sábado, 26 de diciembre de 2009

A Better Tomorrow.

Hace unos cuantos días me golpeó lo que en Quédate a Dormir llaman Ola de Pena y yo prefiero llamar The Blackness*. Los motivos... unos cuantos, entre ellos que mi cabeza, quiera o no, al llegar esta época se pone a analizar el año y, la verdad, el último ha tenido cosas que han sido una chufa. Además, con esa estupenda tendencia de ver lo mejor de cada situación y cómo se torció el clima después de la nevada del 21, no era difícil que me cayese encima esa sensación.

Also, bleib auch mein Geheimnis.

Por cierto, no es que odie la navidad, por muy hipócrita que sea la época, sencillamente me deprime y eso favorece que me ponga asocial. Y no tiene ni puta gracia. No es divertido ni bienvenido y si hay gente que quiere poner la pose les diría que se fueran a tomar por culo, gracias.
La vida sigue, sin embargo, y en cinco días habrá 365 días nuevecitos para cagarla de forma diferente a cómo la hemos cagado este año. Por de pronto ya la cagaron hace una semana larga los grandes líderes en Copenhague, lo que hace más bien probable que, en contra de lo que marcó a una gran parte de mi generación, el mundo (bueno, la humanidad) se vaya a tomar por culo de forma sutil y discreta, por dejadez más que por paranoia. Con ese tipo de cosas se le quitan a uno las ganas de tener familia ni nada parecido.
En parte, eso lo estuve discutiendo con una amiga el martes pasado, consecuenca de que a ella se le ha acabado la beca que tenía y, para dentro de un mes o así, es probable que ya no tenga fuente de financiación para su tesis. Algo en lo que ha jugado en contra suya la colección de criterios por los que valoran a su director. Un futuro próspero. Seguramente esos fondos serán mejor aprovechados por las nuevas tecnologías que generen los de humanidades.
Nos quedamos, al final, en eso, en que con todas las cagadas, las dificultades y las putadas, a pesar de todo, seguimos adelante por el convencimiento de que existe un mañana mejor, que habrá una mañana brillante al otro lado del horizonte. O algo parecido. Una versión personal de lo que ha movido la historia de la humanidad, vaya. Nos esforzamos en creer, como civilización, que somos mejores que hace diez o veinte siglos, lo que es, a grandes rasgos, cierto**. Al menos ya no tenemos que cagar en agujeros en el suelo.

De verdad, creo que los alemanes deberían haber copiado los planos del bunker de la Reichskanzlerie y después tendrían que haberlos vendido como refugio anti-festividades. Un suministro de café, coca-cola, alcohol y comida decente y una conexión de banda ancha o una pila de DVDs y una buena parte de la población sería mucho más feliz.


*Por esto:


**"If Jesus had been killed twenty years ago, Catholic school children would be wearing little electric chairs around their necks instead of crosses." -Lenny Bruce

P.S.: el título de la entrada es de una película de John Woo que si que aguanta bien.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Ostalgie.

Si no hay nada más triste que un japonés triste, no hay nada más melancólico que un ruso melancólico.
-Yours truly-

melancolía.

(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra).

1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.



Estos últimos días, en Madrid, ha hecho un frío bastante agradable. Agradable porque es lo propio de la época del año, porque aborrezco el entretiempo y porque se está muy a gusto en casa y calentito en la cama (especialmente en fin de semana, cuando puedes remolonear). Sin embargo, a la vez, el cielo gris acero, el frío y la nieve me han puesto melancólico como un ruso y ayer, cuando estaba terminando el libro sobre la Guerra Fría que tenía entre manos, sentí eso que los alemanes, refiriéndose a los antiguos alemanes orientales, llaman Ostalgie, añoranza de la época en que todavía existía la Unión Soviética, en que el Primero de Mayo tenías imágenes de los desfiles por la tele.
El último capítulo del libro fue lo que trajo toda una colección de recuerdos muy fuertes. Naturalmente, trataba sobre el final de la URSS, las consecuencias de toda la apertura de la Glasnost y la Perestroika. Todo ello está ligado con mi infancia, con cómo crecí y aprendí a ver el mundo y por eso las figuras de aquella época también forman parte de mi historia personal. En casa, Reagan, quizás, entre otras cosas, por su senilidad tan obvia y su estilo de cowboy de serie B, era una imagen que me causaba desagrado desde que empecé a entender lo que contaban en los telediarios. Era una figura amenazante que hablaba de Guerra de las Galaxias y añadía inseguridad a un mundo en el que uno percibía que algo malo podía ocurrir en cualquier momento y sin previo aviso.
El hombre que interpretaba al presidente, sin embargo, quedó eclipsado por Mikhail Gorbachov. Gorbachov era el primer líder de la URSS en muchos años que tenía menos de sesenta años (más o menos veinte años menos que Reagan), tenía iniciativa, vitalidad y voluntad de reforma. Las cámaras le querían, él se dejaba querer por ellas y, además, viajaba con su mujer, Raisa Gorbachova. En casa era una especie de ídolo mediático de la política y, con su mancha tan peculiar, llamaba la atención.

Cuando uno analiza la contribución de Gorbachov a la historia, sus intenciones, sus decisiones, su papel en la distensión y en eliminar la amenaza constante de un holocausto nuclear, no queda mucho más que sentir que cómo terminó todo fue algo trágico para él a nivel personal, ser una figura clave a quien el mundo de hoy le debe tanto y que haya quedado tan apartado. Cuando me enteré de la muerte de Raisa hace unos años, se me partió el corazón, por muy melodramático que suene. Los Gorbachov, a nivel mediático por lo menos, eran símbolos de toda una época de mi vida y, al igual que luego han ido muriendo otras personas más cercanas a mi familia, han ido señalando cómo desaparecía lo que quedaba de mi infancia.
Lo más duro de todo ello fue recordar cómo ese maldito gordo borracho de Yeltsin humilló a Gorbachov después del Golpe de Agosto. Gorbachov, que creía en la gente, en darles la capacidad de mejorar la Unión Soviética y llevar adelante el ideal de una sociedad justa, fue traicionado y humillado. Le dejaron el papelón de finiquitar el experimento político y social más grande desde la Revolución Francesa. En Nochebuena hará 18 años que vivimos sin la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, aunque nos quedan recuerdos de aquella época (qué casualidades más injustas tiene la vida), siento que me falta algo, a pesar de todo.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Infravaorados & A small note on something.

Decía Superflicka que la música de los años 60 está infravalorada, por lo menos en comparación con la de los años de la Movida. Pues como dijo aquél, "aún diría más", toda (o casi*) la música posterior a los años 50 está sobrevaloradísima.

¿Toda? Toda no, grupos de Resistentes Valerosos atados a Valores Eternos y fundamentales (Armoniosa, Variada, Bailable y Divertida), se mantienen en pie como Centinelas de la más Gloriosa Tradición Occidental y defienden estilos casi olvidados recordándonos que otra música es posible, que para que sea bailable no es necesario que el sonido parezca salido de una remachadora industrial ni que los pasos de baile se parezcan a los espasmos de un epiléptico chutado de anfetaminas que llevase un cable de alta tensión metido por el culo.
Estos herederos de la auténtica música, de la de verdad, practican artes perdidas y, sobre todo, son mejor que mejores en directo, sosteniendo la auténtica esencia del artista por encima del modelo industrializado y prefabricado con el que las grandes compañías discográficas se han buscado ellas solas la ruina.
En consecuencia, os presento a:

Big Bad Voodoo Daddy:







The Royal Crown Revue:




The Cherry Poppin' Daddies:




The Squirrel Nut Zippers:





Y hasta producto nacional, No Reply: Bad Joke.

Y es que, al final, este señor tenía razón**.

*Excepción hecha de la música negra, que hasta la llegada del disco no sufrió degeneración real porque no estaba tan expuesta a la comercialidad: siempre tenía que pasar por el filtro de la adaptación por artistas blancos para no corromper a la juventud.
**Si no captáis todas las (jugosas) referencias, más os vale buscar en google. Hace mucha risa que luego lo adaptara, precisamente, Madonna.

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Mi pequeña nota es por lo agridulce que me ha resultado lo de Defying Gravity. Estrenaron la serie hace unos meses y, definitivamente, parece que no ha salido adelante.
Lo cierto es que se notaba demasiado ese aire con el que la vendieron ("Anatomía de Grey en el espacio.", algo así huele a desastre) y eso tiraba mucho (hacia abajo) de la trama, que se superponía al rollo de C-F hard, con lo que no atraía ni a los fans de la C-F ni a los fans del culebrón, seguramente. Sin embargo, era atractivo, por lo menos, tener una serie en la que los astronautas tenían que salir con escafandra, no había violaciones groseras de las leyes de la física (aunque la ciencia era un poco cheesy) y el culebrón no estaba disimulado.
Creo que la expresión de rigor en este caso sería "potencial desperdiciado". Es una verdadera lástima, porque la estética me parecía buena y podían haber hecho algo interesante pero ahora no lo sabremos.
Y, qué coño, que por algún motivo Laura Harris me parece mona.

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Añadido el 3-XII-2009:
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Celebración.

Un año más. Si no lo pienso, no se me hace duro. Claro que la semana anterior me subí por las paredes, estaba de mal humor y me molestaba todo... y a lo mejor es que ya lo he pasado. El Sábado de la semana pasada, como todos los años, celebré mi cumpleaños con una comida en casa. Este año éramos 14, unos cuantos menos que el anterior, y la verdad es que ha sido una de las mejores ocasiones que recuerdo. Es probable que la mierda de año que he tenido haya contribuido a que tener un día que compartir con mis mejores amigos con buena comida y en buen ambiente haya resultado algo merecedor de un buen recuerdo.
No puede decirse que no me lo haya trabajado, porque me quedé la noche anterior hasta las dos preparando comida y el día siguiente, unas dos horas antes de que llegaran mis invitados, hubo un momento de crisis y pánico. Todo salió bien, por suerte. Los ravioli quedaron un poco rústicos pero sabrosos y el asado estaba en su punto.
Este tipo de días son los que te recuerdan qué es lo que merece la pena en la vida.

Poco más o menos como ésto:


A media semana, más.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La Movida.

Inauguro una nueva sección con muy mala idea. La portada del disco va en serio.
Soy una de esas personas que le tiene asco a la Movida. No sé si somos muchos o pocos ni me importa. La Movida me da asco, me parece aborrecible. La cosa podría tener una interpretación freudiana, porque mi madre era joven por entonces y podría ser un signo de confrontación generacional, por aquello de marcar mi personalidad y todo eso pero no. Mis motivos son subjetivos pero conscientes.

La Movida fue una tormenta en un vaso de agua. Ha habido un buen montón de interesados que han estado perdiendo el culo fomentando la nostalgia de aquella época, poniéndola como si hubiese sido el germen de la cultura de los siguientes veinte años y hagiografiando a unos artistas que no dejaban de ser humanos y que, por muy bien que cantasen, escribiesen o componieran (lo que es más cuestionable, por otra parte), hoy serían lapidados en los medios por la vida que llevaban y las cosas que se introducían en el cuerpo por vías diversas. Si, explosión de libertad y lo que os dé la gana y os salga de los cojones o los ovarios pero eso no quiere decir nada. Salvo aquellos que tuvieron la decencia de morir con las botas (y la aguja) puestas, la mayoría se reconvirtieron en pequeños burgueses de uno u otro signo y su pequeña revolución cultural, su gigantesca borrachera y sus excesos, sólo dejaron una resaca de la que aún pagamos las consecuencias en la música y el cine, sobre todo.

Pero claro, ahí están esos pequeños burgueses que aún nos recuerdan que estuvieron allí para intentar convencerse a sí mismo de que no se han convertido en lo que aborrecían tan profundamente (sus propios padres), sacándonos los revivals de éste y aquel grupo, los ciclos de éste y aquel cine. Todo muy profundo y muy emotivo y muy hermoso, sobre todo si el protagonista del acto genera compasión por ver en qué se ha convertido después de lo que fue, recordando que los excesos se pagan y que, chico, mejor él que tú. Schadenfreude a mogollón.
No hablemos ya de si el homenajeado fue realmente bueno, si captó a generaciones posteriores convirtiéndose en un clásico cuyas obras fueron seguidas mucho tiempo después de su creación original, porque entonces la cosa llegará al paroxismo. Añadamos entonces una defunción en la que todos los concienciados parezcan haberse convencido a sí mismos de que no podía ocurrir tan pronto, por más que resultase previsible cuando el peso del difunto fuese el de una niña y sus facciones recordasen más a uno de los documentales de George Romero que al anuncio de un balneario. Es lógico: las adicciones a los opiáceos son un hobby cualquiera.
Si más de uno de los que ha palmado se llamase Winehouse o Doherty, seguro que no hubiese habido tanto drama.

Y lo que es más: se permiten ir luego dando lecciones morales. No hace falta que repasemos a todos los difuntos o los adictos porque entre los que parece que evitaron los vicios autodestructivos, ya que no los caros, según parece, se hallan algunos seres que, de mear sobre el público en sus conciertos a lo Punk terminal, hoy pretenden ser referentes de autoridad moral en la lucha contra los cánceres de la sociedad, entre los que figura, según ellos, el latrocinio de bienes cargados con una plusvalía abusiva. Me refiero a Friedchicken, por supuesto, hijo intelectual (es un decir, claro) de Al Capone.
Friedchicken, claro, es sólo un síntoma de en lo que se hubieran convertido la mayoría de ellos si se hubieran aburguesado por un poco de cobardía, sentido común o lo que sea que hace que la gente renuncie al estúpido hábito de matarse a sí misma de forma lenta (por oposición a hacerlo como Larra, que, aunque su motivo fue estúpido, tuvo los cojones de colocarse una bala en medio del melón). Supongo que al menos es afortunado que muchos conservaran su dignidad y supieran palmarla a tiempo porque con los que nos han quedado ya vamos sobrados.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Become a Drunkard in Style (I).

En el último año hemos tenido, entre las excusas habituales que los canales de televisión llaman servicios informativos y que colocan entre anuncios y publicidad diversa, la crisis del botellón y la indisciplina, fruto, como ya sabemos todos, de que los padres no tienen el sentido de la responsabilidad y el valor necesario para asumir que tener hijos también es decir que no y educarles para que crezcan y se conviertan en personas y que eso es una cuestión activa y en la que los hijos también pueden convertirse en un problema más además de los del trabajo y la pareja y demás.

El caso es que una de las cosas que con el tiempo he ido viendo es que, hasta en la bebida, como en todo, en realidad, la masa no tiene criterio o cosa que se le parezca. Cualquiera sabe que lo más consumido por ahí suele ser el kalimotxo, el malibú con piña y otras mezclas no más complejas que A+B y en las que lo que se busca es demostrar la hombría de coger un buen pedo con algo dulzón en lo que el sabor del alcohol no destaque. Claro, la gente siempre argumenta que el botellón es algo social y lo que te cobran por una bebida aguada porque lo que es por la capacidad para distinguir de los conoisseurs locales, no va a ser, precisamente. El talento de la mayoría para la degustación de los alcoholes es más bien limitado y si se creen que un DYC es igual que un Jameson, van de culo.
Pero obviemos que el hecho objetivo es que la mayoría de los jóvenes beben para chuzarse. El uso y toma de alcohol, en el fondo, no deja muchas opciones, ¿no?, y cualquier otro argumento es porque al personal le gusta buscar un modo de distinguirse por esnob que sea. Lo admito, mi conocimiento vinícola es muy limitado y, salvo aquello que ya he probado, no puedo distinguir una región geográfica de otra, no hablemos ya de añadas, pero hay una diferencia bastante gorda entre un vino de tetra brik de cierta marca conocida (que no de prestigio) y un vino decente, no necesariamente caro, con su trabajo de bodega detrás, mimado y bien tratado.
Precisamente, de la misma forma que un buen plato cocinado con atención y detalle marca un estilo, se puede beber sin caer en la vulgaridad y la ordinariez y, a la vez, sin llegar al esnobismo más estúpido y pretencioso. Por tanto, para aquellos que deseen marcar la diferencia o aprender a beber con sensatez y con estilo (y porque no me fío completamente de alguien que sea completamente abstemio) hoy me propongo instruir en la preparación de combinados (o cóceteles).

Instrumental:
cualquier aficionado a la coctelería debe disponer, como mínimo, de lo siguiente:
-Coctelera de acero inoxidable (sirve también la modelo Boston que es la que se cierra con la siguiente pieza en vez de con el colador de acero tradicional) .
-Vaso mezclador (de vidrio y, normalmente, escala de medidas).
-"Dedal" de medidas.
-Cuchara larga.
-Colador de muelle.
-Vasos largos, cortos y copas de cóctel y de champán.
Opcionalmente, debe disponerse de batidora de pie y de licuadora.

Técnica:
la coctelera debe usarse, siempre, cogida a la altura de los hombros, con la mano izquierda (para un diestro) envolviendo la parte inferior de la misma y la mano derecha con el pulgar cerrando el tapón de la tapa y asegurando que queda sellada para que, al agitar con energía, no salgan disparados los fluidos (mira, justo al contrario que en una película porno).
En caso de emplear el vaso mezclador con la cuchara, debe removerse con calma y evitando machacar el hielo, lo que aguaría la bebida en exceso.
El colador de muelle debe emplearse siempre con el muelle hacia el interior para capturar aquellas semillas, trozos de pulpa u otras partículas que no deseemos en el combinado.

Recetas:
Para hoy he elegido cuatro recetas fundamentales para mí, tres clásicas, que pueden contemplarse a la hora del aperitivo o antes de la cena, y una algo más novedosa, que puede encajar en casi cualquier franja horaria.
Indico partes para que cada uno ajuste según la escala del número de copas a preparar.

Manhattan:
-2 partes de Whisky canadiense.
-1 parte de vermouth rojo (seco o dulce).
-1 golpe de angostura.
Prepárese en coctelera con todos los ingredientes y tres o cuatro cubos de hielo. Servir en copa de cóctel con una cereza al marrasquino o con piel de naranja.
Es una bebida sobria (valga el contrasentido), elegante, en la que se puede apreciar el alcohol sin que ahogue los sabores. Una bebida flexible y apta para cualquiera.

Dry Martini:
-4 o 5 partes de ginebra o vodka.
-1 parte de vermouth seco.
Preparado en coctelera (más seco) o en vaso mezclador (más aguado). Sírvase en copa de cóctel con una cebollita o una aceituna pinchada en un palillo (o piel de limón).
La bebida de James Bond (agitado, no mezclado). Una bebida de hombres (y mujeres) de verdad, no de nenas: seco y equilibrado, prácticamente perfecto y con su propia rama de estudios y derivados (muchos bastante indignos, como el de manzana). El vermouth cataliza la ginebra (o el vodka) y sube como un puñetazo a la mandíbula.

Gimlet:
-2 partes de ginebra (o vodka).
-1 parte de cordial de lima.
Mezclar en coctelera y servir en vaso corto (tumbler, en inglés).
El Gimlet es una receta versatil, apetecible antes de la comida. Se emplea cordial de lima mejor que el zumo ya que incorpora el sirope de azúcar y ayuda a equilibrar el alcohol sin ocultar nada. La bebida de Marlowe en the Long Goodbye.

Mexicola:
-Mitad, o más, de tequila, mejor añejado.
-Mitad, o menos, de cordial de lima.
-Coca-cola (mejor que Pepsi).
En vaso corto con hielo, se añade el tequila y el cordial hasta la mitad del mismo y después se llena con la bebida de cola.
Es una receta que se puede tomar a cualquier hora. El sabor del agave azul se combina muy bien con la lima y los aromas de la cola.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Lo que me gusta en las mujeres.

Una de las cosas de que me he dado cuenta en estas semanas que llevo en el master es que mis prioridades han quedado reordenadas de forma involuntaria. Es normal que haya supeditado casi todo a sacarme el título pero sólo una consecuencia de mi intención de conseguirme un empleo decente: eso es lo que verdaderamente importa en este momento, como un medio para el fin de tener mi propia fuente de ingresos, nuevamente. De rebote, toda otra serie de cosas han quedado aparcadas. porque no tienen el mismo peso pero hasta a mí mismo me ha sorprendido un poco el haber pasado de las tías.
En realidad es una actitud de ir a mi bola sin que me importe el tema de buscar pareja. Normalmente, uno intenta mantenerse abierto a lo que pueda venir, mantiene los ojos abiertos y estudia sus posibilidades. Si lo pienso un poco más, la verdad es que es un efecto ampliado de mi actitud social (o más bien antisocial): siempre he tenido un aprensión un tanto paranoide a tratar con gente nueva y a integrarme. Cosas de hijo único, supongo. Ahora, la verdad, me da lo mismo todo. Con lo de culo que empezó el año y las gilipolleces que tuve que aguantar en su momento, me importa tres cojones lo que piensen digan o hagan los demás. Cometí el error de dejar de pensar que mi vida es mía y eso no quiero repetirlo.
Colateralmente, me ha dado por reflexionar que mis criterios con las mujeres ha cambiado con la edad. Será lo de madurar, o eso dicen. No me interesan las mismas cosas y no tengo los mismos márgenes de tolerancia que tenía tiempo atrás.
En general, me siento más descreído y cínico con todo pero la culpa es de la realidad, que acabó con el idealista que llevaba dentro.
Si lo pienso un poco, tampoco es que la situación sea tan mala porque mi historial no es que sea lamentable, es que es catastrófico. No catastrófico en plan "inundación y riadas" sino catastrófico en plan "asteroide sobre la Tierra e invierno nuclear". Aún no sé por qué no me convertí en un misógino, como algún amigo mío, y si eso dice algo sobre cúanto creo en la humanidad, o las personas, por lo menos, pero entre las ruinas del desastre reconstruí algo parecido a una esperanza.
De todo ello sé que, al menos, he conseguido aprender algo. Hace cinco años ya, había una chica que me gustaba y que llegué a la conclusión que era el tipo de mujer por la que todo hombre con cierto contenido craneal decente debía pasar. Todavía me pregunto qué coño es lo que ví en ella. Vaya, de hecho nadie puede decirme qué coño pude ver en ella. Bueno, tampoco muchos podrán decir que la conocían antes de que fuera rubia y, desde luego, aprendí dos cosas: 1) que mi capacidad para anular el parloteo de los demás es excepcional; y 2) pasar de alguien que tiene que hablar para llenar el silencio sin decir nada consecuente.
Más recientemente lo que tuve por medio fue una demostración de hasta dónde llegan las necesidades de otros de sostener su autoestima a base de la atención de los demás. Reconoceré cualquier día de la semana que me luzco, no sé si de forma hereditaria o aprendida, en usar las técnicas de agresividad pasiva, lo que hace de mí un cabrón con pintas en más de un caso, pero la capacidad para el reproche, la exigencia y la manipulación de aquellas personas que practican el vampirismo psicológico es algo que se me escapa. Por suerte, ahora el chantajismo emocional hace que en mi cabeza empiecen a saltar las alarmas como en Chernobil en el '86.
Desde donde estoy, tampoco es que pueda lamentarme mucho. He tenido ejemplos a mi alrededor de algunas relaciones que han acabado todavía peor o, incluso, que se mantienen para incomodidad de ambos participantes y los que les rodean. Eso no quita para que piense que haber tenido a alguien a mi lado en algunos momentos difíciles, sobre todo los de este año, habría sido una influencia positiva pero eso no lo sabré.
He visto algunas chicas por ahí que tenían su gracia, una, incluso, es cuasiperfecta, salvo por el tumor de metro ochenta y cinco con ojos azules que tiene, pero en estos casos ha pesado más el aspecto personal que el aspecto físico, que ha pasado a ser un criterio eliminatorio pero no decisorio. La culpa es mía por pretender encontrar a alguien que me resulte interesante a nivel intelectual y no sólo un modo de satisfacerme sexualmente pero es que si uno tiene que atender a las minucias de las reglas sociales con otra persona, no es un buen plan escoger a alguien que comienza y termina su línea discursiva en los modelitos del homosexual misógino que esté de moda ahora en las gafas de sol o cosa parecida.

P.S.: Richard Gere ha protagonizado una película sobre un perro. ¿Alguien ha dicho carrera en vía muerta? Además, la idea es antígua como el cagar y ha tenido mejores desarrollos.



¡Emboscada!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Buen Gusto, Ovejas y Facebook.

El fin de semana pasado estuve fuera de casa con una amiga y su novio por Madrid con el objetivo de realizar una pequeña tarea que forma parte de un proyecto personal mayor. Estuvimos hablando de muchas cosas, porque echamos casi todo el día, entre ellas una historia de hace unos cuatro años, más o menos, durante la comida por mi cumpleaños. Es una historia que tampoco me agrada demasiado pero allá cada uno con aquello a lo que se aferra y por qué.
El asunto en cuestión fue el regalo que me hizo una tercera persona, una amiga con la que entonces guardábamos una estrecha relación y que hace ya un tiempo que no vemos. El regalo no lo recuerdo ahora mismo, por motivos obvios, porque lo que lo acompañaba era [suspiro] una de éstas. El fondo común que entre varios amigos hicieron fue a parar al regalo en sí, que, repito, no identifico, y a eso. Que es de dudoso gusto está claro pero hay que añadir que tomar la decisión por su cuenta y riesgo no fue, precisamente, una mejora del tema. Además, ¿qué coño de cara tiene que poner uno ante algo así? Y más delante de amigos míos, algunos de ellos, a los que no conocía realmente. Desde luego, se lo podría haber pensado mejor. No fue un motivo concreto del distanciamiento que vivimos ahora pero resulta casi sintomático.
La verdad es que tiempo atrás me jodió bastante porque éramos muy próximos y estuvimos juntos en algunas etapas de mi vida bastante jodidas pero cuando uno hace todo lo que puede y no obtiene respuesta positiva tiene también que aprender a rendirse.
Al menos, sin embargo, puedo decir que se trataba de amistad de verdad, un valor al alza por la abundancia de falsificaciones.
El otro día, con los compañeros del Máster* hablábamos del tema de la gente que uno conocía en primero y los amigos de la facultad. En general coincidíamos en que la mayoría de amistades que uno hacía en primero estaban motivadas, entre otras cosas, por el miedo al entrar en la facultad y estar solo. La gente se unía y formaba círculos de forma un poco inconsecuente y, posteriormente, parecía que se sorprendían cuando descubrían que no se aguantaban o que esos amigos que tenían no lo eran tanto. A todos nos habrá pasado, por lo menos con una persona. A mí, en ese sentido, mi asocialidad me ha salvado de sufrir estos casos, si no en calidad, por lo menos en cantidad.
Con todo eso de las redes sociales, Facebook y MySpace, sobre todo, parece, además, que la amistad es un valor que se encarece por la abundancia de falsificaciones. He recibido un par de invitaciones gente y, además de no interesarme el maldito invento, no me siento unido a esas personas. Desconozco qué es lo que pensarán por mi rechazo (aunque también desconozco si ellos lo detectan) pero tampoco me importa. Parece que ahora uno está obligado a exponerse y que los demás sigan su rastro y sepan lo que está haciendo, y eso sin inlcuir las consecuencias indeseadas de las redes de amigos y las fotos y demás (eso de que alguien ponga tu nombre en una foto que se suponía íntima). Es que es acojonante: el estado no ha tenido que montar un Gran Hermano porque son los mismos ciudadanos los que se entregan voluntariamente mediante una mezcla de exhibicionismo y chafarderismo.
En el fondo no sé si es que hay gente que está realmente tan insatisfecha (de ahí el exhibicionismo) o aburrida (idem para el cotilleo) como para buscar figurar o estar enterados de lo que hacen los demás pero a nivel social resulta preocupante que la gente pierda la perspectiva de lo que son las auténticas relaciones sociales. Y eso sin tener en cuenta los que lo utilizan para pillar cacho (los sitios de búsqueda de pareja no están en el fondo del barril, amigos) con ingeniosas técnicas. A mí, desde luego, no me pillarán con vida.

*Dos semanas y satisfecho.

viernes, 23 de octubre de 2009

Fiorenza, mein Liebe.*

El año pasado, en Semana Santa, me tomé mis primeras vacaciones decentes y dignas de tal nombre después de séis años, más o menos. No es casual que me hubiese licenciado en Septiembre anterior y que hubiese estado planeando, por lo menos de forma inconsciente, hacer algo así desde que entré a trabajar en el laboratorio de mi universidad el Octubre siguiente. En Enero hice una lista de objetivos para el año (una guía de cosas que esforzarme en conseguir, puede que luego no cumpla todas pero ayuda a mantener una sensación de progresión) y el viaje estaba entre ellos.
En principio no tenía pensado algo ambicioso, quería algo para desconectar, un descanso, y planee un viaje a Viana, en Navarra, villa donde está sepulcrado César Borgia (soy un gran aficionado al Renacimiento italiano y uno no puede comprender la época sin él). La cosa no salió adelante porque el hotel que pensé en principio no me respondió, así que lo dejé pasar y no volví a darle vueltas en un tiempo.

A principios de Febrero, sin embargo, me decidí a subir la apuesta y exploré las opciones de Florencia porque Leonardo (mi jefe de aquel entonces, persona a la que aprecio enormemente y por la que siento un gran respeto; mi maestro, vaya) me había comentado algún tiempo antes su viaje con la familia por Italia (son argentinos y su familia es de origen italiano por las dos ramas, así que se patearon tooooooda la península) y cuando estuvieron en la ciudad del Arno. Le pedí el folleto del hotelito en el que se alojaron y que me dijo que estaba muy bien y lo busqué por internet, hallando el modo de reservar y hacerme, finalmente, el viaje que quería.
Estando a cosa de un mes y una semana de la Semana Santa, envié un e-mail a mis amigos y conocidos con el plan del viaje y una fecha límite de inscripción. Como todos, o casi, respondieron negativamente me ví en la situación de decidir si marcharme yo solo. Después de cosa de un lustro sin un viaje de vacaciones decente la decisión estaba entre quedarme aquí en Semana Santa, con sus nazarenos, sus beatos y todas esas gilipolleces o la ciudad sin la que sería imposible entender la historia italiana, por no hablar del arte universal, desde la Edad Media.

Una decisión muy difícil.
Así las cosas, el 17 de Marzo de 2008 partí hacia Florencia por cortesía del grupo Lufthansa y con escala en Munich. Pasé séis días pateándome la ciudad, explorando, reconociendo el trazado, visitando los museos: la galería de los Uffizi, el museo del Barghello. Me extasié en el Baptisterio de Santa Maria del Fiore, con sus estilos diferentes (clásico, medieval, bizantino, árabe), los jardines del Boboli. Me sentí pequeño e insignificante y me dí cuenta de que mis problemas no eran realmente importantes cuando estuve en esas inaprehensibles maravillas con más de siete siglos que son San Miniato al Monte y la Basilica de la Santa Croce. La experiencia exterior y la experiencia interior se fundieron y tuve una sensación que no había tenido en mucho tiempo: que también te pueden pasar cosas buenas.
Dejando de lado los regalos y souvenirs que me traje (si váis por allí prestad atención a los cuadernos florentinos, una maravilla), el mejor regalo me lo llevé yo al poder disfrutar de una ciudad que, para mí, es sin lugar a dudas lo más hermoso del mundo, un lugar en el que la historia está (es) en cada puñetero adoquín. Y creo que si no hubiera ido solo no lo habría disfrutado tanto. Levantarme a las siete de la mañana todos los días y salir a patearme la ciudad hasta que volvía al hotel a las seis de la tarde (cuando volvía al hotel y echaba un rato con la DS y otro leyendo a, casualmente, Stendhal) y hacer todo a mi ritmo, con mis pensamientos como único compañero, me dio tiempo para prestar atención y absorber lo que veía, escuchaba, olía y sentía. Es cierto que tenía cosas en las que pensar, me preocupaba mi futuro profesional (de una forma que luego he visto que era sintomática) y tuve un par de ocasiones en las que mi moral estuvo por los suelos, pero la enorme belleza de los rincones más insospechados de la ciudad y el arte escondido allí, y una buena comida alejaban lo peor de mi pesimismo obsesivo.

Sin embargo, lo mejor del viaje estuvo al final.

El aeropuerto de Florencia es pequeño y difícil, en términos aeronáuticos, tanto por su tamaño y localización como por la meteorología de la zona (la Toscana viene a ser como el norte de España en su régimen de lluvias, pero es más calurosa en verano). El día anterior a mi vuelta a Madrid, el avión de la subsidiaria de Lufthansa que tendría que haber llegado a Florencia no pudo aterrizar y se desvió a Bolonia, así que cuando llegué al aeropuerto a las seis de la mañana me encontré con la cola de facturación en la que nos informaron que tendríamos que facturar, coger un autobús y ya despegar en Bolonia. La suma del tiempo desde la salida de Florencia más el trayecto hasta Bolonia y que, cuando llegamos allí nos informaron de que la tripulación no había tenido su tiempo de descanso reglamentario desde el día anterior hizo que nos retrasásemos alrededor de tres horas respecto a la salida prevista (de siete menos cinco a diez y cuarto).
Vale, la mayoría de la gente estaría a estas alturas un tanto quemada, sobre todo porque para cuando llegásemos al aeropuerto de enlace (en la vuelta, Frankfurt), la mayoría habría perdido su vuelo correspondiente pero como yo volvía en sábado y había tenido unas vacaciones estupendas, me tocaba la polla todo. Me contentaba con que no me perdieran la maleta y, además, la Lufthansa tuvo la cortesía de pagarnos el desayuno (Iberia, va a volar contigo la Topota**). Como problema adicional, no tenían el catering del desayuno por motivos logísticos, así que repartieron una especie de galleta-bombón sabrosa pero harinosa como un polvorón. El vuelo de enlace, claro, suponía un problema pero cuando llegamos a Frankfurt, a eso de las doce o por ahí, y subimos a la terminal, una funcionaria de físico rotúndamente germánico y germánicamente rotundo nos redistribuyó: los que peor lo llevaron fueron unos yanquis que iban a Dallas-Fort Worth y que tuvieron que quedarse en un hotel hasta el día siguiente, seguidos por unos argentinos que podían elegir si ir hasta Sao Paulo y allí enlazar a Buenos Aires. A mí me habían reservado plaza para el siguiente vuelo a Madrid, el de la una, y allí que fui atravesando la terminal dejándome llevar un poco y botando en las cintas transportadoras.
Pero lo mejor ocurrió en la puerta de embarque, donde un amable empleado de la compañía me indicó que mi plaza había sido asignada en clase business. No se me quitó la sonrisa de idiota en todo el resto del fin de semana, claro. Me habría podido acostumbrar tanto al espacio disponible como a la calidad del menú. Una conclusión de viaje realmente estupenda.


Anécdotas del viaje:

-El jevorro motorista metalero que me pasó en la calle que va a la iglesia de San Lorenzo y que, piercings y pendientes en la cara incluídos, se iba persignando como si de verdad llevara a Satán pegado al culo.
-La yanqui que llevé al lado en el autobús a Bolonia y que iba cabeceando. Me imaginé que al final acabaría apoyándome la cabeza en el hombro y así fue. Pasé medio viaje intentando no reirme ante la situación cuando empezó a revolverse en sueños haciendo ruiditos.
-La Estonia/Letona/Lituana divina de la muerte que llevaba al lado en el avión a Frankfurt y que con toda su amabilidad, mientras me debatía con el envoltorio irrompible de la galleta, me lo cogió de las manos y me lo abrió. Siempre me quedaré con la duda de si ahí había plan o no.
-La parejita de españoles que venía desde Florencia conmigo: al subir en Frankfurt, él, que se debió quedar con mi cara, cuando pasó por la clase business me miró y se quedó con cara de perrito a punto de ser atropellado. Ese momento, amigos, es la definición de Schadenfreude.

*Si el gabacho aquel decía eso de Hiroshima, yo lo digo de Florencia.
**La Topota madre, claro.
***Hoy he tenido la desgracia de que estando tranquilamente disfrutando de mi tiempo libre en un Starbucks de mi elección se me han sentado al lado, poco antes de irme, por el tiempo y por razones obvias, un par de Ricarditos Costa en potencia, un par de pijitos chupapollas adolescentes que se dedicaron a comentar la presencia femenina como si estuviesen en un puto mercado de ganado. Los muy comerrabos me dieron la impresión de que hace setenta años, más o menos, serían un par de flechas, los muy mongos. Que asco me han dado, los muy hijos de puta.

viernes, 16 de octubre de 2009

Piérdele el Miedo a la Cocina III.

Hoy: Salsas para pasta.

Utensilios:
-Batidora de mano.
-Cuchillo de cocina.
-Tabla de cortar.
-Cazuela grande.
-Cuencos y fuentes grandes.
-Cuchara de madera.
-Rayador de acero inoxidable.
-Recipientes semiherméticos/a prueba de fugas (tipo Tupperware) para recoger las salsas y otros componentes.


Pesto Genovés.

Ingredientes:
-Albahaca.
-2 o 3 dientes de Ajo.
-Queso Paremesano-Reggiano (aproximadamente 80g).
-Aceite de Oliva virgen-extra.
-Piñones.

Procedimiento:
Pelar el ajo y rayar el queso. Reunirlo junto a la albahaca en un recipiente y realizar un primer triturado con la batidora añadiendo aceite hasta que quede semiespeso. Añadir el queso y batir para homogeneizar. Por último, añadir los piñones. La textura debe ser suave pero no líquida.

Conjunta bien con pasta sencilla y con gnocchi que lleven espinacas en la mezcla.

Puede añadirse más albahaca, ajo o queso según se guste y corregir de sal al servir.


Salsa Marinara.

Ingredientes:
-Una lata de tomates enteros pelados.
-Ajo.
-Albahaca.
-Aceite de Oliva virgen-extra.
-Tomates secos.
-Sal.

Procedimiento:
Poner tres o cuatro tomates secos en agua y cambiar un par de veces. Picar el ajo. En una cazuela grande, añadir tres cucharadas de aceite de oliva, calentar y añadir el ajo picado hasta que libere el aroma. En ese momento añadir la lata de tomates. Calentar y triturar despacio con la cuchara de madera, añadiendo los tomates secos rehidratados. Después de aproximadamente quince minutos, emplear la batidora de mano para triturarlo y corregir de sal. Dejar que reduzca otros quince minutos y después apagar el fuego. Cuando haya enfriado, añadir la albahaca troceada y mezclar bien.

Es imprescindible respetar el paso de la albahaca al final. Si se añade en caliente, el calor descompone algunos de los aceites de la hierba y deja de tener influencia en la salsa. Los tomates secos son adición mía para intensificar el sabor.
Se puede corregir con pimienta negra molida al servir.


Salsa de Domingo (Sunday Gravy).

Ingredientes:

Para la salsa:
-Dos latas de tomates enteros pelados.
-4 dientes de Ajo.
-Aceite de oliva virgen-extra.
-Medio kilo de carne de ternera.
-Medio kilo de longanizas de cerdo.
-Sal.
-Pimienta negra molida.
-Una cucharada de té de Jengibre molido.
-Orégano.
-Romero.
-Tomates secos.

Para las albóndigas:
-Medio kilo de carne picada de vacuno.
-Media taza de pan rallado.
-2 huevos grandes.
-1 cucharada de ajo picado muy fino.
-Media taza de queso Parmesano-Reggiano o Pecorino-Romano rayado.
-1 cucharada de té de sal.
-Pimienta negra molida.
-Dos cucharadas de perejil troceado.
-Dos cucharadas de aceite de oliva virgen-extra.
-Aceite de oliva para freir.

Procedimiento:

Para las albóndigas:
Mezclar en un cuenco todos los ingredientes salvo el aceite de oliva. Mezclar de forma homogénea. Mojándose las manos, formar bolas de un tamaño de tres a cuatro centímetros aproximadamente. Calentar aceite en una sartén y comprobar la temperatura apropiada colocando una de las albóndigas. Dorar bien todas las albóndigas y cuando estén todas hechas, pasar a una bandeja.

Para la Salsa:
1. Poner los tomates secos en agua y cambiar el agua un par de veces. Calentar el aceite en la cazuela. Añadir las longanizas, cuidando de perforarlas con un tenedor, y dorarlas. Retirarlas y reservar en una bandeja. Añadir la carne y sellarla. Retirar la carne a la bandeja.
2. Añadir el ajo picado y freir hasta que libere el aroma. Añadir las latas de tomate y triturarlos con cuidado con la cuchara de madera. Dejar quince minutos y después añadir los tomates secos rehidratados, dejandolo otros cinco minutos, después retirar y homogeneizar con la batidora de mano. Añadir a la mezcla el jengibre molido y las hierbas. Corregir de pimienta negra molida.
3. Poner en la salsa la carne, las longanizas y las las albóndigas. Cocer removiendo de vez en cuando durante una hora, aproximadamente. Dejar enfriar y retirar las carnes y albóndigas a envases herméticos separados de la salsa. Corregir la salsa de sal en este momento.

La salsa es válida para pastas de todo tipo, especialmente para aquellas rellenas (sobre todo de prosciutto, carne...) pero pastas como los rigattoni lo llevan bien también.
Las carnes se toman después de la pasta pero la idea es poder conservarlas para bocadillos para la cena o así.
Es una salsa que aguanta bien en el congelador, para ello es mejor emplear recipientes pequeños que contengan una o dos raciones.


Las cantidades de cada salsa son variables. No doy cifras pero normalmente con un envase de un litro debe sobrar.

P.S.: estoy entretenido últimamente con un juego de la NDS de controladores aéreos, el Air Traffic Control, conocido en E.E.U.U. como Air Traffic Chaos y en mi casa como ¡Joder, joder, joder! ¡Aminora, coño, aminora! Un auténtico vicio pero también un agobio. Echo de menos el Front Mission IV.

lunes, 5 de octubre de 2009

Piérdele el Miedo a la Cocina II.

Risotto Bianco (4 servicios como plato principal o 6 como primero).

Utensilios.
-Olla grande (recomendable emplear la olla express sin su tapa tanto por tamaño como por material).
-Olla o cazo de algo más de un litro de capacidad.
-Cuchillo de chef.
-Bálanza de cocina.
-Tabla de cortar.
-Batidora de mano y complemento para picado fino*.
-Jarra de medidas.
-Cazo de servir sopas/purés.

Ingredientes.
-Arroz de grano muy corto. Las variedades italianas son muy concretas pero el arroz Bomba es adecuado. 400 gramos.
-Aceite de Oliva (2 cucharadas, aproximadamente).
-150 gramos de mantequilla.
-115 gramos de queso Parmesano-Reggiano (rayar previamente).
-3 dientes de ajo medianos grandes.
-1 cebolla mediana/grande.
-4 tallos de apio.
-Vino blanco seco o vermouth seco (300 ml).
-Pimienta negra molida.
-Sal.
-500 ml de caldo (verduras, pollo, carne, pescado... según el gusto).

Procedimiento:
1. Poner en el cazo/olla pequeña el caldo a calentar. En la olla grande, añadir el aceite y 70 gramos de mantequilla hasta que funda a fuego lento.
2. Cortar las hojas del apio. Picarlo. Picar también el ajo y la cebolla muy fino. Añadir a la olla con el aceite y la mantequilla y ablandar la verdura.
3. Añadir el arroz a la olla con la verdura y remover. Cuando esté transparente, añadir el vino/vermouth y dejar que el arroz lo absorba.
4. Cuando esté absorbido, añadir, progresivamente, el caldo, uno o dos cazos cada vez. Dejar que sea absorbido y repetir sucesivamente hasta que el arroz esté al dente (debe quedar ligeramente duro).
5. Retirar la olla del fuego, añadir el resto de la mantequilla y el queso Parmesano-Reggiano y remover para que se funda. Queremos una textura cremosa, así que es conveniente que quede algo de caldo para añadir. Corregir con sal y pimienta.

Variantes:
Este plato admite multitud de variantes: con setas, con productos del mar, con coliflor, con alcachofas, con ricotta e hinojo... El risotto bianco en sí es una base para poder añadir otros ingredientes. Si buscáis un poco podréis encontrar más variantes o incluso crear las propias. En esos casos, ocasionalmente, hay que cocinar los ingredientes adicionales aparte y luego añadirlos en un paso u otro del proceso.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mincolumna.

Esta semana estoy ocupado con un proyecto personal, así que no me he trabajado nada concreto. Sin embargo, hace ya tiempo, se me ocurrió una especie de meme basado en la idea de libros imposibles, o sea, aquellos en los que el autor y el título no podrían ocurrir al mismo tiempo. La única condición es que sean coherentes, pudiendo emplear un título existente con un autor que resulte, por motivos obvios, incompatible.

Ejemplo:

Simpatía: cómo hacer amigos e influir en los demás.
-José María Aznar-

¿Se entiende? Espero que si. Para empezar esta ocasión, voy a poner unos cuantos y ya quienes quieran pueden seguir y extender esta gilipollez. De lo mío ya os contaré qué es lo que hay más adelante.

Aprovechando la jubilación: retirarse con dignidad.
-Manuel Fraga y Fidel Castro-

Potencie su mente: ejercicios para el desarrollo intelectual.
-George Walker Bush-

El Éxito en Política.
-Gaspar Llamazares-

Técnicas de Relajación.
-Federico Jiménez Losantos-

El Ser, la Necesidad y la Contingencia. Argumentos positivistas en filosofía post-kantiana.
-Cristiano Ronaldo-*

Vida saludable: dieta y hábitos positivos para la salud.
-Coto Matamoros-

El Éxito Profesional y la independencia femenina.
-Mar Flores-

Honradez: la ética en la política.
-Francisco Camps-

El Cine como Entretenimiento.
-Isabel Coixet-

Cómo escribir guiones y dirigir actores.
-George Lucas-

*Lo sé, hacer chistes de futbolistas y filosofía es tan facil que da asco.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Vosotros estáis muertos y yo estoy vivo.

En la última entrada comentaba la ola de éxito de las novelas de Larsson y el contraste con la serie negra clásica y los elementos canónicos del género. De pasada mencioné a Phillip K. Dick, uno de los escritores fundamentales del género de ciencia-ficción en Estados Unidos durante los años 60 y 70 como un ejemplo de escritor en los que la personalidad del autor permeaba las páginas de su obra. En esta entrada voy a explicar la referencia tan bien como pueda.
Philip Kindred Dick nació en Chicago en 1928. Su nacimiento fue prematuro y simultáneo al de una hermana melliza que nació en el mismo día en que vieron la luz. Este evento formaría parte de la idiosincrasia literaria de Dick en la forma del “gemelo fantasma”. Después de mudarse a California, los padres de Dick se divorciaron y fue su madre quien obtuvo la custodia. Sin duda, la presencia materna categórica también se convirtió en un elemento cuasi-constante de las historias de Dick en la forma de femmes-fatales.

La formación literaria de Dick, en sentido académico, no llegó a ser muy completa. Aunque entró en la universidad de Berkeley para conseguir un título en filología alemana, nunca llegó a completar una titulación, entre otras cosas por ciertas asociaciones al servicio militar imperantes en aquel momento. Fue durante aquella época, a finales de los 40 y principios de los 50, cuando comenzó su producción literaria. Inicialmente, Dick se centró en la novela estricta, sin embargo, no consiguió despegar y sólo llegaría a publicar en vida una obra para el público general, Confessiones de un Artista de Mierda.
La producción de Dick dentro de la ciencia-ficción, no obstante, fue más exitosa, comenzando por historias vendidas en los años 50 a los pulps y recibiendo un espaldarazo de reconocimiento por el Hombre en el Castillo, más en el terreno de la ucronía y la ficción especulativa, que fue reconocida con el Premio Hugo en 1963. En años posteriores, Dick sería premiado varias veces con el Premio Nebula y nuevamente con el Premio Hugo en 1975 por Fluyan mis Lágrimas, dijo el Policía. La mayoría de sus obras, sin embargo, eran publicadas por editoriales de bajo fuste, lo que hacía que Dick viviera de su trabajo como escritor pero con penurias económicas casi constantes. Como respuesta, intensificó su ritmo de trabajo a costa de sostenerse días enteros sin dormir mediante anfetaminas.
En los años 70, a consecuencia de su uso de los estimulantes, Dick entró en una fase en la que sus facultades mentales y su obra, se vieron afectadas. Sus intereses derivaron hacia la teología, la filosofía, la religión y, especialmente, el gnosticismo. En cierto momento, hacia 1974, Dick entró en una etapa de iluminismo y paranoia en la que se consideró a sí mismo contactado por entidades extraterrestres que le enviaban mensajes directamente, algo que reflejó en sus novelas VALIS y Radio Libre Albemut narrándolo con un escalofriante desdoblamiento.

Dick, en 1982 sufrió un infarto cerebral tras el que entró en coma. Después de varios días sin respuesta en el electroencefalograma se le desconectó del soporte vital. Su padre llevó sus cenizas hasta su lugar de descanso, una tumba anexa a la de su hermana fallecida al poco de nacer.

La obra de un escritor es un reflejo del mismo, algo en lo que todo el mundo puede coincidir. Si bien un escritor puede no tener experiencia directa de aquello sobre lo que escribe (si no, la mayoría de escritores criminales estarían tras las rejas), su personalidad, sus experiencias, sus obsesiones, sus complejos, sus glorias y miserias, grandes y pequeñas, influyen en su obra, ya sea en los temas, en el estilo o en la composición. El escritor se manifiesta porque cuenta la historia como él la cuenta, con todos los detalles que eso implica. Pero en el caso de Dick no hay un estilo estricto.
La mayoría de estudiosos considera que Dick no llegó a cuajar como novelista mainstream debido a que no tenía un estilo propio. Su narración suele ser funcional, práctica, sin alardes descriptivos y con un uso justo de los adjetivos. No puede hablarse de una construcción de su prosa que manifieste su personalidad pero, a pesar de todo, Philip K. Dick causa un efecto estilístico a nivel psicológico. ¿Por qué? La causa radica en la presencia ominosa, y aún agobiante, de sus temas y obsesiones preferidos.
La figura de la femme-fatale que mencionaba más arriba, aparece de forma reiterada, por ejemplo, como Rachel Rosen en ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?, por ejemplo, o Pat Conley en Ubik, pero es secundario, en todo caso, en comparación con el peso de otras dos cuestiones esenciales para Dick: la identidad personal y la realidad. En casi toda la obra de Dick, la interdependencia existente entre ambos conceptos es obsesiva o casi: en ¿Sueñan…? Deckard se retuerce en las dudas de su propia identidad al hallarse frente a los Nexus-6 con recuerdos implantados y su actitud frente a ellos, tan carente de empatía como la de los mismos androides en relación a los humanos y los animales.* Los eventos de la novela reforzarán esa misma cuestión al plantearle una realidad que no debería ser. En Ubik, por otra parte, las incongruencias en el tiempo y las actividades de los psíquicos ponen también en entredicho la definición de la realidad para el protagonista. En ambos libros la identidad del personaje se pone en entredicho por una realidad, supuestamente inmutable, que entra en conflicto con sus recuerdos y su concepto de quienes son ellos mismos: la percepción de la realidad les define a ellos tanto como ellos definen su realidad.

Por otra parte, las cuestiones de la religión entran también en el mismo saco, ya que, para Dick, Dios entra a ser el eje inamovible que podría definir la realidad de forma absoluta, terminaría con las crisis de identidad y con la enorme sensación de miedo, de paranoia, que flota en la narración. En Laberinto de Muerte, la presencia de lo divino es el elemento conclusivo para la crisis de identidad y para el miedo. Este esquema, lógicamente, se manifestó de forma aplastante en VALIS y en Radio Libre Albemut, donde resulta sobrecogedor asistir al deslizamiento de Dick hacia el disociamiento de personalidad y su convencimiento de que la realidad que percibía encubría otra realidad enteramente distinta en la que el Imperio Romano nunca había terminado y en la que el cristianismo formaba una resistencia activa. No creo que sea demasiado casual que esta etapa fuese posterior al caso Watergate y a la salida a flote de la podredumbre del COINTELPRO del FBI, por otra parte. En cierto modo, la psique de Dick estaba interpretando los eventos de la realidad adaptándolos a su marco mental. Sufría de paranoia por las anfetaminas, si, pero su paranoia tenía método y operaba de forma muy literaria.

Lo fundamental de la obra de Dick, pues, es ese reflejo de una sensación de los hombres de su tiempo. El análisis crítico de su obra ha llevado a los especialistas a un acuerdo en que, si bien Dick no era un buen escritor, estilísticamente hablando, si que era un gran escritor como cronista de las sensaciones de su tiempo. Su obra refleja una sensación de paranoia, de dislocación de la identidad del individuo en el mundo del siglo XX y, especialmente, en la sociedad estadounidense. Las raíces de esa sensación deberían, si no lo son o han sido, objeto de un estudio serio pero es innegable que estaban ahí y es poco o nada casual que las generaciones posteriores, los hijos de los baby-boomers, revelasen esa inquietud existencialista en los movimientos de los años 60, ya que después de la Segunda Guerra Mundial y sus horrores, había muchas nociones sobre el ser humano que habían quedado en suspenso (¿cómo era posible digerir con valores previos la industrialización de la muerte que se había llevado a cabo en la Alemania nazi?). Creo que Dick es una fruta tardía del mismo árbol que dio el Horror Cósmico de Lovecraft: las circunstancias cambian, el Angst es el mismo.
Sin embargo, la mayor prueba de la tremenda sombra de Dick en sus libros, de su impronta en su obra, está en las adaptaciones fílmicas de su obra. Desde Blade Runner a Minority Report pasando por Desafío Total, en todas ellas está esa sensación del indivíduo corriente atrapado en una situación kafkiana en la que pierde el sentido de su identidad y se convierte casi en una víctima de las circunstancias. En todas ellas flota esa sensación de ambigüedad, de paranoia y desconocimiento sobre los límites de la realidad y si de verdad uno es uno mismo. De alguna forma, no importa quién las adapte, Ridley Scott, Paul Verhoeven, Steven Spielberg, Dick está presente, más que como un fantasma, como una presencia inevitable, una consecuencia necesaria de la historia. Philip K. Dick es más grande que su obra y, como en el título sobre su biografía, está vivo.

*El mismo Dick, durante las proyecciones de los primeros montajes de Blade Runner admitiría que su idea no tenía que ver con el jugo que le había sacado Scott al guión de Hampton Fancher y David Peoples en la película; su idea original iba más por el análisis de indivíduos carentes de empatía, como los nazis de los campos de exterminio, pero quedó muy satisfecho con la interpretación de la historia.

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jueves, 10 de septiembre de 2009

Ajuste de Cuentas.

En este año, si habéis tenido oportunidad de pasar por alguna librería o tienda de ocio de masas (Fnac, por ejemplo) y/o habéis visto las noticias, ha habido una expectación bastante grande por la salida del último libro (literalmente, por aquello de que murió al poco de entregar el manuscrito) de Stieg Larsson (La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire), que fue, poco más o menos, la última moda del género de la Serie Negra. Best Sellers en toda clase de géneros los ha habido y los habrá, sólo hace falta acordarse de hace unos cuatro o cinco años, cuando el género de los misterios y conspiraciones tenía en lo alto a Dan Brown con su Código DaVinci. La novela negra, no puede negarse, ha sido siempre un género con un público amplio, así que lo del Best Seller debería estar aún más justificado, sin embargo, Patricia Highsmith, especialista en la novela de suspense, no estrictamente el noir, comentaba en un ensayo suyo que, en realidad, el género es una especie de apuesta segura de los editores porque se mueve en un rango de ventas que suele cubrir la inversión y dar beneficios pero tiene un techo. El fenómeno de un Larsson suele ser algo excepcional, por tanto, y hay motivos para examinar esos posibles motivos, sobre todo cuando la novela de suspense convencional se mueve alrededor de las 240 páginas como mucho (cito a Highsmith) y el sueco éste era un grafómano que rellenaba 600 páginas sin pensárselo mucho.

Habiendo leído los tres tomos a lo largo del año (más o menos desde Abril), llegué a la conclusión este verano de que son historias más bien flojas. Se puede trazar facilmente una línea y colocar a ambos lados los puntos a favor y en contra y, una vez hecho esto, lo cierto es que no sale muy bien librado.

Puntos a Favor:
-Se lee facilmente a pesar de sus dimensiones: está escrito de una forma directa y eso facilita mucho las cosas a la hora de pasar páginas sin que se note el paso del tiempo.
-Se aprecia la voluntad de compromiso social del autor: la temática de los tres libros muestra una intención de denuncia de los abusos legales (e ilegales) contra las mujeres y el machismo soterrado presente en la sociedad sueca, esa tan modélica en otras cosas.
-Hay una labor de documentación bastante buena: algo que es, en cierto modo, previsible debido a que Larsson era periodista y, hasta donde he leído, bastante decente.

Puntos en Contra:
-Falta de estilo: desconozco si en el sueco original pueden apreciarse más elementos que definan la forma de escribir de Larsson pero si estos libros se pueden leer tan facilmente es, precisamente, porque no hay estilo. La prosa es clara y directa, si, pero también falta de personalidad y del elemento artístico.
-El grupo de novelas se basa en unos personajes protagonistas que son, básicamente, una Mary Sue del autor (Mikael Blomkvist, que se tira cualquier cosa con tetas) y una versión Darker and Edgier de Pippi Calzaslargas (admitido por el autor).
-El ritmo: el primer libro requiere un esfuerzo bastante grande para avanzar hasta la mitad, momento en el que toma todo suficiente inercia como para avanzar por sí solo. Eso hace que, en realidad, no pueda considerarse que todo el trabajo de documentación o la prosa directa cumplan con su objetivo, ya que da la sensación de que el autor no organizó su material de forma sensata y que rellenó páginas de forma inútil. Da la sensación de que la historia podría contarse en menos páginas sin que sufriese por ello.
-El ojo que todo lo ve: esto quizá es una cuestión personal pero me disgusta el uso del punto de vista de narrador que empleó Larsson con las novelas. Su omnisapiencia se pone en el camino del misterio y el suspense ya que, aparte de revelar la identidad de los culpables antes de que el trabajo investigador tenga lugar (por lo menos en el segundo y tercer libros), permite ver la tramoya de la adversidad contra los personajes en vez de dejar la idea de que algo va a ocurrir pero sin desvelar qué ni cuando ni cómo.

Hace bastante tiempo, encontré un ensayo de Raymond Chandler en el que definía y hacía crítica de los elementos del género. El ensayo se titulaba el Sencillo Arte del Asesinato (podéis encontrarlo completo aquí)y puede considerarse como una guía fundamental de la lógica argumental en la literatura criminal. Los cadáveres en una historia del género tienen que tener sentido, han de ser moneda de cambio en el contexto del mundo en que se mueven los personajes, no una excusa para tener un misterio que investigar. En ese sentido, los cadáveres en cierta ficción televisiva, C.S.I., más concretamente, son sólo un elemento para poder montar el espectáculo de trabajo de pruebas científicas a su alrededor. Se apunta a un culpable por un puzzle de pruebas materiales en el que poco importa el móvil. Es cierto que por el procedimiento criminal, el investigador y el judicial, las pruebas materiales son y deben ser esenciales para montar el caso pero una muerte desprovista de su contexto no tiene sentido social, no dice nada acerca del mundo en el que ocurre. En este aspecto, por lo menos, Larsson salva la ropa.
El personaje de Lisbeth Salander, sin embargo, no resulta muy novedoso. Resulta más bien obvio que es lo que tira de la historia y, en consecuencia, la novela tiene un gimmick en Salander. Es un personaje especialito por los motivos que se cuentan a lo largo de los tres libros pero no es ninguna novedad. Desde la época dorada del Pulp, incluidas las femmes fatales, este tipo de mujeres adelantadas a la moral genérica de su tiempo existían a ambos lados de la ley. Salander, como ya indiqué arriba, no es más que un personaje fetiche llevado a una versión más oscura y extrema. Está razonablemente bien costruido pero es, en el fondo, el único elemento que consigue arrastrar al lector a lo largo de las mil ochocientas páginas en total o así de las tres novelas. Que Blomkvist vaya por ahí tirándose a cualquier cosa con la excusa de las parejas abiertas no mejora las cosas.
A nivel personal, lo que encuentro peor en las novelas es la falta de estilo. Aunque facilita la lectura, hace que luego no quede nada concreto en la cabeza acerca del autor, no transmite a la persona detrás de la obra. En ese sentido, quizás la influencia periodística fue algo que se cargó la posible perpetuación de Larsson. Si uno atiende a los más grandes del género, puede observar que Hammett tenía un estilo claro pero seco, duro, con un stacatto implacable y que transmitía la calle con toda su dureza, algo que no es raro si uno examina su vida y transfondo; Chandler tampoco hacía demasiadas concesiones en su prosa pero sus metáforas y símiles eran una demostración de que había estudiado literatura y poesía; Cornell Woolrich, por otra parte, era un maestro en la morbosidad y lo siniestro de sus historias pero su prosa, para mi gusto, era demasiado rosada (en lo que su sexualidad, probablemente, influyese). En cualquier caso, estos autores demuestran que su personalidad permeaba las páginas de sus respectivas obras (algo que tienen en común con Phillip K. Dick y sobre lo que escribiré en algún otro momento) y uno puede atisbar algo del autor en su prosa (no necesariamente en sus personajes). De Larsson quedará su objetividad periodística y su compromiso contra el machismo en una frialdad sueca.

No sé otra gente que se los haya leído pero yo probablemente no vuelva a hacerlo, sin embargo, los clásicos es probable que los coja una y otra vez sin dudarlo. Os dejo, para terminar, con unas cuantas de las metáforas y símiles de Chandler, que podrían, perfectamente, hacer haikus:

Actress.
She smelled the way
the Taj Mahal looks
by moonlight.

Police Woman.
To say her face would stop a clock
would be to insult her.
It would stop a runaway horse.

Los Angeles.
One great big
sun-tanned
hangover.

Silent Intruder.
A wedge of sunlight
slipped over the edge of the desk
and fell noiselessly on the carpet.

Pathos.
Her voice faded off into a sort of sad whisper
like a mortician
asking for down payment.

Seascape.
On the right of the fat solid Pacific
trudging into shore
like a scrubwoman going home.

Another lady.
She had a mouth
that seemed made
of three-decker sandwiches.

Malibu.
More wind-blown hair and sunglasses
and attitudes
and pseudorefined voices
and waterfront morals.

Finale.
I newer saw any of them again
-except for the cops.
No way has yet been invented to say
goodbye to them.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Nil carborundum illegitimi.


Warnung!: esta columna es totalmente objetiva y no alberga sesgo de ningún tipo. Cualquier duda respecto a la veracidad de esta afirmación sólo demuestra la falta de fé del lector en el socialismo real y su naturaleza de criptofascista pequeño-burgués contrarrevolucionario.

No hay nada como unos cuantos días de vacaciones para poder pensar a gusto y ver las cosas sin las presiones de la rutina habitual que suelen interferir con el raciocinio. En esos momentos en que uno puede pararse a oler las flores y apreciar la luz sobre los árboles, muchas cosas quedan expuestas en su valor real y su importancia para nuestra vida y, aún más, para el universo.

Poco antes de marcharme a Dublín, esos malditos cabrones lloriqueaban la reforma del mercado laboral, o lo que es lo mismo, que en estos tiempos de inseguridad económica puedan echar a la gente a la puta calle como quieran y paguen menor cotización a la seguridad social. Como siempre, los más vulnerables deben pagar el coste de la estupidez y la codicia de los miserables que nunca han contribuido a la mejora de la sociedad, sólo han especulado con ficciones para enriquecerse e hinchar aún más sus gordas carteras (y, algunos, tripas). Luego, cuando aparecen las estadísticas de mileurismo en España, lo extraño es que no se eche más gente al terrorismo, a robar bancos o alunizajes en tiendas de lujo.
Lo más curioso, sin embargo, es que todavía haya dos incongruencias bien gordas en las que la gente sigue cayendo con desesperante obstinación. Son dos cuestiones que vendrían a ser como el elefante en la habitación del proceso productivo y que, si la gente las observase con suficiente atención, podrían servir como bases de la aceptación de un nuevo paradigma social (no de su planteamiento, del que ya hay algún modelo interesante, como el proyecto Venus).

La primera de estas dos incongruencias es la tecnológico-material. El progreso tecnológico siempre ha buscado resolver problemas materiales del ser humano generando máquinas que puedan realizar tareas peligrosas o desagradables o mejorar los procesos productivos para alcanzar un mayor grado de precisión o eficiencia. Las máquinas, en consecuencia, sustituyen al ser humano progresivamente para la realización de actividades físicas implicadas en los procesos de producción al operar de forma más eficaz, con más exactitud y menor consumo de energía y tiempo por unidad de producto. La consecuencia inevitable es que el ser humano queda desplazado de determinadas tareas que pueden ser realizadas de forma industrializada y, lógicamente, el desempleo aumenta.
Es así, la automatización remplaza a los seres humanos y los puestos de trabajo que éstos ocupaban tradicionalmente desaparecen.
Ahora bien, aunque los productos puedan ser producidos de forma más eficiente y se reduzca su coste y siendo el consumo la base del sistema capitalista, esta reducción de empleos ¿no supone una reducción de consumidores? El modelo socio-económico en que nos encontramos no puede soportar el progreso tecnológico sin colapsarse convirtiendo a la mayoría de la población en desempleados. ¿Cómo se podría sostener a esa gran masa de personas que, en principio, carecerían de ingresos? ¿Tendría algún sentido el modelo monetario?
Nuestro modelo económico se basa en una serie de premisas aceptadas por consenso, como el valor del dinero (¿realmente cuesta lo que pone en su faz un billete de 50 euros?), que pierden su sentido si no se mantiene el modelo social y viceversa. El desligamiento de la economía de los recursos materiales en sí sólo contribuye a la especulación y al establecimiento de unas categorías sociales que parten de esos abstractos sin respaldo real. Algo valdra tanto como otra persona esté dispuesta a dar por ello pero si esa persona no puede dar nada, ¿esa otra cosa valdrá nada? Si no hay nadie para comprar, ¿qué importa que haya cosas para vender?
No hablemos ya, claro, del momento en que haya inteligencias artificiales capaces de gestionar todo el proceso productivo. En ese momento los propios gestores de la riqueza estarán acabados por su falta de justificación filosófica.

Por otro lado, hay una cuestión fundamental en la naturaleza filosófica del trabajo. Lo de que el trabajo dignifica es una chorrada. No es lo mismo sentirse útil y que hay cosas que llenan la vida de uno y que el trabajo dé dignidad. La dignidad de una persona es inherente y la pierde o la gana por la ética y/o moralidad de sus acciones, no por hacer una actividad para obtener dinero. Es más, si tanto dignifica y tan bueno es lo de trabajar, ¿por qué se inventó la esclavitud?
Dejando de lado que cada persona pueda tener una predisposición de los circuitos neuronales hacia unas actividades u otras (unos ciertos talentos u otros: pintura, música, escritura...), muchas personas no pueden desarrollarlos por la carga del trabajo. Su vida pasa en actividades para sostener un medio de vida y sus potencialidades se echan a perder en cosas que nunca sinificarán nada. Incluso muchos de aquellos que se llenan la boca con la importancia de sus trabajos, lo mucho que ganan, las consecuencias de sus decisiones, no son capaces de comprender que sus vidas, al fin y al cabo, no significarán nada (sirva esto para tener un punto de perspectiva más apropiado sobre nuestro lugar).

800 Años y sigue en pie. Nada de lo que hagas en tu vida significará nada.
Las cosas realmente importantes o lo son para uno por sí mismas, por lo que suponen para nuestro interés y/o nuestra mejora personal, generando un orgullo o una satisfacción personal. Los conceptos racionales, como el aporte a la sociedad y la mejora de ésta, nada significan si no hay una implicación emocional egoista. Los seres humanos somos egoistas por evolución, por el establecimiento de unos patrones emocionales de apego a las cosas, las personas y los conceptos que condicionan nuestro modo de actuar. Decir que el trabajo dignifica sólo es un modo interesado de adoctrinar para mantener a la gente dentro del sistema y anular el individualismo y el análisis racional concreto de las estructuras socio-económicas que nos rodean.
Dentro de las cosas que importan, de las que importan de verdad, tendríamos que recurrir a una de las obsesiones fundamentales de los seres humanos desde el amanecer de la historia y antes: la muerte. La muerte es el normalizador definitivo de los seres humanos. Pone a todos en el mismo lugar y, que se sepa, no hay modo de evitarla por toda una colección de eventos inherentes a la propia fisiología. A pesar de todo, esa conciencia permanente de nuestra duración limitada, de que somos finitos, ha conducido a actividades en las que todas la reglas habituales, económicas, sociales, incluso éticas y morales, se han suspendido. Los seres humanos buscamos desesperadamente el modo de perdurar, como todo ser vivo y, entonces, las reglas dejan de importar.
A esta escala, ¿se puede hablar de dinero?

Existen los recursos para mejorar la sociedad y para cambiar el modelo productivo y social, lo que no existe es la voluntad. Los hábitos psicológicos sobre la gestión de los recursos para nuestra supervivencia y un modo de vida decente son los mismos que hace milenios y día a día la tecnología destroza los pretextos que siempre han servido para sostenerlos. El sistema se depreda a sí mismo mientras intenta perpetuarse pero las condiciones para la aparición de nuevas propiedades emergentes están ahí. No habrá una verdadera justificación para el sistema monetario cuando la tecnología haga tan ínfimo el coste de los bienes de consumo que no exista participación humana.
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Columna patrocinada por:

¡Los cereales para un despertar revolucionario!
¡Ayuda a tu progreso intestinal, camarada!
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Recomendación del Día: Subnormality Webcomic.