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martes, marzo 04, 2008

miércoles, octubre 03, 2007

Educación para la ciudadanía: insumisos

Recomiendo que echen una lectura a esta columna de opinión, escrita por un profesor de Secundaria que imparte sus clases en Huelva y publicada en El País (25/09/07), a la que llegué desde Educación en Valores. Un bonito ejemplo de cómo querer decir sin argumentar. El resumen es sencillo: ¡ay qué ver cómo están los chavales, que ni saben en qué mundo viven, son homófobos, poco participativos y sexistas! El autor no se molesta en acabar de desarrollar sus ideas, dando por supuesto que la conclusión es evidente: Educación para la Ciudadanía es una asignatura completamente necesaria viendo el panorama.

Me repito, diciendo lo ya expuesto en entradas previas de este blog. ¿Qué les lleva a suponer que la instrucción explícita va a conseguir lo que no han podido con años y años de escolarización? ¿O quieren hacernos creer que antes los centros no se molestaban por educar en el no sexismo, la tolerancia y el resto de valores que ahora se quieren aportar a los chavales desde esta nueva asignatura? ¿Alguien ha aportado algún argumento, uno solo pido, que nos haga ver que ahora va a ser sí lo que antes era no?

Son más los argumentos que pueden servir para oponerse a esta asignatura. San Google o este blog puede aportarles algunos. Pero de ahí a la objeción de conciencia hay un mundo. Primero de todo, porque la objeción no es tal. Veamos lo que dice un activo colectivo por la objeción:
¿Qué es la objeción de conciencia?

Es el derecho constitucional en cuya virtud un ciudadano puede negarse legítimamente a cumplir un mandato o norma jurídica cuando entra en conflicto con las propias convicciones de conciencia. No se trata de una desobediencia a la Ley, sino del ejercicio de un derecho amparado por la propia Constitución y reconocido como tal por abundante jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Seamos serios. ¿Alguien se cree que la Constitución reconoce el derecho de hacerse la legislación a la carta? Conozco unos cuantos a los que pagar impuestos es algo que choca con sus más hondos principios morales. Otros consideran que si la biología ya las ha preparado... ¿qué es eso de andar limitando la edad para los encuentros sexuales?

El derecho a la objeción es el derecho a que te reconozcan ese derecho. Te pueden reconocer el derecho a objetar del Servicio Militar (y has de suplirlo con otras tareas) o el derecho a objetar de practicar abortos (y no los haces y, legalmente, no pasa nada). Pero los supuestos para la objeción son limitados. Cuando uno opta por actuar según su moral, oponiéndose a la ley, deja de objetar para convertirse en insumisos. Y creo que así hay que denominar a los padres que eligen que sus hijos no vayan a Educación por la Ciudadanía: insumisos.

Detrás de la insumisión hay un campo muy amplio de reflexión moral. ¿Es aceptable? ¿Cuándo? Desde mi punto de vista:
  • la insumisión ante esta asignatura no tiene consecuencias negativas ni hacia los propios chavales ni antes los otros (creo que es una asignatura que no va a servir de nada, salvo para que haya menos tiempo para otras que sí aportan),
  • quizá, pueda tener algún efecto positivo, de definición de los límites que el Estado no puede sobrepasar en la educación,
  • la insumisión transmite el mensaje de que ley es algo levemente vinculante, que uno, si quiere, se salta y que el problema es de los demás si no lo entienden.
Creo que este último punto es capaz de destruir la sociedad en la que vivimos y que este riesgo es claramente mayor que el de posible adoctrinamiento por parte del Estado o de profesores incontrolados. Este país se está llenando, últimamente, de gente que coge de los códigos legales sólo lo que le interesa y deshecha lo que no le viene bien en ese momento. La insumisión ante Educación para la Ciudadanía sería la contribución desde sectores liberales y conservadores a erosionar el Estado de Derecho.

Igualmente preocupante, por lo que tiene de ley que ya no se sabe si es lo que era, es la actitud del Ministerio de Educación, con sus veladas amenazas. Tomemos las declaraciones de la ministra Cabrera en una entrevista a El Periódico (01/01/07).
Periodista: Si los que no van a clase son considerados absentistas y no aprueban la asignatura tampoco van a tener mayores problemas. En Primaria, suspender una no impide por regla general promocionar de curso y en la ESO se puede obtener el título de graduado con una o dos asignaturas pendientes.

Ministra Cabrera: Pero una cosa es suspender una asignatura por un bajo rendimiento académico y otra diferente no asistir a las clases. Plantea un problema distinto. Es una situación sin precedentes. Veremos lo que pasa.
Unos pueden demostrar claramente no haber superado los objetivos, que se graduarán. Otros son inevaluables por insumisos. Estos segundos, en el peor de los casos, no habrán superado tampoco los objetivos, y esos... ya se verá. ¿No violenta esto su sentido común?

lunes, septiembre 17, 2007

La concertada no recibe subvención alguna

El País, uno de los periódicos que está echando un cable al Gobierno para neutralizar las críticas hacia Educación para la Cuidadanía, se hacía eco hace unos días de la adaptación de los contenidos de la materia que se va a efectuar por parte de los colegios concertados católicos. Unos consideran esta posibilidad de ajustar contenidos al ideario del centro como "improcedente" y "desacertado"¹. Otros, quienes consideran que impartir esta materia es "colaborar con el mal", no sé cómo verán los cambios que aceptados por la patronal FERE.

En su momento, ya expuse mi visión sobre esta asignatura. Dije entonces que la materia era muy sencillamente encajable dentro del discurso de los colegios concertados, que para mí mayor problema era el escaso control que tendrían los padres para saber qué educación iban a recibir sus hijos en un colegio público. No me extraña, pues, que entre esto y la dependencia del dinero público la FERE intente reducir el conflicto.

Lo que más llama la atención de la noticia de El País es la perla que dejan caer al afirmar que "[la FERE] recibe cada año 3.200 millones del Estado como subvención para gestionar sus 2.000 colegios". Otra posible redacción, más ajustada a los hechos, podría ser:
La FERE recibe cada año 3.200 millones del Estado como pago por los servicios prestados por la educación de miles de jóvenes españoles. Hay que recordar que gracias a la educación concertada el Estado se ahorra cada año millones de euros, puesto que el coste de escolarización por alumno es menor en la concertada que en la pública. Conviene recordar, también, que los resultados de la concertada son mejores que los de la pública, según revelan estudios de Instutos dependientes del Ministerio de Educación, incluso cuando se controlan factores como la clase social de los padres. Señalar, también, que la concertada no es una gracia generosamente otorgada por el Estado, sino el cumplimiento de la Constitución española, que en el artículo 27.9 señala que "los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca". Y ya que hablamos de la Constitución, invitamos a nuestros lectores que encuentren algún lugar en el que se mencione que haya de existir la educación pública. La Carta Magna, en el artículo 27.5, marca que "los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación". En lugar alguno se manifiesta que sea obligación del Estado ser él mismo el proveedor de este servicio.
Pero, claro, siempre es mejor hablar de "subvención", que suena a regalo.

¹ Ángeles Álvarez, portavoz adjunta del grupo socialista en el Ayuntamiento de Madrid y responsable de Igualdad del PSM, no se corta a la hora de incluir un dibujo en la entrada de su blog donde comenta la noticia. En él se muestra a un sacerdote metiéndole mano a una niña. Si creen que la interpretación que le doy a la imagen es incorrecta, revisen el nombre que le ha dado la política: "pederastas". Porque todos sabemos que curas y pedófilos son justo lo mismo.

Imagino que Ángeles Álvarez estará de lo más contenta de que en la asignatura de Educación para la Ciudadanía se canten las maravillas de la ONU, organismo que todos sabemos que jamás se ha visto involucrado en escándalo sexual alguno.

viernes, agosto 03, 2007

Educación para la Ciudadanía como reconocimiento de un fracaso

¿Están los objetivos de la materia Educación para la Ciudadanía incluidos entre los objetivos de la LOGSE? Sí, en el 1990, con la LOGSE, el Estado quería formar ciudadanos activos, comprometidos, demócratas, no sexistas, formados para ser solidarios. Y en el 2006 el Estado quiere formar niños y niñas siguiendo el mismo patrón. (Ayer escribía sobre cómo estos objetivos están próximos a no querer decir nada y cómo esto supone un mayor problema en los colegios públicos que en los concertados).

¿Por qué, a igualdad de objetivos, han cambiado los medios? Simplemente, porque el Gobierno considera que ha fracasado en sus propósitos. Idearon un sistema educativo con unos fines bien claros, no han sido capaces de alcanzarlos y nos piden que creamos que ahora sí que podrán. Les precede el fracaso y, en lugar de retirarse y pedir disculpas, siguen jugando con nuestros hijos, a ver si ahora sí que es la buena.

Pero Educación para la Ciudadanía no es únicamente el reconocimiento de un fracaso. Es también una muestra de desconfianza por parte del Gobierno hacia los profesores. Lo que se está diciendo con esta norma es que, hasta ahora, los profesores no han sabido o no han querido educar a los niños en asuntos como el respeto, el diálogo, el conocimiento de los Derechos Humanos, conocimiento del mundo actual... Si para educar sobre todo esto hace falta una asignatura nueva, ¿a qué se estaban dedicando hasta ahora los profesores?

Educación para la Ciudadanía es una asignatura para el adoctrinamiento, que seguramente no servirá para nada, que permite ver algunos de los límites de la educación estatalizada:
  1. El Estado no paga ningún precio ante los fracasos de sus opciones educativas.
  2. El Estado no es capaz de conocer las prioridades de los padres. Ante la tasa de fracaso escolar del sistema español, ¿qué criterio justifica que se dediquen horas a Educación para la Ciudadanía y no más horas a Matemáticas o a Lengua?
  3. La moral común a todos los cuidadanos, que es la única que podría ser impartida desde los colegios públicos, o bien no existe o bien es tan limitada que sería básicamente equivalente a renunciar a la educación moral desde la escuela.
  4. El Estado puede opinar mejor o peor de los profesores que ha contratado; lo mismo da, porque ya los tiene hasta la jubilación.
  5. Esto podría solucionarse flexibilizando el sistema público de educación. Si se permite que los padres eligan libremente centro, no tendría sentido quejarse del ideario del colegio. Si centros pueden hacer la plantilla a su voluntad, podrán garantizar que haya un ideario sólido y coherente. De este modo, se podría conseguir que desde los colegios se diera una formación en valores más allá de una asignatura de ética pastelera.
¿Veremos algún día algo parecido a esto?

jueves, agosto 02, 2007

Zapatero contra Educación para la Ciudadanía

¡Bombazo! El presidente de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero manifiesta su desacuerdo con Educación para la Ciudadanía. De un modo indirecto, eso sí.

Una constitución es [..] una garantía para los ciudadanos para que ningún poder pueda invadir lo que es la esfera individual de una persona (sic), su libertad, sus derechos. Eso es una Constitución.
Estoy de acuerdo: ningún poder debería violar los derechos de las personas. Por ejemplo, tal y como recoge la Constitución española, el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Para Zapatero, parece, la Constitución debería cerrar la puerta a que haya violación del derecho de los padres de que sus hijos reciban formación moral acorde a sus propios principios.

Usted podrán considerar que no hay quien, en su sano juicio, pueda discrepar de los contenidos apuntados por esa asignatura, que los valores que se defienden en Educación para la Ciudadanía son universalmente aceptados. En la descripción de la materia se utilizan palabras de las que a todos nos suenan bien. ¿Es posible estar en desacuerdo con la igualdad entre hombres y mujeres? Pocos lo estarán. Ahora bien, este concepto infradefinido guarda múltiples posibles interpretaciones. Y ahí empiezan los problemas. Para unos, igualdad es igualdad ante la ley, derecho ya básicamente satisfecho con el actual sistema jurídico. Para otros, todavía queda mucho camino por recorrer. Unos padres considerarán que el Estado tiene que apoyar a aquellas mujeres que deseen ser madres y que eso es cuestión de justicia de entre sexos. Otros pensarán que la maternidad es algo libremente elegido y que cada cual apechuge con sus decisiones. Para unos, que por ley se marque cuántos mujeres y hombres han de ir en las listas electorales es un disparate. Para otros, una medida necesaria. Por ejemplo.

¿Es posible estar en desacuerdo con la igualdad social? Antes, ¿qué es la igualdad social? Para unos padres será signo de igualdad social la redistribución de riqueza a través de los impuestos. Para otros, un avance hacia la igualdad social se conseguirá el día en el que quienes más ingresan no tengan que dar una mayor cantitad (total y en proporción) del dinero que generan. Eso sí que sería, desde su punto de vista, empezar a tratar a todos por igual.

¿Es posible estar en contra de la Constitución española? Para unos padres, jamás, porque la Constitución es lo más de lo más. Para otros, incluyendo una parte importante de los congresistas y senadores españoles, sí, sin el menor problema: la Constitución es algo a cambiar incluso en aspectos substanciales.

El problema de Educación para la Ciudadanía no son los objetivos de la asignatura. El problema es que ante unos objetivos tan etéreos caben múltiples interpretaciones y desarrollos, cada cual con una oferta de valores y de moral para los niños que nadie, absolutamente nadie, garantiza que vaya a ser afín a los valores que los padres desearían inculcar en sus hijos. El problema de Educación para la Ciudadanía no es tanto que el Estado quiera inculcar valores a los niños, como que el Estado fuerza que durante horas profesores inculquen valores de un modo explícito a los chavales con un control mínimo por parte de los padres de la coherencia entre sus aspiraciones educativas y lo que ocurre en el colegio.

¿Y cómo es posible hacer educación en valores en la escuela cuando la capacidad de elección de centro por parte de los padres es tan reducida? ¿Cómo pueden hacer los centros públicos un ideario propio cuando la selección y contratación de profesores se realiza desde fuera del propio colegio? ¿Cómo es posible que el Estado detecte los valores que los padres realmente desean para sus hijos cuando nada premia a los colegios que mejor saber ajustar su oferta a lo que los padres piden?

Hay conflicto con Educación para la Ciudadanía porque se nos está pidiendo que dejemos a nuestros hijos en las manos de a saber quién que le transmitirá a saber qué. Alguien que invadirá la esfera individual. Alguien que, tal vez, pise nuestros derechos constitucionales.

jueves, junio 28, 2007

Las transversales han muerto

Durante los ochenta y noventa, los temas transversales fueron una verdad pedagógica. Para que se hagan una idea de lo que son los temas transversales, corto-y-pego algunas frases de Pedro Saénz-López Buñuel, profesor de la Universidad de Huelva.
En el curriculum de la Educación Infantil, Primaria y Secundaria aparece un nuevo concepto general que se denomina temas transversales y que tienen que impregnar toda la práctica educativa y estar presentes en las diferentes áreas. Su inclusión pretende paliar algunas necesidades sociales que hemos heredado de la cultura tradicional y tratar de transformarlos a través de una educación en valores.

Los temas transversales dentro del curriculo son un conjunto de contenidos de enseñanza esencialmente actitudinales que deben entrar a formar parte en las actividades planteadas en todas las Áreas. Su incorporación supone formalizar una educación en valores y actitudes no de forma esporádica sino constante a lo largo de cada curso.
Las transversales eran necesarias e incuestionables. La idea era no centrar la educación en valores en unas horas concretas dentro del calendario escolar, sino que su presencia se extendiera por todas las materias.

Pero no hay verdad que cien años dure, que podrían decir los pedagogos. Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación, ha dado por acabado el optimismo transversal:
Hasta ahora, [Tiana] apuntó, la educación moral y cívica se ha impartido como algo "transversal" y no obligatorio, pero ese método "ha demostrado ser un fracaso" y, cada vez más se ven conductas juveniles con "escaso respeto a los bienes colectivos y públicos", o conductas "de riesgo" (botellón o drogas) o impropias de la democracia (intolerancia y agresiones).
Así las cosas, desde el punto de vista del Ministerio, a falta de transversales, buena es Educación para la Ciudadanía.

Sorprende leer que un responsable ministerial derribe uno de los mitos de la pedagogía logsista.