero el caso es que alegraban sobremanera mis trances escatológicos (os lo recomiendo vivamente). Después pasé a otras obras del mismo autor: La colmena, La familia de Pascual Duarte, San Camilo, 1936, Oficio de tinieblas 5, etc. Vamos, que igual que Tolstoi y Kafka solían ser mis "lecturas de mesilla de noche" (casi de duermevela, cuando el sueño se abatía como una sombra de avión sobre los párpados) o Kant y Zubiri mis "lecturas de concentración" (antes de los exámenes solía leer a boleo un trozo de la Crítica de la razón pura o de Inteligencia y realidad, para ponerme a tono), nuestro flamante premio Nobel de Literatura ha sido durante mucho tiempo mi principal autor de trono. Todo muy monárquico.
Quizás para darle mayor utilidad y sentido práctico a los minutos desperdiciados sobre la única taza que no tiene asas, decidí hace un par de años limitar mis lecturas de váter a la lengua de Shakespeare, especialmente en el género de biografías y memorias. Novelistas como Philip Roth, Conan Doyle, Jonathan Swift, Paul Auster o Ian McEwan han sido algunos de los dichosos agraciados. Los libros de Bill Bryson, Karl Popper y Bertrand Russell también me han dado mucho juego, la verdad.
Como curiosidad final diré que ahora mismo estoy embarcado en una antología de “los mejores diaristas del mundo” titulada The assassin’s cloak. Es muy interesante, porque está organizada como un año entero, que va -día a día- desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, con extractos de diarios de todas las épocas y lugares, aunque vencen por abrumadora mayoría -cómo no- los ingleses. Con este libro, que me compré este verano por dos míseras libras, ya tengo lectura de váter para varios meses, porque es un tocho considerable. Pero la duda me asalta: ¿cuál será el siguiente?
Por cierto, nunca leo poesía en el váter. Lo intenté en una ocasión, pero me resultaba astringente.
Que alguien busque, si le place, la explicación psicoanalítica.

PD: Tal y como anda el mundillo editorial, podría ser un buen reclamo de márketing: "Contra el estreñimiento, William Faulkner. Contra la diarrea, Juan Ramón Jiménez". Bueno, será mejor no dar ideas...
PD2: Una duda existencial: si la "escatología" es tanto la ciencia de la caca como la teoría de la vida de ultratumba, ¿será pleonasmo -o sólo irreverencia- leer el Apocalipsis en el WC?


Foto: La fuente de Duchamp, considerada por los expertos la obra más influyente del arte contemporáneo. (Así nos va...)

Wednesday, November 08, 2006

El paraíso de Michael Finney


Hay lugares en los que se quedaría uno para siempre...
Foto: Londres, octubre de 2005, en el entorno del British Museum, donde hay anticuarios, galerías de arte y librerías de viejo inolvidables.

Monday, November 06, 2006

Rey, Dama, Valet

Rey, Dama, Valet fue la segunda novela que publicó Vladimir Nabokov (1899-1977). Por entonces tenía 28 años y vivía en Berlín. Varias décadas después, a finales de los años sesenta, cuando se tradujo el libro del ruso al inglés, el autor reelaboró muchos de sus pasajes.
El argumento está perfectamente resumido en la contraportada de la edición de Anagrama: "Un jovencito miope, provinciano, mojigato y desprovisto de sentido del humor irrumpe en el frío paraíso de un matrimonio de nuevos ricos berlineses. La esposa seduce al recién llegado y lo convierte en su amante. Poco después le convence para intentar eliminar al marido".
Al comienzo de la novela, Nabovok pone en juego su prodigiosa capacidad de sugerencia para reproducir las sensaciones que provoca la salida de un tren en quienes van dentro:
La enorme manecilla del reloj sigue inmóvil, pero está a punto de hacer su ademán de cada minuto; ese elástico sobresalto pondrá todo un mundo en movimiento. El rostro del reloj se apartará lentamente, lleno de desesperación, desprecio y tedio, mientras las columnas de hierro, una a una, comenzarán a pasar ante nosotros, llevándose consigo la bóveda de la estación, como suaves atlantes; el andén comezará a alejarse, y con él irán hacia un destino desconocido colillas, billetes usados, puntos de luz solar y saliva; un carrito de equipaje se deslizará ante nuestra vista sin que sus ruedas dejen de estar inmóviles; y tras de él irá un kiosco de periódicos cubierto de revistas de seductoras portadas: fotografías de bellezas desnudas, color gris perla; y la gente, la gente, la gente del andén móvil, moviendo también ellos los pies sin salir de su inmovilidad, dando largos pasos hacia adelante y retirándose al mismo tiempo, como en un agonizante sueño lleno de increíble esfuerzo, náusea, presas las pantorrillas de una algodonada debilidad, se inclinará hacia atrás, hasta caer casi boca arriba.
No sé por qué me gustan tanto las películas y novelas que presentan a sus personajes viajando en tren... En este momento recuerdo algunos libros que empiezan así, con sus protagonistas montados en un vagón de tren, bien contemplando el paisaje, bien charlando con otros pasajeros: El idiota, de Dostoyevski; Sonata a Kreutzer, de Tolstoi; Las veleidades de la fortuna, de Pío Baroja; Pnin, del mismo Nabokov; quizás valen también Nada, de Carmen Laforet (Andrea llega a la estación de Francia, en Barcelona), Extraños en un tren, de Patricia Highsmith, y Austerlitz, de W. G. Sebald; y, por supuesto, Ventajas de viajar en tren, de Antonio Orejudo.
¿Alguien recuerda más?

Sunday, November 05, 2006

Y yo que me pregunto...

Si lo más duro es lo que más dura, ¿por qué a medida que madura la quemadura de la vida nos queda menos y nos quema más?
¿Por qué la amistad se agrieta? ¿Por qué la pasión se trunca? ¿Por qué el amor se hace amargura?
(Dimes y diretes de don Cronos)

Saturday, November 04, 2006

Un Evangelio apócrifo de Nietzsche

Se publicó por primera vez en 1951, en inglés, con el título de My sister and I, en la editorial Boar's Head Books de Nueva York. Según ponía en la cubierta, el autor era Friedrich Nietzsche.
Oscar Levy, su traductor y prologuista, dice que Nietzsche escribió este libro mientras estaba recluido en el asilo para dementes de Jena y que lo hizo para vengarse de su madre y de su hermana, que habían impedido la publicación de Ecce homo, su autobiografía intelectual (que no apareció hasta 1908). Como no confiaba en su familia, le entregó el manuscrito a un compañero que iba a ser dado de alta, etcétera, etcétera... El caso es que el texto original, escrito en alemán, habría desaparecido en misteriosas circunstancias.
Todo apunta a que esta historia es una patraña total y que el libro fue escrito en realidad por un Pseudo Nietzsche que trató de suplantar la personalidad de su gran ídolo bastantes años después de su muerte. Ni lo sé ni me importa, la verdad. De hecho, quizá tenga más mérito así: resulta impresionante que alguien haya hecho ese esfuerzo tan grande de asimilación del alma nietzscheana para brindarnos esta especie de autobiografía espiritual del filósofo de Röcken. Lo realmente importante es que, al menos por momentos, su lectura se convierte en una experiencia única.
Brutal, sarcástico, descarnado, inteligente, poético, corrosivo, incestuoso... el narrador de este libro -sea quien sea- es pura dinamita:
Adelántanse los pies espontáneamente. Ciérranse los dedos en los puños. Levántanse las manos y caen como pistones de una máquina. Yo ni ante el más violento deseo me levanto. Me veo yacer, como otro apéndice vermiforme, entre mis muslos. ¿Cuánto deberá herir el amor para causar una hemorragia?
Si la obra de Nietzsche en su conjunto es un gran Evangelio de la Risa Absoluta, no podían faltar sus variantes apócrifas.

Friday, November 03, 2006

Spellbound

¿Preparados para soñar despiertos?
Aquí está Ingrid en Recuerda (con música de Ennio Morricone):

Nightmare

El cine se presta mucho a las imágenes extrañas, quizá porque tiene la misma textura que los sueños. Desde que Buñuel y Dalí dieron el pistoletazo de salida con Un perro andaluz en 1929, han sido muchas las secuencias oníricas que han atravesado la pantalla grande.
Como ejemplo, tres pesadillas:
1) The ring:

2) Tarkovski:

3) Cómo no, David Lynch:

Thursday, November 02, 2006

Cansados de estar muertos

No es el epitafio reivindicativo de una lápida que haya visto en el día de los difuntos, ni la excusa perfecta para largarse de una aburrida fiesta de Halloween... No. Es el título de una novela llena de ideas brillantes, como ésta:
¿Qué hay detrás de la muerte?
Detrás de la muerte hay una sucesión de calles, las calles por las que transcurrió tu vida. Detrás de la muerte hay una ciudad compuesta por calles que en realidad pertenecen a muchas ciudades distintas, con las que tú has construido tu propia ciudad, una ciudad de la que eres el único habitante, una ciudad diseñada por tu memoria.
Detrás de la muerte viene un largo paseo por esas calles.
Bajas, por ejemplo, por la calle Aribau de Barcelona, pero resulta que a la altura del Charlot Café, donde tantas tardes te has detenido a tomar un café, la calle Aribau se estrecha, los plátanos se adelgazan y se convierten en naranjas con flores de azahar en las copas, y el asfalto por el que circulaba una muchedumbre de coches se vuelve un puzzle de adoquines, y la luz oscura de esa calle se vuelve más violenta, porque los edificios han empequeñecido de repente, y resulta que ya no estás en la calle Aribau, sino que de alguna manera ésta se conecta con la calle Mateos Gago de Sevilla, y ya no bajas hacia la plaza de la Universitat sino hacia la catedral de Sevilla, porque no estabas en Barcelona antes ni estás ahora en Sevilla, sino en una ciudad hecha con las calles más importantes de tu vida, una ciudad hecha de memoria, en la que la calle Mateos Gago no va a dar a la catedral, sino a la avenida Corrientes, y ésta se comunica con la rúa Garret, que no tuerce a la izquierda en rúa do Carmo, sino en Monte Esquinza, porque no estabas en Lisboa antes y no estás en Madrid ahora, sino en una ciudad hecha de calles que pertenecen o pertenecieron a muchas ciudades distintas, y puedes coger un tranvía en Ámsterdam que te suba al Castelo de San Jorge, y al acercarte a una de las almenas del castillo puedes contemplar no la ciudad de Lisboa, sino esa ciudad en la que vivirás ya para siempre, allí abajo las muchachas se deslizan por el hielo en la pista del Rockefeller Center de Nueva York, y allí ves la plaza de España y el parque de María Luisa, o rodando por aquella ladera el barrio del Albaicín, o al fondo la bahía del Chowpatty con sus aguas enfermas y su fulgor naranja, que ya no están en Bombay.
Su autor, Juan Bonilla, es uno de los escritores de cuentos -¿cómo se les llama?, ¿relatadores?, ¿cuentistas?, cualquier cosa suena mal...- que más me gustan. Estoy convencido de que algún día escribirá una obra maestra, pero todavía no ha llegado su momento. Esperaremos con ganas...

Wednesday, November 01, 2006

Viaggio in Italia


Un matrimonio en horas bajas (Ingrid Bergman y George Sanders) viaja de Inglaterra a la región de Nápoles para vender una casa que forma parte de la herencia del marido. Él es un inglés algo petulante y estirado, que vive enfrascado en su trabajo, y ella una mujer bellísima y sentimental, con especial sensibilidad para el arte, que está a punto de cumplir los 40 y atraviesa una etapa de "replanteamiento existencial", o como se diga.

Desde la primera escena -impresionante, maravillosa (no tengo adjetivos...)- percibimos nítidamente la distancia que separa a la pareja: van en coche por la carretera, vamos viendo el paisaje, escuchamos su conversación y analizamos sus gestos. Es como si estuviésemos ahí con ellos. Es real...

Las ruinas de Pompeya, con el Vesubio al fondo, son una metáfora elocuente de la crisis que está atravesando la pareja.

En España se tituló Te querré siempre. Se rodó en 1953 -por entonces Ingrid Bergman estaba casada con el director Roberto Rossellini- y para mí es la mejor película de la mejor época de la mejor actriz de todos los tiempos. Ni más ni menos... (Hala, ya está, me he quedado tan a gusto diciéndolo.)