Circula entre nuestra tertulia, entre los más allegados, los que ya ponemos cara a los apodos y nos vemos de vez en cuando, una virtual cuchara a modo de testigo. Quien la tiene asume la responsabilidad de organizar una pitanza donde nos juntemos todos los posibles para comer y pasarlo bien, da igual en qué orden.
Pues estaba dicha cuchara en las manos de un tragaldabas que navega por las redes bajo bandera asturiana y con el nombre de Fartones, y dada su querencia a lo rural –que a mí me pone muy nervioso- y su gusto por la zona decide emboscarse en el concejo de Cabranes y esperarnos allí para sorprendernos. El pícaro no nos había dicho dónde íbamos a comer (hombre, alguna filtración hubo, pero sus planes eran esos) y ni con el vermut soltaba prenda.
Más implicados. Ese friki del vino conocido como Sibaritastur propuso que aprovecháramos la salida, quedar antes y dar una vuelta por la zona. Poco quórum tuvo, solo yo. Se nota que el aumento de responsabilidades familiares es inversamente proporcional al del aprovechamiento del ocio, qué se le va a hacer.
Total, que dejamos a los F1 clasificados, tomé mi dosis de cafeína, hicimos una parada en el ilustrado Café de Vicente, en Villaviciosa, y le ofrecí a mi compadre un curso acelerado de inmersión cabraniega: esto es Viñón, ahí la Escuela Museo, aquí la iglesia de San Julián –muy interesante como arquitectura su interior-, por ahí se sube a Peña Cabrera, la capital será Santolaya pero el pueblo guapo es Torazu, y con saber quién era María Xosefa Canellada ya sabes más de Cabranes que la inmensa mayoría. Ale, para Santolaya antes de que estos acaben con todo el vermut.
Va juntándose la banda (Manu y señora, Guaje con su santa, los Pululantes, que se arriesgaban a soportar a tanto rarito) y arrancamos. Cómo son hoy las cosas; parece que sin una autovía no se va a ningún sitio. Que si no sé si salir a la general, que el camino es malo… ¿Pero no está asfaltado? ¡Pues monte arriba, hombre, que sólo son curvas!
Con la dosis de “engaño”, con la sorpresa, llegamos a La Cotariella, al Hotel Rural Amada Carlota, que es donde los organizadores han encargado la comida. Los urbanitas aficionados se dispersan para contemplar el paisaje, lo que le da tiempo a Lolo para llegar con su pareja y ya estamos todos. Mientras, el urbanita profesional que suscribe, y que sabe que en el campo te acechan mil peligros, se hace fuerte en el extremo de la mesa que da al ventanal, y así ya tengo el paisaje bien controlado sin perder tiempo (ni bocado).
A Sibarita y a mí nos toca hacer de expertos y escoger vino.
- ¿Cómo lo ves? ¿Arrancamos con Menade o con Maior de Mendoza?
- O los abrimos a la vez y que cada cual escoja.
- Y luego con los tintos ¿también dos opciones?
- Pues sí. Puede estar bien el Juan Gil…
- Yo me tomaba el Ónix Fusió pero mejor escogemos por el lado derecho de la carta, que si no estos nos capan ¿Corral de Campanas, además del Juan Gil?
- Es lo que hay…
Futomaki sushi sobre la mesa y antes de que a mí me dé tiempo a quejarme de la moda de los orientales ya estamos hablando de si lo de la central nuclear lo notarán en su facturación. Cómo somos.
El tartar de fresas y tomate con su vinagreta entra muy bien, que fuera hace calor. Muy apropiado para esta época.
- Así que nadie más conocía la zona. Cabranes por suerte se mantiene bastante “virgen”.
- Na, que no conocen Asturies. Qué sabrán…
- Bueno, aquí el colega ya se empapó bien de los alicientes de por aquí…
- Ya, lo llevaste a Viñón porque le sonó a viña grande y pensó que habría vino, ja, ja, ja.
- Oye, esto está muy bueno, lo mejor… (Ese es el Guaje que celebra la crep de calabacín con crema y aceite de perejil. No, si el chavalote quiere bocados grandes, que lo sé yo.)
El lomo de merluza al horno con espárrago en caldo corto empieza a dar problemas de organización. (“Espera, que faltan platos”. “Es que enfría”. “Bueno, ¿ya estamos todos? ¿empezamos?”) Tanto formalismo no es aconsejable en estas citas, hombre, que aquí venimos a disfrutar, no a un curso de protocolo. Así que con el taco de solomillo en su jugo con dulce de cebolla y morcilla de Burgos ya tenían la lección aprendida y no esperó nadie.
- Oye, a M. este vino le está afectando, mira a ver qué habéis pedido.
- Pero bueno, mira la etiqueta. Si es un sexy wine, qué esperas.
- ¿Dónde dice eso? ¡No jodas!
- Tú dale la vuelta, mira en la contraetiqueta a ver si es verdad o no.
(…)
- Es fuerte, ¿eh?. Seguro que esto pega.
- Qué va a ser fuerte pa un paisanu sidreru como tú, ho. ¿No ves que tamos del sulfito de la sidra y podemos con todo?
- Eso ya nun ye sulfito, ye sulfitón
Como se van llenando las panzas nos preguntan si todos tomaremos postre. Brownie con sorbete de limón para cerrar la comida.
Mientras, Lolo sirve el último vino y da la alarma: “¿Qué es esto blanco?”. “¿Qué dices, dónde ves blanco?”. “Pero mira este vino, tío. A ver, los expertos, ¿qué nos estáis metiendo aquí?” Pues sí, el Corral de Campanas derivó a un blancuzco que hasta dejaba el sedimento en la copa. Sibarita pensó que el frío que le aplicamos –estaba algo caliente al abrirlo- pudo producir alguna quiebra. A mí el color, el polvo tan marcado, me despertó suspicacias. Indirectamente estamos tratando de averiguar algo más. La cosa es que, aparte de aquel aspecto tan poco atractivo, nariz y boca se mantenían como antes de la “mutación”. En fin…
Cafés, conversaciones a las que el vino empuja hacia lo serio (mira que os tengo dicho que de eso, nada)… Claro que predominó lo menos serio. Que si hoy gana el Madrid, que eso ni de coña, que los Marea son muy malos, que copian a Robe Iniesta…
- Tío, tiene letras muy buenas
- Ya, si compite entre letristas paralímpicos
Chorrada va, chorrada viene nos da la hora de irnos, aunque a los organizadores costó trabajo despegarlos de allí y dejar que los de la casa pudieran seguir con su trabajo, que había cenas previstas y tocaba recoger y volver a montar sin mucho descanso.
Un último café en la terraza de la Hostería de Torazo, con aquellas vistas relajantes.
- Qué, ¿qué tal?, ¿quedasteis bien?, ¿os gustó?
- Sí, muy agradable. Lo que importa es pasarlo bien. De vez en cuando una así para desconectar…
- Claro, ye lo que pensé: “hay que sacalos de Uviéu y de Xixón”
- Oye ¿y la siguiente?
No vamos a dar pistas, pero la cuchara virtual parece que apunta a occidente sin que lo sepa el más interesado todavía.
Ya veis que no necesitamos mucho para disfrutar de una buena tarde.