Campo hermoso de dulcísimos perfumes a mujer de azahar. Dónde la arena se funde con el infinito del mar. Aguas cristalinas que sortean la historia, de una tierra que ha hecho derramar más lágrimas de nostalgia que sangre de matar.
Patios de cerámica, repletos de geranios de sol, donde sus mujeres danzan al son de la alegría de un cante, de un palmeo, de una guitarra que grita: -Olé, qué salero-.
La raza, el duende, el arte… Eso no se aprende.
No hay lugar en el mundo donde el amor se sienta más fuerte y profundo, dónde no hay miedo al dolor del corazón, porque eso también es pasión.
Quién necesita joyas, teniendo el oro de un grado que recorre el mundo para recordarle que Federico, Rafael, Luís, Fernando, Vicente y tantos otros decidieron nacer aquí, en Mi Tierra. Aquí donde los acordes de una guitarra flamenca se meten en la médula espinal para pasar por los brazos y en palmas hacerlos estallar.
2 comentarios:
Y yo.
Celebremos el reconocimiento al flamenco. Ya era hora.
Un beso.
Pensaba que eras de Barcelona.
Un saludo.
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