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martes, 28 de agosto de 2012

Relato con banda sonora




En esta canción, que descubrí gracias a La Esfera Cultural, está inspirado el relato que sigue y  que leyó La Voz Silenciosa

3.10 minutos de encantamiento
Guau! Esas caderas me tienen loco. El vaiven de la seda de su falda me transporta por el arcoiris del deseo que nace entre mis piernas y trepa raudo por mi piel, destellando en mis pupilas, para eclosionar en mi cerebro. Derecha izquierda, derecha izquierda, mis brazos la dirigen de delante atrás, de atrás adelante para que nuestras caderas converjan en el eje de nuestros cuerpos. El bamboleo, de sus pechos y su melena, marca el ritmo de esta pasión con acordes de Bossa. Sus labios, entreabiertos, son el imán perfecto para que mi boca juegue con su cuello, buscando la dulzura de su lengua. Solo quiero mantener su cintura entre mis manos para dar una pausa a tanto balanceo y que, por fin, nuestras miradas se encuentren y así perderme unos instantes en el azabache de sus iris. Cuando la orquesta acabe de tocar esta canción, lo mejor será que nos demos la vuelta y guardemos este recuerdo anónimo para las noches del invierno que se avecina. Si alguno de los dos pronunciara una sola palabra, el hechizo se rompería y, uno de los dos, se convertiría en sapo.

viernes, 24 de agosto de 2012

Historias de portería




Participé y quedé finalista en la convocatoria de La Esfera Cultural, Historias de portería,  con el relato Escenario de Adolescencia y La Voz Silenciosa (José Francisco Díaz-Salado) le dio vida, si queréis leerlo y escucharlo, pinchar aquí

martes, 10 de abril de 2012

Deseo Anónimo

A Rocío, Rafaela y Gema

El sol entorna mis ojos y el horizonte se reduce a sus pechos. Del rosado de sus pubis, al tostado de sus pezones, mi mirada se desliza por sus cuerpos, mecida por una gama de colores. Mi lengua saborea en la distancia el salitre de sus pieles, y mi dedo zigzaguea por la sombra de sus curvas, que el sol dibuja en la arena. En cada uno de mis poros siento el deseo imaginado de las tres y mi corazón se concentra en un único e intenso latido del eje diminuto de mi cuerpo.
El cante de una voz humedecida por el rocío y un murmullo con sordina de tonalidades rafaelistas, al amparo de la gema del sol, el rubí del atardecer, me compañan al regreso de mi ensoñación y dejo que la mar refresque la temperatura de mi sueño y sonrío satisfecha por su inocente ignorancia de mi deseo...


Este es el relato original pero si queréis escuchar otra versión leída por La Voz Silenciosa pinchar aquí

lunes, 7 de noviembre de 2011

Firma

Sabía que estaba contenta, pero intuía que había algo que la disgustaba. La lectura del cuarto relato en la radio la decidió a decirme lo que pensaba.  Sí, estaba orgullosa, me animaba, como siempre, a seguir escribiendo pero... cuándo pensaba dar mi nombre completo.  La obedecí en el acto, buena es mi madre, y a partir de ese día firmo con mi nombre y mis dos apellidos.
Así que, mamá, si se comen el tuyo, que sepas, que no es cosa mía. 



Ha sido toda una experiencia escuchar a La Voz Silenciosa leer mis relatos "Sueño de espera" y "El amor a la altura de un par de zapatos", que, por supuesto, me ha encantado. Aquí os dejo los enlaces por si os apetece oírlos.


                                                       Aquí La Esfera Cultural



                                                    Aquí La Esfera Cultural

martes, 27 de septiembre de 2011

Sueño de espera

Lo conocí en la iglesia, estaba sentado dos filas por delante. Llamó mi atención porque era el único que tenía el pelo color rojo, una rareza en mi pueblo. Esperé al termino de la misa para verle la cara. ¡Qué mirada! Se cruzó con la mía y me dejó sin aliento. Así comenzó nuestro amor, domingo tras domingo. Unos me sentaba en primera fila para que con su aliento acariciara mi nuca cuando se arrodillaba, otros nos sentábamos en el mismo banco y  rozaba mi mano cuando volvía de comulgar. Un baile de roces, suspiros, miradas. Por fin se decidió y se acercó a saludar a mis padres, acompañado por el cura, el mejor aval de aquellos años. Y empezaron los paseos por el parque, en la compañía de mi hermano mayor; las visitas a tomar café y jugar a las cartas y las despedidas interminables a través de la ventanita enrejada que tenía el portón.  Así pasaron ocho años hasta que, una vez acabada la milicia, pudimos casarnos. Le quería tanto. Le quiero tanto. Un pelirrojo apasionado con el que he tenido cuatro hijos. Sesenta años de matrimonio, y no ha habido día que no espere a que vuelvas del campo, sentada al fresco del zaguán y con el portón abierto de par en par.
             

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  Bella durmiente en Arcos de la Frontera

lunes, 12 de septiembre de 2011

La Isla de León

                                            Playa de La Caleta (Cádiz)  


Febril etílico atardecer en Cádiz. Los pelos como escarpias al son de unos cantes de Huelva. Mis dedos  huelen al mar de unas gambitas. El "Arroyuelo" destila por mi garganta. Dos horas de pasión en un minuto. Tres escalones y escucho a Camarón. La noche de San Fernando me lleva a Fenicia. Andalucia me hace el amor y yo, bajo la luna, lloro.

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Si queréis escucharlo por La Voz Silenciosa pinchar aquí