Durante nuestro viaje a Nueva York, tuvimos la oportunidad de visitar el Edificio Chrysler. Este curioso edificio fue construido a finales de los años 20, y durante poco más de un año, fue el techo de la ciudad; posteriormente, ese honor se lo quitó el Empire State Building.
Es otro de los símbolos de la ciudad, aunque, quizá, en
popularidad, se encuentre un escalón por debajo de la Estatua de la Libertad o
el Empire State Building; aun así, merece la pena visitarlo.
Su parte superior me resultó bastante curiosa y es que recuerda
al tapacubos de un coche, es sin duda la parte más bonita del edificio. Es muy
fácil reconocerlo desde cualquier sitio y forma parte importante del conocido
skyline de la ciudad de Nueva York.
Pese a ser uno de los edificios más altos de la ciudad, en
ningún momento me dio sensación de que fuera un tocho, como si me pasó con
otros rascacielos, sino todo lo contrario, más bien diría que tiene una forma
esbelta, que se va estrechando a medida que asciende y coronado por el
tapacubos con una aguja.
Otra cosa que me pareció llamativo es que un edificio de
este tipo tuviera gárgolas, nunca lo habría adivinado, ya que siempre se suelen
relacionar con iglesias y demás. Al pasar por delante, pudimos ver un recibidor
muy bonito, muy elegante y llamativo, todo él, en mármol rojizo.
Me pareció un edificio muy original en su ornamentación, con
muchos detalles y referencias al famoso automóvil, y pese a tener los años que
tiene, es de los más bonitos de la ciudad.
Aunque lo hayáis visto de día, os recomiendo que vayáis a
verlo por la noche, su iluminación lo hace especial y hace que parezca otro,
todavía más bonito.
Eso sí, para sacar fotos nocturnas, llevaros un trípode para
la cámara y así podréis captar toda su belleza, sino os saldrán movidas.