AHORA SE LLAMA "REALIDAD ALTERNATIVA", PERO SIEMPRE SE DIJO NEGACIÓN DE LA EVIDENCIA.
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martes, 11 de septiembre de 2012

Fragmentos de una historia que me pertenece...y III

   Ni antes ni después. Antes no me fue menester , y después me di cuenta de que me faltaban historias para completar el antes.

   No hubieron empujones, ni críticas; retrueques ni admoniciones, solo bienaventuranzas cortas. El " ay Sr Dios mío ", era lo más usado de una época donde el empedrado era la suela común de la bajada izquierda del funicular. Todos nos conocíamos, y los que no, lo hacíamos como si así lo fuera.

   El miedo era el denominador común, y se hablaba lo justo, ni poco, ni mucho, para no levantar sospechas. El " no parlis" fue moneda de intercambio entre los que jugábamos con chapas al football, en partidos interminables donde lo mismo daba ser portero que delantero, porque lo importante es que te quisieran para participar.

   El habla se abría cuando en derredor del grupo, y como premisa de premio o castigo, (vaya uno a saber donde empieza o acaba la crueldad de los niños), se te obligaba a decir el secreto mayor familiar. Los : "Mí abuelo ha estado"; "Mí padre dice"; "Mi madre me ha contado"...eran principios que a los demás dejaban helado.

   Secretos inconfesables pronunciadas por gargantas temerosas de violar algo del cual no sabían la certeza de lo cierto, pero si la incerteza de lo oculto.

    La amistad no era más ni menos desconocida que el compañerismo. Tampoco se sabía la diferencia entre lo primero y lo segundo, pero a nuestro cavilar, lo entendíamos. Amistad era que El Grabao supiera que tu padre te pegaba. Que tu no llorases y que además no lo dijieras; y que no era necesario explicar la aventura del ojo morado. Eso era amistad. Compañerismo era el robarle el plumier al de delante y que este, no te delatara. Todo tenía su compensación. Y eso era compañerismo.

    Fue compañerismo lo de la rana del Pata Palo. Ahora, y con el tiempo se debería de haberlo tildado de amistad. Hay que joderse el meter una rana, (que eso aún está por ver porque sigo creyendo que era un sapo), en el bolsillo de doña Amelia... Hay que joderse...Porque todos sabíamos, incluso Azucena -la persona menos capaz de cometer tamaña insensatez-, que doña Amelia tenía pavor a los bichos que saltaban sin ton ni son.

    Convendrán conmigo que las ranas, los sapos y los renacuajos, siempre han sido animales faltos del designio del Señor. Y que van a su bola y sin esperanza ninguna en el salto. Recuerdo aquel instante, el momento justo y,  que aún queriendo,  jamás se me podrá olvidar, cuando doña Amelia intentó sacar la tiza del bolsillo ; aquello no era más que un aglomerado de pasta blanca viscosa, amalgamada en sus cinco dedos prensiles y  mezclado con los sonidos guturales de un animal que solo quería huír de un bolsillo de color blanco parduzco.

   La pagó cara Pata de Palo. No fué él. Pero eso era compañerismo y allí todos a una sin delatarnos...

   De los lloros de doña Amelia ya no me acuerdo. De la cara de Pata de Palo como si le viera hoy. Su padre, bueno el que hacia de, le partió los dientes de medio bofetón. Desde aquella época, Pata de Palo subió de galones, y yo comencé a saber que estando callado, los demás pagan por las fechorías que no han cometido.

Pasear por Barcelona

Una de las grandes satisfacciones de pasear por la ciudad es pasar por delante de aquellas fachadas que de un modo u otro siguen a lo largo ...