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martes, 16 de marzo de 2010

Los etarras de Venezuela

A estas alturas, cuando Hugo Chávez ya se ha dado suficientemente a conocer, todavía los hay que alegan con machacona insistencia que fue elegido democráticamente. Olvidan, por no decir que desconocen, que la cualidad de demócrata se demuestra con los hechos, no por la forma de elección.
El problema de España en este caso, con todo, no es Hugo Chávez, al que ya se debía conocer desde antes de que alcanzara la presidencia, sino el ministerio de Asuntos Exteriores de España, que buenos euros nos cuesta. ¿Cómo es que no previo el ministerio que las cosas iban a llegar a estos extremos? ¿Qué idea tiene el propio ministro de Chávez? ¡Cuánta vergüenza hemos de pasar por su culpa! Cuando no se burla del Rey, ataca a un político español en un acto internacional, en presencia del propio Rey de España y del actual presidente del gobierno. Ofende a los jueces españoles y de paso añade que en el caso de que se rompan las relaciones saldrá perdiendo España. Un tipo tan zafio como este se permite el lujo de insultar, chulear y amenazar a una nación antigua como España, que además pretende ser seria. Pero la seriedad se conoce que se perdió por el camino, cuando este gobierno decidió abrazarse al de Cuba y al de Venezuela, porque se dicen de izquierdas, y al de Marruecos, porque éste se llevaba mal con Aznar. Se han restablecido las relaciones con Marruecos, dice ufano. Lo que ocurre es que nos chulea, como Gibraltar, como Cuba, como Venezuela.
Cuando el Rey me mandó callar tuvo suerte, porque no le oí, dice Chávez. A la vista de lo que viene ocurriendo, hasta puede que Moratinos le haya reído la gracia. Hugo Chávez ha salido en defensa de los etarras, como también lo hizo en su día con las FARC. Y los españoles, muertos de vergüenza.

jueves, 24 de diciembre de 2009

El juez Venezia y Peter Innes

El abogado de María José Carrascosa en Estados Unidos, Scott Finkenauer, esperaba una condena de 5 años. La pena de 14 años puede considerarse, entonces, como excepcionalmente severa. Personalmente, la catalogo como cruel. A lo largo de los años que viene durando este proceso, Peter Innes ha venido dejándome comentarios en distintos. En ellos se refiere a Reyes Monforte, a mí, y a los jueces españoles. Lo que dice de Reyes y de mí, siendo desagradable me parece normal; su opinión de la justicia española es, sin embargo, significativa.
Lo que dice, al respecto, en uno de sus comentarios es lo siguiente:
“In Spain, you must work to correct the problems in your courts. Children must not be treated as if they are "property" of the mother. This is wrong and it damages children.”
Curiosamente, ese mismo argumento lo ha empleado el juez Venezia, pero no acusando a los jueces españoles, cosa que lo hubiera dejado en evidencia, sino a la misma María José. Ello no obsta para que se pueda considerar que dicho juez, al que le cuadra el epíteto de altivo, ha pisoteado sin disimulo alguno a los jueces españoles. Ahora bien, si María José se hubiera quedado en España, el altivo juez no hubiera podido ensañarse con ella, ni Peter Innes mostrarse tan satisfecho al conocer la sentencia. Lo que le debería importar a él es su hija, y la sentencia no le garantiza ni mucho menos que la vaya a ver, así que a saber qué le producirá tanta satisfacción.
El gobierno español permite que un juez de Estados Unidos menosprecie al sistema judicial español. Hace como que no se entera, calcula que el asunto no le va a costar ningún voto y a fin de cuentas la perjudicada es una ciudadana que inocentemente confió en la justicia de aquel país y en la bondad de sus jueces y se ha dado de bruces con la realidad. El gobierno español debe encargarse de la defensa de María José Carrascosa, puesto que ella tiene la sentencia favorable de los jueces españoles. Defendiéndola a ella, defiende también el honor de nuestros jueces.

martes, 1 de diciembre de 2009

El caso Carrascosa hoy

La familia de María José Carrascosa, presa en Nueva Jersey por salvaguardar a su hija, ha dado a conocer una serie de documentos mediante los que salta a la vista la indefensión en la que se encuentra. En un país extraño, metida en la cárcel, en donde la someten a todo tipo de vejaciones y castigos caprichosos, y con su familia en España, sus posibilidades son muy pocas. Otra cosa sería si se hubiese encargado de su defensa el Estado español, como corresponde.
Sus circunstancias son tan penosas y su situación inspira tan poco respeto que incluso el hecho de que se haya publicado un libro sobre su caso ha sido considerado como un punto en su contra. Si se hubiera tratado de alguien poderoso no hubiera ocurrido así. Pero ella está dejada de la mano de Dios. María José podría haber aceptado el trato que se le propuso hace poco, pero prefirió seguir en la cárcel para proteger a su hija. No se fía. No ha aceptado ninguna propuesta que ponga en peligro a su hija. Pero si Peter Innes hubiera viajado a España sí que le hubieran dejado ver a la pequeña. Pocas ganas de verla tiene, puesto que no ha venido a verla. Se le ha visto riendo mientras contemplaba las penurias de su ex esposa. Insulta a quienes la defienden.
Ella está en la cárcel de un país extranjero, con riesgo de su vida, porque su salud se deteriora día a día, a pesar de que la justicia española ha emitido sentencia firme en su favor. Siendo éstas las circunstancias, el gobierno español debería haberse encargado de la defensa, porque no debe consentir que una ciudadana española inocente, según las leyes españolas, esté en la cárcel, y para evitar que los jueces españoles sean humillados de este modo. La embajada española tiene medios para diseñar la línea de defensa más conveniente y por otro lado inspira más respeto que una extranjera sola.