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domingo, 17 de marzo de 2013

El patriotismo europeo

Ha hablado el presidente de Alemania, en un discurso en muchos aspectos tranquilizador, de fomentar el patriotismo europeo. En lo que respecta al fondo del asunto me parece correcto.
En cambio, cuando se refiere a la identidad europea, o al mito fundacional, entra en un terreno peligroso. Antes se había referido a los nacionalismos, que dificultan la plena integración europea. Y en este punto tiene razón, porque los nacionalismos lo dificultan todo. Los nacionalismos actúan como una droga que se apodera de la voluntad de quienes lo adoptan y ya no perciben las cosas igual que antes.
Es cierto que conviene fortalecer la Unión Europea, dejando atrás prejuicios nacionalistas, porque está en juego el Estado del Bienestar, y eso es vital. Sólo una Europa fuerte y cohesionada puede defender esto, que ha costado tanto de conseguir. A los nacionalistas no les interesa, porque ellos sólo piensan en sí mismos. Les da igual que los ciudadanos puedan perder algo tan valioso.
Es inquietante que el presidente europeo lance críticas a los nacionalistas y luego utilice símbolos de este tipo para animar a reforzar Europa.
Son los ideales y el interés común los que deben motivar la Unión Europea. No se trata de construir una identidad, sino congeniar en la consecución de unas metas. La conservación del Estado del Bienestar es un objetivo noble. Y no se trata tan sólo de lograr que sobreviva en Europa, sino de demostrar a los demás países del mundo que es altamente recomendable.
Y eso sí que sería hacer un favor a los más desfavorecidos, que son explotados en otras partes del mundo. No es que los europeos tengamos un enemigo contra el que luchar, que es lo que predican los nacionalistas, sino que tratamos de propagar unos modos de vida humanos, saludables y convenientes para todo el mundo.


lunes, 30 de mayo de 2011

Los pepinos de Alemania

Suelo comer pepinos de vez en cuando. Vivo en España, eso ya es sabido y los pepinos que como deben de ser españoles. Sin embargo, no me he visto obligado a ir al médico, para comprobar si tengo alguna infección. Lo probable es que no la tenga, creo.
No sólo como pepinos, también suelo consumir tomates, berenjenas, pimientos y, en general, todos los productos de la huerta. Creo que es muy sano comer vegetales. Y me gustan de todas las maneras, asados, fritos, etc. Y no sólo no me he puesto yo enfermo, tampoco tengo noticias de que nadie haya enfermado por ese motivo en España. A ver si el problema está en Alemania. Merkel es muy lista. ¿Qué ganará ella hundiendo a España? Si todas las infecciones han tenido lugar en Alemania, ¿por qué permite que corra el bulo sobre nuestro país?
Tampoco los alemanes que viven en España han sentido ninguna molestia en este sentido. Merkel podría preguntarles si es que no consumen productos españoles y quizá obtenga la respuesta de que lo que no consumen son productos alemanes.
Es muy fácil decir: esos productos vienen de España. Es cierto, pero todos los infectados viven en Alemania. Quizá lo que ocurre es que la inspección sanitaria de los alimentos en España es más eficiente que la de Alemania, y ahí le duele a Merkel. Quizá, desde aquel caso del aceite de colza estamos escarmentados.
Los poderosos, y Alemania es un país poderoso, tienen tendencia a llevar a cabo sus actos sin pensar en el daño que pueden causar con ellos. Si finalmente resulta que la culpa de las infecciones es de Alemania, ¿quién va a resarcir a España y los agricultores españoles del daño causado? ¿Cómo es posible que otras naciones cierren las fronteras a los productos españoles en estas circunstancias? ¿Quién manda en Europa?

viernes, 15 de mayo de 2009

La recesión y los brotes verdes

La crisis se ceba más duramente con Europa que con Estados Unidos, lo cual deja en evidencia a los trileros que se empeñan en señalar a Bush como el único culpable. Si la economía europea se tambalea de este modo es porque sus cimientos no eran suficientes. Por otro lado, en España se hubiera desatado la crisis de todos modos. Si sólo hubiera ocurrido en nuestro país se hubiera notado menos.
He aquí, pues, que la irresponsabilidad de nuestros gobernantes, estatales y autonómicos, es total y absoluta. No sólo no previeron la inevitable crisis nacional, sino que, además, fueron incapaces de imaginar la mundial, ni siquiera como ejercicio teórico, y una vez declarada aún la negaban, sin darse cuenta de las repercusiones que iba a tener en la nuestra. Aparte de ceguera hubo mucho egoísmo. Y Solbes calla, ¿por qué no lo cuenta todo, ahora que puede?
De los brotes verdes que ven quienes no vieron los enormes nubarrones que se cernían sobre nosotros mejor no hablar. De momento, no se sabe cuál puede ser la duración de la crisis. Los políticos deberían comenzar a asustarse de una vez y aligerar la nómina, no vaya a ser que la desesperación se adueñe de la gente y les pille el asunto también a contrapié y sin tiempo para salir por piernas.
Otra cuestión que se pone de relieve es que si Europa fuera una sola nación podría combatir mejor la crisis. Es malo para España que Alemania vaya mal y viceversa. Lo mismo en todos los casos. Pero llevar a cabo una política comunitaria en las condiciones actuales es imposible, porque lo que puede servir para un país puede no ser tan bueno para otro. Habría que acelerar la unión europea, por el bien de todos; pero esto, incluso en estas condiciones, es utopía.
También resulta utópico esperar un comportamiento racional en la clase política española.

sábado, 7 de febrero de 2009

Xenofobia

En lo que respecta a España, y en lo que respecta únicamente a la situación actual, hubo un tiempo en el que se pudieron tomar medidas adecuadas. Eran tiempos en los que gobernaba José María Aznar y la afluencia de extranjeros era incesante. Fue entonces cuando debió hacerse un estudio para ver cuántos trabajadores extranjeros podía absorber España. No se hizo nada de eso, probablemente por egoísmo, porque esos extranjeros resolvían muchos problemas inmediatos.
No se trata de negarle nada a nadie, sino de tener en cuenta que lo que no se tiene no se puede dar. No se debería haber consentido que muchos se arriesgaran a una aventura que no podía salir bien. Y como consecuencia, muchos de ellos sufrían unas condiciones laborales infames, sin que el gobierno español lo pudiera impedir. Hay que suponer que lo intentó. Su vida, como es lógico suponer, transcurría en precario.
El gobierno de Zapatero, en ésta, como en tantas otras cosas, cumplió ese refrán que dice que “el infierno está empedrado de buenas intenciones”. Lo de papeles para todos hizo el mismo efecto que el de apagar un incendio con gasolina.
Y ahora se nos echa encima la amenaza de la xenofobia, que no es exclusiva de España, sino que está en la condición humana. Empleos británicos para trabajadores británicos se dice en Inglaterra. El propio Obama, de quien tanto espera el mundo, también ha estado tentado de caer en la tentación proteccionista.
En los tiempos complicados sale a relucir lo mejor y lo peor del género humano. Es indudable que hay empresarios grandes y pequeños que están haciendo sacrificios, en su intento de salvar todos los empleos que puedan. También hay muchos trabajadores que se sacrifican lo indecible.
Pero no faltan aquellos en los que lo que rige es el sálvese quien pueda. Ese egoísmo, que es la seña de cualquier nacionalismo que se precie. De él surgen todas esas medidas que llevadas hasta el final, significarían el colapso total. Ocurre que quienes mejor aplicaran esas medidas egoístas serían los últimos en sucumbir.
Qué añoranza de Europa, ésa que no supimos construir cuando se podía y que ahora puede irse a pique.

domingo, 24 de junio de 2007

El Tratado de Reforma

Las negociaciones entre los estados miembros de la Unión Europea guardan muchas semejanzas con las actuaciones de las Comunidades Autónomas españolas. Todos defendiendo sus intereses egoístas y nadie mirando por el bien común. Si la Unión Europea hubiera estado más consolidada y hubiera tenido un Ministro de Asuntos Exteriores, no es probable que se hubiera producido la invasión de Iraq. Sin embargo, no se ha podido conseguir que haya un Ministro de Asuntos Exteriores. En modo alguno le interesa al Reino Unido perder los privilegios que tiene gracias a su alianza con EE.UU. Pero la Unión Europea no busca enemistarse con EE.UU., los motivos por los que podría surgir alguna discrepancia no son suficientes para hacer romper las relaciones de ninguno de los estados miembros con la primera potencia. Pero no ha sido el Reino Unido el único país en poner trabas y en obligar a rebajar el listón para que sea posible el acuerdo, que por otra parte hay que agradecerle a Angela Merkel. Tanto es así que al final todos han dicho que han ganado, puesto que todos han conseguido hacer dar un paso atrás, cada uno el suyo, los objetivos propuestos. Como consecuencia, habrán ganado las naciones, pero hemos perdido los ciudadanos, que somos quienes vivimos en ellas. Y quizá pudiéramos haber salido aún peor parados. Hay quien se queja de la escasez de líderes, haciendo notar la mediocridad imperante en la política actual. Pero de haber habido algún líder, bien hubiera podido ocurrir que fuera contrario a la Unión y hubiera hecho lo posible por desbaratarla. Siendo más bien esclavos del poder, se conforman con hacer lo que se espera de ellos, luchar por privilegios que al final no son tales. Porque el verdadero privilegio ahora consistiría en tener un Estado verdaderamente fuerte, que sirviera de garantía para que nuestros logros sociales pervivan y para tratar de expandirlos por el mundo.

domingo, 21 de enero de 2007

Putin

Hay una serie de muertes sospechosas en Rusia, en las que los asesinados fueron personas peligrosas para el régimen y también se sabe que que las mafias ejercen un gran control en los mercados financieros rusos y que las ilegalidades en las actividades financieras de ese país no sorprenden a nadie. Se pudo ahorcar, de un modo cutre, todo hay que decirlo, a Sadam, pero no se puede tocar a Putin. Mal emplear la pena de muerte y mal tener que hacer la vista gorda ante prácticas de gobierno más que dudosas. Claro que la lista de estas últimas no se circunscribe a Putin, sino que es terriblemente larga. La cuestión es que en los tiempos que corren la capacidad para hacer daño es considerable y que no podemos alegar ignorancia con respecto a lo que ocurre por el mundo. De modo que si fuéramos consecuentes, nos urgiría acabar con ambas cosas, con los gobiernos injustos y con el hambre. El único camino consiste en refundar la ONU, poniendo todo el empeño en que sus intentos por lograr un mundo más justo resultaran creíbles para todos. Pero para ello, todas las naciones han de ceder y en algunos casos, bastante. Y ahí es en donde radica el principal escollo. Cuando la justicia choca con el egoísmo, puede salir malparada. También tendría efectos positivos la consolidación de Europa como un único país, pues ello significaría que varias naciones habían logrado vencer sus respectivos sentimientos nacionalistas en pro de un objetivo más solidario.