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26 de julio. Feliz cumpleaños, madre, allá donde estés.

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Años atrás la editorial salmantina Tropismos (hoy desaparecida; una pena, porque incluyó varias joyas en su catálogo) editó al británico David Mitchell, un escritor venerado en otros países y casi ignorado en España. Compré, entonces, los tres libros. Y aplacé las lecturas. El año pasado empecé con “Escritos fantasma”, que me gustó bastante y que recomiendo de nuevo. La semana pasada, en cambio, me puse con “El atlas de las nubes” y, aunque me engancharon las primeras 100 páginas, luego el libro se me convirtió en un tostón (espero que la película que van a rodar sobre esta novela sea más entretenida), pero lo acabé; y no pretendo reseñarlo. Me queda por atreverme con “El bosque del cisne negro” antes de que Duomo publique en otoño “Los mil otoños de Jacob de Zoet". De lo que no cabe duda es de que Mitchell trenza las historias como si fueran el "Babel" o el "Amores perros" de la literatura. Ahí reside su maestría.

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A partir de ahora los horarios de actualización del blog los marca el niño. Ya no posteo cuando quiero o cuando me acabo de levantar, sino cuando puedo. Es cierto lo que dicen: con un hijo recién nacido se duerme muy poco, y sin embargo se disfruta cada momento, se ve la vida con otros ojos. Lo que uno hace, a partir de entonces, no es dormir seis o siete horas seguidas, sino varias siestas cortas. Y eso tampoco está tan mal. Se trata de acostumbrarse al cambio de ritmo. Y yo ya lo he conseguido.

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Momento excepcional para la literatura en castellano (al menos la que a mí me gusta). A los muy recomendables “Alma” (Javier Moreno), “Escombros” (novela de Chusé Raúl Usón y poemario de Antonio Pérez Morte), “Los muertos” (Jorge Carrión), “Irredento” (Álex Portero) o “Menú del día… a día” (Gsús Bonilla)… hay que unir, por supuesto, los libros de mis compañeros de Eutelequia: Germán, Ingelmo, Mario, Baco, Patxi y Noelia. Y aún tengo unas cuantas novedades pendientes… 

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Me gustaría que me filmaran leyendo un libro, viendo una película (en el cine), mirando a M… En esos fragmentos visuales se resumiría mi esencia, una especie de biografía paralela. 

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“Vivo sin tener nómina, y no sé qué dinero ganaré durante este mes. Es una vida sin seguridades” (Íñigo García Ureta, “Todo tiene grietas”. Trama Editorial. Prólogo de Enrique Vila-Matas). Es, contado con exactitud, lo mismo que siento yo en los últimos tiempos. Reconforta encontrar gente a la que le sucede igual que a uno.

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Me motiva tanto escribir una página en el ordenador como, meses después, tachar la mitad de esa página en el papel y con bolígrafo rojo. Construir y destruir son las dos caras de la literatura.      

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Hace casi un año exacto que dejé de escribir estas Miniaturas. He estado ocupado con la escritura de novelas, la preparación de antologías, las colaboraciones en prensa y en revistas digitales… Tal vez la persona que escribió aquellos fragmentos ya no sea la misma. No me atrevo a releerlos, de momento. Por eso prefiero abrir otro documento de Word y continuar en una especie de segunda parte. Un nuevo comienzo, con la misma numeración. Veremos si mantengo cierta periodicidad.