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jueves, 26 de febrero de 2009

El Valencia en apuros

En los años anteriores hubo un momento en el que saltaron las alarmas del valencianismo y el motivo se debió a que Paco Roig estaba comprando muchas acciones y podía volver a la presidencia del club. Finalmente, Juan Soler lo vio todo de color de rosa y compró las acciones de Paco Roig. El valencianismo respiró aliviado. Pero hay cosas en esta vida que no se resuelven con dinero, o, al menos, no sólo con dinero.
Ahora Juan Soler ha salvado su dinero, o eso parece, y el Valencia está en peor situación que cuando compró las acciones. Y es que mientras tanto han ocurrido algunas catástrofes, todas al margen de lo deportivo, que tampoco ha ido bien. El club había acometido una ampliación ilegal del Mestalla, autorizada por el ayuntamiento. Tal vez sea éste uno de los motivos, sino el principal, por el que ambos, el ayuntamiento y el club se liaron la manta a la cabeza y se lanzaron a la construcción del nuevo estadio.
Eso es una barbaridad que modifica la fisionomía de dos barrios, únicamente con la finalidad de favorecer a uno de esos entes derrochadores de dinero, como son los clubes de fútbol. El ayuntamiento debería haberse mantenido al margen desde el principio y tener la legalidad por bandera. No lo hizo así y ahora se encuentra con dos papeletas en lugar de una. Hay un estadio que se amplió ilegalmente, y hay que derribar la parte ampliada, y hay otro campo en construcción que el club no puede terminar.
Para terminar de arreglar las cosas, el nuevo presidente del Valencia y encargado de llevar a buen término el proyecto parece un tanto crédulo. Se ha sabido que le han estafado un millón de euros y aunque logre recuperarlo los pormenores de la operación indican que algo crédulo sí es. Parece aquejado del mismo mal que Zapatero, el optimismo patológico, que cuando se descubre su naturaleza ya no es contagioso.
El Valencia está en una situación delicada y el ayuntamiento también.

miércoles, 30 de julio de 2008

Confusión en el Valencia C.F.

Sigo el fútbol de lejos, más que nada porque el deporte profesional cada vez tiene menos de deporte. Mueve grandes cantidades de dinero y lo hace de un modo aparentemente visceral, ignoro si en realidad será así. Este modo de manejar el dinero al final afecta a todos, aficionados al fútbol o no. Sin ir más lejos, la ciudad de Valencia está cambiando su fisonomía a causa del primer equipo de fútbol de la ciudad.
Lo sucedido en la historia reciente de este club, si no recuerdo mal, se puede resumir en muy pocas palabras. Paco Roig era el accionista mayoritario y estaba tratando de comprar todas las acciones que pudiera. Un grupo de personas se movilizó para impedir que lo consiguiera y logró convencer a Juan Soler para que hiciera una oferta a Paco Roig, que aceptó. Juan Soler se ha hecho cargo del club y ha fracasado. Convendría fijar la atención en esta parte del proceso, para hacer la observación de que lo correcto hubiera sido que se hubieran unido entre muchos para comprar aquellas acciones de Paco Roig. Esto es más trabajoso, naturalmente, pero la opción más fácil suele ser la peor y la que al final resulta más cara. Si hubieran comprado las acciones entre muchos, aún hubiera quedado un paso más difícil, como es el de elegir presidente. Es difícil porque cada uno tiene su ego y le cuesta mucho dar su brazo a torcer. Pero la cuestión consistía en elegir un presidente y una junta directiva capaces. Creo que lo tenían a mano. Desde que saltó a la palestra, Jaime Ortí me llamó la atención por su modo comedido y sin estridencias de ser. Leí algunas de las entrevistas que le hicieron, cuando todo le iba bien al Valencia CF, y tras ellas me quitaba simbólicamente el sombrero.
Se eligió, como se ha dicho, la opción más fácil, y ahora todo está mucho peor para todos. Sin que se sepa tampoco si quien está detrás de Vicente Soriano, el presidente actual, es Juan Villalonga o un grupo desconocido. De momento, la tranquilidad a la afición la da Fernando Gómez, pero éste poco podría hacer frente a los grandes movimientos de dinero en la sombra.