Cabe decir que Honduras es un país pequeño y, por tanto, vulnerable a la influencia externa. Con respecto a esto, conviene puntualizar que ya no es Bush quien gobierna en Estados Unidos, sino Obama, con lo que la política exterior de esta nación cobra nuevos matices; ya no se le puede acusar de prepotencia. Todo lo contrario ocurre en el caso de Chávez, que con valiéndose del poder que le otorga el dinero del petróleo, trata de extender su influencia hacia todos los lugares en que le sea posible.
Honduras, además de vulnerable, por pequeño, es un país en el que la democracia no está suficientemente consolidada, aunque es obvio que sus habitantes la desean. Por las razones expuestas, es difícil tomar partido ante la situación anómala que vive, con un presidente depuesto, refugiado en la embajada de Brasil, país este aliado con Chávez, por interesados motivos, y un presidente de facto.
Es difícil averiguar quién tiene más razón, pero hay señales que indican el camino. No de ellos es que allí en donde están Chávez y sus aliados es en donde está el mal. Chávez apuesta por Zelaya, no acepta ninguna solución que no sea la vuelta de Zelaya a la presidencia y es evidente que quiere eso para convertir a Honduras en satélite suyo, como ya lo son otros países. Otra señal es la apuesta del gobierno español por Zelaya. Siempre se equivoca, ya se ve en el caso de Aminetu Haidar, o en la visita de Moratinos a Gibraltar, entre otros. Si acertó con Obama fue porque necesitaba desesperadamente hacer las paces con Estados Unidos.
Según la prensa hondureña, la participación electoral ha superado el 60%, lo que puede considerarse como un éxito democrático y un fracaso de Zelaya y Chávez. Ha ganado las elecciones Porfirio Pepe Lobo Sosa, que ha obtenido un respaldo del 56%, con lo cual quienes desean el bien para Honduras deberían sentirse satisfechos.