Partiendo de la amplia difusión que tienen tanto el cine como la televisión, y sirviendo esto como base comparativa, lo cierto es que últimamente se está hablando mucho sobre el buen momento que está pasando la televisión norteamericana, en su formato de series, y el mal momento del cine norteamericano, en su formato
Hollywoodiense. Actualmente, la ficción televisiva (con la excepción de la comedia que no está pasando por su mejor momento) está ganando el pulso a la ficción cinematográfica. Esto no quiere decir que no tengamos buen cine, pero casi siempre está alejado de
Hollywood (normalmente cine independiente, europeo o asiático), el que por otra parte fue representativo de una edad dorada hace tiempo ya.
Curiosamente, el responsable de este buen momento televisivo es debido en parte al propio cine. Principalmente, por haber conseguido una gran mejora técnica en los medios utilizados, para así poder acercarse a una calidad de rodaje que, en algunos casos, es casi cinematográfica (
Bands of Brothers, Carnivale, Boardwalk Empire). Esto ha sido algo que sin duda ha tenido un importante peso, para que el espectador se vea atrapado ya desde un buen principio. Y todo esto, como ya decíamos antes, se ve reflejado en la enorme calidad técnica que actualmente demuestra una y otra vez la ficción televisiva, con entre otras cosas: unos guiones, una dirección, una fotografía e iluminación realmente portentosas en comparación a lo que se hacia hace unos pocos años (
Deadwood o
Roma cumplen con creces con toda esa calidad técnica). Pero en realidad, no hay que olvidar que todo esto es también consecuencia de algo muy importante: la renovación del lenguaje televisivo, cuya principal característica está en las nuevas formulas narrativas que se han empezado ha utilizar en esta última década y en saber aprovechar las ventajas que desde siempre ha tenido la ficción en formato televisivo seriado.
Actualmente, estamos ante una ficción televisiva con vocación cinematográfica, pero que juega con ciertas cartas a su favor:
- El formato seriado permite poder desarrollar tramas complejas (The Wire, Perdidos) que habitualmente contienen premisas bastante atractivas que serían de difícil encauzamiento en otro medio como es el cinematográfico, mucho más rígido y limitado, el cual nunca puede apoyarse en un largo metraje. Historias río, en paralelo, de fondo, flashbacks y flashforwards de largo alcance o la utilización de multitud de subtramas son claros ejemplos de por qué es idónea para sacar un mayor partido a todo esto. Quizás el único problema esté en la posibilidad de perderse ante la complejidad a la que a veces se puede llegar, bien sea por parte de espectador o incluso de los propios creativos;
- Gracias a la inmediatez del medio, también se consigue una canalización ventajosa a la hora de acceder a sus receptores potenciales, algo que, tampoco olvidemos, está directamente relacionado con las expectativas y el seguimiento que provoca todo esto. Parece que por fin la televisión ha conseguido una especie de fórmula que conjuga calidad y popularidad a la vez. Nada fácil, por cierto. Estrenos o finales de temporada con muy poca diferencia con respecto a la emisión americana o casi simultáneos a nivel mundial que llegan a millones de espectadores (Perdidos, The walking dead, The Pacific, Los pilares de la tierra), unido al potencial que tiene un medio tan importante hoy en día como es internet, cada vez más pendiente del medio televisivo. Un medio al que, por cierto, le gusta la inmediatez y se aprovecha de ella y de su potencial (la actualidad manda mucho hoy en día). Y todo esto deja a las claras que se empieza a vislumbrar un reflejo de que algo está empezando a cambiar para poder nivelar la balanza con respecto al cine;
- Al disponer habitualmente de menor presupuesto (aunque hay excepciones como The Pacific, la cual tuvo un presupuesto de 200 millones de dolares), hay mayor necesidad por reforzarse en otros puntos que hagan atractivos los productos ofrecidos hacia el espectador. Historias originales que en algunos casos vienen acompañadas de personajes y temáticas bastante atrevidas e irreverentes (Dexter, True Blood), puede marcar una diferencia necesariamente atractiva para el espectador, sirviendo a su vez de gancho (Hung). La aparición de series con estilo de falso documental (The Office, Parks and Recreations) e incluso la llamada dramedia: unión de dos géneros como son el drama y la comedia (Weeks, Californication, The Big C, Nurse Jackie), son claros indicios de que algo está cambiando.
- Buenas y atractivas historias, trufadas con unos personajes que suelen estar casi siempre bastante bien desarrollados y definidos (Friday Night Lights, El ala oeste de la casa blanca, Treme, A dos metros bajo tierra, Breaking Bad), construidos por unos guionistas que siguen demostrando que son mejores que los del Hollywood actual, aquejado últimamente de una fuerte crisis de creatividad, con demasiado control y revisión en los guiones. Es más, lo curioso es que, en los últimos tiempos, el prestigio de cualquier serie (de Los Soprano, serie creada por David Chase, ha salido Matthiew Weiner, creador de Mad Men y Terence Winter, creador de Boardwalk Empire) es debido principalmente a sus creadores, guionistas y productores ejecutivos, conocidos también como showrunners (Shawn Ryan, el creador de The Shield, y productor ejecutivo de Terriers, sería un buen ejemplo), siendo el papel del director, de mucho menos calado que en el cine, donde suele ser una figura realmente importante a la hora de asegurar una cierta calidad o estilo.
- El formato episódico es capaz de aportar ciertos recursos narrativos: como pueden ser los cliffhangers (Perdidos es conocido entre otras cosas por sus sorprendentes finales de episodio y los giros argumentales al final de cada temporada); la utilización del tiempo real como base fundamental en la que apoyar la narración de una historia (En 24, cada temporada tiene 24 episodios que en su totalidad forman un día completo, pues cada episodio representa una hora). Sin olvidarnos de las innovadoras estructuras apoyadas en la coincidencia de emisión en calendario, la del espectador con la propia ficción de la serie (En terapia es una serie que se emite de lunes a viernes, haciéndolo coincidir con el día en que va cada paciente a la consulta);
- Y, por supuesto, la longitud, tanto de los episodios que oscilan entre 20 y 60 minutos habitualmente, como del total del metraje del que dispone la ficción televisiva, es de suma importancia y le da bastantes ventajas y ninguna limitación en ese aspecto. Series agrupadas en temporadas de distinta extensión (normalmente 6, 13 o 24 capítulos) o planificación (planificar la temporada completa antes de empezar a rodar o planificar a pocos capítulos vista, tal y como se van rodando). Historias basadas en el continuará de sus capítulos y tramas (Sons of Anarchy) o, por contra, en la emisión de capítulos completamente independientes o una mezcla de ambos (Fringe). Aquí el límite no lo pone el formato como en el cine, si no el propio creativo según se planifique con respecto al estilo de la serie (por ejemplo Bryan Fuller, el creador de Wonderfalls, Tan muertos como yo y Criando Malvas, suele marcar un gran estilo a todas sus series). Formato seriado que, por cierto, al ser habitualmente de una duración corta por episodio, es ideal para el espectador falto de tiempo, algo cada vez más habitual hoy en día. Desde luego que empezar una peli y acabarla de tirón, cada vez es algo más difícil de conseguir, y verlo por partes no es para nada lo ideal, teniendo en cuenta el formato tan indivisible que utiliza el cine desde siempre.
Por otra parte, tampoco tenemos que olvidar que, debido principalmente al ser el medio cinematográfico mucho más controlador en la producción, necesitar más inversión y sufrir mayor riesgo, esto no le favorece a la hora de crear obras de calidad con grandes presupuestos, pues más bien lo que se busca es la rentabilidad a corto plazo. En la actualidad, el problema del cine y, muy posiblemente, en un futuro cercano, también en la ficción televisiva, es que cada vez se está alimentando más y más de licencias ya muy domesticadas y masticadas, aunque bastante solventes económicamente, provenientes de otros medios como son el cómic o los videojuegos. Sagas inacabables que, por lo que parece, son tan rentables como repetitivas. Los
Spin-off o proyectos salidos como extensión de un éxito que normalmente solo sirven para exprimir a la gallina de los huevos de oro. Sin olvidar los descafeinados
remakes e historias mil veces ya contadas, normalmente simplonas, aunque ideales para pasar un buen rato de desahogo y entretenimiento, siempre que cubra unos mínimos necesarios y siempre que esté respaldado de una buena campaña publicitaria.Un ejemplo opuesto a todo esto serían las actuales series inglesas
(Misfits, Skins, Luther, Sherlock, Doctor Who, Jekyll) que siempre tiran de guiones con un corte bastante alternativo. Historias bien construidas que aportan un estilo propio y un contenido de bastante calidad, con no demasiados medios.
Lo cierto es que todo esto también ha tocado o toca en cierta manera a la ficción seriada actual, pero en mucho menor medida. Por desgracia, quizás, poco a poco, la ficción televisiva va a empezar a contaminarse con los mismos males que el cine, aunque, hasta el día de hoy, todavía no se está notando en demasía.
¿Adaptar al cine o a la televisión?
Desviándonos un poco del tema principal, vamos a intentar ampliarlo hacia horizontes comparativos, con el que poder distinguir la riqueza de cada medio, pues no es lo mismo cine, televisión, literatura, cómic e incluso música (operas y discos conceptuales principalmente), aunque algunas, en parte, posean bases narrativas comunes que, en algunos casos, son prácticamente idénticas debido al soporte en el que se desarrollan, como es el caso del cine y la televisión: aquí, el ritmo lo llevan principalmente la propia obra creativa y no los receptores que muestran una actitud más bien pasiva. En otros casos que tienen bastante menos en común como, por ejemplo, el cómic y la literatura, también comparten el mismo soporte: pese a ciertas diferencias patentes entre ambos medios, en cuanto al ritmo, éste es llevado en gran parte por el propio receptor, demostrando en este caso una actitud bastante más activa.
Todo esto, en cierta forma, viene a cuento como reivindicación de las riquezas narrativas propias de cada uno en particular y, por mucho que tengan coincidencias, es obvio que solo puede haber adaptaciones entre distintos medios, por muy parecidos que sean, y nunca traslaciones con la pretensión de calcar el original, y con ello pretender conseguir que funcione como la obra original. Un clásico, aunque ya muy manido ejemplo, sería la adaptación ¿o traslación casi viñeta a viñeta? al cine del Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons. Teniendo en cuenta que, adaptar algo es trasladar la obra original de un medio a otro, valiéndose de las posibilidades del medio destino, y añadiendo o quitando elementos del original que haga que tenga lógica al hacerlo, para que así funcione mejor en dicho medio. Entonces, debido a esto, simplemente por su extensión y complejidad, tiene una más que imposible adaptación al cine (algo que en este aspecto, también han sufrido desde siempre, multitud de grandes obras literarias), aunque ideal para adaptarla al formato de ficción televisiva, de una forma medianamente digna. Watchmen, no lo olvidemos, es extensa y densa, muy densa, y además sigue siendo más meritoria por su forma que por su fondo, por lo que ha tenido, como no podía ser de otra manera, una más que discutible adaptación al séptimo arte. Por supuesto que, para el cine y la ficción televisiva, les es imposible el trasladar la riqueza de ciertos recursos narrativos que son únicos del cómic. Aquí no hay discusión posible. Pero, si a eso le unimos una más que torpe y mimética dirección, en base al original, el desastre es total ¿Tan difícil era jugar con lo formal de una forma parecida al original según la posibilidades? Pues me temo que sí, que es prácticamente imposible el hacerlo, dejando claro la riqueza propia de cada medio. Quizás la respuesta esté en saber frotar la lámpara para que salga el genio que sepa entender como hacerlo, por lo menos dígnamente, según sus posibilidades. Partiendo de todo lo anterior, lo que definiría un buen trabajo de adaptación es aportar elementos propios del medio que sean funcionales y enriquecedores en dicha adaptación y no dedicarse a calcar la propia obra original y dedicarse a cortar y pegar elementos que aportan nada o más bien poco al sentido de la obra ¿quizás The Walking Dead acabe siendo un buen ejemplo de todo esto? Solo el tiempo lo dirá.
En definitiva, si tenemos los pies en el suelo y somos conscientes de las limitaciones y ventajas que posee cada medio, conseguir una buena adaptación en la que incluso se puede aportar ese pequeño granito de arena, respetando, por supuesto, la esencia de la obra original, haciendo cambios si son necesarios para que funcione en un medio distinto al que se está adaptando. Solo hay que fijarse que, en la actualidad, cada vez que hay rumores en la adaptación de una buena y exitosa historia y, sobretodo, si es seriada, todo el mundo prefiere que el medio usado sea la ficción televisiva, y si no que se lo pregunten a cualquier lector de Watchmen, por complicado que fuera el reto de hacerlo.
Y si hay actualmente una cadena que apunta a una buena adaptación de un cómic seriado, esa es sin duda AMC.
AMC como definición de calidad
Si hablamos de calidad y series de televisión, hay que empezar sin duda por AMC (American Movie Classics). La cadena de televisión -antes cable premium y ahora cable básico- que sin duda parece estar más en forma últimamente. Para comenzar tenemos la multipremiada Mad Men: nombre por el que se conoce a los ejecutivos de las agencias publicitarias en Nueva York; Breaking Bad: posiblemente la mejor serie actual, que ya es decir mucho; habría que añadir la ya cancelada Rubicon: serie de estilo comercialmente poco atrayente, pese a una intrigante historia, con una trama exquisita con cierto regusto añejo al cine de espías de otros tiempos, pero que le ha pasado factura finalmente, pues estaba claro que si, al ritmo pausado y detallista que tenía, le añadimos el grandisimo éxito que está consiguiendo The Walking Dead, la comparanción dentro de la cadena ha acabado con su no renovación de temporada. Y por último, ya que estamos, comentar ese reciente estreno mundial de una historia de zombis que, no es otra que la adaptación del exitoso cómic de Los muertos vivientes a la pequeña pantalla. Dirigido por el cineasta Frank Davanport, conocido principalmente por sus adaptaciones de varios libros de Stephen King. Sin duda, un proyecto prometedor donde, el tema de los zombis, es una simple excusa utilizada por que su creador, Robert Kirkman, pueda dar un triple salto mortal sobre la condición humana y hasta donde puede soportar uno, situaciones de lo más extremas, sin que acabe perdiendo la cabeza en su intento por sobrevivir (pinchar aquí para leer la crítica que ya hizo EduXavi sobre esta serie).
Desgraciadamente, calidad no siempre es igual a cantidad de espectadores, pero si hay alguna cadena que está haciendo bien las cosas últimamente, mimando sus producciones, tomándoselo con calma en cada nuevo proyecto y cosechando bastante éxito de crítica y premios, esa es AMC y sus distintas series de las que hablaremos próximamente.