Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

Click here to switch to the english version

Mostrando entradas con la etiqueta lucha-huída. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lucha-huída. Mostrar todas las entradas

martes, 13 de julio de 2010

Relájale... no respires hondo...



- Relájate... Respira hondo...

Hay muchas situaciones en las que el organismo nos pone en apuros pues valora amenaza en el momento y lugar más inopinados y enciende, sin consultarnos, programas defensivos en escenarios absolutamente inofensivos.

Los estados emocionales somáticos tienen su expresión hacia el grupo.

- ¿Qué te pasa? Tienes mala cara...

- No sé... parece que me voy a marear...

- Tranquilo...Respira hondo...

No conozco ninguna situación que justifique el consejo de respirar hondo salvo aquellas en las que necesitamos poner o quitar tierra de por medio y precisamos de todo el oxígeno posible (salvar el pellejo o coger un autobús que se nos escapa):

- Respira hondo. Se está quemando la casa... vas a perder el autobús...

Sólo hay tres posibles propuestas razonables ante el encendido del programa de salvar el pellejo.

1) - Agítate... Huye de aquí... Sal corriendo...

En muchas ocasiones nuestro cerebro ancestral, el de los tiempos de la sabana, valora absurdamente amenaza y enciende el programa que nos capacita para huir y/o luchar. La prestación del programa es la de proveer a los músculos inmediatamente de la mayor energía posible: sangre con glucosa y oxígeno.

El cerebro social no siempre va de la mano del biológico. Mientras se encienden los motores de la huída uno puede estar estático en una cafetería, un hospital, la iglesia o sentado en una comida de grupo...

El programa de salir pitando redistribuye la sangre dirigiéndola a los músculos mientras la retira de aparato digestivo ("corte de digestión") y piel ("estás pálido..."). Los apetitos se vienen abajo y en la conciencia sólo hay sitio para nubarrones, malos presagios...

Unas gotitas de sudor frío presagian lo peor... El organismo ha previsto aumento de la temperatura por la carrera y libera el sudor para eliminar calorías...

La respiración ya está por encima de lo que la situación estática requiere. El programa incluye hiperventilación, respiración honda... Si hacemos caso al bienintencionado consejero de la respiración honda estamos perdidos. Ya el anhidrido carbónico, un estimulante de la circulación cerebral, anda por los suelos pues la hiperventilación, en ausencia de actividad muscular (generadora de anhidrido carbónico) lo rebaja. Un golpecito de más ventilación supone el golpe de gracia.  

Necesitamos coherencia entre los distintos cerebros que nos conforman. Si el cerebro biológico activa la huída una buena idea (desde la biología) sería la de salir huyendo pero... socialmente sería inapropiada.

Este consejo no resulta. Nadie nos va a hacer caso y va a salir huyendo de la iglesia...

2) - Túmbate.

Es un buen consejo para evitar el desplome. La sangre estancada en los músculos vuelve por la gravedad al circuito y aporta oxígeno y glucosa a un cerebro necesitado.

Se salva de momento la situación pero el cerebro reportero toma nota del escenario evaluado como peligroso y lo etiqueta como amenazante dejando todo facilitado para un nuevo encendido en el futuro.

El consejo es pan para hoy y hambre para mañana...

3) - Relájale. Dile a tu cerebro que apague el programa de huir, que estás con unos amigos hablando, que allí no hay leones ni fuego ni se te escapa el autobús. Que devuelva la sangre a su sitio, sosiegue la respiración, contraiga las arteriolas de los músculos para evitar que siga acumulándose sangre. En vez de tumbarte puedes contraer vigorosa y discretamente la musculatura de extremidades inferiores para devolver la sangre al corazón ya que lo de tumbarse es un número. 

Los desmayos están a la orden del día. Los médicos echan la culpa al calor, el estrés, las bebidas frías o... a las "bajadas de tensión" un extraño fenómeno generado espontáneamente en cafeterías, iglesias, aulas escolares...

La "bajada de tensión" se produce cuando el programa de huir ha preparado todo para que se contraigan los músculos eficazmente y estos no obedecen. La sangre estancada en las extremidades inferiores deja sin sangre (presión) el circuito. Al inicio del programa hay aumento de presión. Sólo la falta de colaboración del individuo estático hace que descienda la presión.

- Se ha quedado sin tensión por desatender a su cerebro. Había previsto la huida y usted seguía de pie, tan tranquilo, hablando con los amigos...

Sería deseable que los cerebros de uno fueran de la mano, coordinados. Evitaríamos muchas penurias y percances.

Los animales sólo se desmayan cuando en plena situación de huida se saben, de repente, acorralados, sin escapatoria. Los músculos rebosantes de sangre se paralizan y la sangre pierde presión haciendo que no llegue al cerebro. Tienen una "bajada de tensión"...

El individuo acorralado por su propio cerebro, empeñado en provocar una huida socialmente inapropiada, se desploma cuando no encuentra la salida a la situación...

Tuve la fortuna de encontrar un artículo de un Psiquiatra: Engel, el creador del "modelo biopsicosocial". En él hablaba del programa de lucha-huida y del animal acorralado. Era la primera noticia que tuve de la existencia de ese programa biológico tan fundamental. Se me encendieron las luces y vi la explicación razonable para los desmayos.

Ni profesionales ni ciudadanos tienen noticia de ese ni ningún otro programa. El organismo no tiene neuronas ni historia.

- Su cerebro le ha hecho una faena...

- ¿No hay nada para que no le vuelva a dar...?

- Coherencia entre los cerebros...

- No me convence...

sábado, 12 de diciembre de 2009

¡Pero qué haces ahí parado...! El fifli...




Homo sapiens (ma non troppo) es, entre otras cosas, un vehículo. Arranca, acelera, frena, se detiene, gira... Cada una de esas acciones precisa una programación específica, con una provisión adecuada de energía, la justa.


La sangre se distribuye por aparatos y sistemas en función de la actividad de cada momento. Al aparato digestivo para hacer la digestión, a la piel para el sonrojo o eliminar calorías, al cerebro para pensar... y a los músculos de las extremidades inferiores cuando tenemos que desplazarnos.


La transición de estar quieto a moverse exige un gasto considerable de energía para arrancar y vencer la inercia de nuestra masa estática.


Hay un programa, denominado "respuesta de lucha-huida", que se activa cada vez que decidimos movernos, cambiar de lugar. Si el motivo es porque hay fuego o un león que quiere comernos, el programa para mover el esqueleto se activa a todo gas, con el acelerador a fondo. El objetivo es derivar mucha sangre, bien oxigenada y con glucosa, a los músculos que nos desplazan.


La reacción de arrancar-huir-luchar produce aumento de presión arterial, taquicardia, hiperventilación, inyección de glucosa en sangre desde el hígado, cierre de la circulación de sangre por piel y aparato digestivo, sudoración (para neutralizar el previsible calentón por el esfuerzo) y, apertura de las arteriolas musculares de extremidades inferiores para que podamos arrancar con velocidad suficiente, variable...


- No me encuentro bien...


- Estás pálido...


- Voy a que me dé el air...


- !Llamar a una ambulancia¡


Homo sapiens (m.n.t.) es una especie desmayable. Iglesias, cafeterías y hospitales son testigos de esa vulnerable condición nuestra.


Los médicos dicen que sapiens (m.n.t.) se desploma porque sufre "bajadas de tensión". Así, sin más. Bueno, a veces, se le echa la culpa al calor, al ambiente "cargado", a haber bebido algo frío, a una emoción, a una "bajada de azúcar"... La mayoría de las ocasiones no se encuentra un motivo suficiente.


Al parecer el prototipo sapiens no ha conseguido a lo largo de sus varios millones de años de rigurosa selección entre leones y leonas un sistema de garantía de provisión de sangre en cerebro para salir pitando o, simplemente, arrancar.


En la facultad de Medicina ni se nombra la "respuesta" biológica básica del programa "lucha-huida". En inglés sería el FIght-FLIght. Yo le llamo: "FIFLI".


El vehículo y el conductor no siempre están coordinados. Hay momentos y lugares en los que el cerebro programa irse y enciende el FIFLI. Incomprensiblemente el individuo permanece quieto con toda la sangre en músculos, llena de glucosa y oxígeno para arrancar.


Hay un corazón para bombear sangre hacia el cerebro y tejidos y músculos en las extremidades inferiores para bombearla desde allí hasta el corazón. Si el FIFLI ha mandado sangre, mucha sangre, a la musculatura de las piernas y muslos y uno se queda parado se remansa más de un litro allí. La presión cae y sapiens también, un poco más tarde.


Suelo tomarme mi tiempo en la consulta para explicar el proceso del FIFLI, que explica por qué se produce la "bajada de tensión". Muchos sapiens lo entienden y eso les ayuda pero hace unos días un compañero me contó que había atendido a una paciente con desmayos reiterados, que traía un volante del "cabecera" donde se precisaba: "evitar Doctor Goicoechea".


Hay un extraño rechazo a las explicaciones biológicas cerebrales, a lo novedoso. Hay pacientes que interpretan la pedagogía neuronal como una tomadura de pelo y van ofendidos a "atención al paciente" a que les mande donde un médico normal, predecible en sus comentarios.


La falta de coordinación entre cerebro-individuo explica muchas cuestiones en el día a día de pacientes y profesionales. El desmayo es una de ellas. Un problema común e invalidante que se sigue despachando tranquilamente con la etiqueta "bajada de tensión".


Como sucede con las migrañas, a las que ya se ha buscado y fotografiado en colorines, un "generador de migrañas", algún día se describirá y fotografiará en colorines el "generador de bajadas de tensión".


La Biología, la selección natural, Darwin, la sabana, la animalidad que inevitablemente nos explica, la cultura, las restricciones sociales para movernos, irnos... el FIFLI... no es Medicina ni tiene pinta de que vaya a serlo en un futuro inmediato.


"Nada tiene sentido en Biología si no es a la luz de la evolución" sostuvo Theodosius Donzhansky hace ya unas cuantas décadas. Nada debiera de tener sentido en Medicina si no es a la luz de la Biología pero no es el caso.


- ¿Evolución, Biología, FIFLI...? ¡Quiero que me vea un médico!

miércoles, 8 de julio de 2009

El YO del organismo




A lo largo del blog aparece en muchas ocasiones una separación (pedagógica) entre organismo ("lo biológico") e individuo (el YO, "lo psicológico"). Es evidente que se trata de una separación intencionada cuyo objetivo es ayudar a comprender el funcionamiento del organismo en un contexto especial: la presencia de "síntomas en ausencia de enfermedad".

Los padecientes sanos se sienten enfermos pero el médico no encuentra enfermedad.

- Su organismo está sano

- YO me siento fatal. No puedo con mi alma

A la hora de orientar responsabilidades las sospechas pueden volverse hacia el organismo o hacia el paciente:

- Tiene que haber algo. Ustedes sabrán. YO no soy médico. Esto no puede ser normal

- Todas las pruebas son normales. Puede que sean SUS nervios

Para el paciente falla su organismo, su soporte físico, y, probablemente también, ese médico . Para el doctor, la máquina está razonablemente sana y lo que falla es el conductor, el usuario... el USTED.

El conflicto entre YOs-USTEDes está servido:

- YO creo que se equivoca

- YO creo que quien se equivoca es USTED

En mi opinión los dos YOs están en lo cierto y equivocados a la vez.

La razón de ser de la red neuronal es la de promover el movimiento en una dirección acertada. El organismo evalúa anticipadamente la realidad, predice el entorno tratando de minimizar la incertidumbre y cuando aparece algo relevante (apetitivo o aversivo) proyecta su evaluación hacia el individuo a la vez que prepara los programas motores que ejecutarán lo solicitado... si el individuo se aviene a ello.

La relevancia surge de la integración de lo posible y lo probable. Cuando conducimos es posible que nos matemos pero no es probable que suceda lo temido. En un balcón es posible que nos precipitemos al vacío pero no es probable.

Es posible que suceda algo terrible en el interior de la cabeza pero no es probable. El organismo ronronea continuamente posibilidades y probabilidades. Cada lugar y momento, cada acción, cada proyecto del individuo activa el registro específico de lo posible-probable para ese contexto.

El espacio-tiempo puede ser durmiendo en la cama por la noche un día cualquiera...

- No soy YO la que me produzco el dolor. Hay veces que me despierto ya con el dolor. Cuando estoy durmiendo no estoy pensando en nada...

- Eso es que no descansa bien. Los músculos no se relajan debidamente y, al estar contraidos toda la noche, producen dolor.

- Será algo así. YO que sé. El caso es que me duele... pero ¿por qué no se relajan los músculos si yo no tengo problemas? No estoy estresada...

- Siempre estamos estresados. Le voy a recetar unos relajantes musculares...

El cerebro es una red probabilística: posible...probable...posible...probable... Si la ecuación posible + probable supera el umbral del temor del organismo de ese momento y lugar, se enciende la emoción-motivación somática y aunque el YO esté dormido, o, precisamente por eso, se le despierta con el recado perceptivo correspondiente:

- Otra vez el dolor... Estos relajantes no me hacen nada...no son mis músculos...tiene que haber algo... no soy YO.

El YO estaba tan ricamente dormido por decisión compartida suya y de su cerebro (que dió las órdenes oportunas para que se produjera la desactivación de la función consciente) y el cerebro, movido por su cálculo de posibilidades-probabilidades, activó la función YO para que el individuo diera relevancia a sucesos posibles-probables en la cabeza y se moviera, hiciera algo, volviera a la consulta.

El YO es una función de organismo. El YO busca alimentos, los prepara, los mastica, los traga y elimina lo que el organismo desprecia. Una vez dentro, los alimentos deben ser procesados, analizados, pensados, discriminados... El YO anda por ahí a lo suyo. Acaba de tomarse una estupenda cerveza fría en la barra. El cerebro aplica su código de posibilidad-probabilidad y se activa la función lucha-huída ("el Fi-Flí") para abandonar el escenario. Se deriva la sangre de aparato digestivo y piel hacia los músculos de las extremidades, se acelara la frecuencia cardíaca, la respiración se hace más profunda, se activa la producción de sudor...se proyecta a YO la percepción de huida...

- ¿Qué te pasa? Estás pálido...

- No me encuentro bien...No me habrá sentado bien la cerveza... Me voy al baño...

............................

(En urgencias)

- Está todo bien. Se ha desmayado. Habrá sido un "corte de digestión". Puede que fuera la cerveza fría...


miércoles, 20 de mayo de 2009

Escenarios del síncope



Los hechos relevantes suceden en momentos y lugares determinados. La supervivencia exige tomar buena nota de què, dónde y cuándo sucede. El por qué vendrá después.

El síncope tiende a darse en escenarios y contextos que contienen la capacidad de desencadenarlo. Cafeterías, iglesias, aulas, colas de espera, hospitales y servicios son los clásicos. Generalmente se piensa en el tópico de un lugar caluroso, cerrado y con ambiente cargado pero no siempre se da esa circunstancia. El escenario puede ser fresco, abierto, con poca gente y ambiente limpio.

El escenario, sin embargo, está siempre cargado, preparado para disparar el mecanismo responsable del inminente desplome. Hay algo que convierte a ese lugar y momento en un escenario a evitar. Si el cerebro instintivo ha olido peligro enciende el programa ¡vámonos de aquí pitando! el "
fight-flight", la respuesta de preparación para luchar o huir. He bautizado coloquialmente a esta respuesta como "fiflí".

Cuando mi hija pequeña se desmayó en el colegio y pudo empezar a defenderse de los bienintencionados salvadores de vidas que querían llevarle a Urgencias, trataba de sosegar sus ímpetus diciéndoles que no se preocuparan:

- Es un
fiflí. Mi padre es neurólogo. No me llevéis a ninguna parte. Quiero ir a clase...

El cerebro tiene
cerebradas límbicas (no corazonadas como pensaba Aristóteles) y recela de lugares y momentos, muchas veces sin aparente fundamento. Está dotado de un instinto poderoso que olfatea peligro. Desde que abandonamos los árboles y pusimos pie a tierra tuvimos que aprender a recelar de cualquier señal que anunciara peligro. Cualquier sonido, olor, sombra o... información de un congénere podía ponernos sobreaviso y activar la reacción de alerta.

Podemos conceder que un Hospital es un lugar poco grato y que puede ser razonable el encendido del programa de huida pero la mayoría de los escenarios no muestran el motivo, la justificación:

- Estábamos tan tranquilos hablando y me empecé a poner mal... Quise ir al cuarto de baño pero ya no recuerdo nada más.

No hay que buscar un motivo similar al de la visión de sangre, la rememoración de escenas traumáticas etc. El cerebro puede desaprobar el lugar en un momento-contexto determinado y encender el fiflí y punto. Si socialmente es inadecuado salir huyendo el desmayo está servido.

El escenario en el que se activó el programa y se produjo el síncope confirma la cerebrada cerebral:

- ¡Algo me decía que había que huir de aquí! pero YO no me ha hecho caso y ha seguido ahí, parado hablando como si nada... tan tranquilo... Tengo que grabar bien este lugar para evitarlo la próxima vez...

El cerebro dispone de un lugar, el hipocampo, especialmente dotado para tomar nota de los escenarios. Graba lugares y toma buena nota de aquellas claves que permitan localizarlo. Acopla a ese lugar sucesos potenciales y lo sensibiliza.

El escenario del síncope queda grabado en el hipocampo como un episodio, un algo negativo (el síncope) que ha sucedido en un lugar determinado por no haber obedecido al programa, al fiflí, y aumenta la probabilidad de que vuelva a suceder.

Esa noche mientras el YO duerme (el músculo duerme, el temor cabalga...) el hipocampo cuenta alarmado el suceso al cerebro analítico, racional, el de los significados. Le ha preparado un expediente con los datos que considera importantes: "estaba cerrado"... "olía a calamares..." o cualquier otra irrelevancia sensorial. Esa noche no se habla de otra cosa en la reunión habitual en la que el hipocampo notifica los episodios relevantes del día al lóbulo frontal.

- No me hacía ninguna gracia que entrara a clase de matemáticas. Había acabado de comer el bocadillo. Activé el fiflí pero incomprensiblemente se fué a la fila dispuesta a entrar al aula. Sucedió lo que me temía. Acabamos en Urgencias.

....................................................................

Una paciente comentaba que, extrañamente, perdió el conocimiento en varias ocasiones, siempre en el recreo previo a la clase de Matemáticas, después de comerse el bocadillo mientras esperaba en la cola a que les dieran la orden de entrar.

El síncope contiene un conflicto de obediencia: las reglas de la sabana o las del cole...



martes, 19 de mayo de 2009

"Bajadas de tensión"







Homo sapiens (ma non troppo) es la única especie que se desmaya con una extraña facilidad. Bombear la sangre hasta la cabeza no parece que se nos dé bien. La bomba cardíaca nos abandona en cafeterías, iglesias, restaurantes, aulas y servicios creando el obligado tumulto.


La aparatosidad del cuadro hace que acabemos en Urgencias donde tras comprobar que todo está en orden nos darán el veredicto:


- No se preocupe. Está todo bien. Ha sido una "bajada de tensión".


Habitualmente los desmayados no se sorprenden de que su tensión arterial les abandone. Se da por sentado de que es una "constante" vital más bien inconstante, como la glucosa: "ha sido una bajada de glucosa". Sin embargo el oxígeno, otra constante vital, parece estar garantizado pues realmente suena raro lo de "ha sido una bajada de oxígeno".


El organismo necesita al cerebro para funcionar correctamente y el cerebro necesita sangre con glucosa y oxígeno. No basta con la garantía del oxígeno. La "inconstancia" de glucosa y sangre convierte a nuestro cerebro en un órgano poco fiable.


Todos los millones de años de evolución del organismo de Homo sapiens (ma non troppo) no han sido capaces de seleccionar un mecanismo que garantice el aprovisionamiento de energía al cerebro. El bipedismo nos viene grande. Debiéramos tomar ejemplo de la jirafa, con su cerebro a dos metros del corazón y tan pichi.


¿Dónde se esconde nuestra vulnerabilidad? ¿Tenemos un corazón insuficiente para superar 20-30 cm de desnivel o nuestro sistema nervioso autónomo es incapaz de ajustar fuerza y frecuencia de los latidos y calibre arterial para garantizar el suministro. Desde el punto de vista de la fontanería no parece demasiado complicado.


Con los años he aprendido a buscar en el cerebro las causas de los aparentes fallos del organismo. La culpa de que no le llegue la sangre al cerebro no es del aparato circulatorio (bomba, tubos, válvulas...) sino del propio cerebro.


Una vez más, el natural alarmista del cerebro nos juega malas pasadas.


Existe un programa básico para sobrevivir. Se denomina: programa de "lucha y huida". Cuando se activa se produce un conjunto de cambios en el funcionamiento de todos los sistemas orgánicos. Si el cerebro evalúa ¡Peligro, vámonos de aquí! el programa entra en funcionamiento: el corazón se acelera, aumenta la presión, la profundidad y frecuencia respiratoria, se redistribuyen los cinco litros de sangre, desviándolos del aparato digestivo y la piel a los músculos, se da la orden a las glándulas sudoríparas para que mojen la piel y así evitar el subidón térmico de la huida, se inyecta glucosa desde el hígado, se moviliza el Sistema Inmune, se encienden las alertas neuronales, se transmite la percepción de peligro al individuo...


- ¿Qué te pasa? No tienes buena cara.


- No sé. Me estoy mareando.


- Respira hondo...


Nunca haga caso del bienintencionado consejo de respirar hondo. No existe ninguna situación que lo justifique. Niéguese en redondo a obedecer. Es la puntilla. Si obedece, el desplome está garantizado. Al respirar hondo sobre un fondo previo de hiperventilación, se produce un descenso aún mayor de anhídrido carbónico, un estimulante de la circulación cerebral, y se precipita la inconsciencia.


¿Qué es lo que ha fallado al activarse el programa de lucha-huída? Parece evidente... la huída. Si el individuo hubiera hecho caso de su cerebro habría salido corriendo y los músculos habrían devuelto la sangre desde las piernas al corazón. Al quedarse quieto se produce un fallo de la bomba venosa de retorno, los músculos. Es el mismo efecto que el de una parada cardíaca.


¿Quién le manda al corazón activar esa alarma en la iglesia, la cafetería, el restaurante, el aula o el cuarto de baño, unos lugares donde todo el mundo sabe que no se suele salir huyendo...?


El cerebro tiene razones que el individuo desconoce y, al parecer, el individuo tiene razones que su propio cerebro también desconoce. El eterno problema del desencuentro entre el cerebro emocional y cerebro social. Nuestro instinto de la sabana nos juega malas pasadas en el entorno tranquilo de los lugares cerrados y protegidos (haga o no calor).


- Ha sido una bajada de tensión...Tiene usted un organismo defectuoso. Hay escenarios que se le dan mal. Le baja la tensión. Es inconstante, ya sabe: sube y baja.


...............................................................................


Los desmayados acaban viniendo a la consulta de Neurología:


- Su organismo es normal. Es su cerebro. Ha activado el programa para huir en un escenario en el que usted tenía previsto estar quieto. Debemos convencerle de que no lo vuelva a hacer. El cerebro graba los lugares que considera peligrosos. Hay unas neuronas llamadas: "neuronas de lugar". Se dedican a memorizar los escenarios donde sucede algo relevante. Habrán tomado nota de la cafetería y puede que vuelvan a encender el programa de huir si se re reproducen las circunstancias. Tropezamos en la misma piedra ya sabe...


- Y si me da cuando conduzco... o cruzando una calle...


- Es poco probable, pero no dé ideas a su cerebro alarmista.


- ¿O sea que no tengo la tensión baja?


- Se la cambio si quiere...