Calamares invernales |
En esta segunda entrada, detallaré aquellos otros aspectos clave, que para
mi son imprescindibles para poder abordar con garantías, una jornada de este
tipo.
Tal y como sucede en casi todas las modalidades de pesca, cada pescador
personaliza su técnica. Cuando digo técnica, englobo también el uso de los
diferentes materiales y la acción que se les da, en función de los resultados
que ha obtenido.
¿Que materiales nos van a hacer falta? Personalmente utilizo dos equipos,
uno constaría de caña y carrete y el otro, de un plegador donde enrollar el
aparejo. Para pescar de manera más cómoda, es evidente que lo haremos mejor con
una caña. Evitaremos posibles líos, con el nilón que dejamos echado por el
suelo y tendremos más espacio en la embarcación, para que pueda pescar más
gente.
Yo, por una cuestión sentimental y porqué no decirlo también, porque
es como aprendí, sigo utilizando el
plegador. Relleno con una línea madre de un grosor de 0.50mm (que podría ser
mayor), de esta manera reduzco enredos, por mediación de un giratorio
reforzado, uno un terminal de unos 5 metros de fluorocarbono de un grosor del
0.23/0.25mm, al final del cual irá la jibionera. 25 o 30 centímetros por
encima de esta, monto un par de topes de silicona, entre los que coloco un
quita vueltas con imperdible, en el que pondré un jibidevón. Un montaje
sencillo y discreto, que también nos servirá para utilizarlo con la segunda
equipación.
En cuanto a la caña y el carrete, irá en función de las veces en que la
pongamos en práctica. Si somos devotos de esta técnica y es una de a las que
más tiempo dedicamos, podremos hacernos con un equipo específico de Tataki, en
el que el tope lo pondremos nosotros y nuestra economía.
Plegador, "método tradicional" |
Como no es mi caso, utilizo una caña de acción ligera y puntero sensible,
de tipo light-jigging (que también utilizo para los calamares), con un carrete
de tamaño 3000, cargado de trenzado de 0.06/0.08mm al que de igual manera que
al plegador, uniremos el terminal. En este caso, reduzco el tamaño del
giratorio para evitar dañar las anillas y facilitar su entrada en la bobina. Si el carrete
que utilizamos tiene un ratio alto, tendremos en cuenta la velocidad de
recogida, que en esta modalidad tiene que ser más bien lenta, para no
desgarrarles la piel una vez cobramos la pieza.
Equipo ligero, más surtido Yo-Zuri |
El aparejo lo debemos dejar bajar hasta el fondo, levantándolo unos
centímetros para notar su peso. El movimiento que debemos imprimir al montaje
es lento, con tirones acompasados que levanten la jibionera del fondo y a la
vez que le den vida al jibidevón. La picada
del calamar es muy sutil, no esperemos grandes tirones aunque a veces los hay,
(pero no de ellos). En el puntero de la caña o entre nuestro índice y pulgar
(si lo hacemos con la línea en la mano), notaremos el peso del conjunto a
través de la línea, cuando tengamos la picada sentiremos como esa carga
desaparece y que el aparejo queda “en suspensión”. Es el momento de clavar y
empezar a cobrar, sin perder nunca la tensión de la línea, bajando la mano o el
puntero.
No hay que tener prisa al cobrarlos, suelen utilizar su sifón para intentar
huir, por lo que deberemos tener mucho tacto y paciencia. También lo usan para
darle color con su viscosa tinta, a todo lo que encuentran a su alrededor,
ropa, equipos, etc.
El salabre no puede faltar, sobre todo para ejemplares de buen tamaño y con
aquellos, que se han enganchado por sus patas más largas, que son con las que
atrapan sus presas.
Con tanta acumulación de especies, calamares, jureles, bogas, también
suelen entrar en acción las anjovas, que no dudan en arrebatarnos nuestro botín
cuando han sucumbido a nuestro engaño. Una vez aparecen y si son constantes los
“robos” o cortes de línea, lo más inteligente será cambiar de sitio o dar por
concluida la jornada.
Con esta entrada, está completada la modalidad de pesca del calamar desde
embarcación, ahora solo hace falta salir a por ellos.