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domingo, 18 de noviembre de 2012

Desconexión y al selectivo de Torremolinos




Últimamente me ha costado encontrar tiempo, para ir actualizando el blog. El principal motivo ha sido la competición, que sin ningún tipo de dudas, me ha hecho invertir una gran cantidad de días y horas en preparar bajos, anzuelos, etc y no me ha permitido salir de pesca “por libre”, con la asiduidad con la que hubiese querido.
El resultado conseguido en el Campeonato de España, me daba la opción de poder participar en el selectivo nacional, dentro del  grupo B. Los dos primeros clasificados de los seis participantes del B, obtendrían el paso al grupo A, que son los que el próximo año se disputarán las plazas para ir al mundial.
Torremolinos era el lugar, donde se ubicaba el escenario de pesca. Nos recibió con unas condiciones difíciles, ya que la lluvia, el fuerte oleaje y un preocupante color chocolate del agua, nos hacía pensar que si ya de por sí, obtener plaza era muy complicado, con estos otros ingredientes aún iba a ser más peliagudo luchar por ello.
La racha después del campeonato de Huelva continúa y en Torremolinos, conseguí un segundo puesto, que me dará opción una vez más a volver a soñar. Estar ahí sigue siendo un sueño, aunque se haya hecho realidad, que ha acarreado un gran esfuerzo a todos los niveles, incluyendo una dosis extra  de fortuna. Pero este tipo de oportunidades, pueden no volverse a repetir y hay que disfrutarlas y aprovecharlas, cosa que hasta ahora ha sucedido.
En Torremolinos tuve la oportunidad de conocer a Juanma http://rincondemipesca.blogspot.com.es
que desde el momento en que supo que vendría por su tierra, no dudó en buscar un rato para encontrarnos y charlar, menor  del que nos hubiese gustado. Este fue uno de los mejores momentos por tierras malagueñas.
Antes de desplazarme a la provincia de Málaga, decidí “desconectar” de tanto montaje y volví a la playa, que tan buenos resultados me había dado en jornadas anteriores.
El mar, más calmado que la última vez, estaba más para las herreras que para las doradas, aunque nunca se sabe lo que al final te acabará entrando, sobre todo teniendo en cuenta que en esa playa hay doradas.
La primera picada no se hizo esperar, en la única caña que llevaba con lombriz catalana, una tenue picada parecía indicar algo. Mientras hablaba por teléfono con un amigo (que casualidad), una violenta arqueada del puntero híbrido de la Daytona (Kali-Kunnan) indicaba que algo se había tragado mi Abumi del nº 4 de Mustad. Tras una bonita lucha, saqué una preciosa dorada que me alegró la noche. El anzuelo lo llevaba alojado por la parte exterior del labio, así que lejos de sus potentes mandíbulas, no había riesgo que lo machacase o que cortase la cameta, de ahí su resistencia en salir del agua.

En esta playa es bastante común que entren bancos de herreras, por lo que cuando esto sucede, resulta más difícil que coman las doradas debido a la voracidad de las primeras. Pasado un rato después de la captura, saqué un par o tres de herreras de buen tamaño, lo que me hizo pensar que serían estas las que ocuparían el resto de la jornada. Pero nada más lejos de la realidad, en una de las cañas cebadas con llobarrero una buena carga, me ponía otra vez en pie de guerra. Tras ir acercándola a la orilla, llegó un punto en que ya no podía recoger más línea. Seguía notando los cabezazos típicos de la dorada, pero se había quedado enganchada en alguna línea rota y me fue imposible poderla recuperar. No hubo manera de salvarla y después de varios intentos, acabé rompiendo.

La noche acabó con una destensada espectacular en otra de mis cañas, el canuto de tita que escondía el anzuelo, apareció casi dos palmos pon encima de este. ¿Qué sería?. Pues es más que probable que otra dorada, pero eso nunca lo sabré. Pasado un rato di por concluida la jornada, confiando en que un buen temporal, remueva el fondo de esta playa y la libere de enganches.

martes, 10 de julio de 2012

Surfcasting, un día de prueba

La última salida a surfcasting fue un tanto especial. Después de muchos meses sin acompañarme por los arenales (los meses fríos pasan factura), mi inseparable compañera  se dejaba engatusar por un servidor.
Cómo prácticamente en todas las playas se da la misma situación, escasea el pescado y más aún las piezas de cierto porte, me decidí a ir a una playa que está relativamente cerca de casa. Un lugar en el que el entorno y el paisaje son idílicos y en la que en otras temporadas, nos ha dado algunas doradas.
Fuimos al atardecer, nada más llegar al lugar y como es habitual en estas fechas, la arena estaba todavía bastante concurrida por bañistas. Al cabo de un rato de espera y viendo que paulatinamente había menos concurrencia, empezamos a montar cañas, sin prisa pero sin pausa.

El mar estaba en las condiciones ideales, un ligero viento de Garbí rizaba la superficie. Al llevar soplando desde la mañana, había levantado cierto oleaje, el suficiente para hacerme pensar que alguna dorada daría la cara.
Todas las cañas estaban caladas con cebos blandos, llobarré y lombriz catalana, dejando para más tarde la tita de palangre, si los anzuelos salían limpios después de un rato en el agua.

La primera revisión de cebos, llegó aproximadamente al cabo de media hora. Mientras cebaba de nuevo una de las cañas, “mi espía” me avisaba de que en una de las cañas, parecía que había picada. Un ligero movimiento del puntero, que podía ser originado por el oleaje o por alguna alga enganchada en la línea, nos puso alerta. Algo rondaba por allí, ya que la picada se produjo prácticamente al instante. Una espectacular carga arqueaba la caña, así que en vistas del panorama, solté la aguja y el gusano y me fui como un cohete a sacar la caña del soporte.


A veces sucede, que después de una gran picada y una dura lucha, uno cree que traerá a la madre de las doradas, pero una vez se vislumbra la silueta no siempre es así. Sin duda el tamaño a veces no lo es todo, muchas veces una dorada kilera planta más batalla que una entrada en kilos, como fue lo que sucedió.
Como anécdota, que no es la primera vez que me sucede, les tuvimos que decir a dos señoras que paseaban por la orilla, que por favor no pasasen por delante de mí que llevaba un pescado. Esto siempre sucede cuando ya ves la pieza, en esos momentos críticos en los que intentas poner el pescado en la ola, que la dejará ya a tus pies en la arena.

Pasadas un par de horas dimos por concluida la jornada,  aunque en vistas de cómo empieza el verano nos fuimos más que satisfechos.

martes, 12 de junio de 2012

Reencuentro con las doradas


Regresamos a la normalidad o por lo menos eso parece. Las playas dejan poco a poco de ser territorio mayoritariamente surfcaster y empiezan ya a poblarse de bañistas deseosos de sol y baño.
Así que no nos queda más remedio, que iniciar nuestras jornadas cuando en las playas ya no hay peligro de “enganche”, respetando los horarios de uso de las mismas.
No todo tiene porque ser negativo, coincidiendo con el inicio de la temporada de baño, lo normal es que estas zonas estén delimitadas por las esperadas boyas o balizas de señalización. Para nosotros los pescadores de orilla es un hecho importante, ya que se pone límite de una manera oficial, a la entrada de barcas de pesca y también recreativas, que en según que zonas hacen su particular agosto en esta época.
En Junio hemos empezado con buen pie, si los resultados de los meses de Abril y Mayo fueron bastante nefastos en cuanto a capturas, por escasez y por tamaños. En lo que llevamos de este las cosas han evolucionado a mejor.
Una de nuestras playas habituales de pesca, La Pineda, nos brindó una de esas tardes en las que uno no se queda indiferente. Mi compañero y yo no habíamos hecho más que empezar a pescar, cuando en una de sus cañas hubo una carga espectacular, al momento y con la caña ya en la mano, notó que el pescado, probablemente una dorada, no se había quedado clavado, primera picada fallada.
En menos de cinco minutos otra de las cañas de Carmelo, volvía a delatar una bonita picada, esta vez y después de unos minutos de tira y afloja una preciosa dorada de tamaño XL, reposaba sobre la arena. La tarde empezaba de manera inmejorable, doradas activas y de buen tamaño, sin todavía haber oscurecido.
Después de un período de calma, se reanudaba la acción, esta vez quienes aparecían en escena eran las anjovas, con sus inconfundibles e indeseables pasadas. Como el lema que está ahora de moda de que no hay dos sin tres, esos fueron los cortes de línea que tuvimos.
Al poco rato una de mis cañas, precisamente una Split de Kali-Kunnan que un compañero me había dejado para que la probase, era la que se arqueaba violentamente incluso dejando salir hilo del carrete. Estaba lanzada relativamente cerca,  andaba buscando alguna lubina o dorada que rondase por detrás de un bancal de arena, que levantaba una buena espuma. La cuestión es que el pez que se encontró con el anzuelo, no mordió de manera decidida el gusano de funda y nos dejó con un gran sobresalto en el cuerpo.
Después de un rato más de espera, dimos por concluida la jornada, con suerte dispar para los dos.
Lo mejor estaba sin duda por llegar y nos sucedería días más tarde, pero esto lo dejo para otra entrada.


martes, 10 de abril de 2012

¿Que playa elegir?

En muchas ocasiones y antes de elegir el pesquero, generalmente a surfcasting, siempre vuelven a rebrotar toda una batería de preguntas. Surgen en el mismo momento, en que se me ocurre ir a pescar y me planteo la siguiente cuestión ¿a qué playa voy?.  Si salgo de pesca solo, me “ahogo” en un mar de dudas antes de decidirme, ¿habrá mucha gente pescando?, ¿estará bien la arena para lanzar?, ¿encontraré muchos enganches?... Al final, siempre acabo valorando y decidiendo en base a argumentos tangibles, como estará el mar, el viento que va a hacer (el tiempo en general), el tipo de pescado que voy a buscar (en cuanto a especies) y claro está, los resultados que he tenido con esas mismas condiciones en otras ocasiones. Por lo que finalmente, muchas de esas incógnitas iniciales, poco a poco se van despejando.
Acertar con el lugar es un poco complejo, ¿cuántas veces hemos tenido una buena jornada y al día siguiente en igualdad de condiciones, no hemos tenido ni una sola picada?
Personalmente intento no obviar, ninguna de las apreciaciones que he hecho algo más arriba (predicción, tipo de pesca, etc.). Una vez he confeccionado una lista de las posibles playas, me quedo con la primera que me vino a la cabeza, sin más. Unas veces funciona, en otras sin embargo, irremediablemente no.

La jornada empezó como casi siempre, con la consiguiente llamada de teléfono a mi compañero de fatigas. Después de cuadrar algún que otro fleco, el primero en llegar a la playa (La Pineda) aún de día fui yo. Sin prisas repetía el ritual, tal y como iba montando cañas, sucesivamente las iba poniendo en acción de pesca. En el tiempo que tardaba en desliar una bobina y volvía a echarles un vistazo a las cañas, la primera ya estaba con la línea destensada. No hacía ni media hora que estaba en la playa y ya me encontraba peleando, con lo que finalmente fue una preciosa dorada. Esta se tragó un trozo de llobarrero, en el que había escondido un anzuelo del nº 1, del modelo Chinu de Mustad. Como era de día, utilicé para el empatillado el H.D. Carbon Fune de Duel, con un grosor del 0.28.
Conforme se iba echando la tarde el viento arreció, por lo que los lances eran a menor distancia. Sumando a esto la escasa actividad, la revisión de los cebos se espaciaba más, así que después de estar charlando durante un buen rato, decidimos hacer un repaso de los mismos por si acaso. Mientras me acercaba a mis cañas, una de ellas parecía que perdía la tensión en la línea. Unos segundos de espera, me confirmaban la típica y sutil picada de otra preciosa dorada. Después de las fotos de rigor, se cumplió el dicho de que no hay dos sin tres. Minutos después una espectacular picada, delataba que “algo” se había pinchado con un buen Abumi, que aguantó los cabezazos y carreras de otra buena dorada. Con esta última captura, dábamos por finalizada la jornada, que podríamos haber prolongado algo más, pero la entrada de algas y un resultado sin duda excepcional, nos hizo dar por satisfechos.

No obstante en otras ocasiones de camino a casa, cuando la jornada no ha ido bien, me surge siempre la misma cuestión, ¿y si me hubiese ido a esta otra playa?¿Os ha sucedido alguna vez?...

lunes, 5 de marzo de 2012

No es como empieza, sino como acaba

En las últimas salidas de pesca, la situación se ha ido “normalizando “y a continuación lo explicaré. Después de un inicio de año bastante regular en cuanto a buenas capturas, poco a poco he ido tocando de pies en el suelo y volviendo a la cruda realidad.
Recientemente por un motivo u otro, la suerte siempre me ha sonreído más favorablemente a mí, que a mi compañero Carmelo. A pesar de no estar en una de las mejores épocas del año, para salir de pesca a surfcasting, dadas las condiciones meteorológicas y las escasas capturas de cierto porte que se dan, prácticamente no hay semana en la que no salgamos como mínimo un día de pesca.

Hemos visitado diferentes playas cercanas a Tarragona, los resultados han sido de lo más variados, incluso en algún caso las capturas han brillado por su ausencia. En varias horas tan solo hemos visto alguna sutil picada.
Generalmente centramos nuestras salidas en busca de las codiciadas doradas, que como ya he apuntado en otros posts, siguen rondando por numerosas playas y roquedos. Aunque no le hacemos ascos a una buena lubina o a algún sardito entrado en tamaño, no dan la guerra que las doradas, pero te alegran la espera.

Como mencionaba al principio de esta entrada, el amigo Carmelo se está empezando a desquitar y espero que en breve, la situación se vuelva a igualar ajustando nuestros particulares marcadores.
Con esta sana rivalidad que nos acompaña en cada jornada, voy encajando alguna que otra goleada, pero siempre me aplico el que las cosas no son como empiezan si no como acaban, y el año no ha hecho más que arrancar.

Estas últimas doradas sucumbieron a un canuto de tita de palangre y a una lombriz catalana, en este último caso con anzuelo modelo Abumi de Mustad, que venía clavado en la parte exterior de la boca, lejos del alcance de sus molares.

lunes, 30 de agosto de 2010

Pesca entre boyas


Muchas veces y mientras contemplaba el puntero de las cañas, en las "típicas jornadas estivales", en busca de ese ranchito de mabras, roncadores o con suerte alguna dorada. Me hacía la siguiente pregunta, ¿porqué no tentar el mismo tipo de pescado, pero desde la barca?.
Desde la orilla hay que estar constantemente prospectando el fondo (si no es una zona conocida), hasta encontrar algo, que nos haga pensar que esa es la zona de paso del pescado o que ahí está comiendo. En numerosas ocasiones este se encuentra muy lejos, por lo que o eres un buen lanzador o no te queda otra que esperar a que esa noche el pescado se acerce a tú distancia de tiro y para futuras salidas, mejorar tú técnica de lance.
Bueno a lo que iba, con el cebo que gentilmente mí padre nos había dejado y que le había sobrado de un concurso, organizamos una salida nocturna en barca. El lugar lo escogimos "al azar", una zona dónde sabíamos que se habían estado tocando buenas herreras desde la playa. Eso es a escasos 50 mts de las boyas que delimitan la zona de baño. Así que fondeados debidamente ( lo ideal es doble fondeo por proa y popa), montamos tres cañas con puntero híbrido de 3,5 mts a 4,50 mts. Alternamos bajos de 2 cametas largas, con anzuelos del nº6 tipo Cristal y otros con montaje de plomo corrido con anzuelos All-Round del nº 4, por si entraba algún pescadito más granado. Los cebos que utilizamos fueron la lombriz catalana, americano y areny. El resultado de la jornada, a parte de una excelente cena y una buena charla, fue la captura de unos cuantos pageles, otros tantos roncadores, alguna doradella y únicamente una herrera.
Honestamente me quedé del todo satisfecho, aunque esperaremos que pasen estos meses de canícula y que el tránsito de embarcaciones se reduzca para repetir pesca. Seguro que el resultado mejora.
La pesca desde playa tendrá que seguir esperando...

lunes, 12 de abril de 2010


Siempre que podemos, nos gusta ir a probar la playa en la que vamos a ir de concurso. Claro que a veces no es posible, la distancia, el tiempo y "otros condicionantes" no lo permiten. Esta vez toca Ampuriabrava, así que allí que nos fuimos, cebos diferentes, lombriz catalana, americano, llubarrero y alguno más. El parte era favorable, poco viento (cosa rara allí arriba), algo de lluvia, pero el agua demasiado quieta, así que a probar. Unos bajos de una manera, buscando unas especies y otros diferentes para buscar otras. El uso de los flotantes, fijo, aunque para gustos colores. Al final el test en cuanto a capturas, no fue bien, pero nos sirvió de piedra de toque, para lo que nos puede deparar la prueba del sábado.
Suerte a los que vengan....