Los vecinos envidiaban la
ornamentación floral de la que el exuberante jardín de Cliff hacía gala. La
mayoría se había resignado a no conocer el secreto que sobre su abono guardaba con tanto celo su dueño. Por eso quedaron impactados al escucharlo declarar
jocoso a la prensa: «Será la primera vez que un asesinato logre que un
escalofrío recorra mi cuerpo». Tras esas premonitorias palabras, la silla eléctrica fue accionada.
5 comentarios:
Genial manejo de las palabras en ese final. Me gustó, cargado de ironía.
Maite, un microrrelato que juega con los lectores como si fuésemos esos incautos viandantes, que no se dan cuenta del verdadero secreto que esconde el jardín.
Un buen juego negro.
Besos.
Y se acabaron las tonterías.
Un saludo.
Menudo abono cruel. En la china de Mao se usaron cadaveres de la gente que moría de hambre para abonar las tierras de cultivo. El micro es duro y me lo recordó. Gracias
El propósito principal de la vida es ayudar a otros. Si no puede ayudarlos, al menos no nos lastimamos ellos.
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