La ciudad de Opatija está situada en Istria, en la provincia de Primorje – Gorski Kotar, a unos 200 kilómetros de
Zagreb. Su población roza los 15.000 habitantes.
Llegamos a Opatija en autobús desde Split, no es una
distancia demasiado larga, pero como las carreteras no son muy buenas, el
trayecto se hace un poco pesado, aun así el viaje merece la pena, sólo por
disfrutar de esta ciudad.
Me pareció un destino turístico ideal; del estilo de los que
podemos encontrar en la costa mediterránea española, pero con más nivel; de
hecho, es el lugar de vacaciones de la alta sociedad en el Adriático.
Podemos encontrar numerosos hoteles de lujo, muchos de los
cuales son antiguas villas reconvertidas. Todas ellas muy cuidadas, con un
estilo elegante que enriquece la ciudad.
Lo que más me gusta de esta localidad es que ofrece al
turista muchas posibilidades; no sólo sus playas, las cuales me parecen ideales
para pasar el día, sino también por la gran cantidad de bares y restaurantes.
Sentarte a tomar algo en alguna de sus terrazas mientras contemplas el mar, no
tiene precio. Todas están muy preparadas y ofrecen un nivel medio alto para el
turista.
Después de comer o cenar, podéis caminar por el paseo,
bordeando la costa, llamado Lungomare,
que tiene más de 12
kilómetros de longitud; aunque obviamente, no tenéis que
recorrerlos todos.
Además de diversión, ambiente y playa, Opatija ofrece una
serie de atracciones para los más exigentes, como la Iglesia de Saint – Jacob, la Iglesia de la Anunciación o el Monumento a la Madonna ; auténtico
símbolo de la ciudad y que os recomiendo que visitéis tanto por el día como por
la noche, con su espléndida iluminación se destacan aspectos que por el día
pueden pasar desapercibidos.
En definitiva, es la ciudad ideal para pasar unos días
relajados, pero a la vez se puede disfrutar de un gran ambiente, que hace que
los días no pasen de una manera monótona, sino más bien todo lo contrario.