Fronterizo,
helador, rural, a desmano, abarrotado de noruegos, capital de los divorcios
rápidos, refugio para confidentes acogidos al programa federal de protección de
testigos, llano y repleto de girasoles.
La
expedición de Lewis y Clark, y los frecuentes retiros de Teddy Roosevelt, no han suscitado demasiados
imitadores. Es de hecho el Estado con menos visitas turísticas.
Una
visita al Norte siempre es instructiva.
No
sólo los alemanes (la capital tomó su nombre en 1873 en honor al canciller Otto von Bismarck) deberían acercarse a
echar un vistazo.
Los
que buscan el maletín que Steve Buscemi dejó
enterrado en “Fargo” ya han estado
allí.
La crónica de
un recorrido difícil de olvidar.