martes, 20 de septiembre de 2016

Descubrir que la magia existe


—¿Qué hacéis aquí? 
—Hemos venido a hacer fotos. 
—¿Por qué? 
—Porque es un lugar hermoso. 
—No, no lo es. Es feo. Abajo es bonito. 
—No, no. Esto es puro. Esto es lo hermoso. Tú eres hermosa.

Esta fotografía nos captó en un momento de mi estancia en Colombia. Y esas niñas preciosas, de sonrisa deslumbrante, que tras una reflexión decidieron que sí, que lo eran y aquel lugar también. No por mis palabras, sino porque vieron el resultado del retrato. Y quizá comprendieron que era cierto. Y que amaban ese lugar y se amaban a ellas mismas un poquito más.

domingo, 21 de agosto de 2016

Clasicazo a la madrileña: Benidorm en agosto

Como madrileña de adopción hay que hacer las cosas bien, y decidimos cumplir todos los requisitos: 1 de agosto, carretera hacia Benidorm.
Hemos disfrutado de nuestra semanita playera y descubierto lugares que, muy probablemente, volvamos a visitar.

Aquí mi top ten de Benidorm:

1. Recorrer a nado la Playa Pequeña y bucear viendo los bancos de peces pulular tranquilos entre los bañistas.

2. Comer un arroz a banda en el Aitona. Otro clásico que tiene la fama merecida. Con sus gambas y sus chopitos, es uno de los mejores arroces que recuerdo. Y las cervezas ultracongeladas que nos sirvieron, de espectáculo.

3. Hacer una ruta de pinchos por el centro. Hay un montón de bares, pero me quedo con La Cava Aragonesa.

4. Saborear un yogur helado paseando por la playa de Levante de noche, hundiendo los pies en la arena refrescante (por la que horas antes tenías que ir de puntillas para no acabar con las plantas de los pies con quemaduras de tercer grado) y mientras a unos metros la fiesta comienza en las discotecas KM, Penélope y similares.

5. Las croquetas de El Rincón de Ruzafa. Que te pongan una caña y una croqueta de huevo frito por dos euros.

6. Escapar a Altea, recorrer su casco antiguo de casas encaladas con una panorámica de mar y montaña que quita el hipo, para bajar después y darte un refrescante baño en cualquiera de sus calas.

7. Alquilar unas hamacas con sombrilla en la Playa de Poniente y dedicarte a leer un buen libro entre chapuzón y chapuzón.

8. Contemplar el abrumador skyline de rascacielos circunvalando la playa.

9. Ver la puesta de sol desde El Mirador de Benidorm, con vistas a las playas de Levante y Poniente.

10. Recorrer la playa de lado a lado antes de desayunar y después hacerlo a la americana, con huevos revueltos y bacon incluidos.

10+1. Alojarse en el casco antiguo, con todo a mano: las tres playas, el tapeo, las tiendas, la fiesta y cualquier otra cosa que puedas imaginar.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Entre mayas y mexicas

Ruinas mayas de Tulum (Quintana Roo)
Quince días. Suficiente para evadirse de la realidad y sumergirse en una cultura nueva. Demasiado poco para lo que México tiene que ofrecer. Un solo bocadito de una realidad fascinante. Yucatán, Quintana Roo, Distrito Federal, Estado de México. No more, no less.

Cancún, ruinas prehispánicas de Tulum, Playa del Carmen, Chichen Itzá, Valladolid. Cenotes.

Chichén Itzá (Yucatán)
La seductora, colosal y disparatada Ciudad de México.
Guadalupe, Tlatelolco, Coyoacán, Zócalo, Polanco, Chapultepec, Xochimilco.
Teotihuacán. Teotihuacán. Teotihuacán. Pirámides del Sol y de la Luna.
Mayas. Aztecas. ¿Teotihuacanos?
Frida. Diego. Miguel Hidalgo. Hernán Cortés. Malinche. Morelos. Zapata. Frida. Más Frida. Por todas partes. No es en vano. La intensidad en estado puro. Del dolor, del amor, del sufrimiento, de la alegría. Del culto a la vida y de la celebración de la muerte.

Último cuadro de la artista. Casa Museo en Coyoacán

Tortillas. Maíz. Aguacate. Chile. Mole. Sol. Indio. Tecate. Pulque. Tequila.

Megalópolis. Atasco permanente. Sin piedad. Atropellos. Pan de cada día. Doy fe. ¿Inseguridad? Se respira, pero más en el imaginario que en la realidad, en la mente del extraño que en el día a día.
En una trajinera en Xochimilco
Raluca, Fernando, Enzo, Uxía, Susi, Carlos, Any, Luis, Vilma. Gracias.

sábado, 6 de junio de 2015

L'hiver à Strasbourg


El pasado y el presente se fundieron en ese preciso instante. Y fue entonces, en ese concreto punto del Universo, cuando pude reconciliarme con todo el daño que me hizo. Mi eterna condena no lo fue tal, y logré, tras tantos siglos de sufrimiento, perdonar a ese hombre que torturó a mis antepasados. Con él me liberé y me perdoné a mí mismo. Y es que el karma puede jugar muy malas pasadas.

A comienzos de 2013 tuve ocasión de visitar esta ciudad en el límite entre Francia y Alemania. 
Más conocida por ser la sede del Parlamento Europeo, Estrasburgo es la capital de la Alsacia, aunque la influencia alemana se respire ya en cada rincón. Un curioso y atractivo mestizaje que la hace aún más especial.

Sede del Parlamento Europeo

Mi visita se debió a un curso de generación de redes y estrategias para la paz, tan provechoso como intensivo, y durante los primeros tres días no hubo tiempo para salir siquiera del centro de formación donde nos hospedábamos. Pero había que sacar hueco y fuerzas para visitar tan maravillosa ciudad, y así lo hicimos. Dejo unas fotos de su seductor centro, que nos encandiló a todos.


Vistas de la Grande Île.

Al pie de la catedral.

La "Petite-France", en el corazón de la ciudad.

Catedral de Notre Dame, joya gótica.

jueves, 30 de abril de 2015

Amor a primera vista


 
Decidí hacer un descanso de camino a mi apartamento alquilado con vistas al mar. Allí estaba ella, observándome con sus grandes ojos color azabache. Era la suya una mirada triste pero honesta, cargada de promesas de un futuro por compartir. Supe que los flechazos existen. Me atravesó. Correspondí su amor como quien la abandonó en aquella gasolinera no supo hacer. Hoy, tras quince años, mi preciosa mastina nos dejó para siempre.

martes, 11 de noviembre de 2014

Siempre quise ir a L.A.


Y ser una rock & roll star. La verdad es que no. La verdad es que donde quise ir fue a San Francisco, y eso fue lo que hice a finales de 2011. Pero ya que estaba en California, y antes de regresar de nuevo a España, decidí conocer la meca del cine. Me alojé en Santa Monica, a unos minutos de las arenas que han pasado a la historia por Los vigilantes de la playa, y del muelle que marca el final de las 2.448 millas de la Ruta 66.
Todo muy mítico, sí, muy peliculero, y no nos vamos a engañar, eso lo envuelve de cierto encanto. Hasta el viajero más puro se deja llevar aquí por algunos tópicos, y todo te dirige hacia lo que nos han vendido a través de la televisión y el cine desde que tenemos conciencia. 
Ya en el mismo youth hostel ofrecen a diario rutas de autobús por las mansiones de los famosos, Beverly Hills, parada panorámica para hacerse la foto con el letrero de Hollywood y comida en el Hard Rock Café de Universal Studios, plagado de tesoros para mitómanos.



Placa original de la serie, en el Hard Rock Café

Al Paseo de la Fama y el teatro donde las estrellas se exhiben glamurosas en cada gala de los Óscar también es difícil resistirse, aunque todo exhala un aire mucho más rancio y deprimente que lo que las películas nos sugieren. Eso me dejó un contrapunto triste, sumado a la despedida de los amigos que dejaba en San Francisco, aunque compensado con el entusiasmo de conocer un nuevo lugar y nuevas personas e historias.

El "backstage" del Paseo de la Fama

Fueron, en definitiva, días intensos. ¿Lo mejor? Como casi siempre, las personas. Conversar con almas libres, como Esteban, un venezolano con quien recorrí los kilómetros y kilómetros de Venice Beach y disfrutar de los momentos mágicos, por inimaginados, que te depara a veces el presente. Y acabar el viaje tomando cervezas en un bar español en pleno L.A., brindando por las almas viajeras. Salud.




domingo, 9 de noviembre de 2014

Portugal lover II


Por fin llegó el día que había anhelado desde que era un crío. Año tras año les acompañaba, correteando entre las parras, ayudando aquí y allá. Hacía varios que trabajaba duro en la vendimia como uno más. Pero no era uno más, no del todo. Hoy, por fin, con los dieciocho cumplidos, estoy junto a ellos en el momento más importante. Soy, aunque sólo sea por unos minutos, el centro de atención. Mirando hacia el suelo comienza a sonar mi voz. Melódica, refinada, poderosa. Hasta los turistas, ansiosos por degustar las viandas, se olvidan y callan. Voy tomando confianza. Observo de reojo a mis compañeros y noto cómo asienten con orgullo. Elevo al fin la cabeza. Mi voz inunda la sala. Y entonces te veo. Veo cómo tus ojos me traspasan. Y se me olvidan todas las letras.

Seguir descubriendo rincones del bello país vecino. Aprovechar el día libre para subirse al coche, traspasar la frontera y llegar hasta Vila Viçosa*, a sesenta kilómetros de Badajoz. Pasear por la muralla del castillo y transportarme a otra época. Recorrer las rosadas calles pavimentadas del exquisito mármol local. Llegar hasta el Paço Ducal, sede de la Casa de Bragança que ocupa un importante lugar en la historia portuguesa. Hacer un descanso para saborear la ineludible bica de café acompañada de su correspondiente nata. Continuar hasta Borba al comprobar que están celebrando su Festa da Vinha e do Vinho. Dejarte seducir en una tienda de antigüedades. Escuchar los cantes de los vinateros y saborear junto a ellos vino y comida tradicional en una experiencia única, celebrando juntos el final de la vendimia. Rematar la jornada en el Retiro dos Amigos a unos cinco kilómetros de Elvas, con raciones tan enormes como ajustados sus precios. No es la primera vez. Ni será la última. Rodeados de españoles, familias extremeñas que cambian de país para comer en abundancia de cantidad y calidad. Volver a casa. De Portugal a España, del Alentejo a Extremadura. Hasta la próxima.




*Vila Viçosa es una pequeña población de unos nueve mil habitantes que pertenece a la red de villas medievales y que está emplazada en medio de rutas: la del mármol, la del vino, la de los sabores.