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martes, 5 de agosto de 2014

Otegui es un cobarde

Lo ha dicho un etarra, Iñaki Recarte, que según sus propias palabras nunca se arrepentirá lo suficiente. Pero es que para ser etarra el requisito previo es la cobardía. Iñaki Recarte se ha dado cuenta, pero ha ido a hacerlo cuando ya ha destrozado unas cuantas vidas.
El que dijo que Otegui es un hombre de paz encadanaba, una tras otra, las bobadas, bastantes de ellas contradictorias entre sí.
Está por estudiar el daño que ha hecho el nacionalismo a la humanidad. En el caso del nacionalismo vasco es evidente que sin las ideas de Sabino Arana y sus seguidores ETA no habría podido existir.
Muchos jóvenes como lo era Iñaki Recarte cuando ingresó en la banda crecieron con el odio hacia lo español incrustado entre ceja y ceja. Eso les ha llevado a sembrar el mal por donde han pasado, a aterrorizar a la gente destruyendo vidas y haciendo que muchos tuvieran que abandonar su tierra. Alguno se ha dado cuenta luego de que el odio no lleva a ninguna parte buena. Pero ahí está uno que sin peine no es nadie criticando todo lo español por el simple hecho de ser español. Y eso cree el mentecato que es hacer el bien.
En la entrevista en que Iñaki Recarte reconoce todos sus errores, todo el mal que ha hecho ETA, aparece un tal Jonan Fernández, alto cargo del gobierno vasco.
Esos jóvenes que se enrolaron en ETA, porque tenían el cerebro lavado, y casi todos lo siguen teniendo, no sólo arruinaron vidas ajenas, también echaron a perder las propias. Podrían y deberían haber sido trabajadores normales, pero se convirtieron en vulgares asesinos. Y sus hijos son hijos de asesinos, quizá algunos de ellos sigan su estela. Los ejemplos tienen más fuerza que los consejos. Y hay curas y otros que no son curas que piden que los asesinos salgan de la cárcel.

viernes, 7 de marzo de 2014

Hacen boicot a un etarra arrepentido

Parece ser que el tiempo pasado en la prisión sirvió para que el otrora sanguinario etarra Iñaki Recarte meditara sobre sus actos y lo hiciera de la forma correcta.
Se nota, sobre todo, en que fuera capaz de asombrarse al comprobar que su víctima carece de odio, ese estigma que arrastran las personas vulgares, en cuyo escalones más bajos encuentran su acomodo los asesinos.
Para los etarras ahora ha pasado a ser un traidor, cosa que en aquellas tierras copadas por gente complaciente con Eta, por no emplear otras palabras mayores, presenta muchos inconvenientes. No hay más que fijarse en todos esos que han salido en defensa de los 'verificadores' al servicio de la banda para comprenderlo. O recordar que Consuelo Ordóñez tuvo que abandonar su tierra porque Eta convenció a sus clientes para que dejaran de serlo.
Ser señalado por Eta como traidor debe ser considerado como algo honroso, pero al mismo tiempo significa que hay que acostumbrarse a los boicots, como el propio Recarte va comprobando. No me interesa la opinión del obispo Uriarte sobre el asunto. Ni tampoco me importa la de los meapilas que asisten a sus misas.
El propio Iñaki Recarte se ha dado cuenta de que muchos de esos que dejaron de ser clientes de Consuelo Ordóñez, pero van a las misas de Uriarte, y luego quizá dan palmaditas en la espalda a los etarras que andan sueltos, se llenan la boca con las palabras libertad y democracia y no tienen ni idea de lo que significan.
Hay un tipo muy despabilado en San Sebastián, que dijo que los políticos deberían masturbarse más, y muchos donostiarras le votan, que dada la profundidad de su pensamiento debería plantearse la cuestión de los doscientos mil vascos que tuvieron que abandonar su tierra.
Recarte ha descubierto que el odio no sirve para nada y que la democracia y la libertad tienen sentido.