Hola tributos :)
Hace un tiempo leí un
artículo del ABC (link) que proclama a los cuatro vientos
que ver películas Disney en la infancia es muy poco recomendable. Como no estoy
en absoluto de acuerdo con esta opinión y además hay varios aspectos puntuales
del artículo que me gustaría resaltar, he decidido redactar esta entrada y
daros mi opinión.
Rogaría que antes de
leerlo (si es que os atrevéis, porque me ha quedad realmente largo) leyerais el
artículo que estoy comentando, que es muy cortito y da mucho en qué pensar.
***
En este artículo se jura y
se perjura que las películas Disney, y más concretamente las princesas Disney,
pueden afectar y afectan a los más pequeños de la casa muy negativamente por
varios motivos. Primero, que los estándares de belleza de las princesas Disney
son inalcanzables y a pesar de ellos todas las niñas aspiran a ser así de
perfectas, sumiéndose en la depresión y la ansiedad cuando no lo consiguen. Además,
hacen especial hincapié en la inexistencia de princesas discapacitadas, con lo
que las niñas que los son se sentirán excluidas y discriminadas.
En este punto me detengo
porque tengo demasiadas cosas que comentar al respecto. Hay que tener en cuenta
que las películas que cita el artículo en primer lugar (Blancanieves,
Cenincienta...) se estrenaron en 1937 y 1950, respectivamente. Estamos hablando
de películas de hace más de 70 años de antigüedad y no se puede juzgar el
pasado por lo que se sabe ahora porque, simplemente, no es lo mismo.
Esa época era machista, todos lo sabemos. La mujer estaba relegada a la sombra
de su padre, hermanos o marido, y solo se esperaba de ella que cuidara la casa
y los niños y no molestara mucho la importante labor del hombre. Entonces, ¿qué
esperas que se reflejara en una película de aquellos años? Es absolutamente
normal.
Además, claro está, que
las historias de Blancanieves, Cenicienta, la Bella durmiente, etc. no se
inventaron entonces. Son cuentos o fábulas populares que autores como Andersen,
Grimm o Perrault recogieron a su modo en sus propias obras. Muchos ya sabréis
cómo eran las historias originales de las princesas Dsiney (nada agradables, si
me preguntáis), pero todas tienen algo en común: fueron escritas para prevenir
a las niñas de los peligros de salir solas de casa o perderse en mitad del
bosque. Por ello, están protagonizadas por chiquillas asustadizas e
inconscientes a las que les ocurre algo malo y finalmente son rescatadas por un
príncipe encantador.
Lo que no se puede negar
que con el paso de los años la industria Disney ha ido “mejorando” esta
presentación de sus protagonistas e historias, al mismo tiempo que la
mentalidad general evolucionaba hacia la igualdad social. Por tanto, veo
completamente inadecuada la crítica que se ha hecho en primer lugar.
Ahora, pasemos al tema de
lo físico. Las princesas Disney son delgadas, preciosas, educadas... En
resumen, perfectas. Aquí tengo que dar la razón a la escritora del artículo.
Ese es uno de los fallos de Disney más recurrentes. Porque no, no hay princesas
gordas, feas, discapacitadas o lesbianas. Es así, y me encantaría que cambiara,
pero no creo que ese sea motivo suficiente como para calificarlo de “inadecuado
para la infancia”.
Después se habla de que en
todas esas películas la princesa es rescatada por un noble príncipe y al final
se casan, lo que, según el artículo, convierte a las niñas en personas
machistas y sumisas, cuya única aspiración en la vida será encontrar un buen
hombre que las mantenga. Venga ya. Para
empezar, voy a ser absolutamente subjetiva y voy a hablar de mí. Bajo ningún
concepto (Ningún concepto significa ninguno) me rebajaría a quedar detrás de un
hombre simplemente por ser un hombre. Sé, porque así he sido educada, que no
necesito de nadie para vivir, que puedo ser libre e independiente y que lo
único que necesito para conseguirlo es estudiar y trabajar duro. Que nadie debe
decirme cómo vestir, o actuar. Exactamente
igual que un hombre. Porque no hay
diferencia. Y sé todo esto “a pesar” de haber visto miles de veces las
películas de Disney, sobre todo de niña.
Pero ojo, también soy una romántica
empedernida. Y es que esto es algo que muchas veces se confunde. Hay muchas
mujeres que se llaman a sí mismas feministas y sin embargo sueltan perlitas
como “un hombre no puede ser feminista”, “Todos los hombres son violadores y acosadores
desde que nacen”, “no puedes tener novio o casarte y seguir llamándote
feminista”... Y así una larga lista de estupideces sin sentido. Feminismo significa igualdad de trato y oportunidades
entre el hombre y la mujer; tolerancia, respeto. Querer casarte y tener hijos
no es signo de debilidad, es una
elección que tú haces de compartir tu vida con otra persona, ya sea hombre
o mujer, y por supuesto, no tiene nada de malo, así como tampoco es malo no
querer ser madre, por ejemplo. Sin embargo, el artículo persevera y afirma
que...
«A la mujer nunca le han enseñado a disfrutar de una vida en
soledad porque 'lo normal' es tener pareja»
En las películas de Disney,
las princesas se enamoran perdidamente de su príncipe y se casan apenas un día
después de conocerse. Esto, obviamente, es completamente surrealista, lo que
nos lleva a darnos cuenta de que oh,
casualidad, estamos hablando de películas de dibujos animados. Ficción.
Fantasía. Imaginación. No reflejos calcados de la realidad. Al igual que los
niños al crecer sabrán que las madrastras no se convierten en dragones escupe-fuego,
deberían entender también que casarse precipitadamente (y a los quince o dieciséis
años, como algunas princesas) no es viable, inteligente ni mucho menos
realista. De hecho, creo que este artículo insulta gravemente la inteligencia
de los niños de hoy en día y de sus padres, ya que suponer que los niños
necesitan ver comportamientos modelo en la televisión para saber cómo actuar es
sinónimo de decir que sus padres no los están educando.
«Los niños aprenden por imitación. Puedes educar en los valores de
igualdad en el colegio o en casa, pero la visualización de este tipo de
productos hará que los más pequeños tiendan a pensar que esos estereotipos y
comportamientos son normales. Las niñas creerán que tienen que estar siempre
guapas, los niños asumirán que deben proteger a la mujer».
Después, el artículo
desvaría durante un par de párrafos sobre los juguetes para niño y para niña,
pero como no tiene nada que ver con el tema y no sé por qué lo menciona, lo voy
a ignorar.
A continuación, el artículo
se mete un poco más en los roles niño-niña que pueden ser fruto de este tipo de
películas. Pone dos ejemplos: preguntar constantemente a una niña si tiene
novio y decirle que se ponga falda porque los pantalones son de chico. A esto
solo tengo dos preguntas, que ni siquiera me voy a entretener en responder, ya
que considero que cualquier persona con dos dedos de frente podrá entenderlo, y
son:
1.
Evidentemente
a los niños nunca se les pregunta si tienen novia, ¿verdad?
2.
¿En
qué época vives y por qué piensas que a las niñas se les dice eso?
Otra afirmación que me
gusta mucho es la de:
«La
sociedad, de manera constante, pide
a la mujer mucho más de lo que le pide al hombre, y es lo que reflejan estos
contenidos.»
No voy a hablar de lo que
la sociedad exige a la mujer porque ese no es el tema, pero os voy a explicar
lo que refleja Disney. Porque sí, como he dicho antes, las princesas Disney son
modelos de perfección inalcanzables pero ¿acaso los príncipes no lo son? ¿Acaso
nos hemos topado alguna vez con un príncipe feo, gordo, discapacitado o gay? No.
Disney, en ese sentido, exige exactamente lo mismo al hombre que a la mujer. A
ellas, ser extremadamente hermosas, a ellos, además, ser valerosos, correctos,
educados, héroes. Pero por supuesto
para la autora de este artículo, cualquier niño que vea una película Disney pensará
“Eh, qué fácil es eso de ser príncipe y
llevarse a la chica guapa, no hace falta ser perfecto ni nada.”
Con esto tampoco digo que
me parezca bien, al contrario. Al igual que me gustaría ver princesas
distintas, querría ver príncipes no perfectos, pero sigo sin encontrarlo motivo
suficiente como para prohibir las películas Disney en la infancia.
Por último, el artículo
hace referencia a películas que, por su contenido, considera que han roto
en cierto modo con el molde. Hablamos de Frozen y Mulán. De la primera solo diré
que, personalmente no me parece nada del otro jueves. Todo el mundo la
encuentra novedosa y original cuando todos sus rasgos distintivos ya se han
dado en otras películas: vínculo fraternal (Hermano oso, Lilo&Stitch),
rechazo al amor a primera vista (Encantada), etc. Sin embargo, y esto es lo más
divertido de todo, el artículo la resalta porque “es ella quien tiene el poder
en lugar de un hombre”. Por favor, decidme que no soy la única que está
alucinando con esto. Antes que nada, ¿en qué película de princesas Disney habéis
visto que el príncipe tenga el poder?
No, en serio, estoy abierta a sugerencias.
Porque, de hecho, en
muchas de las clásicas el príncipe ni
siquiera habla. En la mayoría de los casos el príncipe es solo una especie
de premio final, una recompensa por el esfuerzo de las protagonistas (La sirenita,
La Bella y la Bestia). Ellas, en un
rol más o menos independiente, son las que dirigen sus propias historias, las
que luchan por su final feliz. ¿Qué ese final incluye un príncipe? ¿Me contáis
lo que tiene de malo?
Pero —oh, y esto es lo que
más rabia me da—, ¿no se os ocurre ni una sola película, además de Frozen, en la que “ella tenga el
poder”? Sí, amigos, Mulán. Esa película para niños que debería ser reverenciada
por la humanidad. Ah, a nuestra periodista favorita también le vino el título a
la cabeza, y dijo que «Mulán, por
ejemplo, ya es de otra raza». Sí, lo que oís ahora son mis gritos de
desesperación.
Pero vamos a ver. Para una
mísera película que representa exactamente
todos los valores que estás exigiendo, ¿y lo único que te llama la atención de
ella es que la protagonista es “de otra
raza”? ¿En serio? ¿De verdad me estás contando que eso es lo que más te impacta? Por supuesto no tiene nada de
emocionante que sea una crítica alucinante a la sociedad china de no hace tanto
camuflada en la época de las dinastías. No te admira el coraje y la fuerza de
la protagonista que, a pesar de ser una mujer que vive en uno de los entornos más
machistas de la historia, pone en peligro su propia vida y su honor para salvar
a su pare de morir en la guerra. Y no solo eso, sino que aun cuando la
descubren y la abandonan a su suerte en medio de una montaña nevada, aun cuando
su único pensamiento debería ser la supervivencia e intentar volver a casa sana
y salva, regresa para ayudar a su país y salvarlo de una invasión extranjera. Nimiedades,
debió pensar la autora del artículo. Por supuesto, lo que más caracteriza a
esta película es que su protagonista es asiática.
Eso sí, por si no quedaba
claro, un poco más adelante, la autora hace referencia de nuevo al tema de los
hombres y las relaciones amorosas destacando un ejemplo:
«Tengo alumnas que consideran normal que su novio les diga que no lleven
tanto escote.»
Sí, por supuesto, esto
ocurre todos los días, estamos de acuerdo. ¿Pero culpar a los pobres príncipes
Disney de este comportamiento? No me hagas reír. En ningún momento en Disney te
encontrarás un príncipe que abuse de la princesa en cuestión, le pida que no
lleve escote o se ponga celoso de verla con otros hombres. Como hemos dicho,
muchos ni siquiera intervienen, y cuando lo hacen su comportamiento es en todo
momento intachable. Es casi imposible que un niño se sienta superior y adquiera
valores machistas de unas películas en las que la única protagonista
indiscutible es la chica.
Eso sí, el artículo también nos enseña cómo
solucionar todos los problemas, y es que los padres se sienten junto a sus
hijos al ver esas películas y les vayan explicando que la princesa no tiene por
qué ser tan guapa, y que no es necesario que se case. Se nota que esta mujer no
ha tenido a muchos crío de cuatro o cinco años a su alrededor o jamás hubiera
soltado tamaña sugerencia...
Me gustaría cerrar esta reflexión con el
comentario de un usuario que contestó al artículo hace algunos días:
***
No tengo mucho más que
añadir, creo que he dicho todo lo que tenía que decir y, sinceramente, me he
quedado muy a gusto. Muy pocos llegaréis a este punto habiéndoos leído la
entrada entera, y muchos menos dejaréis comentarios contestando a mi opinión
con las vuestras, aunque eso me encantaría, pero me siento bastante orgullosa
de haber sido capaz de organizar todos mis pensamientos aleatorios para plasmarlos
aquí.