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domingo, 7 de noviembre de 2010

Con Gaudí, el arte lleva a Dios.


Barcelona hoy está de fiesta y no es para menos. Día histórico este 7 de noviembre en que Benedicto XVI ha consagrado como Basílica el monumento más emblemático de la maravillosa Ciudad Condal.

Ayer publiqué un extracto de una entrevista a Joan Rigol i Roig que apareció publicada en la revista Mundo Cristiano.
Roproduzco ahora otros fragmentos en los que se pone de manifiesto el espíritu evangelizador que movía a Gaudí, y al que hoy se ha referido el Sumo pontífice.

(...)

—¿Qué significa la dedicación del templo por parte del Papa?

—Por un lado, va a ser calificada como basílica. Y, sobre todo, indica la capacidad de que la gente que nos visite pueda ver el mensaje de la Iglesia, un mensaje de fraternidad. La idea de la Sagrada Familia trae consigo la consecuencia de la fraternidad cristiana. Que puede ser compartida por creyentes y no creyentes.

—Porque no nos debemos quedar con la idea de que el templo es sólo un monumento, aunque espectacular...

—Falsearíamos completamente su sentido si nos quedáramos solo pasmados por la monumentalidad del templo o la extraordinaria visión de Gaudí, y no entráramos en el fondo: crear un espacio del espíritu para que cada uno sienta ese sentido de fraternidad (los cristianos, a través del ejemplo de Jesucristo; los no cristianos, a través de sus buenos sentimientos).

—Gaudí tenía una intención evangelizadora con el proyecto. ¿Tiene noticia de casos concretos? Conversiones (aparte de la conocida del escultor Etsuro Sotoo), descubrimiento de la vocación cristiana...

—No tenemos un censo de conversiones... A veces observo cómo muchas personas se ven impregnadas del espíritu que genera la arquitectura gaudiniana. Realmente, les ves en una reflexión que va más allá del quedar pasmado por la altura o la forma artística. Me parece que esta interpelación que crea este ambiente de Gaudí es el camino que él quería: que a través del arte de la piedra una persona se pudiese elevar hacia la contemplación de Dios.

—¿La visita del Papa impulsará el proceso de beatificación de Gaudí?

—El proceso sigue su curso habitual, según las normas de la Santa Sede. La venida del Papa, por otro lado, es cierto que sustenta la obra de Gaudí y su persona, y supongo que ayudará a que la causa se agilice.

(...)

—¿Qué mensaje da el templo al católico del siglo XXI?

—Que hay un espacio del espíritu que necesitamos las personas para reencontramos con nosotros mismos. Cuando viene un visitante al templo, incluso aunque no sea creyente, percibe que es un espacio donde la espiritualidad que ha creado Gaudí le asume de un modo interno y muy fuerte. Para los creyentes, esta espiritualidad se concreta en Jesucristo, en su Nacimiento, en su Pasión, en su Gloria, y es un sentido de la trascendencia cristiana. Esta religiosidad en un marco de arte, no deja de ser una manera de expresar nuestra trascendencia. Y todo ello se construye en el marco de una sociedad laica, pero que es capaz de comprender el lenguaje religioso de las piedras.

—Con Gaudí, resulta claro que el arte lleva a Dios.

—Por supuesto. Esa es una de las principales tesis de Benedicto XVI, que repite que una de las maneras de llegar a Dios es a través del sentido contemplativo de lo que Dios nos ha puesto alrededor, desde la naturaleza, hasta el esfuerzo de las personas para concretar a través del lenguaje artístico la dimensión espiritual.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La naturaleza y Gaudí


Le Corbusier, que visitó Barcelona en 1928, escribe sobre Gaudí, especialmente impresionado por la cubierta de las Escuelas de la Sagrada Familia: "Este hombre hace lo que desea con la piedra, con un control formidable de las estructuras. Entre los hombres de su generación, tiene la fuerza arquitectónica más grande". La opinión de otros arquitectos, como el catalán Óscar Tusquets, apunta a hacia un singular sincretismo: "La obra de Gaudí es anarquía supeditada a rigor, onírica locura supeditada a racionalidad, vanguardismo supeditado a tradición (...) y viceversa". "Nadie como él concilió la lógica formal de la construcción con la libre expresión de ideas y sentimientos", ha declarado uno de los arquitectos españoles de prestigio internacional, Rafael Moneo.

"Gaudí –señala Bassegodavenía de una familia de menestrales, más concretamente batidores de cobre y caldereros. No poseía la formación profesional que caracteriza a las familias de arquitectos. Este dato es muy importante, porque Gaudí nunca se preocupó de la opinión que la comunidad arquitectónica pudiera tener de sus obras".

Unas fiebres reumáticas, padecidas en la infancia, aconsejaron largos veranos en una pequeña casa de campo en Riudoms. Allí pudo contemplar con pausa y detenimiento la naturaleza en versión mediterránea. El futuro estudiante de arquitectura pudo empaparse de las bellísimas formas presentes en los reinos mineral, animal y vegetal. Gaudí tuvo siempre una gran capacidad para observar la naturaleza sin prejuicios. Esto le permitía ver las cosas tal cual son, y no como a veces los hombres quieren que sean. Una rosa tiene color brillante y agradable perfume, no para inspirar a poetas o pintores, sino para atraer a los insectos y favorecer la reproducción de la planta. Un propósito absolutamente funcional.

Más adelante, ya arquitecto, Gaudí parece haber aprendido esa lección de la naturaleza, que asimilara al modo franciscano: si el arquitecto busca la funcionalidad en sus obras, acabará hallando la belleza. Si busca directamente la belleza, conseguirá encontrar la teoría del arte, la estética o la filosofía, ideas abstractas que a Gaudí no le interesaron nunca.

Si la naturaleza trabaja siempre buscando soluciones funcionales, ya que está sometida a la inexorable ley de la gravedad, es muy sabio estudiar las estructuras naturales que durante millones de años han tenido un funcionamiento perfecto. Conociendo la esencia de estas estructuras, fue intención de Gaudí llevarlas al terreno de la construcción. Por otro lado, la familiaridad de Gaudí con la forja del hierro y la carpintería le permitieron ordenar a sus operarios cosas lógicas que entendían claramente. Todo esto le dio una ventaja sobre otros arquitectos.

"Gaudí –apunta Bassegodaobservó que muchas de las estructuras naturales están compuestas de materiales fibrosos, como la madera, los huesos, los músculos o los tendones. Desde el punto de vista geométrico, las fibras son líneas rectas y las superficies curvadas en el espacio compuestas de líneas rectas definen la llamada geometría reglada, que se centra solamente en cuatro superficies distintas: el helicoide, el hiperboloide, el conoide y el paraboloide hiperbólico. Gaudí vio estas superficies en la naturaleza y las trasladó a la arquitectura. El helicoide es la forma que toma el tronco del eucalipto, y Gaudí lo utilizó en las columnas torsas del Colegio Teresiano; el hiperboloide es la forma del fémur, y Gaudí lo usó en las columnas de la Sagrada Familia; el conoide es forma frecuente en las hojas de los árboles, y Gaudí lo usó en las cubiertas de las Escuelas Provisionales de la Sagrada Familia, y el paraboloide hiperbólico es la forma que adoptan los tendones entre los dedos de la mano, y Gaudí lo aplicó en las bóvedas de la cripta de la iglesia de la Colonia Güell".


Para sabe más sobre Gaudí:
Güell, Carmen: Gaudí y el conde Güell, ed. Martínez Roca.