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martes, 8 de diciembre de 2009

Platón


Según Aulo Gelio, citado por Ricardo de Bury, Platón compró, por diez mil denarios, un libro del pitagórico Filolao del que se inspiró para escribir su Timeo

Aristóteles


Según Averroes, citado por Ricardo de Bury, Aristóteles compró unos cuantos libros de Eusipo, a su muerte, por setenta y dos mil sestercios.

La adopción de Aristóteles por los árabes comienza en un sueño que tuvo el califa al-Ma’mun, hijo de Harun al-Rashid, el califa de las mil y una noches, en el que soñó que mantenía una conversación con un individuo sentado en un trono al que identificó con el sabio griego. La conversación soñada indujo al califa a ordenar a los eruditos de la Academia de Bagdad la traducción al árabe de las obras de Aristóteles.

Federico III (1440-1493)


Marcó sus libros con la divisa AEIOU, Austria est imperare orbi universo (El destino de Austria es gobernar el Mundo).

Los libros de la Compañía de Jesús


Tras la disolución de la Compañía de Jesús, los libros de la casa de Bruselas fueron enviados a la biblioteca de la casa real belga, por falta de espacio se decidió guardarlos en una iglesia vacía. Debido a la abundancia de ratones se decidió seleccionar los mejores y más útiles y se colocaron en una estantería en el centro de la nave. Los demás se depositaron a su alrededor en el suelo. Se pensó que los ratones irían royendo la periferia dejando el núcleo intacto, como es natural no sucedió así.

Al-Sahib ibn Adbad Abd al-Qasim Ismail


En el siglo X, en Persia, el visir al-Sahib ibn Adbad Abd al-Qasim Ismail, con el fin de no separarse de su colección de 117.000 volúmenes, cuando viajaba, se los hacía transportar por una caravana de 400 camellos adiestrados para caminar en orden alfabético

El precio de los libros en el Medievo


En el siglo X una condesa de Anjou tuvo que entregar 200 oveujas, tres toneles de trigo y varias pieles de marta en pago de un solo sermonario, y a finales del siglo XIV el principe de Orleans adquirió un devocionario en dos volúmenes por 200 francos de oro.

Biblioteca de la abadía benedictina de Admont

En 1779, Costantine Hauer visitó la biblioteca de la abadía de Admont y escribió:
"El extranjero, una vez pasada la primera sorpresa no puede evitar pensar hasta que punto ese hombre debió de leer, para amar los libros a tan alto precio"