Hace unas semanas que volví ya de Ibiza, como ya sabéis muchos es una isla increíble para pasar unas vacaciones, familia, playas, chiringuitos, discotecas y por supuesto la pesca.
De los 9 días que pasé en todos ellos le dedique unas horas a la práctica del spinning, para ello me lleve una caña de viaje 20-70, carrete 4000 con trenzado y unas cuantas cajas con Black Minnows, poppers, paseantes o jigs de diferentes tamaños, colores y pesos. Entre las novedades que me lleve el Kattobi Bou 130BR, un señuelo con el que conseguía unos laces increíbles y con el que estuve tentando los palometones.
Zapatillas, gorra y crema solar era mi equipamiento para recorrer varias zonas muy escarpadas, Roca Llisa, Cala Olivera o Cala LLonga, eran algunas de los pesqueros que patee. Tenían mucho calado con grandes rocas sumergidas y en las cuales esperaba encontrar un buen ejemplar, o esa era mi ilusión.
Algo que me cautiva de Ibiza a parte de la pesca, son los maravillosos escenarios que se encuentran a lo largo de toda su costa, cualquier rincón de su litoral nos ofrece una vista única e irrepetible.
Los días pasaban y ni rastro de peces, ni picadas, ni actividad ni nada. Pescaba a cualquier hora del día, tanto amaneceres, a horas centrales a pleno sol o anocheceres cuando las barracudas están más activas pero nada es nada.
Tras un paseo por Santa Eularia y localizar una tienda de pesca, charle con el dependiente, le comente si conocía a alguien que me sacara en barco de pesca, previo pago claro, me dio el teléfono de un pescador de la zona. Le llame, una conversación rápida, sabía lo que quería y al día siguiente ya habíamos quedado para pescar.
Salimos desde Es Canar, y recorrimos durante más de 5 horas todos los puntos que más le gustaban, un conocedor de la zona con muchas horas por esa costa. Disfrute mucho de la jornada pero ni picada, desde los 5 metros de profundidad hasta los 50 pescando con todo tipo de señuelos, la respuesta era la misma, lanzar y recoger sin un toque.
Un cartucho menos y de los buenos gastado, pero bueno así es la pesca, con este día y tras las jornadas anteriores con iguales resultados solo quedaba seguir intentándolo. Un buen palometón, una sirvia o un dentón se escapaban.
Dónde estaban los peces?, que pasaba??, preguntas sin respuesta pero que me lanzaba continuamente.
Otro amanecer, esta vez enfrente de la Dalt Vila, una zona muy frecuentada por los pescadores ibicencos, donde abundan las barracudas, sirvias y anjovas…. pero ni rastro.
Me fui de Ibiza sin tocar un solo pez, ni pequeños ni grandes. Una vez más la pesca me sorprende pero a pesar de intentarlo y mucho, fue imposible. Así que volveremos, seguramente en otra fecha que no sea julio-agosto y parte de disfrutar de la costa y la noche de Ibiza pueda tener en mis manos un buen pez.
Hasta pronto….