Las guerras civiles o situaciones de división nacional siempre han dado grandes ejemplos de reconciliaciones nada sencillas, solo tenemos que recordar los casos de la transición española, el chile post-dictatorial, los balcanes... sociedades divididas con pasados llenos de violencia y abusos, obligadas sin embargo a la reconciliación y el perdón como única manera de mirar hacia el futuro. Todos y cada uno de ellos suponen ejemplos para otros casos de naciones que ven pasar los años incapaces de solucionar sus diferencias. Y claro Sudáfrica... décadas de represión y negación de derechos hacia la raza negra con casi 30 años de encarcelamiento de su líder Nelson Mandela, y para cuando finalmente éste es liberado y sale ganador en las primeras elecciones libres, su primera preocupación antes incluso que restaurar las libertades o reparar la terrible situación económica es impulsar la reconciliación nacional, algo que se antojaba imposible de antemano.
Clint Eastwood y Morgan Freeman, que pasa por ser el verdadero impulsor del proyecto (algo que no extraña dado su increíble parecido físico con Mandela) se fijaron en la novela de John Carlin "Playing the Enemy", donde se plantea el deporte nacional (rugby) como el mecanismo en el que Mandela pensó como impulso para la cohesión social.
Desde el arranque de la cinta, Freeman se apodera de ella. Freeman es Mandela en sus estudiadas entonaciones con un trabajado acento sudafricano, transmitiendo una gran humanidad y sobre todo ilusión por el futuro. Eastwood consigue retratar en unas pocas escenas el esfuerzo de conciliación que tuvo que realizar Mandela al llegar al poder con el simple pero eficaz recurso de otorgar protagonismo a unos pequeños grupos como su equipo de guardaespaldas, o los directivos que rigen los destinos del equipo nacional de Rugby. En este sentido la primera mitad de la cinta, más enfocada hacia el retrato del personaje que hacia el drama deportivo, es de un gran nivel.
-Freeman/Mandela o gana un Oscar o algo 'fishy' pasa...-
Hay dos escenas claves en la película, la primera de ellas retrata una gira que el equipo realiza por ciudades pobres del país por sugerencia de Mandela (barrios pobres de población negra cuando el equipo es casi exclusivamente blanco), y en esa escena (maravillosa) podemos apreciar que Eastwood no tiene la intención de juzgar mas allá de lo que plasma en imágenes de forma explicita. Sus intenciones son captar en celuloide la odisea humana de ese país, no remover la conciencia del espectador. Esto es evidente también en la visita que el equipo realiza a la prisión donde estuvo recluido Mandela, y que resulta clave en su toma de conciencia, pero donde tampoco se busca una implicación emocional más allá de lo necesario. Así se podrá acusar de muchas cosas a "Invictus" (seguro que alguien la acusa de ser una versión Disney del Apartheid), pero para nada de atacar al lagrimal del espectador, cosa que por otro lado Eastwood sabe hacer muy bien si así lo deseara. No me quiero ni imaginar lo que hubiera hecho Spielberg con esta historia.
Y luego tenemos el aspecto deportivo que se apodera de la segunda mitad de la cinta. Os aseguro que si antes de verla me dicen que el partido final dura media hora, hubiera pensado que Clint se había vuelto loco, pero cuando llegamos a ese punto es tal la implicación que tenemos con los protagonistas, que me atrevería a decir que somos testigos de uno de los mejores acercamientos del cine al mundo del deporte. Desde luego Eastwood nos mete dentro del partido, y lo que es casi más interesante, encuentra pequeñas historias sobre su impacto y transcendencia, que funcionan muy bien, por más que caigan en los tópicos del cine deportivo, algo que a estas alturas puede permitirse sin rubor alguno.
-¡Suerte!... Deja de suertes que ya podrias haberme dejado un poco más de protagonismo, ¡chupón!-
Lástima que el protagonismo de Freeman sea tan demoledor que canibaliza al resto de intérpretes. En un nivel secundario están todos magníficos, pero si tenemos que buscar un co-protagonista en el capitán del equipo (Matt Daemon), simplemente no está a la altura de las circunstancias, quizá porque tampoco su papel tiene suficiente entidad como para desarrollarse.
Es muy razonable acabar de ver la cinta y pensar que se nos ha explicado una historia demasiado ligera para la transcendencia de los asuntos planteados, pero Eastwood / Carlin / Freeman demuestran que era la mejor manera de hacer llegar la historia a un público amplio en lugar de plantear un drama sobre enfrentamientos sociales. Esa es otra película que hubiera podido hacerse, pero los objetivos de "Invictus" están claros desde las escenas iniciales.
Clint Eastwood sigue demostrando película tras película que es uno de los cineastas más importantes de nuestro tiempo, y que mientras no le falle la salud y las ganas, nos seguirá dejando cine de muchos quilates sin necesidad de recurrir a ningún alarde técnico, con una manera muy clásica de hacer las cosas, y moviendo sus cintas partiendo de grandes guiones.
Valoración: 8/10
Actualizacion : Acabo de ver en el "Dias de Cine" como suena Freeman doblado y se queda en cero su interpretación. ¡Imprescindible VO o la pelicula se queda en nada!.
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